Desde las primeras manifestaciones del conglomerado estilístico de la música industrial, Laibach se ha mantenido presente, siempre en constante reinvención. La agrupación eslovena ha explorado varios de los caminos abiertos por aquella corriente artística, e incluso ha marcado un estilo propio al cual se le adjudica influencia hacia otras bandas como Rammstein. Así, Laibach ha dejado huella como institución musical, artística y hasta política, por lo que su incursión en el teatro era la continuación lógica de su obra y, acaso, la coronación de cuatro décadas de trayectoria.
Wir sind das Volk (traducido como “somos el pueblo”) es el resultado de una colaboración entre Laibach y el dramaturgo alemán Heiner Müller que se fraguaba casi desde los orígenes del grupo. El primer encuentro entre la obra de Laibach y la de Müller ocurrió cuando la banda ayudó al autor a musicalizar su obra Quartett, en 1984. Sin embargo, ambos artistas no llegaron a conocerse realmente sino hasta un año después, donde se plantearon la idea de crear una obra en conjunto. Esto nunca ocurrió y Müller falleció en 1995. Pero fue Anja Quickert, directora de la International Heiner Müller Society, quien revivió este proyecto con el objetivo de honrar de manera póstuma a la obra del escritor.
El resultado fue un musical —o, más bien, una puesta en escena multimedia— donde se llevaron a un nuevo contexto los escritos más provocadores de Müller, un autor que se dedicó a abordar inquietudes políticas en sus guiones tanto como Laibach en su música. Wir sind das Volk debutó en Berlín durante 2020, y aunque la idea era llevar este musical a lo largo y ancho de Europa, la pandemia ocasionó que se presentara solo en escasas ciudades del continente; el resto del mundo habría de quedarse con lo más importante, que es la música. Por ello, Laibach lanzó la banda sonora de la puesta en escena en formato de álbum, para darle una justa continuidad a su discografía a través del homenaje a uno de los escritores que mejor corresponde a los temas tratados en sus piezas musicales.
La música de Wir sind das Volk refleja la madurez que Laibach ha adquirido a lo largo de las décadas, resultado de su incursión en estilos más cercanos a la música de cámara con Laibachkunstderfuge (2008), en la banda sonora para cine con Iron Sky (2013) y hasta en el pastiche fílmico en The Sound of Music (2018). Los 16 cortes de Wir sind das Volk crean una narrativa que parte del caos y desemboca en la insurrección, a partir del encuentro de la orquesta y la opereta con algunos de los elementos comunes a la obra de Laibach. En el álbum figuran una vez más la disonancia, el ruidismo, la subversión de las convenciones musicales y, por supuesto, el estilo vocal de spoken word. Éste, que siempre le ha servido a Laibach como vehículo de sus manifiestos políticos, funge ahora como portavoz de la obra de uno de los autores más influyentes en la tradición alemana, cuyo mensaje resuena hoy más que nunca por la necesidad de resignificar el sentido de asumirse como pueblo (“Volk”).
A primera vista, Wir sind das Volk parecería una obra atípica dentro del corpus de Laibach. Sin embargo, resulta ser la culminación de la intención del grupo por incursionar en otros medios artísticos, y lograr de una vez por todas la creación de la Gesamtkunstwerk, es decir, la Obra Total propuesta por Richard Wagner, en donde todas las artes conviven en una sola obra con un fin último. El objetivo de Laibach termina por ser más que el de homenajear a Heiner Müller: es una llamada a la recuperación de los valores fundamentales del patriotismo, antes de toda perversión oligárquica. Wir sind das Volk llegó como el soundtrack perfecto no solo para la puesta en escena del mismo nombre, sino para una época que nos invita más que nunca a repensar la guerra y los horrores del nacionalismo exacerbado.