Depósitio Sonoro

Nostalgia

La noche que New Order rompió los esquemas en el mítico Glastonbury

Corría el año de 1987 y después de 6 años de no tocar en el mismo festival New Order venía a cerrar el line up del Glastonbury  del cual se tenía una enorme expectativa  de lo que podrían llegar a mostrar después a haber dejado varios años atrás la sombra de Joy Division. En el inicio se muestra un Bernard Sumner y un Peter Hook algo pasivos mientras corre la primera rola “Elegia”, la cual es una pieza totalmente instrumental y te induce a ese misterioso umbral de dedicatorias hechas en especial para:  ¿Ian Curtis? Mientras la audiencia se muestra un tanto impaciente e introspectiva de lo que escuchaban, New Order por fin mostraba porque fue (y lo sigue siendo) una banda tremenda a lo largo de los años “Touched By The Hand Of God” (sí, esa rola dedicada al gol con la mano de Maradona en el mundial de México 86) llego con todo el estruendo  que hizo cimbrar a todo el escenario, esas vocales tan lindamente desafinadas y un bajo tan mágicamente acomodado en unas líneas de ritmos un tanto electrónicos se hicieron llevar los primeros aplausos de todos aquellos que esteban presentes, seguido de ello empezaron los acordes de una de las primeras canciones que marcaron su sonido propio, “Temptation” hizo por un momento que la audiencia callara al escuchar ese hermosa línea de bajo, “True Faith”, la cual se convertiría en un himno  de esta banda de finales de la década  y Bernard Sumner empezaba a deshinbirse  y cantar con unos tonos agudos que endulzaban el oído debido  a causa de todo el alcohol ingerido horas antes del concierto. “Your Silent face” hacía recordar a la audiencia ese pequeño tributo a Kraftwerk en donde Stephen Morris dejaba las baterías convencionales para enfrascarse a las baterías electrónicas  de una manera tan metronomicamente  perfecta, mientras se percibía un extraño pero hermoso sonido de la melódica, “Every Little Counts”  en la cual parecían bajar un poco la intensidad pero no por eso dejaban a un lado el sarcasmo en las letras y esto se ve reflejado en la  parte donde Barney cambia la letra de la frase “Every seconds counts when i´m with you I think he’s the pig” refiriéndose a él como un cerdo y no a ella como originalmente es la canción. Uno de los momentos álgidos empezaba en el concierto con la llegada de “Ceremony” al ser recordada por la primera canción interpretada por New Order a principios de los 80, al momento que se escucha esos primeros acordes de bajo y guitarras no se puede evitar pensar en Joy Division y mientras Bernard Sumner no puede evitar meter la pata una y otra vez equivocándose a destiempo en las vocales y su risa tan estúpidamente cínica es muestra de ello. ”Bizarre Love Triangle” empieza de una manera tan inesperada que Bernard Sumner empieza a bailar robóticamente para prender a la audiencia y en esa desesperación sus tonos llegan a un momento en que uno piensa “canta como se le da la gana” y sin embargo el jodido Peter Hook sigue bajeando de una manera tan particular mientras que la audiencia sigue aplaudiendo. “Subculture” desde un principio prende a todo presente al ser una de las consentidas de la banda, y llega de nuevo el momento de entrar a destiempo de Peter Hook en el bajo, mientras Bernad Sumner llega a unos agudos impresionantes.  “Sunrise” llega con una potencia modulada en la guitarra, bajo, batería y teclados  que uno los mira y no puedes creer que esos cuatro nerviosos muchachos de Manchester  puedan llegar a tocar a la vez tan precisa y desafinadamente única… “Perfect Kiss” muestra a la audiencia la manera en cómo puedes tocar un rock progesivo con cajas de ritmo y sonidos meramente electrónicos, aquí la que se luce es Gillian Gilbert la cual en su penosa seriedad muestra una audacia para coordinar los teclados y las guitarras. El momento final está llegando y “Age Of Consent” empieza con un bravo bajeo de Peter Hook y unas potentes, roncas y a la vez agudas vocales características de Bernard Sumner  que causan un exquisito estruendo musical, no sin dejar a un lado los nostálgicos teclados bajo el cargo de Gillian Gilbert  y aunque al final es ahora ella la que se equivoca en las notas lo hace ver que todo queda jodidamente bello al tiempo que la audiencia grita y aplaude con ahínco. El Final del concierto la banda pensaba sorprender con un cover  de  The Velet Underground, las mismísima “Sister Ray” interpretada anteriormente por Lou Reed le sentaba bien a la banda para acomodarla a su estilo propio, empezando con esos acompañamientos tan sublimes en las guitarras mientras Bernard Sumner canta las primeras líneas de esta canción… todo parecía terminar con algo de pasividad pero el momento cumbre llego cuando la rola se torna un tanto agresivo en las baterías, Stephen Morris pareciera que le salen ocho brazos y con una rápida técnica empieza a tocar de una manera como si quisiera  acabarse la batería y en ese mismo ritmo Bernard Sumner  y Peter Hook llevan el ritmo de las guitarras y bajos hasta niveles exhaustos…al terminar la audiencia queda gritando, aplaudiendo, lanzando insultos y a la vez agradecidos de ver a una banda que estaba en su momento más perfecto que pudieran imaginar. https://www.youtube.com/watch?v=51f7yUJXJnk    

