Con un arte en la portada que no dice mucho, 12 tracks llenos de nostalgia y un exquisito trabajo de producción, se compone el undécimo disco de quinteto valenciano.
Este es un material de la banda valenciana que debido a su magistral trabajo iniciamos mencionando al productor Paco Loco, quien en su haber ha producido a artistas como Nacho Vegas, Mikel Erentxun, Hinds, Triángulo de Amor Bizarro, Australian Blonde y Mishima. Ya mezcla es del estadounidense John Agnello, quien ha trabajado en producciones de Sonic Youth, Dinosaur Jr, Kurt Vile, Manchester Orchestra, Twin Peaks.
La masterización quedó a cargo de Greg Calbi, quien ha realizado obras de figuras de la talla de John Lennon, David Bowie, Lou Reed, Ramones, The Strokes, The National, Tame Impala, etc. Y coronando el disco con arreglos de cuerda de Chris Carmichael (Josh Rouse, Steve Earle, Taylor Swift…).
Esta banda de indie rock hoy nos presenta un trabajo simbólicamente muy potente, que desde el título expone la intención de su mensaje: la explicación se da desde semanas antes del lanzamiento de Memoria, cuando Jorge Martí ya anticipaba por Facebook el fuerte significado de este disco. Y es que el vocalista de La Habitación Roja, también diplomado en enfermería, ha tratado con pacientes con Alzheimer. La dura experiencia de convivir con este tipo de enfermedades queda patente en la conmovedora pero triste canción que cierra el disco, titulada ¿Quién eres tú? Esta canción condensa el mensaje en conjunto del disco. Que nuestra existencia es fugaz, que somos diminutos y que debemos aprovechar las pequeñas cosas, antes de que sólo podamos preguntarnos eso mismo.
Y es que en cada LP Jorge Martí, como buen letrista, abre su diario a favor de la empatía de los escuchas, letras que hemos ido sintiendo como propias a lo largo de estos más de veinte años de la banda.
En términos de ejecución, lo que sí suena, y suena muy bien, son los instrumentos de cada una de las canciones, como el hammond en “La última noche del año”, el piano en “Estrella herida de muerte”, el bajo en “Nada Cambia” o las distorsiones de guitarras y las baterías en “No Fueron Tiempos para Enmarcar” (la canción más digna y mejor hecha del disco, tanto conceptual como compositiva e instrumentalmente hablando).
Afortunadamente el potencial de la banda sigue siendo mucho y aunque no es el mejor disco que han dado, no se puede considerar un disco malo pero la Memoria de saber de lo que son capaces en un estudio pone la vara muy alta y la exigencia hacia ellos se vuelve cada vez mayor.