Death in June es una banda que inició a principios de los 80 en la escena del post punk; sin embargo, su sonido evolucionó a lo que hoy se define como neo-folk, un género que se asocia al tradicionalismo, misticismo, paganismo y al ocultismo europeo.
La alineación se ha caracterizado por utilizar máscaras, trajes bélicos e iconografía relacionada al nazi-fascismo, inclusive por hacer referencias líricas sobre operaciones de guerra, al himno oficial del Partido Nacionalista Obrero Alemán y a literatos defensores acérrimos del militarismo como Yukio Mishima y Jean Genet.
Douglas Pearce ha explicado la influencia del Tercer Reich en el concepto de la agrupación, asimismo, ha mencionado que el uso de la simbología germánica antigua como el Sol negro, la Runa de la Vida y el Totenkopf se debe a su provocativo valor político, lo que ha llevado a distintas personas a convertirse en fieles adeptos como detractores.
Las tensiones se suavizaron cuando Pearce fusionó la bandera multicolor debido a su preferencia sexual; sin embargo, Death in June no deja de ser asociado a todo aquel discurso de odio, purismo, xenofobia, etc.
Tomando en cuenta el coqueteo con aquella postura política y los viejos trucos de marketing, hoy, después de 8 años de ausencia, la banda originaria de Gran Bretaña da un paso más dentro de su repertorio musical con la entrega de su nuevo álbum Essence! que se editó en noviembre del año pasado por la casa productora New English Recordings.
Si bien no es un álbum que posea un sonido que nos haga explotar la cabeza hasta dejar residuos cerebrales desperdigados en las paredes, Pearce fusiona con maestría distintos episodios musicales que logran englobar sus 38 años de carrera con un armazón instrumental sencillo, con acordes de guitarra acústica, melodías adherentes, sonidos post industriales que recuerdan a The Guilty Have No Pride (1983) o al Peaceful Snow (2010).
En la porta del álbum hay una figura que porta un capirote rojo, que usaron las personas durante la Inquisición en señal de serían castigadas o ejecutadas, que más tarde hermandades católicas se apropiaron para los días de asueto de Semana Santa.
Con todas estas vertientes quizá estemos ante un nuevo episodio de la banda que en su momento se reveló crudo y extremista, ya que deja atrás los tambores militaristas y las trompetas que anuncian la guerra, para convertirse en un proyecto más maduro que encarna nuevos simbolismos y dedica, y eso se deja al criterio del lector, una que otra copa a una suerte de penitencia.