Depósitio Sonoro

Erika de la Rosa

Allah-Las: un revival sesentero de la psicodelia, el garage y el surf-rock

Hay quienes advierten que en el pasado se vivía mejor, aseveración que para algunos cuantos, se convierte en una paradoja y consuelo nostálgico que los vuelca a la creación de revivals sonoros en nuestro presente. Es el caso de Allah-Las, una banda que nos transporta en el tiempo a través de su sonido, pues nos recuerda de inmediato la escena de los 60, y a bandas como The Zombies, The Kinks y The Byrds. Bajo los sellos discográficos Innovative Leisure Records y Mexican Summer, el cuarteto tiene tres discos en su haber, su debut y homónimo Allah-Las (2012), Worship The Sun (2014) y Calico Review (2016). En estos álbumes se develan filosas piezas como “Catalina”, “Sacred Sands”, “Long Journey”, “Famous Phone Figure” y la mítica “No Werewolf”, con las que la banda norteamericana se ha consolidado en el terreno de la psicodelia, el garage y el surf-rock. También cuentan con un par de singles y un solo EP intitulado Covers#1 (2017), en el cual realizan la versión de “Fish On The Sand” de George Harrison, “Hard On Love” de Television y “J.O. Eleven” de la banda de culto Furthur. Allah-Las ha formado parte de los line ups de Desert Daze, asimismo, se ha presentado en Coachella y este seis de octubre tienen un acto especial para la segunda edición en el festival Hipnosis en nuestro país. En dicho festival Allah-Las compartirá escenario con bandas de la talla de King Gizzard & the Lizard Wizard, Wooden Shjips, OM, DIIV, Stonefield, entre otras, por lo que se convierte en un evento imperdible para este 2018, pues es uno de los pocos espectáculos que apuesta por alterar nuestra psique a través de las más inquietantes distorsiones analógicas y las más desafiantes tonalidades de la psicodelia.

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Still Corners estrena su cuarto álbum: Slow Air.

Después de dos años de ausencia y bajo el sello discográfico Wrecking Light Records, Still Corners estrena en este mes “Slow Air”, una compilación perfecta para escuchar este fin verano. El cuarto álbum de estudio fue escrito y producido por el dúo londinense Greg Hughes y Tessa Murray, quienes con su ya característico sonido dream pop tocan las fibras más sensibles de los escuchas. En esta nueva producción la banda alcanza tonalidades noir y dreamy, en la que se percibe un tremendo lenguaje musical que, dicho sea de paso, es infravalorado dentro del hype musical. Sin embargo, la voz celestial de Murray junto el acompañamiento de sobresalientes acordes de guitarra, secuencias armónicas de batería y los electrificantes sonidos de sintetizador, convierten a Slow Air en una de las sonoridades imperdibles dentro de lo que va del año.

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Portishead: un aliento enigmático que durará varias generaciones

