No conozco el camino, pero sé que será largo y oscuro, lo que me tranquiliza es saber cuál es mi siguiente destino. Hace apenas 120 minutos terminaba una jornada musical de poco más de 3 horas, en la que “The Smashing Pumpkins” recorrieron su historia musical con temas que comprenden los discos Gish (1991) al Machina / The machines of God (2000).
Una gira que se anuncio a inicios de año bajo la especulación de ver y escuchar nuevamente a los 4 miembros originales, pero que tras diferencias irreconciliables entre la bajista D´arcy Wretzky y el vocalista, líder y fundador Billy Corgan, sólo logró reunir al guitarrista y co-fundador de la banda James Iha y al virtuoso y considerado entre los mejores 100 bateristas dentro de la historia del rock Jimmy Chamberlein, en una empresa de 40 presentaciones bajo el nombre de “Shiny and Oh! So bright Tour”,que llevaría a la banda por diversas ciudades de la unión americana a las que se añadieron un par en Canadá y 2 más en Europa, a una comunión entre sus fanáticos y la nostalgia su obra.
El marco del recital elegido es el T-Mobile Arena de Las Vegas, la ciudad del pecado, que por un impulso de fanatismo me obligué a adquirir un boleto para la fecha marcada con el 1 de septiembre y que esperé con ansias desde febrero. Quien me conoce sabe que la banda es mi acta de nacimiento y futura acta de defunción, que han enmarcado cada etapa de mi vida desde 1993 que los escuché por primera vez hasta hoy, así es que el gasto era lo de menos, lo valioso era estar ahí.
La primera ocasión en que fui a un concierto a las Calabazas fue el 11 de agosto de 1998 durante el Adore Tour en el Palacio de los deportes del otrora Distrito Federal y que me ha llevado a ciudades como Monterrey y Papantla a seguirlos durante estas dos décadas, aunque era necesario llevar mi afición más lejos y por eso elegí ir a la ciudad del pecado para reunirme de nueva cuenta con mi banda favorita y escuchar canciones que sabía nunca había escuchado
¡Damas y caballeros, estos son “The Smashing Pumpkins”!
Durante 40 minutos en una arena semivacía tocaron “Metric”, banda elegida por los Pumpkins para ser sus teloneros durante la gira y que a ser honesto tras tres temas no llenaron mis expectativas por lo que salí al lobby del recinto a realizar mi primer compra de mercancía oficial, es triste y curioso que en nuestro país los souvenirs sean más caros que en propio suelo estadounidense, además salí al enorme balcón del T-Mobile a compartir con fans de otras latitudes de la unión americana y del mundo, conocí a Vincent un belga cuyo sueño era apostar en Las Vegas y que decidió a cumplir porque los Pumpkins estarían en la ciudad o como Albert, un tipo de 50 años que me contó que venía siguiendo a la banda por 6 estados y 8 presentaciones, un fan a tiempo completo.
Regresé a tomar mi lugar y poco antes de las 9 de la noche, las luces se apagaron y dieron paso a una introducción del track homónimo al disco del 96, “Mellon Collie and de Infinite Sadness” en una versión más larga y con más instrumentos que musicalizaba sobre la gran pantalla central los gráfico hechos para la gira de una antigua colaboradora de la banda Lisa Strawberry y que dejaban ver con dibujos que paseaban sobre una noche estrellada, diversas etapas que eran reconocibles para los seguidores; al finalizar este tema instrumental la pantalla se abrió a la mitad y apareció la figura de William Patrick Corgan quien tras unos minutos de ovación se acercó al proscenio del escenario para cantar “Disarm” de mi disco favorito, “Siamese Dream”, en ese momento sentí la emoción de mi primer beso, la excitación de mi primer penetración, la tranquilidad de mi primer churro y la alegría que mi primer borrachera y mientras repetía “The killer in my is the killer in you” una lágrima de felicidad rodó.
¿Qué puede ofrecer un concierto que inicia con la fuerza de “Disarm”?, no lo esperaba, temas que jamás había escuchado en vivo, el primero “Rocket” y después un viaje por los early years con “Siva” y la psicodélica “Rhinocerous”, es en este momento que se da una de las primeras sorpresas, Billy se despoja de la guitarra y la banda rinde homenaje a uno de sus mentores, “Space Oditty” suena y el primer capítulo se cierra tras interpretar “Drown”, de la película noventera Singles.
A continuación una avalancha de éxitos como “Zero”, “Everlasting Gaze” o la oscura “Eye” del soundtrack de la película de David Lynch, Lost Highway que al más puro estilo del director de cine nos presenta una procesión de monjes que llevan en una procesión una figura santa que parece Billy Corgan.
Es tiempo de hacer una peculiar presentación en pantalla, donde aparece el vocalista de “Sugar Ray”, Mark McGrath para presentar al hombre que cuenta con dos discos solitas, varias colaboraciones para scores de películas japonesas y actual miembro de A Perfect Circle, James Yoshinobu Iha para cantar “Blew Away”, lo que anuncia un momento de respiro con un set más lento que incluyó temas como “To Sheila”, “Tonight, tonigth” o el hermoso cover a Fletwood Mac a “Landslide”, pero lo que realmente me dejó boquiabierto fue escuchar “Starway to heaven”, ese tema que los propios Zepellin terminaron por odiar tocar en vivo, en una versión que inició con Corgan al piano y que poco a poco agregó a los miembros de la banda; aun llevamos 20 temas y dos horas sin saber que falta más.
Nuevamente Mark McGrath aparece en la pantalla y nos invita a escuchar el máximo éxito de la banda 1979, al que le siguen otros clásicos como Ava Adore, “Today” o el himno noventero “Bullet with butterfly wings”, con el que James al finalizar toma el micrófono para presentar a cada uno de los miembros de la banda, en los teclados, voz de apoyo y guitarra acústica desde Melbourne Autralia, Katie Cole, de Manchester Inglaterra en el bajo Jack Bates, quien es hijo de un legendario bajista Peter Hook, del sur de california en la guitarra Jeff Shroeder, en la batería de Joliet Illinois Jimmy Chamberlin, James Iha en la guitarra y finalmente, el hombre de la noche, el hombre del universo, en la guitarra líder y voz principal, Mr. William Patrick Corgan, quien toma el micrófono para agradecer a la audiencia a Jimmy y James por estos 30 años juntos y anunciar el último tema de la noche, “Muzzle”.
No abandoné mi lugar y pocos minutos después apareció nuevamente la agrupación para tocar el track que grabaron para lo que será su siguiente ep a salir el próximo 13 de septiembre bajo el nombre de “Silvery Sometimes” (Ghosts), “Solara” con un brutal solo de batería en su parte central y ya con una arena semi-vacía y a media luz, terminan la épica noche con el tema de Dumbo, “Baby Mine”, tras poco más de tres horas el telón se ha cerrado.
Sin temor puedo decir que este ha sido el mejor concierto que he visto de ellos, aunque aquel primero que me dejó ver a D´arcy sigue en mi corazón, la aventura de llegar y la emoción han sido únicas, en efecto, la carretera es larga y oscura pero en mi soundtrack siguen sonando The Smashing Pumpkins.
Escrito por: Enano Bass