Boris son una banda con magia. La mayoría de los grupos (y los fans) estarían felices de tener una visión estética y tan amplia como ellos, para encontrar objetos sólidos. Solo para dar la vuelta y producir discos de hardcore punk y avant-rock al mismo tiempo.
Ahora anuncian la tercera entrega de su larga serie Heavy Rocks, siempre homónima y casi siempre con una década de diferencia. Se siente como otro de los millones de pequeños desafíos de Boris.
Boris durante sus 30 años de historia tiene discos geniales y un registro casi perfecto en numerosos espacios de géneros. Ahora, como todas las entregas anteriores de Heavy Rocks, ésta es una oda al rock pesado más directo que constituye el núcleo de las influencias punk y tempranas de Boris, de grupos como MC5, Motörhead, Black Sabbath, Mountain y más.
Su forma de tocar es, desde hace muchas décadas, telequinética, una sola mente que controla múltiples cuerpos. Boris ha sido durante mucho tiempo una de las mejores bandas para explorar su catálogo y discografía.
A medida que avanza éste álbum de Heavy Rocks, comienzan a reforzar los riffs, a impulsar las melodías, a concretar los fundamentos de las canciones mientras otros instrumentos se atascan sobre él. Boris no es demasiado indulgente en su uso, el saxofón es de buen gusto. Su trabajo reciente explora el hardcore punk y tiene una presencia más firme aquí que en los Heavy Rocks anteriores, produciendo un ambiente punk prominente. Este aspecto se siente como quizás la mejor justificación para un nuevo disco de Heavy Rocks. El primero fue en el año 2002, el segundo en 2011 y ahora éste tercero en 2022.
Esta entrega se siente como un formato bien explorado, como un resumen de sus lecciones aprendidas, ahora aplicadas en un ambiente de rock duro, una especie de estado de unión.