En el caso de Sigur Rós, la ignorancia y el nulo entendimiento del islandés genera mucha felicidad musical.
Para el mundo occidental, Björk, los manjares de tiburones añejados y los paisajes fríos son el sinónimo de Islandia; sin embargo, muy poca gente tiene idea de qué o cómo es el islandés.
A diferencia de la mayoría de los artistas o bandas contemporáneas que comparten el mismo prestigio y otros lenguajes que no sean el inglés o el español, no tener idea de lo que canta Sigur Rós no es un obstáculo. En todo caso, ha ayudado a apreciar mejor el misterio y la majestuosidad de su música y de su tierra natal.
Con la música celestial de Sigur Rós existe casi la necesidad de descubrir Islandia; especialmente, en el documental Heima de 2007, que presenta al país como un paisaje mítico, salpicado de pintorescos pueblos de pescadores e imponentes vistas azotadas por el viento. Tundra ártica y geografía en escala de grises que se extiende hasta el horizonte acuoso con escarpadas montañas que guardan un secreto: la hermosa aurora boreal. Sigur Rós ha dicho bien que tiene la intención de evocar ese impresionante paisaje con su música expansiva y conmovedora.
Como a la gran mayoría, la primera introducción a Sigur Rós puede ser Svenf-g-englar, el sencillo etéreo de su exitoso álbum de 1999, Ágætis Byrjun. El título del álbum se traduce como “un buen comienzo”, en efecto.
Conjurada con calma de otro mundo, Svenf-g-englar se prolonga durante diez minutos, pero se extiende por una eternidad dichosa. Para un cerebro que inició en el punk, metal, rock alternativo y jazz y, ahora sumergido en el tecno y en el ambient, fue alucinante. Es extraño sentir ese sentimiento cálido y confortante que llega por los oídos con Svefn-g-englar que se traduce como Angels of Sleep, que con la voz de Jónsi en islandés pareciera una canción de cuna celestial.
Starálfur, la canción siguiente de Svefn-g-englar tiene una belleza sonámbula. En sonido se trata de ritmos líricos con notas brillantes, pero al hacer la traducción de su letra uno queda impresionado.
“Un pequeño elfo me mira. Corre hacía mí, pero no se mueve de su lugar… Un elfo me mira fijamente”.
En general, una canción con majestad cósmica y angelical, que por ingenuidad uno cree que sus versos llevan el mismo sentido; sin embargo, hablan de que quien la canta se dirige a su cama en pijama azul para esconderse debajo de las sábanas para ser visitado por la criatura mística llamada Starálfur.
En este punto, vale la pena señalar que más de la mitad de la población de Islandia todavía cree que las hadas son más que un cuento. Hay algo hermoso en este misticismo y fantasía infantil que impregna lo cotidiano. Pero de alguna manera pequeña y egoísta, la verdad de la belleza de Starálfur es que uno la interpreta a su manera. Lección aprendida: la belleza de Sigur Rós radica en el encanto de su música y la voz de Jónsi.
Tal vez, al darse cuenta de que la calidad de otro mundo de sus canciones era su mayor fortaleza, Sigur Rós renunció por completo al lenguaje comunicable en su tercer álbum (), que sigue siendo el arquetipo perfecto para el idioma; la ignorancia es la felicidad.
Lanzado en el 2002, el seguimiento de Ágætis Byrjun se nombra (), pero técnicamente no tiene título. Tampoco sus ocho pistas que se dividen en dos mitades: el optimismo radiante y las melodías edificantes, y los temas oscuros y pesados. Todos los temas se cantan completamente en el lenguaje hopelandic (vonlenska en islandés), un dialecto de fantasía en el que no existe sintaxis, gramática o definiciones. Según la banda, es una forma de voces galimatías que se adaptan a la música y actúan como otro instrumento. Un canto sinsentido, diseñado para transmitir la ausencia de significado. Una pizarra en blanco para que el oyente conjure su propio significado.
El objetivo final de Sigur Rós es simple pero profundo. No busca expresar nada en específico a pesar de ser despojado de palabras descifrables, comunica abundancia de sentimientos, letras sin significado, pero con propósito, matiz o emoción. Sigur Rós trata sobre cómo la música tiene éxito en donde el lenguaje falla tan a menudo: al expresar lo que las palabras no pueden.
Música que puede convencerte aunque sólo sea por la vida sutil de una canción, que la magia es real.
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