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Music Has The Right To Children de Boards of Canada cumple 23 años. Un álbum que reinterpreta la nostalgia

Alguien tiene que alzar la voz y hacer el eco suficiente para darnos cuenta de la magnitud de lo que significa el aniversario 22 del disco Music Has The Right To Children de Boards of Canada. Una obra magistral y enorme creada por dos mentes musicalizando un concepto iluminado y de una manera evocadora hacia nuevos pasajes a lo desconocido, quizá comandado por el misterio y la intriga. La obra está compuesta y llena de matices ambientales que diversificaban la propiedad de nuevos géneros hasta ese momento (Intelligent Dance Music, Ambient, Psicodelia, Downtempo). El sonido electrónico ambiental son registros atraídos sorprendentemente de las profundidades de una síntesis atemporal que cuando se llega al nudo de las composiciones, es imposible resistirse al efecto de su encanto melancólico. La magia de este disco es que logra mantener un ritmo constante ligeramente más lento que la mayoría de sus contemporáneos de los años 90, como Autechre, Aphex Twin, Squarepusher o Plaid, crea un punto de referencia sobre hacia dónde se dirigen las cosas. Es como si lograran tipificar rítmicamente las sonoridades de sus percusiones apuntaladas por los lamentos de un mundo en donde los humanos escuchan, sienten, bailan, sufren y aman. Eso puede sonar aterrador y quizá lo es; sin embargo, es extrañamente reconfortante escuchar la música de Boards of Canada. El arte de la portada el arte tiene una familia de los años 70, con los rostros borrados en distintas tonalidades. Entre triángulos, rombos, matices e inflexiones Board of Canada puede llegar de golpe, como un collage con miles de fotografías de viajes y vivencias, como un mantra que busca el trance y la liberación de la mente del flujo constante de pensamientos difusos.   Un disco que te puede atravesar el alma; para degustar, sin prisa alguna, con la calma del campesino que observa su cosecha en temporada fluvial. En un lacónico tiempo este dúo escocés dejó rastros aún inconclusos. Hoy, más allá de ser una banda influyente y de “culto”, Boards of Canada se ha vuelto atemporal. Pueden empapar de nostalgia con su gran misticismo. Music Has The Right To Children nos abraza con mucha profundidad y sutileza, representa una nueva revelación, son espeluznantes, estimulan, atrapan y suavizan el alma de quien los escucha por primera vez bajo un cielo responsable de lo hipnótico hacia un nuevo significado, hacia un derecho que nos pertenece a todos: la música.

