Por Abraham García
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Se trata del segundo y último álbum de este obscuro grupo formado al sur de Londres, en Camberwell, para ser precisos. Al parecer, es de culto. Este álbum, y el grupo mismo, llegaron a mí a través de una de esas recomendaciones azarosas, que alguien escuchó y en el chat te ha dicho “checa esto”.
Habría preferido conocerlo a la antigüita, en un bazar o en una tienda de discos, que ante mí se hubiese aparecido con una buena oferta para llevármelo a casa, ya sea en LP, casete, o incluso en el ya muy despreciado formato de CD.
Tan sólo quisiera apreciar mejor el arte gráfico que tiene, ya que no me llena ver su portada en digital, integrada por un collage con imágenes alusivas a bombas atómicas y armamento nuclear,proyectadas sobre la cara de uno de los integrantes del grupo.
¿Pero quiénes son This Heat? Se supone que esto es un texto sobre Deceit, pero no tengo más que la escucha sin previo referente sobre el proyecto, ya sea por grupos que hayan acogido su influencia y lo pregonen, ni por revistas musicales, alguna canción que haya salido en una película, ni por nada en realidad.
This Heat es un grupo formado a finales de los años 70, que por la época y el lugar pudieron emparentarse con la movida punk y post punk británica, y sin embargo, de manera tajante quisieron mantenerse al margen de eso, no sé si por pretensiones vanguardistas, por llevarle la contra a los aspectos cliché de esas corrientes, o por simple aislamiento, aunque las tres razones podrían explicar todo.
Integrado por los multi instrumentistas Charles Bullen, Charles Hayward y Gareth Williams, se nombraron This Heat (Este calorón) a causa de la fuerte ola de calor que hubo en el verano inglés de 1976 y decidieron armar su estudio en una bodega en Brixton. Ahí también grabaron su debut homónimo y el ep Health & Efficiency.
El proyecto terminó poco después del lanzamiento de Deceit, ya que Williams, quien murió en 2001, desertó para irse a estudiar en India. No vería el reencuentro de Bullen y Hayward entre 2016 y 2019, bajo el apelativo This Is Not This Heat, para dar selectos conciertos con el repertorio y recoger un poco del reconocimiento que no hubo en su momento.
La escucha de Deceit se siente ágil y accesible, poco más de cuarenta minutos y ya terminó, pero aún así parece un concentrado desconcertante y audaz de sensaciones sonoras. Todo va tan rápido que no sabes si te gusta o no te gusta a la primera.
Por momentos me recuerda al Orgasm de Cromagnon. No es que This Heat traten de materializar música o recrear ruidos generados por antecesores del homo sapiens, sino que en todo el álbum hay un halo de crudeza, de creatividad fresca e inocente. Parece gente que ha descubierto cosas en sonido y no sabe del todo cómo trabajar con ellas porque no tiene mucha experiencia, pero genera algo interesante y lo mejor hecho posible dentro de las propias limitantes. Se siente como un álbum nuevo, aunque ya cumplió 40 años.
También me hace pensar en unos Einstürzende Neubauten novatos, poco desarrollados, más experimentales, y que el grupo se contagió de la actitud snob de la Velvet Underground y un poco del valemadrismo para abordar la música que tuvo Crass. Deceit me remite a todo eso.
Quizá lo único que tenga del post punk, género en el que han embolsado al grupo a su pesar, sea ese sonido un tanto seco y frío. Y ni así caben en el saco, ya que es rico en experimentación y parece ser la constante en el álbum. Ninguna canción tiene símil con otra.
Deceit es un álbum sumamente obscuro en el sentido de que el grupo estaba un tanto obsesionado con el armamento nuclear, no hay que olvidar que eran tiempos de la Guerra Fría y el mundo estaba dividido en forma latente entre dos bloques contrapuestos que se disputaban las ideas de progreso y avance humano. Me pregunto si This Heat habrán leído la crónica Nagasaki, la bomba olvidada, del periodista Frank W. Chinnock, que por entonces era de reciente publicación, y asombrados con la lectura se habrán puesto a componer lo más caótico posible. “S.P.Q.R.” es en mi opinión el tema más pegajoso del álbum, el hit que sin problema pudo sonar en la radio y hacer alucinar a más de una persona. El trío canta a coro algo que pareciera un mantra hímnico, claman pertenecer al Senado y el Pueblo de Roma y su inconsciente colectivo.
