Slowdive parecía destinado a ser una banda de culto. En su primera versión, los shoegazers de Reino Unido, existieron durante solo 6 años, período más limitado incluso que el de Pixies; y su ingrávido movimiento del pedal de efectos evocaba una sensación general de asombro y melancolía, incluso con las voces de Neil Halstead y Rachel Goswell, lo suficientemente oscurecido como para filtrar cualquier detalle. Los críticos en Gran Bretaña en ese momento subestimaron su segundo álbum Souvlaki, producido por Brian Eno, y los críticos estadounidenses apenas lo notaron. Para cuando dejaron su huella final con la neblina de ensueño de Pygmalion de 1995, habían desaparecido en el éter, Halstead y Goswell se aferraban a los rastros de sus antiguos vuelos de fantasía impulsados por la guitarra con Mojave 3, más influenciado por el folk.
El redescubrimiento de sus primeros 3 discos distintivos en años siguientes (algunos de los cuales pueden atribuirse a una reevaluación crítica años después, y otros debido a que internet hizo que la música que antes era difícil de encontrar fuera más accesible) creó un panorama excepcionalmente favorable para ellos. Para que Slowdive regrese 22 años después con el lanzamiento de su álbum homónimo de 2017 y una audiencia ansiosa por recibirlo. Sorprendente no sólo porque existió, sino porque cumplió la promesa de 2 décadas de expectativas. Slowdive vio a una banda que alguna vez pareció perdida para siempre en las nubes regresar a la tierra con mayor impacto, pero sin perder de vista expandirse.
La llegada, 6 años después, del segundo álbum posterior a la reunión de la banda y del que nos ocupa en esta nota, Everything Is Alive, es un evento menos revelador, pero la música que contiene revela recompensas más sutilmente satisfactorias. Ahora, una banda que ha existido más tiempo en este su segundo periodo que en el primero, Slowdive se está moviendo a un ritmo menos frenético (incluso si la música que hicieron nunca sugirió tal cosa en primer lugar), pero continúan llegando a temas más emocionantes; creaciones, ampliando los límites y definiciones de su estética maravillosamente embriagadora y teniendo cuidado en llenar los espacios que han creado con capas de sonido más aventureros.
Las canciones de Everything Is Alive cobraron vida a partir de bocetos y fragmentos que Halstead creó en una variedad de sintetizadores, cuyos tonos cálidos impregnan el álbum, desde la apertura de la canción inicial hasta arpegios más brillantes de su destacado pop. Utilizan la electrónica como parte de un tapiz más grande, tejiendo más elementos en algo que vibra bien y que es ara escucharse más de una vez, como lo demuestra la grandeza de su carrera.