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Leftism de Leftfield: pilar electrónico de los 90

Allá por el lejano año de 1995 estaba en auge varios géneros clásicos de la música electrónica, entre ellos el techno, dance, trance, psycho, y el progressive house,   motivaron a algunos grupos  a mezclar sobre estos géneros, entre ellos a finales de los 80 nació el grupo Leftifield. Este dueto originario de Londres formado por Paul Daley y Neil Barnes en 1989, comenzaron a experimentar con varios sonidos y hacer importantes colaboraciones, un ejemplo de ello fue con John Lydon , el mismísimo mítico vocalista de los Sex Pistols, y esto se demuestra en uno de sus primeros sencillos “Open Up”. Pero el reconocimiento no les llegaría hasta 1995 donde llego el álbum que cambio la perspectiva de muchos Djs y productores. Leftism es considerado uno de los mejores álbumes de música electrónica de toda la historia, la primera impresión es la portada, la parte frontal de la boca del  sistema óseo de un anfibio mostrando un subwoofer en su interior, en ello te dabas cuenta de que tan sorpresivo e inesperado pudiera ser el contenido del disco, desde su comienzo con la ya tan mezclada “Release the Pressure” a mediados de los 90 llegaron a los charts del Reino Unido, pero lo que realmente innovó fue la incursión de instrumentos con sonidos nativos de África, el resultado fue “Afroleft” con la colaboración del intérprete africano DJUM DJUM que movió las masas hacia sonidos de diferentes percusiones,  “Song Of Life” es (al menos para mí y creo que también para gran parte de los seguidores) una de las mejores creaciones hechas por este dúo, se percibe con un comienzo un tanto introspectivo y lento, para luego arrancar con ambientes de un sintetizador que te envuelve y termina por hacer un tremendo estruendo en todos los sentidos auditivos, pero no todo el disco es mención de estar en una densa atmósfera de movimiento, rolas como “Melt” nos hace evocar un chill out lleno de tranquilidad y misticismo sin perder esa esencia de un beat en un lento pero continuo movimiento. Como podrá apreciar el lector Leftism fue un disco que marcó pronunciadamente la adolescencia de muchos jóvenes  en busca de escuchar algo realmente diferente y novedoso en la música electrónica, y aún dos décadas después sigue haciendo una referencia para muchos artistas actuales que se remiten a crear sus propios sellos haciendo referencia a este monstruoso LP.  

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The Chameleons: añoranza y recuerdos del Script Of The Bridge

Hace 15 años mientras estaba re descubriendo bandas que me han marcado en cada momento de mi vida, me percate que tenían una canción con tintes de un post punk armonizado con unas guitarras y una voz que resaltaban, por un momento llegue a pensar erróneamente que era U2 por el sonido similar y no tarde en preguntar en la tienda de discos y la persona encargada me miró de re ojo y me dijo que eran The Chameleons, en cuanto se percató de mi interés me mostró un LP en donde la portada muestra la cara de un infante viendo hacia un paisaje totalmente desolador y surrealista a la vez.   En cuanto llegue a mi casa puse el LP mientras miré fijamente el nombre del disco Script Of The Bridge y empezaron los acordes del primer track “Don’t Fall”,  a veces es un poco complicado describir ese justo momento en que una banda te vuela la cabeza desde el primer momento en que suena el tocadiscos, y eso paso con The Chameleons.  El disco de principio a fin sonaba una y otra vez y no podía entender como esta banda de post punk de principios de los 80 no recibió la atención y el mainstream que merecían, “Up The Down Escalator” son de esas rolas que inmediatamente piensas que fueron un himno en aquellas épocas, la letra desesperanzadora del vocalista y bajista Mark Burgess me hacen evocar recuerdos en que el new wave y post punk se fusionaron para crear nuevos sonidos que venían de un Manchester  con mucha propuesta musical, “Second Skin” creo que este track es mi favorito del disco, ya que me muestra cómo se pueden manejar diferentes tiempos de melancolía y atmósferas de un new wave lleno de guitarras atmosféricas.   La segunda parte del LP es bastante interesante ya que rolas como “Less Than Human” hace recordar un post punk más estilizado y puro, mientras llega otro momento álgido y lleno de nostalgia con “Thursdays Child” que evoca un comienzo con unas guitarras un tanto emotivas  terminando con la lírica “Creciendo lentamente avejentado”. Para cerrar el disco “View From a Hill” te invita a reflexionar sobre si los últimos tracks deben ser lo mejor del disco porque la voz de Mark Burguess está en un tono bastante pasional. No cabe duda que The Chameleons tuvo mucha influencia para bandas que vinieron después, como Interpol por mencionar un claro ejemplo en el cual Paul Banks comenta que su sonido es similar a esta gran banda.

