RAMONES. La revolución divertida en 29 minutos y 4 segundos

Motorhead logró meter la historia de Ramones en una breve canción de speed metal que dura 1:26. Lemmy les confeccionó un tributo a la medida si se considera que el primer disco de Ramones es una revolución pop en 29:04.   40 años después todos los originales están muertos. Joey, Tommy, Dee Dee y Johnny. Y Lemmy. Y Arturo Vega, su director de arte y creador del logotipo manoseado hasta la ignominia. Un Ramón tras otro fueron cayendo en el cumplimiento de su misión: rescatar al rock del estanque, el oropel y la indulgencia. Lo renovaron con estamina y actitud para desmadrar con sus incursiones rítmicas y sus ráfagas de sonido al grito de batalla: Hey! Ho! Let´s Go! En esa guerra lanzaron la bomba punk, el disco que explotó a mediados de los 70 en Nueva York, cuya onda expansiva resuena a cuatro décadas de distancia.   “Máximo Minimalismo Metronómico” Así los definió el productor Craig Leon, el hombre clave en la realización de su primer disco, Ramones, en febrero de 1976. Los grandes grupos suelen tener una deuda sonora con un productor y el cuarteto de Queens no fue la excepción. El talento silvestre de cada Ramón es indiscutible a estas alturas, Craig Leon –el Sam Phillips de Elvis Presley, el George Martin de los Beatles o el Andrew Loog Oldham de los Rolling Stones– canalizó esa energía primigenia para construir un sonido definitorio. Motivado por Danny Fields –el publicista ex manager de los Stooges que le pidió dinero a su mamá para armar a los Ramones con amplificadores Marshall–, Leon los llevó a Sire Records y les consiguió el contrato con los Seymour para grabar un álbum. Luego les hizo un disco clásico en seis días con 6,400 dolaritos y genialidad de alto wattaje. Craig Leon acertó donde Phil Spector falló (a quien le tomó seis meses y 500 mil dólares terminar la sinfonía punk, End of the Century), respetó el concepto elemental del grupo y el principio creativo dado por Tommy: concentrarse en la sustancia y eliminar lo innecesario. Para Johnny y Dee Dee, guitarrista y bajista que estudiaron en colegios militares, era el famoso ataque relámpagoen cada canción (a ellos se debe el logotipo y el uniforme urbano de chamarra negra, playera, tenis y jeans rasgados). Así empieza el disco, con Blitzkrieg Bop, su llamado a la revuelta. Para Tommy, baterista y co productor de varios discos ramonudos, las canciones eran como el oleaje de un tsunami eléctrico que golpeaba, barría con todo y se iba. Leon también tenía su perspectiva, le parecía que cada concierto de Ramones era una pieza espontánea de arte sonoro. Tenía la intención de grabar las catorce canciones sin interrupción, como lo hacían en vivo con el conteo 1, 2, 3, 4 que inventó Dee Dee para unirlas en dos bloques, los lados A y B. Así lo grabarían, como lo hicieron después Tommy y Ed Stasium en los cuatro lados de It´s Alive, el mejor disco de punk. Pero sería difícil tocarlo en el radio, así que sólo redujo las pausas, aplicó el conteo en unas canciones y unió dos. Esta suma de visiones musicales, la militar + la natural + la artística, dio como resultado un disco que desvió 45 grados el curso del rock a 33 revoluciones por minuto.   Desafinados y desaliñados Generaban un trance de sonido en media hora y la idea era encapsular ese momento en el estudio, utilizando las técnicas de grabación de los Beatles que productor y grupo idolatraban. Todas esas técnicas se encuentran bien documentadas en El Sonido de los Beatlesde Geoff Emerick, su ingeniero de sonido. Los Ramones no tocaban solos de guitarra ni de batería. Tampoco introducciones ni finales. Nunca usaron efectos en los instrumentos, puro volumen. Las letras salían disparadas por una voz gangosa en algún extraño idioma salido del radio, la televisión, el cine, los cómics y la calle, filtradas por un humor suicida: historias sobre sustancias, armas, chavas descabelladas, nazis, asesinatos, masacres, batazos a los niños, navajazos a los dealers y una postura política chiflada en Havana Affair: Sent to spy on a Cuban talent show / First stop, Havana go go! / I used to make a living, man / Pickin the banana / Hooray! for Havana / Baby baby make me loco / Baby baby make me mambo.Eran una nueva corriente, el rock melódico más rápido, austero y delirante que hasta entonces se había tocado, cuya raíz musical no estaba precisamente en el blues –como lo afirmaba Johnny. Su propósito era sonar diferente y su técnica tenía que ver con un movimiento veloz de la muñeca y muchos huevos. Por supuesto, el zumbido permanente de la guitarra, el ritmo del metrónomo parpadeante y el desmadre lírico volaron en mil pedazos en el radio y la prensa, donde ganaron más enemigos que simpatizantes. Pero hicieron visible el fonómeno musical que había estado gestándose bajo la superficie. La funda es arte por el frente y arte por atrás. En la portada la imagen icónica tomada por Roberta Bayley, fotógrafa de la revista Punkque editaban John Holmstrom (“El punk es una mano inexperta”) y Legs McNeil, autor con Gillian McCain de Please Kill Me, the uncensored oral history of Punk. En la foto blanco y negro aparecen recargados en una barda cual pandilla de Nueva York, “un momento perfecto en el que todo se acomodó de manera natural”, ha dicho Bayley. En la contraportada, la fotografía de una hebilla de cinturón con el águila gringa tomada por Arturo Vega en una cabina de instantáneas. Oriundo de Chihuahua, también fallecido en 2013, Vega fue el director de arte e iluminador de los Ramones que diseñó su logotipo e inventó el color rosa ramón cuando era rotulista de supermercado. Su departamento era el cuartel ramonudo y roló con el grupo (igual que el tour manager Monte Melnick) en los 2,263 conciertos que tocaron por todo el mundo. Además de iluminar los shows, producía y administraba la venta de las

RAMONES. La revolución divertida en 29 minutos y 4 segundos Leer más »