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The Slits: Rebeldía, ritmo y revolución en clave femenina

En el mundo del punk, donde el ruido era sinónimo de furia masculina y los escenarios eran dominio casi exclusivo de hombres blancos con guitarras distorsionadas, emergió una anomalía gloriosa: The Slits. Una banda de chicas jóvenes, salvajes, desafiantes, absolutamente fuera de control —y con un sonido que rompía todos los moldes.

Más allá de su estética caótica y su actitud iconoclasta, The Slits fueron pioneras en redefinir el punk desde una óptica femenina y anticolonial, mezclando rudeza con ritmos jamaicanos, libertad con crudeza, y autenticidad con irreverencia. Fueron, simplemente, imposibles de encasillar. En un tiempo en que las mujeres en el rock debían elegir entre ser “chicas lindas” o “groupies”, ellas optaron por ser algo más radical: una amenaza cultural.

Nacidas del caos: Londres, 1976

The Slits se formaron en Londres en 1976, en pleno estallido punk. La banda original estaba conformada por:

  • Ari Up (Ariane Forster), vocalista alemana de apenas 14 años, con un inglés quebrado, un carácter imponente y una pasión irrefrenable por el reggae.
  • Palmolive (Paloma Romero), baterista española de espíritu anarquista y energía tribal.
  • Viv Albertine, guitarrista experimental y figura clave en el desarrollo del sonido de la banda.
  • Tessa Pollitt, bajista de líneas profundas y envolventes, anclada en la influencia del dub.

El grupo nació casi como un acto espontáneo, sin formación musical previa ni ambiciones de éxito. Querían sonar como ellas se sentían: crudas, ruidosas, sucias y sin filtro. En poco tiempo se volvieron parte del circuito punk londinense, abriendo para bandas como The Clash o The Buzzcocks, y girando con The Sex Pistols.

Pero su presencia no era bienvenida por todos. Sus presentaciones eran viscerales y anárquicas, y su sola existencia —mujeres jóvenes, sin miedo, sin maquillaje, con gritos guturales y una estética post-apocalíptica— incomodaba profundamente a una escena dominada por el machismo. Y eso fue exactamente lo que las hizo necesarias.


Cut (1979): El álbum que lo cambió todo

En 1979, tras varios cambios de formación (Palmolive dejaría el grupo poco antes de la grabación), The Slits lanzan su primer álbum, el ahora legendario Cut, producido por Dennis Bovell, figura clave del dub británico.

Cut es un disco seminal no solo por su mezcla sonora, sino por su declaración estética y política. Musicalmente, abandona el punk puro y duro para abrazar un híbrido entre punk, dub, reggae, funk y tribalismo. Es angular, sucio y rítmico, pero también profundamente juguetón.

Canciones como:

  • “Typical Girls” cuestionan los roles de género con sarcasmo y fiereza.
  • “Instant Hit” critica la adicción en el ambiente punk.
  • “So Tough” y “Shoplifting” exhiben su vena anárquica y cruda, con letras mordaces y ritmos irregulares.

La portada del disco fue igual de impactante: las tres miembros del grupo (Ari, Tessa y Viv) posando semidesnudas, cubiertas de barro y con el vello corporal visible, como un statement de animalidad, naturalidad y rechazo a la sexualización habitual en la industria.

Cut fue un fracaso comercial, pero sembró las bases para el post-punk y la experimentación femenina en la música alternativa. Su influencia se sentiría con los años en bandas como Bikini Kill, Sonic Youth, Sleater-Kinney, M.I.A., Warpaint y Big Joanie.


Desintegración, regreso y legado

Después de Cut, la banda lanzó un segundo disco más errático, Return of the Giant Slits (1981), aún más influenciado por el afrobeat, el free jazz y la música experimental africana. El álbum fue menos accesible, pero confirmaba la vocación del grupo por evadir la fórmula y seguir explorando.

Poco después, The Slits se disolvieron. Cada miembro siguió caminos distintos: Viv Albertine se convirtió en cineasta, escritora y figura feminista clave; Tessa Pollitt mantuvo un bajo perfil hasta el regreso de la banda en los 2000; y Ari Up, siempre un espíritu nómada, vivió entre Jamaica y Nueva York, colaborando con gente como Lee “Scratch” Perry.

En 2005, Ari y Tessa revivieron The Slits con nuevas integrantes, lanzando el álbum Trapped Animal en 2009. Aunque no tuvo el mismo impacto que Cut, sirvió para recontextualizar su obra en una nueva era de feminismo musical más visible.

Ari Up murió en 2010 a los 48 años, dejando un vacío irremplazable. Su voz —feroz, chillona, irrepetible— sigue siendo una de las más distintivas en la historia del punk.


Influencia y reivindicación

El legado de The Slits es hoy más claro que nunca. No solo ayudaron a expandir los límites del punk hacia lo rítmico y multicultural, sino que rompieron la idea de que la música hecha por mujeres debía ser “agradable”, pulida o decorativa.

En tiempos donde el feminismo es más visible en la música, The Slits aparecen como madres fundadoras de una actitud que mezcla libertad estética, rebeldía política y experimentación sonora. Su espíritu está presente en cada mujer que toma una guitarra sin pedir permiso, en cada banda que mezcla géneros sin miedo, en cada artista que se niega a ser domesticada.


Conclusión: ruido con intención

The Slits fueron caos con dirección, desobediencia con ritmo, humor con conciencia. Fueron únicas no solo por su sonido, sino por lo que representaron: una resistencia cultural, una alternativa radical y una pregunta incómoda en forma de bajo dub y guitarra desafinada.

Hoy, revisitar su discografía no solo es un ejercicio histórico, sino un acto de reafirmación: el punk no está muerto. Está en todas las formas de disidencia sonora que heredaron su espíritu. Y en ese linaje, The Slits siguen siendo esenciales.

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