A dos décadas del lanzamiento de su primer álbum de estudio, el trío neoyorkino recoge sonidos del garage rock, indie y punk, creando un sonido sucio, estridente y contagioso que marcó el inicio de su carrera y del nuevo milenio.
Tenía 16 años cuando el ‘Fever To Tell‘, de los Yeah Yeah Yeahs, entró en mis oídos, tras haber sido lanzado al ruedo de una industria musical que había puesto al pop en la cima de las listas de popularidad. Sin embargo, entre ese enramado de boy bands y solistas creados para el mainstream, la vocalista Karen O, el guitarrista Nick Zinner y el baterista Brian Chase consiguieron despegarse de esa directriz, haciendo del garage rock y el punk las bases sonoras que definirían el estilo de sus primeros tres discos y que serían la materia prima de su álbum debut que este 29 de abril de 2023 cumple 20 años.
Había pasado más de año y medio del atentado a las Torres Gemelas en Nueva York. La sociedad estadounidense estaba temerosa y dolida, pero también furiosa y harta, sensaciones que alcanzaron a la tercia fundada en 2002 y que, en cierto modo, están presentes en las 12 canciones que componen su primer disco de estudio.
Bajo el sello discográfico Interscope Records y co-producido por David Andrew Sitek y la tercia de músicos, los Yeah Yeah Yeahs grabaron una placa de casi 40 minutos de duración que, al igual que su portada, nos comparte un collage repleto de estridencias, suciedad, caos y rebeldía.
20 años del ‘Fever To Tell’ de Yeah Yeah Yeahs
El álbum arranca con “Rich”, tema que nos da una probadita de lo que los dedos de Zinner pueden lograr sobre las seis cuerdas de su guitarra. Escasos segundos después Chase hace lo propio con el bombo, toms y platos, y junto con él la también pianista, en plena metamorfosis, nos atrapa con unos agudos y guturales que emanan de una garganta lista para lanzar gritos en su siguiente canción, “Date with the night”. Para entonces, los riffs de Nick abren nuevamente, dando paso a una Karen O que en la noche tiene una aliada para hacer lo que se le dé su regalada gana, algo que queda muy claro con su interpretación que raya en lo sexual y gritos sugerentes que incitan el headbanging y saltos interminables.
Luego de poco más de seis minutos de un sonido estruendoso por los guitarrazos y baquetazos, llega “Man”, rola que con solo 1:49 minutos de duración hacen que la female fronted saque su lado Riot Grrrl, escupiendo energía y desenfreno, demostrando que el punk también está hecho por y para mujeres.
Para “Tick” los tres músicos se dejan venir con todo. Mientras los guitarrazos de Nick y los golpeteos de Brian sobre la batería salen de las bocinas, la voz y gritos de Karen completan este track breve, pero al mismo tiempo intenso y ensordecedor.
En “Black Tongue” lo ruidoso baja un poco, pero no la fuerza y pesadez de sus riffs y batería, ni la feroz interpretación de una mujer que, además, desprende sensualidad a través de la garganta.
De nueva cuenta Zinner y su instrumento de seis cuerdas se apropian del álbum con “Pin”, al tiempo que Brian hace su entrada al sonido de bombo y platillos, mientras Karen nos ataca con una velocidad y agudeza vocal que combina perfecto con la melodía que la envuelve.
Llega “Cold Night” y con ella un ligero cese en la rapidez de los instrumentos y voz que pronto se ve compensado con riffs ásperos y macizos, más una batería furiosa y vigorosa, elementos que se impregnan en “No, No, No”, canción que en sus últimos segundos apuesta por bajar las revoluciones y abrirle las puertas a la experimentación sonora, creando una atmósfera futurista.
Y como el amor y desamor siempre han sido materia prima de la música, “Maps“, acrónimo de ‘My Angus Please Stay’ y uno de los cuatro sencillos del ‘Fever To Tell‘, hace su arribo triunfal, siendo hasta ahora una de las canciones más coreadas de toda su discografía, tema que destaca por la sinceridad y fragilidad que salen de la boca de Karen O, regalándonos una interpretación emotiva, honesta y que, en cierto modo, baja la guardia de la cantante ante una relación sentimental que se diluye entre sus dedos.
Pero esta tristeza y lucha por rescatar lo insalvable empieza a mutar hacia un equilibrio y redirección del rumbo con “Y Control”, en donde el caos gutural se transforma en una voz más suave, al igual que los sonidos que la acompañan. Para “Modern Romance” , la cantante de 44 años de edad, junto con Nick y Brian, nos transportan a un lugar apacible en donde todo parece suceder más lento, fórmula melódica que se repite en “Poor Song”, la última pista de este álbum con la que los Yeah Yeah Yeahs aceptan que tener miedo es parte de nuestra naturaleza, pero no por ello una limitante para aventurarnos a tomar riesgos y confiar.
‘Fever To Tell‘ fue catalogado como uno de los mejores álbumes del 2003, y está incluido en el libro “1001 discos que hay que escuchar antes de morir”, del escritor y editor inglés Robert Dimery, placa que durante su primera edición se distribuyó en formato CD y que hoy habita en el mundo virtual en varias plataformas digitales.
A pesar de que cada canción tiene un sonido distintivo, hay elementos que prevalecen en su primogénito. La rapidez, brevedad, simplicidad e intensidad extraídas del punk, más lo rasposo, pesado y sucio del garage rock, mezclados con el estilo sonoro e interpretación vocal, hacen de la propuesta musical de los Yeah Yeah Yeahs una de las más icónicas de la Gran Manzana que hace dos décadas llegó fuerte con el nuevo milenio y que al día de hoy se mantiene activa, regalándonos sonidos que a muchos nos remontan a una adolescencia donde solo había cabida para la rebeldía y ruidos ensordecedores.
Para celebrar el 20 aniversario del ‘Fever To Tell‘, el trío de Nueva York publicó en YouTube “There is No Modern Romance”, cortometraje grabado durante su gira de 2002, dirigido por Patrick Daughters, que originalmente fue incluido en su box set de lujo en honor a este álbum y que puedes ver completo aquí abajo.