Lo último de James Holden es una combinación salvaje de recuerdos, ideas e influencias, dice Bernie Brooks.
Intrusivo e incesante, así se podría definir el trabajo de James Holden, uno de esos artistas enrarecidos que solo pueden compararse consigo mismos. Aunque sus dos últimos LP ‘adecuados’, The Inheritors y The Animal Spirits, son hitos monumentales tanto en el panorama post rave como en el de sintetizadores modulares. The Inheritors es una cosa desenfrenadamente pagana, en escala de grises, casi salvaje; The Animal Spirits es un descendiente profundamente psicodélico del jazz espiritual y los sintetizadores renegados del pasado.
Imagine This Is A High Dimensional Space Of All Possibilities, su nuevo disco, por otro lado, comercia con otra cosa. Si bien no es menos digno o hermoso a su manera, quizás esté más en deuda con líneas de tiempo e historias lineales, por muy personales que sean. Holden lo ha llamado tanto “un sueño de rave” como “un diálogo con [su] yo adolescente”. Lo cual dice mucho, tal vez todo lo que necesitamos. El espectro del progreso está en todas partes y el club nunca está lejos. Sorprendentemente, todo funciona.
Cuando hablamos de nostalgia en el arte, generalmente nos referimos a dos cosas diferentes: el arte que intenta ser nostálgico y el arte que inspira nostalgia (ya sea intencional o no). Holden’s es prácticamente una máquina del tiempo que revuelve el pasado.
Girando y girando y girando.
Con información de The Quietus.