En uno de los escenarios más “Green” de Londres, el Hyde Park, se abrió espacio a una escena de pura originalidad entre peinados y maquillaje al más estilo Siouxie estoicamente portados por los seguidores de The Cure venidos de todo el planeta, literal, gente de todo el mundo congregados para celebrar los 40 años de una de las bandas más míticas del mundo del rock.
Los 30 grados de temperatura y un sol sin misericordia “amenizaron” lo que se hacía llamar el “British Summer Festival” y no fueron suficientes para que los
true fans dejaran de vestir sus camisetas negras de ediciones especiales de conciertos de
The Cure que una vez más demostró el por qué son capaces de conectar con su público, a través de canciones tan comerciales como “Friday I’m in Love” o rarezas oscuras como “If only tonight we could sleep”, ambas interpretaciones fueron las delicias de los asistentes.
Robert Smith a sus casi 60 años, sube al escenario aún con la misma voz que en su juventud.
Un pedazo de luz de sol acompañó casi medio concierto muy a pesar de Robert que al entrar al escenario principal del festival señaló con un humor muy “British” su aversión al sol.
El carisma y la humildad que siempre acompañan a
The Cure estuvieron presentes en varios momentos de las casi 3 horas de concierto, en las que Robert no ha cansado de repetir y dar las gracias a sus fans por poder compartir este momento que cómo él mismo ha dicho:
nunca hubiera imaginado llegar en su vida.
No sabemos exactamente cuanto tiempo más estará The Cure con nosotros, con que nos vamos a encontrar en un futuro pero podemos predecir mucha melancólica de sonidos que seguramente se expandirán significativamente hasta quedar muy dentro de ustedes hasta convertirse en arpegios largos y parabólicos, repitiéndose una y otra vez hasta alcanzar el infinito, hasta quizá encontrar un bloqueo que abra las puertas indirectamente a una dimensión más melodramática.
Este tipo de eventos requiere atención y múltiples elogios. Así los 40 años de The Cure, como ellos. Es complejo y abstracto pero contagioso, magistralmente bien elaborado en la decadencia musical que se podría vivir. Si no están familiarizados con su mundo, puede tomar un poco de tiempo para acostumbrarse, pero una vez ahí, nulas ganas darán de alejarse de su extraño y desconcertante abismo.
Un ente asombroso que ha marcado una evolución dejando tensión a su paso, una tensión hacia una música más madura.
Créditos:
Ana, Leo y Chanti