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Recordando a Mariusz Lewandowski (1960-2022), pintor del metal contemporáneo

“Estos mundos, aunque formados en los rincones más profundos de la mente humana, se rigen por principios completamente diferentes a los que conocemos”, narra el sitio web del pintor polaco Mariusz Lewandowski. Tal cual imaginó Richard Wagner a finales del siglo XIX, la época actual se ha caracterizado por la llegada de la “Obra de Arte Total”, un concepto que se refiere a la conjunción de artes visuales y sonoras en favor de una sola obra. A medida que la música contemporánea se ha refinado y ha ido evocando nuevos imaginarios sonoros y psicológicos, ha comenzado un proceso de simbiosis con el arte que lo ilustra, donde música e imagen trabajan en conjunto para la construcción de un mismo universo sensorial. En los terrenos del metal extremo, el nombre de Mariusz Lewandowski ha ganado un lugar respetado por su trabajo como ilustrador de portadas. El estilo que desarrolló, caracterizado por ser uno de los más intimistas y personales de su campo, lo llevó a colaborar con una treintena de bandas de diversos estilos de metal extremo. Lewandowski nació en la ciudad de Działdowo, Polonia, si bien la mayor parte de su obra la produjo en Górowo Iławeckie, al norte de su país. Desde temprana edad, creció en él una afición por el arte y las profundidades del subconsciente, gracias a su prematuro interés por el mundo del psicoanálisis. La inspiración para iniciar en la pintura la encontró en la obra de su compatriota Zdzisław Beksiński, otro reconocido pintor de escenarios surrealistas a quien también se le han dedicado páginas en el mundo del metal extremo. A diferencia de Beksiński, Mariusz Lewandowski no basó su obra en la imagen del monstruo y las criaturas del inframundo, sino en el terror del vacío. Sus pinturas plasman escenarios de ensueño que apelan a imágenes propias de la naturaleza terrenal, pero logran escapar a la lógica de la vida despierta. El espectador se ve privado de la oportunidad de volver al mundo conocido y, en su lugar, se da cuenta de su ínfimo lugar en el universo al hallarse de frente con ominosas representaciones de la vida y la muerte. Quizá fue esta misma lectura la que llevó a Dylan Desmond, vocalista del dueto estadounidense de funeral doom Bell Witch, a acercarse a la obra de Lewandowski para darle una nueva identidad a su proyecto, recién lastimado por el deceso del baterista Adrian Guerra (2016). Tras una larga cadena de correos, el resultado final fue la obra que originalmente lleva por título Essence of Freedom y apareció como portada del álbum Mirror Reaper (2017), la cual no solo materializó en sí misma todas las inquietudes pictóricas de Lewandowski, sino que le otorgó al funeral doom contemporáneo una de sus imágenes más icónicas. Los espacios sombríos que caracterizan al funeral doom y a los discos de Bell Witch encontraron en Essence of Freedom su justa traslación al lenguaje pictórico. Essence of Freedom inició el camino de Mariusz Lewandowski en el mundo del metal extremo. Así, el polaco llegó a plasmar su particular universo en álbumes de Nihïlanth, Necrogod, Heresy Denied, Abigail Williams y muchas otras bandas. El destino, además, llevó a Lewandoski a cohabitar un imaginario sonoro con su más grande influencia artística, pues en 2019 ilustró la portada del álbum Cairn de Mizmor, el cual sucedió a Yodh (2016), cuya portada corrió a cargo de Zdzisław Beksiński. Aunque el paso de Lewandowski por el metal extremo fue breve, no hay duda de que dejó un legado imborrable en torno a la forma de entender la comunión entre la imagen y el sonido de un álbum. Lewandowski dejó una última pintura inconclusa, donde una vez más quedó presente su inquietud por la omnipresencia de la muerte. El pintor, finalmente, habitará los paisajes del sueño eterno, donde le sonreirá de frente a sus criaturas con la fragilidad de un creador benevolente.

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Las pinturas de Miles Davis: el arte visual inspirado por Kandinsky, Basquiat, Picasso y Joni Mitchell

Pocos artistas han vivido tantas vidas creativas como Miles Davis en sus 65 años, y continúan evolucionando incluso después de su muerte con el lanzamiento póstumo de un álbum perdido Rubberband. La portada del álbum, con una pintura original del propio Davis, puede haber convertido a los fanáticos en otra faceta de la evolución artística del compositor / líder de banda / trompetista: su carrera como artista visual, que comenzó en serio solo una década antes de su muerte, en 1991. “Durante principios de la década de 1980”, escribe Tara McGinley en Dangerous Minds, Davis “hizo de la creación de arte una parte tan importante de su vida como de la música…. Se decía que trabajaba obsesivamente todos los días en arte cuando no estaba de gira y que estudiaba regularmente con el pintor neoyorquino Jo Gelbard “. Davis, que nunca hizo nada a medias, resultó lienzo tras lienzo, aunque no exhibió mucho en su vida. Pintó principalmente para sí mismo. “Es como una terapia para mí“, dijo, “y mantiene mi mente ocupada con algo positivo cuando no estoy tocando música”. Siendo el intimidante Miles Davis, sin embargo, no fue exactamente fácil para él encontrar compañeros artísticos con quienes poder comunicarse. Cuando se acercó a Gelbard por primera vez, el artista dijo: “¡Estaba muerto de miedo! Apenas podía hablar “. Los dos vivían en el mismo edificio de Nueva York y Gelbard finalmente se relajó lo suficiente como para darle lecciones a Davis, luego se convirtió en su novia, colaborando con él en trabajos como la portada del álbum Amandla de 1989. Como ella caracteriza su estilo: “La forma en que Miles pintaba no era la forma en que tocaba ni la forma en que dibujaba. Era tan mínimo y ligero en su sonido, en su caminar. Su cuerpo era muy ligero; era un hombre delgado, un tipo delicado. Sus bocetos son ligeros, aireados y mínimos, pero cuando tomó su pincel y pintura era como un niño con pinturas en el jardín de infantes. Lo vertía y lo mezclaba hasta que se empañaba demasiado y se pintaba demasiado. Le encantaba la textura y la sensación. Se le manchó la ropa, las manos y el cabello y fue divertido para él…“ Miles también encontró un compañero en el pintor Joni Mitchell. Ella describe cómo la llamó un día y le dijo: “Joni, me gusta ese cuadro que hiciste. Bonitos colores. Quiero venir y verte pintar “. Davis, su héroe musical, no grabaría con ella (aunque más tarde se enteró de que él era el propietario de todos sus discos). “Hablaba de pintura pero no de música conmigo”. En 2013 apareció una edición de tapa dura de su colección de pinturas, con un prólogo de Jones, quizás el más ávido de los coleccionistas de Miles Davis. Hay muchas otras voces en el libro, incluido el autor Steve Gutterman, quien entrevistó a Davis antes de su muerte y escribe una introducción, y varios miembros de la familia que contribuyen con historias personales. Miles resume su propia “actitud refrescante y sin pretensiones” hacia su obra de arte en una breve declaración: “No es tan serio”.

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