Hayward sostiene la febrilidad constante con su pie sobre el bombo mientras se luce en un interminable e hipnótico solo de platillos, presume con sus compañeros impartir y extender, mediante carreteras y caminos, la paz y la justicia romana (¿o será occidental?) luego de haber traicionado al hermano Remo. Sarcasmo fino.
“Paper Hats” tal vez sea el mejor tema para ejemplificar las impresiones que he comentado sobre el álbum y el grupo en párrafos anteriores. Con seis minutos, es el de mayor duración y parece estar seccionado en tres partes que no tendrían sentido más que en una canción convertida a suite de veinte minutos para grupo virtuoso de rock progresivo.
Los complicados acordes rítmicos de guitarra hacen giño a lo que ahora quizá se entiende como math rock. De pronto, Hayward se va a los gritos, cuestiona cuál es el sentido de la canción misma mientras Bullen y Williams lo secundan a coro y toda la estructura musical se va al demonio en una explosión dinámica y ruidosa, hasta que un ritmo repetitivo de guitarra detiene el colapso y concluye en un lento decrescendo.
“Triumph” parece más un reto para que quien escucha trate de discernir todos los instrumentos y objetos para hacer ruido que usó el grupo en este collage sonoro. La letra relata el momento en que una persona puede ver a otra sin ser vista. Dada puro.
Otro experimento sonoro es “Radio Prague”. Básicamente añade un poco de tensión a la narrativa post apocalíptica del álbum, una estación de radio con una señal y recepción entrecortada, y desemboca en “Makeshift Swahili”, que a mi parecer es la pieza que genera cohesión con todas las demás.
“Sólo puedes ser tan bueno como las palabras que entiendes”, dice una chica alemana de la que habla la canción, “y tú no entiendes ninguna palabra”, te grita Hayward mientras Bullen hace gala de sus acordes más sombríos y siniestros en todo el álbum.
Más que cantar la letra, Hayward parece que gesticula, que exagera y altera la modulación de su voz para generar disonancia, como si hablase de bulto para ejemplificar lo ininteligible que se convierte la letra conforme avanza.
De la nada, como si interpolaran un una canción ajena, más en una onda rock progresivo, para interrumpir la tensión, Bullen y Williams cantan que ya es demasiado tarde para que te quejes. Y entonces ¡kaboom!
Llama mucho la atención cómo fue grabado el tema, da la impresión de que This Heat usó el estudio como laboratorio y pegaron una cutre grabación en vivo de la misma canción para generar una sensación destructiva y de paso dar atisbos a un sonido industrial.
Creo que es una de esas canciones que, por muy buen ejecutante que pueda ser quien la ha creado, no podría interpretarla en directo con el mismo efecto que hay en álbum.
“Hi Baku Shyo” (algo así como Secuelas o daños de bombardeo en japonés) es el cierre de Deceit. Hace clara referencia a Hiroshima y Nagasaki. Es un corte por decir instrumental, debido a la ausencia de letra, pero parece más el audio para una escena con un panorama estéril y desolador.
Una campana es tañida a la distancia y cada tanto una evanescente melódica sintetizada llora una triste melodía que hace recordar el silbido de “Historia de un minuto” de Interpuesto. Y luego, el desconcertante sonido ambiente de la realidad.
Deceit es un álbum ambiguo. Parece que protesta por algo que no está muy claro. ¿Será contra la posmodernidad, el capitalismo, la guerra, o sólo contra la frívola industria musical y sus maneras de engrandecer tendencias?
“Es como un regalo a la humanidad”, me dijeron cuando me compartieron este álbum en el chat. Sólo trato de hacer extensiva la idea.
Por Abraham García
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