Nacarado y mercurial, el último álbum de Nathan Fake es la reencarnación de la música electrónica

El concepto del anterior álbum de Nathan Fake, Providence, era tomar los sintetizadores clásicos e intentar llevarlos a los territorios contemporáneos modernos, ahora, con Blizzards, intenta dirigirse a la energía de Steam Days. Género: Ambient / IDM / Tecno /  Label: Cambria Instruments El regreso a Cambria Instruments, el sello que fundó con Wesley Matsell en el 2014, fue el regreso a una plantilla sonora más familiar, alejándose de las densas texturas de Providence y dirigiéndose hacia la energía nerviosa de Steam Days del 2012.  La energía es un componente clave en Blizzards, con temas que se pueden escuchar de forma aislada o en conjunto, y eso tiene sentido, son piezas musicales individuales que se queman con la intensidad de un cerillo. La canción principal, Cry me a blizzard, establece perfectamente esas expectativas, cuando cesa repentinamente después de un fascinante vals sonoro. A medida que avanza el álbum uno logra reflexionar sobre la artesanía sonora que está frente a nosotros y el tiempo que a Nathan Fake le llevó consumarla. De alguna manera, Blizzards es un holograma.   Los vanguardistas del género han encontrado elementos de sonido similares, ya sea a Aphex Twin, a los intrincados problemas de sonido de Autechre o a toda la escena musical que se ha formado alrededor de Boards of Canada. Aquí no hay facsímil posible, con Fake tan único y esquivo, la imitación sería tan inútil como intentar reconstruir un copo de nieve exacto a mano. Nacarado y mercurial, Blizzards, es la reencarnación de la música electrónica. 

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