Matt Robidoux es, sin duda alguna, uno de los jóvenes compositores más interesantes en la zona del bay-area de California.
El caso de Robidoux, es uno especial, formó parte en sus inicios de Speedy Ortiz, esa banda que muchos medios proclamaron como la promesa del “indie” (si es que eso aún se considera un género) tras tocar con ellos bajo una estructura cerrada y lineal en cuanto a lo musical, el músico decidió abandonar dicho formato y concentrarse en su propia obra, bajo un ejercicio egoísta de explorar constantemente diferentes vertientes sonoras, sin dejar jamás de caer en un cuadro que lo limite sónicamente.
Inspirado en gran medida por Pauline Oliveros, lo cual se puede apreciar en 3 Pieces o Irish Collection (Feeding Tube 2016, 2017) donde el músico demuestra lo ecléctico de su obra, tanto la improvisación sonora, esa noción pop y melódica, casi melancólica, como también llevar su obra al límite de escribir piezas apegadas a ensambles contemporáneos, llevando su obra a espacios tan inesperados como arriesgados, sin dejar de perder el sentido inicial.
Naturalmente la visión del nativo, Massachusetts, comenzó a escapar del formato del rock, para sumergirse en el sentido de la improvisación, la electrónica abstracta y el ruido, al mismo tiempo que fue escribiendo su propia música, bajo ningún tipo de estructura limitante.
“Para mí, era importante alejarme de la estructura del rock n’roll. Yo vengo del este de Massachusetts, y en éste lugar existe una escena muy fructífera en cuanto a la improvisación libre y la experimentación electrónica, por lo que rápidamente me fui mezclando entre esa comunidad, y lo fui absorbiendo, creo que le debo mucho de esa experiencia, a lo que es hoy mi obra, también estar en ocasiones tocando con el colectivo Sunburned Hand of the Man, con ellos aprendí muchísimo, y fue cuando comencé a escribir mis propias canciones”
Su obra refleja esa delicadeza y sensibilidad que emanaba Arthur Russell, pero mezclado sobre el vanguardismo guitarrístico de un joven Loren Connors o Alan Licht, esa presencia tremenda de jugar constantemente con la cuestión tonal, sumándose a ese manto popístico que envuelve cada minuto de su obra, donde se salta de lo experimental a lo más melódico. Dichas comparaciones podrían valer menos, y dar una idea de la obra de Robidoux pero, estás comparaciones son solo aproximaciones o reminiscencias, su obra forma una amalgama muy personal, con vibras de alcoba y que se reduce a ese sentimiento entre artista y público.
“Siempre que tocó en algún lugar, trato de incluir a músicos locales en mi show, tratar de crear una conexión, una comunidad, también tratar de llevar está música que por lo general siempre se encuentra en nichos, en círculos cercanos al jazz o muy académicos; tratar de llevarlos a comunidades más apegadas al D.I.Y.”
“La música experimental como género, no existe, no hay un sonido que se defina como experimental, para mi esa etiqueta significa tomar riesgos, significa también abrazar tu individualidad como compositor, generar tu propia estilo.”
Robidoux es uno de los experimentadores sonoros más interesantes de la actualidad, y probablemente de los más accesibles, en su pensamiento no existe la demagogia y el esnobismo que se recrea a través de estos círculos del “avant-garde” y la academia, y eso se aprecia en su música de una manera clara, sin posturas ni pretensiones, sino, experimentando constantemente bajo una estructura similar a la canción pop.
El compositor radicado en Oakland, está por lanzar su próximo álbum de estudio, que probablemente liberé a finales de año.
Bandcamp: http://mattrobidoux.bandcamp.com/album/cracker-cuts