Existe cierta vibración cuando uno es llamado a algún tipo de festival y dejarse atrapar por el marco que éste envuelva. Bahidorá representa salir del CDMX y situarse en el Parque Natural Las Estacas en Morelos.
La gente, se divide en dos, la que a pesar de los factores climáticos está siempre al pendiente de ver a sus artistas favoritos y la que va simplemente por la fiesta, nadar, pasarla bien o simplemente ser parte de, aceptarlo, tampoco tiene nada de mala pero por el concepto el festival se presta muchísimo. Cada quién elige como vibrar, y esta reseña está enfocada a la música en particular, como siempre, como el punto, alfa y omega que ubica a Depósito Sonoro y todo lo que pudimos percibir entre sonidos y conceptos. Con tal de saberse, de encontrarse, de refugiarse en una de las artes más bonitas que el hombre ha compuesto y más que nada, lloverse de recuerdos. Los del aquí y ahora, los del futuro y los que en el futuro serán pasado.
Observamos gente acercándose al escenario principal entrada la tarde del sábado cuando se va registrando la mayoría de asistencia al carnaval, cayendo sutil porque comenzaba la presentación de Djs Pareja con un sin fin de texturas entre las que destacaron el house de la década de los 80, perfectamente llevado para abrir el escenario Doritos Bunker, dejaron también el escenario listo para que Dj Fiasco (el colectivo de Cuatro Cuartos Bestial Crew) hicieran lo que saben hacer, que las circunstancias típicas se convirtieran en algo muy original, raro, energético, calmado, pausado y con un buen dominio del escenario que conectó, cabe decir; muy bien con la gente que sabía estaban mejores cosas por llegar aún.
Nightmares On Wax llegó con una resonancia profunda y muchos acoplamientos que explotaron al unísono. El escenario se abrió en silencio con un silbido, y poco a poco, la instrumentación vibraba cada vez más y más fuerte. Una presentación de connotaciones sonoras muy simbólicas que iba mucho más allá del ir al dormir-soñar y dejar suspendido todo en una muy digna presentación.
Hubo tiempo también de darnos una escapada para introducirnos al mundo de Blood Orange, a quienes esperábamos en vivo bastante, la atmósfera que se creo fue hacia una una dimensión totalmente de otros avistamientos, el manejo del escenario fue perfecto y los tiempos también, es un show bastante pensado, desde el setlist hasta la interacción con la gente, cabe decir que su música conectó demasiado con el circuito de la naturaleza. Muy bien por Blood.
Llegó el turno para Roosevelt, que se destaca por crear ese pop que es inmensamente digerible, llama y atrapa, sencillos, con mucha buena onda y con melodías y tonos bailables para ir recibiendo la noche dentro del carnaval, casi anticipando la rejilla de lo que aún faltaba por experimentar.
Octo Octa: sin duda pocos dominan el house actual como tal, un referente importante dentro de los sets que destacaron en Bahidorá y muy comentado entre los asistentes que se dieron la oportunidad de vivir esa parte, así como fue la tan esperada participación de Larry Heard aka Mr. Fingers, que hizo un híbrido perfecto junto con su música y los visuales que se proyectaban, estos estaban en la línea de un histórico de la música house, que justamente logró uno de los mejores momentos de conexión música-experiencia-naturaleza-perfección hasta ese momento de la noche.Todo expandiéndose a un espacio de gran alcance y ganando terreno con el público que miraba y encajaba todo en un instante. El contexto de su presentación siempre fue muy luminoso y derretido de latidos y beats nostálgicos creados por los sintetizadores que dominaron alguna vez el house en los 80.
La explosión multicolor mítica y sonora llegó con el Acid Arab, lo que nos hizo cuestionarnos sobre la gran variedad de equipos electrónicos que a veces pueden realmente mover las fibras del corazón; aunque para otros pareciera ser simplemente aburrido, es por eso que para combatir esto, los músicos electrónicos han, en los últimos tiempos, vuelto a la innovación en el ámbito multimedia para añadir un poco más de empuje a sus actuaciones en directo pero sobre todo en el caso del acto en vivo de Acir Arab, lo primordial es esta combinación de la música acid con la música occidental. Actualmente ese tipo de combinaciones en directo hacen de esto una experiencia audiovisual que lleva al público a través de mundos tridimensionales a conexiones mágicas para el iris y sobre todo al oído.
Mientras tanto, dos sorpresas que no esperábamos las dieron Tama Sumo y Honey Dijon, quienes gracias a diversos entornos en los decks, adecuados para una noche con olor a euforia de gente queriendo bailar, se entregaran a la exploración dance en un universo que rebota desde distintas configuraciones en común.
La noche/madrugada la cerró el mágico The Field, con esa melancolía que domina y que es muy apegada a su contagiosa proyección en vivo que dicho sea de paso sonaba brutal, las ondas sonoras saturaron el escenario y hacían resaltar los latidos del corazón, que se convertían en una fuente de deseos muy bárbara y que puso en movimiento los cuerpos de hasta los que ya se encontraba cansado pero que justo esa combinación daba para seguir estirando un poco más las emociones. Y Así hasta llegar a Objekt, quien le tocó poner música al amanecer, diferente a lo que nos tiene acostumbrado en esa línea techno/idm pero que para la hora sonaba exquisito, lento, acogedor, uno de los mejores Djs actuales.
Esta edición del Bahidorá hizo que quizá algunos regresaran a sus casas pensando en que el festival después de todo no es nada sino recuerdos que cada quién vive a su manera y que se dejan ahí, en el sol, en el pasto, en el frío, en la música y hasta en la vida propia, porque hay algunos o específicamente alguien, ya no regresó, ya que tristemente no podemos dejar pasar por alto el lamentable deceso de una persona dentro del festival que reportan las autoridades murió ahogada en el río. Como sea esto es un suceso que nunca jamás deseamos contar, vivir o saber que sucedió, sea el festival que sea y sea la persona que sea. El hecho deja abierta muchas brechas, preguntas y sobre todo análisis: ¿Es responsable cada quién de sus acciones? ¿Qué medidas se deben de tomar por parte de los asistentes o del festival? ¿Cómo evitar que esto sucede? ¿Cómo consientizar y consientizarse? Nadie está preparado para experimentar algo así como asistentes u organizadores, pero bien, eso sí, nos apegamos a que debe existir un protocolo que se debe seguir al pie estrictamente, al final de cuentas, las autoridades y el desenlace de este caso dictaran la justa responsabilidad que envuelve a ambas partes y que se juzgue y obre desde las acciones más justas y transparentes posibles.