Joy Division: cuando la poesía llegó al post punk
Desde sus inicios como Warsaw en una sombría y deprimente Manchester a finales de los 70, mostraron que la ideología punk no solo eran guitarras de ira y descontento social, empezando por la protesta anárquica hacia la reina de Inglaterra y todo lo que representaba el sistema, sino que supo canalizar esa energía para llevarlo a emociones más complejas, durante sus inicios se mostraban rudos, enojados y con un sonido demasiado estridente, sin embargo, había algo en ellos que mostraba cierta personalidad, así era Joy Division. Sus líricas, las cuales basadas en un juego de palabras llenas de emociones, desde lo más cotidiano hasta llevarlo en su máximo expresión de una poesía indiferente, empezaron a dejar en claro que sería un grupo que pasaría a la historia. Mientras los cuatro integrantes mencionaban ese nombre, estaban de acuerdo que sería un nombre perfecto para una banda (independientemente de su origen nazi), que poco a poco iba mostrando al mundo que con solo un bajo, guitarra, batería y una voz que venía de un eco de la más pura poesía existencialista, se crearían sonidos interesantes con una base de lo que el punk podía ofrecer. Ian Curtis , Bernard Sumner, Peter Hook y Stephen Morris, eran solo cuatro muchachos que lograron mostrar el interés, primero de toda Inglaterra, y después de una gran parte de Europa, esa manera tan particular de un sonido a la vez innovador y a la vez tan simple, al fin y al cabo era parte de esa ya tan famosa frase del punk: “do it yourself” . Unknow Pleasures llegaba en el año de 1979, su primer álbum el cual comenzaba con “Disorder”, una batería que pareciera como si le estuviera pegando al destino, unas guitarras llevando la dirección de los ritmos, un bajo lleno de destreza y unas vocales que parecían venir de un tipo de edad indefinida, ese fue el primer sonido con el cual empezaba el álbum, uno del cual podías crear tu propio mundo, un mundo de ciencia ficción, paranoia, esperanza y desilusión de lo que se vivía cotidianamente en aquellos tiempos. El punto más álgido del álbum es “New Dawn Fades”, la cual muestra una cruda realidad del existencialismo que vive en cada uno de nosotros y se lleva a un extremo de desesperación encerrado en tu propia alma. Closer, su segundo álbum que llegaba al año siguiente (1980), entraba con una madurez en cuanto al sonido muy característico de la banda, su productor Martin Hannet, un hombre con una visión un tanto futurista y un tanto enigmática marcaría su sello en el disco dejando atmósferas llenas de un éxtasis auditivo, los sintetizadores que ya marcaban una tendencia hacia donde debía dirigirse la música, sonaban con un hermoso estilo invernal (que más adelante daría el nacimiento a New Order). “Isolation” es la prueba perfecta de que el dance no necesariamente tenía que ser algo alegre y monótono, pero al álbum mostraba algo más, las líricas de Ian Curtis dejaban en claro que la poesía se estaba convirtiendo en un epitafio de su propia existencia, así mismo “Passover” marca el ritmo de una vida llena de altibajos aunque el bajo de Peter Hook suene con una jodida fuerza al igual que las guitarras un tanto crudas de Bernard Sumner. “The Eternal” y “Decades” marcan un final que prolongaba la vida de Ian Curtis hacia su trágico final y con ello moriría el legado de una banda que apenas con tres años de existir y un trabajo de dos discos de estudio, serían la punta del iceberg para ser la influencia de muchas bandas que vendrían después. Un mundo de post punk y poesía conectados por Ian que se volvieron eternos e influyentes.
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