El cuarteto psicodélico de Nashville visitó México durante el reciente Vive Latino, en México, y deleitó a sus no pocos seguidores con un set duro y alucinante.
ATW: del jazz al stoner
El grupo era un proyecto personal del baterista Robby Staebler cuando se mudó a Nashville en 2011, él tocaba todo. Pronto se convirtió en un dúo de jazz junto a un fanático de Grateful Dead, el guitarrista Ben McLeod. Pero su formación e inclinación los llevó inevitablemente al rock ácido y duro que fue cobrando forma de stoner conforme se integraron el multiinstrumentista Charles Michael Parks Jr. en el bajo y la voz, y el tecladista Jonathan Draper, relevado en 2018 por Allan Van Cleave. Desde el mismo año de su formación en 2012 han sido un grupo demasiado productivo con una personalidad definida: cinco EPs, ocho sencillos, tres discos en vivo y seis álbumes deslumbrantes:
- Our Mother Electricity (2012)
- Lightning at the Door (2013)
- Dying Surfer Meets His Maker (2015)
- Sleeping Through the War (2017)
- All Them Witches (2018)
- Nothing As the Ideal (2020)
Brujería sónica
Varios vasos de cerveza Indio y un gallo loco después, esperábamos apretujados entre los seguidores de la banda en la Carpa Intolerante, ahí donde el brazo largo de la ley no alcanzaba para torcer a los fumadores. Los All Them Witches se preparaban sin exentar los rigores técnicos y las clásicas fallas de conexión: el bajo no se escuchaba. Tardaron unos minutos kilométricos en resolverlo, así que tuvieron que meterle velocidad porque les quedaba menos de una hora para despegar, llevarnos en viaje redondo y aterrizar sin estrellar la nave. Y lo hicieron.
Sin tiempo que perder, nos elevaron de un tirón con “Saturnine & Iron Jaw”, del disco Nothing is the Ideal, una canción desértica, pesada y progresiva, que conectó a la Ciudad de México con la luna llena. Se siguieron con “3–5–7”, el tema jazzeado de Sleeping Through the War, quizá el más relajado del set con “Alabaster” porque dejaron caer material heavy psych de su repertorio.
En este punto ya volábamos a la altura de los psiconautas AAA, rebasando la velocidad del sonido con “Enemy of my Enemy”, de Nothing is the Ideal, con Ben McLeod tirando metal sobre los presentes. Sin pausa conectaron una de las consentidas, “Charles William” de Lightning at the Door, inspirada en el poeta británico, con el slide de la guitarra desde la punta hasta la cola de la canción.
Su concierto lo partieron por la mitad con una enorme canción del homónimo ATW, “Diamond”, el stoner en su máximo esplendor con un solo de guitarra espectacular que se extendió prácticamente los ocho minutos que duró el rolón. Durante los días más oscuros de la pandemia grabaron Live on the Internet, con el material de sus presentaciones en línea, disponible en CD y en vinil, de ahí tocaron “1×1”.
Estábamos en la cresta de la órbita cuando inició el descenso a huevo porque el tiempo se agotaba, tocaron la maravilla psicodélica que es “Alabaster” salida de Sleeping Through War. El aterrizaje fue con la favorita del Lightning at the Door, “When God Comes Back”, y aquí sí pudimos escuchar claramente las pisadas eléctricas que cayeron como rayos al terminar.
Por supuesto, se quedaron demasiadas canciones pendientes. No tocaron una sola de Dying Surfer Meets His Maker y me quedé esperando como fan de rancho “Blood And Sand / Milk And Endless Waters”. Esperemos que retornen y den un concierto digno de la venida de Dios, ahora que lo trajeron de regreso.