Bristol, Inglaterra, lugar en el que surge una de las expresiones culturales más importantes del graffiti, la música electrónica, el MC, el DJ y el Sound System informal, y zona geográfica que vio surgir en los años 90 propuestas rítmicas de bandas como Massive Attack, Morcheeba y Tricky, que a través de un viaje de beats electrónicos, loops de downtempo, funk, dub, soul, jazz, drum and bass y rap, definieron el sonido típico del lugar: el trip hop. A pesar de que Portishead se ha deslindado de toda esa generación de artistas, la banda británica no deja de asociarse con aquel sonido pausado, hipnótico y oscuro. Responsables de una referencia clave de la música Beth Gibbons, Geoff Barrow y Adrian Utley celebraron los 25 años de haber editado su primer álbum Dummy (1994), una compilación de scratches y samples que nos llevan, cual si fuesen latidos sincopados de corazón, a las secuencias armónicas más desgarradoras y las ejecuciones sonoras más enigmáticas. Como dijeron alguna vez para Rock’s Backpages en 1994: “la música es algo espiritual y debe ser tratada de esa manera”. Bajo esa lógica y más allá de la misantropía que los miembros de la banda pueden reflejar, los saltos en el tiempo de cada lanzamiento representa un flujo de energía que se concentra en provocaciones líricas y el uso de técnicas musicales impecables, es el caso del disco homónimo Portishead (1997) que surge tres años después del debut, una compilación de once tracks con los que logran atmósferas que nos hablan sobre decepciones, desamor, deseos y sueños fallidos. O la bella producción del “Roseland NYC Live” (1998) que sale un año después y, en el que además de introducir una serie de vibrantes piezas instrumentadas por la filarmónica de Nueva York, agregan en su edición en VHS y DVD el icónico cortometraje “To Kill a Dead Man”. Pero la intermitencia del trío británico también ha beneficiado a que los miembros recuperen su vida privada en una suerte de introspección y desarrollen proyectos de manera independiente, por decir algo, Beth Gibbons junto al bajista de Talk Talk, Paul Webb, que se da a conocer con el seudónimo Rustin Man, elaboran de manera magistral el Out of Season (2002), mientras Geoff Barrow monta la compañía discográfica “Invada Records” (2003) y Adrian Utley colabora como productor para algunas bandas. De esta manera la historia se repite con Third (2008), disco que surge de manera inesperada y que recientemente cumplió diez años de su creación, con el que inician filosamente utilizando la sentencia en portugués: “Esteja alerta para a regra dos três /O que você dá retornará para você/ Essa lição você tem que aprender/ Você só ganha, o que você merece“, y nos introduce a un mortuorio escenario que contrasta auditivamente de sus producciones anteriores, pues es tan áspero como el krautrock, tan musical como Silver Apples y tan emocional como la voz de Billie Holiday. De eso ya ha pasado mucho tiempo, pero ello no ha impedido que los británicos alcancen el éxito necesario y se hayan quedado en la memoria de varias generaciones, sin embargo, quizá tengamos que esperar unos años más para escuchar y ver de nuevo en el escenario la mítica figura encorvada de Gibbons colgada del micrófono mientras fuma innumerables cigarrillos, junto a Barrow con sus platillos giratorios de batería y a Utley creando misteriosas distorsiones de guitarra.  

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Drab Majesty: una metáfora sónica del Tragic Wave- Mind fi, la androginia y la vida extraterrestre

Según la mitología griega las hijas de Nereo salían de las profundidades de los mares para inspirar y conceder a los hombres el don de la poesía o la composición de bellas melodías. Basados en esta iconografía clásica, Drab Majesty es una banda que comunica a la colectividad un mensaje espiritual a través de la lírica elevada, el sintetizador arpegiado y la guitarra eléctrica. Este proyecto surge en el 2012 y cuenta con dos álbumes que están bajo la firma de Dais Records: Careless (2015) y The Demostration (2017); asimismo, poseen algunos EP’s y singles intitulados: Unarian Dances (2012), Oak Wood (2017) y The Heiress/ The Demon (2017). Quienes pudimos ver a este dúo estadounidense el pasado marzo del presente año en el Bahía Bar en la Ciudad de México, sabemos que producen una experiencia única en el escenario que recuerda de inmediato a Sopor Aeternus o Death in June, no por su producción sonora sino por su tendencia experimental y el uso de vestuarios que se materializan en túnicas sacerdotales con capucha, gafas robóticas, ojos negros bien delineados y maquillaje blanco sobre el rostro, que hacen referencia a toda una simbología gótica y a la vez futurista.   Mucha de la magia de la banda reside en el performance teatral e imagen pero también en su ideología, pues además de que algunas de sus letras apelan a la comprensión de la vida extraterrestre e interdimensional por medio de la religión UFO, los miembros de Drab Majesty se asumen bajo el género neutro, preferencia que tiene una fuerte influencia del ocultismo de Genesis O-Porridge de Psychic TV quien, como es sabido, se transformó quirúrgicamente en su esposa con el objetivo de fundirse románticamente en ella, lo cual resulta liberador en una época en la que los más susceptibles se rehúsan a probar los límites de la identidad. Su sonido es descrito por ellos mismos como Tragic Wave-Mind fi que, en su insistencia por ser inclasificables, es más bien una corteza alucinógena que hace reminiscencia al sark wave, al synth wave y al gothic rock, y a la oscuridad de bandas como Corpus Delicti, The Frozen Autumn o Clan of Xymox, entre otras. Toda la imaginería de esta banda está destinada a generar una catarsis de simpatía o repulsión, quizá la única manera de comprobarlo es darle play a cualquiera de sus productos musicales para dejar que los andróginos Deb Demure y Mona D nos susurren a través de su voz y sonido la fúnebre idea de una realidad musical alterna.

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