Depósitio Sonoro

Elizabeth Fraser

Elizabeth Fraser y Jeff Buckley, un dueto angelical

Jeff Buckley y Elizabeth Fraser (Cocteau Twins) estuvieron enamorados después de que la relación de ella con Robin Guthrie (guitarrista de los Cocteau Twins) se desgastará. Razón por la cual, hasta nuestros días, nos impide soñar con una reunión de esa banda de ensueño   La música unió a Liz y Jeff, no podría ser de otra forma, tan angelical y genuina. Dos personas, una historia de amor, una muerte trágica y una despedida en “Teardrop” de Massive Attack, encapsulan a la perfección lo que vivieron. De ese amor fugaz, salió la canción “”All Flowers in Time Bend Towards the Sun”, compuesta por Buckley en la que, sin duda, la voz de Fraser junto a él, desestabiliza cualquier sentimiento. Lamentablemente, el 29 de mayo de 1997, Jeff murió ahogado en el río de Memphis. Una muerte con muchas incógnitas y extraña; y que puso fin a una carrera que hasta ese momento ya era brillante. Otra de las grandes coincidencias de la vida, es que cuando la muerte de Jeff ocurrió, Liz se encontraba grabando la legendaria “Teardrop” de Massive Attack y que en entrevistas posteriores, la propia Liz dijera que esa composición en parte, era una despedida y letanía de ella hacia sus sentimientos por Jeff Buckley, poniendo fin a su historia juntos.

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Cocteau Twins: radiaciones de un legado inimitable

Creados en el núcleo de una de las disqueras independiente más importante de los 80 y de la actualidad como la 4AD, nacen los Cocteau Twins, tan importantes como trascendentes para entender muchas de las cosas que vinieron después.   Elizabeth Fraser y Robin Guthrie eran solo dos pequeños adolescentes increíblemente tímidos que se enamoraron cuando lograron cambiar la imagen de la música independiente en el Reino Unido al dar a luz un sonido que eventualmente se bautizaría como dream pop o sentar las pre bases al shoegaze de igual forma. Nacieron en 1979 con Will Heggie en el bajo, Cocteau Twins fue influenciada principalmente por las meditantes bandas post punk de aquellos años pero ojo, muy diferentes, siguiendo los caminos sombríos y góticos de bandas como Bauhaus y Siouxsie & the Banshees pero eso no duró mucho, ellos estaban muy cerca y a nada de inventar algo que no se había escuchado jamás. El gélido susurro de los poemas de Liz Fraser le valieron el apodo de “Voz de Dios”, impuesto según se dice, por el mismísimo Prince, quien tiempo después los invitó a su disquera pero los Cocteau lo rechazaron. No buscaban esos reflectores. Parece confuso y hermoso a la vez pero la magia del trío radicaba en que nadie podía distinguir las palabras bellamente enigmáticas que Liz entonaba y para todos los admiradores sonaban como mensajes ambiguos del cielo, como señales divinas de un mundo desconocido pero alentador. Robin  Guthrie, en el otro extremo, inventó estos ya ahora conocidos tonos de guitarra envolventes que lo convirtieron en una influencia para aquellos que preferían que sus dioses de la guitarra se redujeran a las violetas de la naturaleza, sin solos extendidos o buscando protagonismo. Su legado es el de una banda que cambió el panorama musical y nunca se ha igualado a tal magnitud de interpretación, discos como Treasure, Victorialand o Heaven Or Las Vegas son biblias musicales de melodías eternas. Composiciones a través de las cuales la existencia pareciera etérea, brilla ante ti, ante nosotros como sentimientos en la niebla o temblores desconcertantes a los ojos del alma.   Su música adquiere profundidades aún más profundas que la misma profundidad de una indescriptible agudeza en donde se perciben susurros, lamentos, gemidos y momentos celestiales.  Con todos estos elementos combinados en acción, los Cocteau Twins se transformaron en un acto sublime e inimitable que perdurará hasta el fin del latir del último de los corazones.

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