De acuerdo al psicólogo Enst Weber, para que una persona pueda percibir una diferencia entre dos cosas, es necesario que deba existir un estímulo mínimamente más fuerte que el anterior para que surta efecto.
En un mundo donde vivimos sobreestimulados con imágenes constantemente, es difícil detenernos y poder percibir aquél mínimo estímulo que capta nuestra atención, pero en el ámbito de la fotografía aquellos con la práctica y toque creativo son capaces de transmitir por ese medio la esencia de una persona, de un lugar o incluso de un género musical.
Ese era Mick Rock, legendario especialista de la documentación visual, quien en alguna ocasión mencionó que él trabajaba “en el negocio de la evocación del aura”, lamentablemente fallecido el 18 de noviembre de este año. Es posible que, por nombre, las personas ajenas a la afición musical puedan reconocerlo, pero es casi seguro que en algún punto se han topado con el legado de este fotógrafo.
Es gracias a él que existen portadas de álbumes trascendentes en nuestra cultura pop, como la de Transformer de Lou Reed, Raw Power de Iggy Pop y la icónica imagen sobre fondo oscuro a una sola luz del Queen II de Queen. Pero es aún más reconocido por ser quien acompañó y retrató a David Bowie durante el punto más alto de su carrera.
Según cuenta Mick Rock en entrevista con Seattle Channel, la forma en la que llegó a David Bowie fue porque alguien le regaló una copia del álbum Hunky Dory y comenzó a buscarlo. Rock cuenta que en la escena musical no había mucho dinero y mucho menos para un fotógrafo, entonces se acercó a él por medio de una entrevista, en la cual pudo conocer a fondo a Bowie hablando sobre filosofía e intereses personales.
En marzo de 1972 le tomó su primera fotografía en el backstage de un concierto para 400 personas, tres meses después Bowie estrenó el álbum Ziggy Stardust donde Mick Rock se encargó de documentar sus presentaciones frente a una audiencia considerablemente más grande.
Mick Rock ayudó a consolidar la imagen de David Bowie, ya que “no había tantos fotógrafos interesados” en acercarse al autor de Moonage Daydream. No fue hasta que comenzó a hacerse más popular que lo comenzaron a buscar.
Otros de los músicos con quien pudo tener más cercanía fue Syd Barrett, el miembro fundador de Pink Floyd, con quien compartió piso durante la época que dejó la agrupación. Barrett trabajó dos álbumes en solitario, The Madcap Laughs y Barrett, de los cuales Mick Rock fue el fotógrafo.
En una entrevista con Entertainment Weekly, Rock lo recuerda como “un chico muy dulce que siempre reía”. Cuenta que él estaba consciente que existía un comportamiento fuera de lo común de vez en cuándo, pero cuando estaba con él era amigable y tranquilo, a pesar de que eventualmente existieron situaciones con las que él ya no pudo lidiar.
Se pueden contar muchas anécdotas entre Mick Rock y muchas personas de la industria musical, no por algo es llamado “el fotógrafo que retrató la década de los años setenta”, ya que su catálogo incluye, además de los artistas previamente mencionados, a The Sex Pistols, Ozzy Osbourne, The Ramones, Joan Jett, Talking Heads, Roxy Music, Thin Lizzy, Geordie, Mötley Crüe, y Blondie.
¿Qué le da a un fotógrafo su título? Más allá de las miles de fotos que alguien pueda sacar, incluso siendo espectador con un teléfono, un fotógrafo -en opinión del autor de esta nota- es aquél capaz de retratar la esencia de las cosas, de poder jugar con la luz de tal forma que pueda robarle un instante al tiempo, además de crear un vínculo entre lo fotografiado y la persona que captura la imagen. Mick Rock nos ha dejado muestra de eso, un legado de imágenes que viven más allá que los artistas que aparecen en ellas, una inmortalización fotográfica, capaz de retratar sonidos y épocas.