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La última entrevista de Lou Reed

Éste es uno de los últimos registros en vídeo que se tienen sobre Lou Reed, en donde comprobamos lo que siempre supimos y percibimos de él. Tenía una manera tan pura, bella y poderosa de decir cosas. Como en la poesía, donde unas pocas palabras suenan como muchas y unos pocos árboles forman un bosque. No podemos afirmar y/o  decir que sea una manera “simple” de hablar, simplemente era elegida correctamente, impecable, lúcida, como una persona que siempre disfrutó de la naturaleza, la música, la comida, las risas.  El tiempo nos golpea y a veces nos hace sentir que se fue demasiado pronto… o tal vez no, pero así es.  

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#Nostalgia. Carteles de conciertos en Foro Alicia de 1996 al 2006

Miles de personas han tenido alguna relación con el Foro Alicia. Cientos han tocado ahí y miles más han sido espectadores. De alguna manera todos los que escuchamos música en la Ciudad de México hemos tenido tenido alguna relación con el Foro Alicia. Por eso nos dimos a la tarea de juntar flyers de 1996 y hasta el 2006, para ponernos un poco nostálgicos y ver cómo vuela el tiempo. Éste lugar ha dado impulso a nuevas bandas emergentes de diferentes géneros, que justo ahí han empezado su carrera y varias de ellas han llegado lejos. Gracias a Nacho Pineda y al Foro Alicia, larga vida. Agradecimientos especiales para Lenin Rojo, Miguel Tajobase, Trevore Valensuela y Miguel Cortés “Trasher”, por facilitarnos parte de sus flyers de colección.

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El acid, la música house y su legado a finales de los años 80 y en los 90

