Dentro de la vastedad del krautrock, la agrupación Faust es una de las que mejor ha trascendido como representante de los postulados estéticos del movimiento. Álbumes como el Faust IV (1973) continúan en la mira de estudiosos e historiadores musicales, y cada uno de sus lanzamientos es recibido con el valor de una pieza de museo que complementa la complicada arqueología del rock alemán. Así lo demuestra Punkt, su estreno más reciente, el cual oscila entre las etiquetas de “álbum de archivo” y “álbum perdido”.
Punkt fue estrenado por primera vez como parte del boxset titulado 1971 – 1974 de Faust, lanzado a finales de 2021. El álbum, salido de esta caja, comenzó a circular entre los fans bajo el título de “el verdadero quinto álbum de Faust” o “el último álbum de Faust”, pero esto fue más por la historia del material que por la continuidad con los trabajos de estudio anteriores.
Tras el vuelco estilístico de The Faust Tapes (1973) y una atropellada gira por el Reino Unido, a Faust le parecía cada vez más complicado alcanzar notoriedad comercial. Por ello, el sello Virgin no solo se negó a lanzar aquel quinto álbum —entonces ya grabado y prácticamente listo—, sino que también envolvió al grupo en una disputa legal, la cual terminó por enterrar el nombre de Faust y llevarlo a la eventual disolución de su alineación original. Es por eso que el nombre Punkt, traducido del alemán como “punto final” o “cierre definitivo”, hacía sentido para describir el material resultante de estas grabaciones.
Ahora, casi 50 años después de este incidente, y con un Faust que ha sobrevivido a múltiples metamorfosis, Punkt está disponible al público general, como una pieza que arroja luz sobre un eslabón perdido en la historia del grupo. En apenas 7 cortes, Punkt ofrece una faceta más primitiva del sonido de Faust, y una aproximación diferente a los postulados del krautrock. Las piezas que lo conforman se conducen a partir de un sentido de salvajismo escondido entre las percusiones y la mezcla, el cual contrasta con la refinada búsqueda de texturas habitual en otras obras de la discografía del movimiento. Sin embargo, en Punkt también figuran elementos comunes al trabajo anterior y posterior de Faust, como los pasajes extendidos de drone, los ejercicios de collage sonoro y la experimentación con las formas tradicionales de la música. En este sentido, destaca la penúltima pieza “Schön Rund”, la cual incursiona en el terreno del free jazz con momentos de improvisación libre y disonante del piano.
Los fans acérrimos de Faust encontrarán en Punkt una reliquia que permitirá imaginar hipotéticos escenarios para el grupo, si acaso Virgin hubiera permitido el lanzamiento de este material como el quinto álbum, pero lo que de verdad sorprende de Punkt es su vigencia para los oídos contemporáneos: sus piezas basadas en patrones rítmicos y en la repetición, así como la intención de provocar una escucha inmersiva, confirman la estrecha relación entre el krautrock y la música electrónica de baile contemporánea. Sin embargo, el giro estilístico de Punkt respecto al resto de la obra del grupo propone formas musicales que sorprenden aun en otros mapas musicales, especialmente en los del ambient y la música industrial. No sabemos cómo hubiera evolucionado la leyenda de Faust si ésta hubiera terminado en Punkt, pero no hay duda de que hallamos en cada nuevo lanzamiento —¿o descubrimiento?— una refracción más de la infinidad del prisma abierto por la voluntad de experimentar con las formas del rock.