Depósitio Sonoro

24 septiembre, 2018

El difícil e inquietante poder de Double Negative, el nuevo álbum de Low

Low es una banda ahora con doce álbumes que está cumpliendo 25 años juntos, pero a juzgar por el tono de Double Negative, no están en humor festivo. El álbum es un cambio notable para el trío de Duluth que los pone de vuelta en la experimentación de Drums and Guns del 2007, su arma acústica en respuesta a la guerra de Irak. Género: Slowcore | Dream pop | Rock | Glitch pop Label: Sub pop ★★★★ Low ha cumplido realmente con su nombre y ambición de crear canciones en bruto y sombrías. Como galvanizados por un mundo que una vez más se está derrumbando, Low ha llevado su sonido aun más hacia el borde de la desintegración.  Las canciones y las técnicas de grabación las han desgarrado y reconstruido de una manera que engendra discordia y confusión. Las armonías características entre el guitarrista Alan Sparhawk y la baterista Mimi Parker están fragmentadas con trozos de voces que suben a la superficie para entonar siniestramente que no es el final, es solo el final de la esperanza. Esto da la impresión de que las pistas se grabaron desde el interior de un túnel de viento. Entre tanta distorsión y bajos que hacen estremecer los huesos, existen durante todo el disco momentos claros de serenidad y desesperación inesperados que provocan una mayor sacudida. Estas dos emociones están inextricablemente unidas en todo el álbum con la expresión de la desolación, también como el comienzo de la esperanza.  Un disco en el que todas las canciones son casi imposibles de describir, exigentes para escuchar y experimentar por derecho propio. Una pieza verdaderamente inmersiva, de escuchar difícil que te atrapa en un mundo de dolor y tristeza, exponiendo emociones dentro de los espacios cerrados y leyes propias del álbum antes de liberar la cura y serenidad necesarias. Un disco difícil de analizar y de escribir sobre él. Al igual que como la fascinante música de Low, a veces hacer menos es realmente más. 

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ESTRENO. REVOCATION nos presenta su lado más agresivo con “The Outer Ones”

La progresión en el metal puede ser un arma de dos filos, los fans pueden idolatrar la ejecución pero no conectar del todo con el trabajo final. Por consecuencia deben existir bandas que muestren un lado agresivo que va y viene. Resulta emocionante y refrescante oír estas bandas, eso es Revocation. Género: Metal Extremo | Death metal técnico Label: Metal Blade Records ★★★★★ The Outer Ones by Revocation   Esta banda originaría de Boston, Massachusetts presenta “The Outer Ones”. El trabajo que David Davidson y compañía nos traen; resulta ser un tanto complejo para los escuchas clásicos que esperan oír técnicas y ejecuciones arriesgadas. No obstante y a pesar de tener un sonido de Death Metal técnico la banda no pierde su esencia; al contrario, escuchamos sonidos más agresivos combinando letras que (como de costumbre) hacen alegorías a textos de ciencia ficción y homenajes a H. P. Lovecraft. El proceso de producción fue interesante para todos los integrantes ya que tuvieron tiempo de analizar, ajustar y rescatar muchas canciones que tenían pre-trabajadas. Un factor interesante como lo comenta Davidson es la incursión a la disonancia musical ya que le permitió jugar con distintas texturas de tensión. Dichas disonancias fueron analizadas incluso en trabajos de algunas bandas de jazz por lo tanto este proceso de investigación auditiva les ayudo para montar canciones con distintos matices y emociones que hacen match con la lírica. La responsabilidad de hacer realidad la idea   fue del productor   Shane Frisby quien ya ha trabajado con Bury Your Dead, Unearth, The Ghost Inside, Deez Nuts, y Hand of Mercy. Este maravilloso trabajo estará disponible en vinilo 12″ gris (disponibilidad 250 copias), azul con negro (disponibilidad 750 copias) y su edición clásica en CD y digital en distintas plataformas.    

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Simple Minds en CDMX, noche de nostalgia y calidez

