Trent Reznor y Nine Inch Nails hoy en día no sólo son ya leyendas vivientes de la música alternativa sino también un referente muy importante sobretodo para quienes hacen música electrónica.
El gran éxito de la banda de Ceveland realmente se debe a su segundo álbum: The Downward Spiral. Tras la salida del primer disco Pretty Hate Machine, Reznor y compañía rompían paradigmas respecto a la música electrónica pues, una mezcla de guitarras, sintetizadores y otros elementos eran poco usuales en la escena de los beats. Sin embargo, la aparición del álbum que hoy cumple 25 años fue para la banda una catapulta y un incendio en el buen sentido de la palabra. Con el, Nine Inch Nails estuvieron a punto de crear un nuevo género musical. Un disco con 14 canciones en su mayoría poderosas, agresivas y con letras de protesta hacia el sistema norteamericano y político mundial con metáforas progresivas y al mismo tiempo decadentes que invitan no sólo a la reflexión sino a una cueva revolución no sólo musical y social.
En las giras de este disco Reznor, quien se caracteriza por usar apoyo visual crudo, agresivo y bizarro, utilizaba imágenes de experimentos de Tomás Alba Edison en donde se electrocutaba a un elefante, causando euforia entre el público espectador.
Un álbum que bien puede ser la mezcla de la velocidad de The Ramones con la agresividad y anarquía de los Sex Pistols con elementos electrónicos e industriales que solían usar los Alemanes Einstürzende Neubauten o los belgas de Front 242.
Sin duda este álbum es el resultado de una ecuación musical similar a la teoría de la relatividad donde E=MC2 significa que la energía del disco es igual a la música contundente que viene envuelta en un empaque cuadrado del vinilo donde se guardan las poderosas rolas del The Downward Spiral.
Si se dan cuenta no hago mención de un solo track para que lo escuchen lo descubran y lo dejen correr por sus venas y oídos.