Una naciente generación a finales de los 80 en toda Europa y América también, estaba hambrienta de comerse al mundo con algunos de los más emocionantes, raros, exóticos y ácidos sonidos que la década había arrojado justo cuando todo parecía perdido gracias a la invención del 303 y el dueto Phuture y la droga del momento: el éxtasis. Pero, ¿cómo pasa el éxtasis de ser una droga de uso bastante restringido a ser la “droga para bailar” de toda esa revolución? Desde unos contextos de uso bastante específicos, la MDMA se va poco a poco filtrando en los clubs más exclusivos de Chicago, Nueva York, San Francisco y Detroit, de la mano de los yuppies metropolitanos sumidos en el glamour del mundo del arte, del cine y de la música. La MDMA encuentra el mejor terreno en las entonces llamadas warehouse parties, fiestas muy de moda que se realizaban en bodegas subterráneas, almacenes abandonados y en clubs predominantemente gay, donde se comienza a hacer una experimentación musical más en forma y desafiante. En Chicago es el club Warehouse, paraíso de homosexuales y afroamericanos, en Nueva York el estandarte sería el Paradise Garage. En estas catedrales del baile, 2 DJs americanos: Frankie Knuckles y Larry Levan (el primero en Chicago el segundo en Nueva York) comienzan a crear un nuevo estilo musical con la intención de cubrir el vacío que se estaba creando en mundo de la música. Estos serían los primeros pasos de lo que posteriormente se conoció como música House, esto según la versión del DJ británico Richard West conocido como Mr. C, sin embargo, versiones menos refinadas, refieren que el término “house” procedería del hecho de que este tipo de música puede ser fácilmente producida en cualquier casa, desde el hogar literalmente, eso sí, siempre y cuando se disponga de la tecnología necesaria. El house rompe con todos los moldes musicales existentes hasta la fecha, lo mezcla todo, especialmente R&B, ritmos latinos, hip hop, funk y la música electrónica alemana de comienzos de la década de los años 80. La única concesión distintiva a esta mezcla completamente electrónica es la presencia de una voz femenina, que es sin duda una de los distintivos que crea un éxtasis total al momento de sonar en las pistas de baile. Pero acá no acaba todo y de ahí un punto relevante del porque de su importancia, descendiente directo del house es el techno (término tan mal usado últimamente para todo), variante totalmente computarizado de más de 120 o en ocasiones 130 bpm y así, a esta nueva familia se irían uniendo los bizarros y relevantes en su momento gabber, tribal, el ambient y el hipnótico trance, así como la igualmente batiente e imprevisible música progresiva. Estos géneros impulsados por el house dieron vida a los raves, es un término surgido para hacer referencia, desde hace algunos años, a un tipo de fiestas multitudinarias que se celebran en espacios cerrados, que se prolongaban durante toda la noche y, en las que predominaba un tipo de música fuerte y repetitiva que usaba muestras de música previamente registrada, que eran mezcladas a modo de collages y que fue bautizada atinadamente como Acid House. El origen del término acid house no está del todo claro, ya que si bien algunos autores consideran que proviene del argot existente en las calles de Chicago dónde significaba “robar”, pretendiendo hacer referencia al proceso de creación de esa clase de música, son muchos más numerosos los que piensan que hace referencia al nombre coloquial del LSD, droga consumida preferentemente en las primeras fiestas acid house y que todos sabemos tuvo un impacto tremendo en la psicodelia de la década de los 70. Existen algunos mitos y fuentes que apuntan a que fue en Chicago donde comenzó, el año registrado en los libros especializados es 1988, esto coincidiría con el hecho de que algunos DJs comenzaron a reunir a grupos de jóvenes donde permanecían bailando durante toda la noche música que consistía en fragmentos de discos que eran copiados y mezclados electrónicamente por medio de un sampler. Desde América, el  house, el techno y el éxtasis atraviesan el océano y penetran en el viejo continente, así es, lo habían logrado y nadie tenía una absoluta idea del movimiento revolucionario que empezaría a vislumbrarse; destinos enganchados y puntos clave: primero Ibiza y Valencia, posteriormente, Londres y Manchester. Había nacido una nueva era, un nuevo reinado. En Ibiza comienzan a hacer furor en dos de las más famosas discotecas a nivel europeo de la época, Amnesia y Pachá, pioneros que ahora quizá no sean muy bien vistos por esta gran comercialización. Sin embargo, en Londres, el comienzo sería en locales principalmente de carácter gay como el Shoom, el Pyramid o el Jungle, donde se bailaba house toda la noche y se comenzaba a utilizar las primeras dosis de MDMA. La mayoría admite que fue España, concretamente Ibiza, el lugar desde donde se exportó al resto del mundo este tipo de fiestas y el movimiento acid house. Ibiza constituía el lugar de encuentro habitual tanto de vendedores de drogas como de seguidores del movimiento denominado New Age,  por lo que alrededor del año 85, el MDMA circulaba con cierta difusión por la isla, fechándose el inicio de los raves en el año de 1987. Es en esa época cuando la juventud inglesa que veranea en Ibiza, comienza a importar ese tipo de fiestas a su país, dónde se convierten junto con el consumo del éxtasis en uno de los fenómenos de mayores repercusiones sociales de los últimos años, concretamente a finales del 87 y comienzos de 88 se aviva la tendencia en Inglaterra, cuando un grupo de cuatro DJs ingleses: Paul Oakenfold, Johnny Walker, Nicky Holloway y Danny Rampling, conocidos como Los cuatro jinetes del Apocalipsis:, regresan de Ibiza tras haber visitado Amnesia y Pachá y deciden recrear en su país lo vivido en estos lugares. En sus clubs sonaban exclusivamente discos que pertenecían a un tipo de música aún inaudito, pero

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