El show de veteranía, impacto, nostalgia y calidez que Simple Minds desplegó dentro de su única presentación en Latinoamérica y primera para la CDMX en su haber, demostró que conservan el mismo desteyo a pesar de los diferentes cambios de alineación en su haber que le hizo triunfar en los años ochenta, apoyados fundamentalmente, en el carisma y la voz de un Jim Kerr todavía elástico y con pasos de baile muy peculiares, de un setlist equilibrado y genuino-especial en donde los grandes éxitos de sus épocas doradas se abrazaron de forma melódica y exacta con las canciones de su nuevo disco: Walk Between Worlds. A veces, se debe estar ahí en el momento perfecto pese a cualquier circunstancia, como la noche del 20 de Septiembre del 2018 en el Pepsi Center WTC, presenciando la  gira de uno de los grupos anclados a varios triunfos de antaño y que se han salido de nuevo de gira con el entusiasmo de presentar un nuevo disco, ofrecen la sorpresa de alimentarse de un último trabajo a la altura de lo que significó su estrellato, con temas decentes que conviven sin estridencias en la selección de canciones interpretadas en vivo. Tal es el caso de esta gira Walk Between Worlds Tour. Éxitos que conviven en la memoria colectiva como Waterfront o Love Song, comparten escena con canciones del más reciente disco: Summer o The Signal And The Noise, y la conjunción funciona realmente bien. De esta forma, el público recupera a los Simple Minds y descubre a una versión de la banda que ofrece toda la calidad en su nueva encarnación del siglo XXI. El inicio es enérgico y desde entonces sabes que será una larga noche y que se pondrá aún mejor, hay que relajar el ambiente para después volver a explotar, aunque eso signifique ponernos todavía más melancólicos. Los clásicos son un regalo inconmensurable para un público entregado al delirio de temas como  Promised You a Miracle, The American, Someone Somewhere (In Summertime), un bellísimo cover a The Call con Let The Day Begin y por supuesto,   Don´t You Forget About Me junto con Alive And Kicking, la perla maestra del Once Upon A Time.  Quizá la gran ausente para algunos fue Theme For Great Cities, probablemente una de las maravillas instrumentales por siempre mejor grabadas en la historia de su género, el post  punk. Sanctify Yourself  para cerrar, nos devuelve al Jim Kerr más revoltoso, descarado y con un toque de rebeldía violenta. El Jim Kerr que con su voz, una voz que sigue sonando como la de esos Simple Minds que surfeaban en la cresta de la ola del éxito en los años 80, ese Jim Kerr, ese mismo, termina de cantar para poner así fin a una noche inolvidable, el desenlace a la historia sobre música y décadas, notas y paso del tiempo, guitarras que son recuerdos y canciones capaces de poner a los asistentes contentos y satisfechos. Una noche dedicada a todas las personas que tuvieron un re encuentro especial con otras personas, con canciones, con momentos  o con sus familias y que tuvieron una oportunidad invaluable de ver a los Simple Minds después de tantos y tantos años.

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Nirvana y el poder catártico del Nevermind a 29 años

¿Qué más se puede decir de un disco como el Nevermind? Más allá de lo que ya todos sabemos de este enorme portento musical: millones de discos vendidos; Smells Like Teen Spirit como la rola que definió a una generación; el trabajo de Butch Vig como productor; la escena emergente de Seattle y la importancia de MTV como catalizador de la escena grunge, etcétera, preferí abocarme a escribir lo que realmente significa para mí el Nevermind de Nirvana, que el día de hoy cumple 29 años.  Una solitaria criatura de apenas 4 meses flota desnuda en una piscina, sin ninguna complicación aparente y frente a ésta flota de manera tentadora el símbolo de poder más grande de la civilización occidental: un billete de un dólar fijado a un anzuelo de pesca. Tal vez, fue una metáfora de lo que significó la llegada de Nirvana a la industria musical y al consumo masivo: un grupo ingenuo y retador al mismo tiempo.   La primera vez que vi la portada tenía 5 años y fue gracias al tío rockero, que en ese entonces estaba tan metido en el grunge que decidió comprar los discos de Pearl Jam, Alice in Chains y Nirvana. La sola imagen del bebé desnudo era todo un escándalo para la moral de una familia católica de clase media mexicana. Obviamente yo no sabía nada de eso y básicamente me valía madre.   Sin embargo, esa poderosa imagen regresaría a mí durante la adolescencia para acompañarme en mi primer fracaso amoroso, la primera gran discusión con mis padres y la subsecuente salida de mi casa para vivir con mi abuela, mis primeras borracheras en la Voca 11, mi primer relación sexual, mi acercamiento con algunas drogas, el sentimiento de fracaso, el miedo de no saber qué hacer con tu vida a los 16 y algunos sinsabores más de la vida y del amor que se vieron envueltos entre canciones como Lounge Act, In Bloom, Lithium y Come As You Are; mientras que Territorial Pissings, Breed, Stay Away y Smells Like Teen Spirit, se convirtieron en mis mejores amigos al momento de querer romperle la cara a alguien y liberar toda esa energía contenida durante años. Los momentos más depresivos llegarían, por supuesto, de la mano de Drain You, Polly, On a Plain y Something in the Way de manera tan visceral y acertada que pereciera que las canciones me hablaban directamente a la cara. Resultaba muy fácil identificarse con el sonido y las letras, aun cuando se tratase de una banda norteamericana con otro nivel de vida (aparentemente) y otras raíces culturales. Al final, no éramos tan diferentes. Y a pesar de los detractores de Nirvana, (quienes siempre vieron una banda punk muy simplona a nivel musical) lo que queda como legado aparte de lo obvio, es un mensaje muy claro: No necesitas ser un virtuoso de la música, no necesitas maquillaje, ni pantalones de cuero, no necesitas ser un símbolo sexual, ni tener un mensaje político-social para ser un rockstar; lo único que necesitas es un poquito de actitud y un mensaje claro, contundente: Cualquiera puede tocar una guitarra y gritarle al mundo que está hasta la madre de todos y de todo. Saber eso cambia totalmente la perspectiva de un género dominado por personajes inalcanzables e intocables. Es ahí donde el discurso de Nirvana toma fuerza y se convierte en un momento crucial para la historia del rock: Todo el mundo estaba hasta la madre de Guns and Roses, Michael Jackson y Madonna. Era el momento de algo nuevo y Nevermind llegó en el momento preciso para cambiarlo todo. Larga vida a los poderes catárticos del Nevermind y al trabajo de Kurt Cobain.  

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