La psicodelia española con sus loops infinitos y reverberación pomposa. Por definición, un sonido que replica las experiencias con setas mágicas, mezcalina o LSD parecía no tener cabida en la España de los 60, cuando el aislamiento cultural y el paternalista nacionalcatolicismo sirvieron de barrera contra las sustancias alucinógenas que, en los territorios vecinos, ya eran de lo más mainstream.
Guarda ciertas reminiscencias con la portada del Before Today, de Ariel Pink’s Haunted Graffiti. ¿Es el de Triana el primer graffiti de la historia con el nombre de la banda pintado en la pared?
Misma década de los 70’s, misma España gris, surge en Barcelona otra genial banda de rock psicodélico, con influencias acid-folk, Pan y Regaliz. Se atrevieron a cantar en inglés y consiguieron un sonido muy carismático, con influencias africanas. Su paso, desafortunadamente, fue breve. Su música era tan buena que llegaron a pincharla en varios pubs ingleses.
En mayo del 71, Granollers fue epicentro del primer Festival de Música Progresiva en España (y el primer festival al aire libre). Sus asistentes, la también primera generación de soñadores psicodélicos y valientes, jugaron por unas horas a ser libres.
Durante esas intensas noches de amor, paz, alucinógenos y buena música, tocarán Smash y Pan y Regaliz, junto a otras bandas como Maquina!, más jazzeros y eléctricos. Barcelona, siempre aventajada en creación artística, parió otro de los mejores sonidos del progresivo español.
También asistiría el excéntrico Pau Riba, autor del primer disco de rock de la historia en catalán. Sus letras son una crítica feroz al ecosistema burgués y ultra católico de la sociedad catalana, donde él mismo había nacido. En pleno 1970, se calcó esta portada del Niño Jesús reposando en un jardín psicodélico, en su genial álbum Diòptria.
Su incapacidad congénita para adaptarse a su puritana familia le hizo huir al reducto jipi de Formentera, donde viviría en una cueva, sin agua corriente y lejos de la civilización pudiente. Tras su peregrinaje rural, volvió a Barcelona, para seguir contribuyendo en la contracultura catalana más transgresora.
Pese al papel primordial del festival de Granollers en la historia de la música española, la mala prensa hizo que su segunda edición jamás viera la luz. El sensacionalismo al servicio del régimen pintó el festival como una orgía de drogadictos disfrazados, mientras el resto de la sociedad seguía sumergida en un anacronismo ajeno a cualquier inquietud cultural.
Posteriores a Granollers, pero también catalanes, son Gotic. En el 78, lanzan el dulce Escenes, un rock sinfónico virtuoso y romántico, puramente instrumental y con ciertos toques de jazz. Una de esas pequeñas joyas que, tristemente, se escaparon del recuerdo colectivo cuando terminó el apogeo del progresivo.
Más allá de Andalucía y Cataluña, también hubo vida. Crack, asturianos haciendo también rock sinfónico en plena industrialización, sólo duraron un año. Sin embargo, Si todo hiciera crack es un disco épico, en todos los sentidos; una armonía preciosista de guitarras, teclado y flauta. A pesar de sus majestuosas composiciones, pasaron sin pena ni gloria por España, aunque sí recibieron alabanzas desde el extranjero.
Pero el sinfónico más luminoso vino, por supuesto, de las islas. Los Canarios, con Teddy Bautista (más tarde, presidente de la SGAE) al frente, también le dieron al progresivo con su joya Ciclos, una dimensión onírica de Las cuatro estaciones de Vivaldi. Por desgracia, es su único disco de este género, bellamente artificioso y con instrumentación electrónica potente. Las cuatro estaciones son sustituidas por las cuatro etapas del desarrollo humano: niñez, juventud, madurez y vejez. Este fragmento, Paraíso remoto, con una estructura orquestal y matices folk, inicia el álbum.
Algunos supieron incorporar la psicodelia al hype del momento, el pop, y saborear el éxito. En la Madrid castiza de los 70, dos mujeres, Vainica Doble, lanzaron su primer single, Caramelo de limón, una oda popera-psicodélica al aperturismo.
La portada, del artista Iván Zulueta, representa una plaza de toros: en el ruedo, la España que combatía; en las gradas, la que se limitaba a contemplar. En este LP, cantan sobre mujeres enjauladas que sólo pueden bordar y prepararse para el altar, como Mariluz. Sus letras, atrevidas e insinuantes, irritaron a los censores, que retrasaron la publicación del disco tres meses por la canción.
El órgano Hammond tomó la palabra en la música comercial gracias a Módulos y su mítico Todo tiene su fin que, navegando por la corriente del pop, se convirtió de inmediato en número 1 de las listas de ventas.
Y como la psicodelia nos ayuda a comprender la naturaleza cíclica de todo, retornemos a Andalucía para terminar con dos últimos conjuntos. Cai, gaditanos psicodélicos de manual (por raro que eso suene), muy inspirados en Pink Floyd y con menos ingredientes flamencos que Smash o Triana. Menos original, quizá, pero la calidad interpretativa es mayúscula.
También de Cai eran Imán Califato Independiente, una psicodelia espacial, vasta, densa, deliciosa, casi enteramente instrumental y con pulsaciones flamencas. Sus integrantes vivían en una comuna vegetariana donde se cultivaba la agricultura y también el espíritu. Bien merece cerrar este recopilatorio (donde aún se nos quedan fuera unas cuantas bandas).