Johnny Marr ha ido tranquilamente en la construcción de una carrera en solitario. Habiendo pasado etapas como guitarrista en The The, Modest Mouse y The Cribs, el ex The Smiths ahora parece cada vez más cómodo, más creativo y más rockstar como se vivió anoche en su primer visita a CDMX.
Su tercer álbum y muy aclamado: Call The Comet lo ha traído por fin a la CDMX. La cita fue en El Plaza, en ese recinto en donde aún a sus al rededores se respira melancolía por el episodio triste que derrumbó casas en nuestra ciudad, el ambiente poco a poco empieza a evaporar.
Están los más devotos fanáticos de Johnny Marr y por fin él a hacer lo que mejor sabe, apenas lo estamos recibiendo con “The Tracers” y ya avienta el primer clásico del Meat Is Murder, “Big Mouth Strikes Again” de los Smiths sacuden al público, su manera de interpretar canciones responde a las distopías y utopías en donde quedaron fríos impregnados en el anhelo de sus máximas influencias como Bowie, Patti Smith, Brian Jones o el mismo JG Ballard, y así suena la hermosísima “Hi Hello”, con un Marr impecable en el escenario, su guitarra y él son uno mismo, perfectamente conectados, sincronizados y explosivos, como en “The Headmaster Ritual”, y los 2 temas que rescató de su paso por Electronic: “Get the Message”, y la maravillosa versión de “Getting Away With It” que removió fibras. Su banda está muy compenetrado con él, su líder. Su mentor.
Los pasajes más hermosos de la noche fueron un colectivo unificador, desde los sintetizadores hasta las guitarras que se encuentran en su mayor euforia o bien, en melodías más inmersivas en la añoranza, por momentos su música evoca visiones viscerales entre los futuros rascacielos de Manchester o de lo que alguna vez fue Manchester en su grandeza pero evocados aquí en nuestra gran ciudad, con ese sonido que ha destacado a las bandas que surgen de ahí por décadas, eso se aprecia, pues escuchar un género en vivo y con el que has crecido por mucho tiempo no tiene comparación. La energía de Marr lo transportan a un estado de trance, expresa perfecto su visión del rock como herramienta transformadora.
Y luego están ahí, las canciones bonitas, las canciones tristes, las canciones desgarradoras o las canciones vitalizantes, ofreciéndonos un recital de temas colosales al final de su show como lo fueron “Last Night I Dreamt That Somebody Loved Me”, “How Soon Is Now?”, “There Is a Light That Never Goes Out” que fue hermosamente coreada, y la mega sorpresa de todas “You Just Haven’t Earned It Yet, Baby”, un puente, un descanso inesperadamente cómodo y necesario, el paraíso de la melancolía en donde cada y uno de nosotros se deja llevar sin contemplación, tanto que da miedo ya que momentos así son un lugar tan personal llenos de paralelismos, pero no importa, la noche lo está valiendo todo.
Johnny Marr ha logrado retrocedernos en el tiempo pero al mismo tiempo ha logrado ofrecernos una etapa actual de él con bastante convicción y lugar en el presente, mientras parece estar arraigado en un lugar particular de su propia memoria, donde todo lo que puede escuchar es el agridulce, a veces agudo sonido de su guitarra que hizo de ella una obra eterna como el The Queen Is Dead. Incluso su melodía vocal florece fielmente y cristaliza un abismo musical tan agradable que no suavizarse internamente es imposible. Todos esos sentimientos que nos transmitió es la principal reivindicación de la grandeza de Johnny Marr. Y él lo sabe. Tan lo sabe quizás así como sabe que The Smiths jamás volverán a tocar juntos.