Daniel Avery ha sabido superar el éxito arrasador de Drone Logic, quizá en popularidad Song for Alpha no lo alcanzará, sin embargo, ahí radica el misterio y la magia, el escalón que lo eleva, no se repite ni se vuelve una caricatura de sí mismo.
Es un artesano extrovertido pero en realidad tímido. Los tracks que ha venido construyendo para esta nueva placa son hambrientos y bombásticos pero también reflexivos internamente.
La autenticidad es el platillo fuerte, están los beats pero también están los pasajes reflexivos y clavados a lo Brian Eno.
Los 14 temas impulsivos de este nuevo disco te estremecen la médula ósea y trasplanta el latido de tu corazón, pero no te deja tranquilo de esas posesiones demoníacas comandadas por sintetizadores modulares.
Se convierte tema a tema en la gran excepción del techno actual jugando con dichos impulsos, sus reflujos y contornos completamente a placer, sin pretensiones y determinismos, es por sobre todo robóticamente gratificante saber que inclusive se puede jugar con el sonido acid del 303.