Entrevista a Michelle Garza, cineasta y comprometida con la escena punk
Conocí a Michelle Garza Cervera en su celebración de cumpleaños número 24. Era el año 2011 y esa noche de septiembre, gracias a algunos amigos con los que comencé a salir a tocadas de punk y fiestas por diferentes lugares de la Ciudad de México, fue como terminé al sur de la metrópoli, cerca de la carretera Picacho Ajusco, en el hogar de los padres de “Mich”, como suelen llamarla sus más allegados a esta joven cineasta que realiza cortometrajes desde 2009, destacando Isósceles (2012) y La Rabia de Clara (2016), los cuales han sido proyectados en distintos festivales alrededor del mundo. En la fiesta convivían músicos ligados al punk chilango, cineastas y viejas amistades de Mich. Y, algunos meses después, recuerdo que ella misma, la propia ex vocalista de Especie Fallida y, también, guitarra de Secreto Público, debido a nuestras amistades en común, a mí y a un amigo norteño (Mito da Pawa) nos pidió ayudarle a mover algunos muebles en una casa abandonada de la colonia Roma, donde filmaba escenas de Isósceles. La sorpresa fue que en ese acogedor hogar donde al parecer alguien se había suicidado (por eso ya nadie habitaba ahí), terminamos encontrando expedientes y fotos del asesinato de Luis Donaldo Colosio Murrieta, haciendo que ese día fuera más inolvidable. Ahora, cuando ya han pasado casi siete años de la fiesta de cumpleaños y que el miedo nos invadió en la casa de la colonia Roma, Mich, quien también en su carrera como cineasta a formado parte de México bárbaro II (2017), se encuentra desarrollando su primer largometraje, en Londres, gracias a una beca que obtuvo a finales de 2017. Entonces, y a la distancia, me puse en contacto con Mich, recordando algunas platicas que iban de David Cronenberg al punk rock que nos marcó de por vida en nuestra adolescencia, para así hablar de lo que se encuentra haciendo en el viejo continente, sus inicios en el séptimo arte, cómo ve las cosas dentro de la industria cinematográfica siendo mujer, entre otras cosas. Hola, Mich. ¿Cómo estás? Parece ser que estás cumpliendo tus sueños de la infancia: escribes historias y las estás llevando a un formato audiovisual. Hola, gracias por tomarte el tiempo de hacer esto. De hecho, cuando era una niña quería ser dentista. Y eso que me daba terror ir porque no se me caían los dientes y tenían que inyectarme anestesia para arrancármelos. Igual de ahí decidí dejar el sueño de la odontología por el cine de terror. ¿Recuerdas algunas historias que llegaste a escribir o imaginar de pequeña? Sí. Tengo varios cuentos guardados que escribí de niña. El que se me viene más a la mente, es El mundo secreto de mi amiga Katia. Katia fue mi primera amiga. Recuerdo que solía ser misteriosa y no contarme a detalle lo que le pasaba. Entonces, escribí una historia en la que ella me invitaba a un mundo secreto al que escapaba cada tarde, me daba una llave mágica para entrar y todo eso. El mundo consistía en un jardín salvaje donde todo sucedía al revés: la gente caminaba de manos, hablaba al revés, etcétera. Creo que estaba influenciada por la canción de Chabelo [“El reino del revés”], y también por la película de El jardín secreto [risas]. ¿Siempre quisiste hacer cine o en algún momento de tu vida te inclinaste por la literatura o algún otro tipo de expresión similar a lo que hoy en día haces con una cámara? Siempre estuve inclinada a escribir, sólo que mis ideas eran muy visuales y me costaba trabajo describirlas. Dibujaba al lado de mis textos para tratar de explicar lo que quería decir. Lamentablemente mis dibujos eran feos [risas]. Entonces, supongo que la solución, inconscientemente, fue que encontré el cine. Lo pregunto porque, si no me equivoco, tus papás y hermanos también están envueltos dentro del arte y la creatividad. Así es. Lo chistoso es que a nadie más de mi familia le importa mucho el cine. Mis papás se dedicaban al diseño gráfico e industrial. Mi mamá hizo mucho grabado y, de hecho, sus imágenes tendían a ser fantásticas. ¡Era medio Sci-Fi mi jefa! Tal vez de ahí me vino algo. ¿En qué momento decidiste dedicarte a la dirección y entrar al Centro de Capacitación Cinematográfico? ¿Qué cosas crees que tuvieron que influir para comenzar una carrera dentro de este medio? Primero tomé un taller de video en la preparatoria. El maestro era chido, recuerdo que me prestó un DVD de GWAR, el cual nunca regresé [risas]. A partir de ese curso creo que me obsesioné. En aquel entonces tenía un novio con el que me pasaba los días viendo películas. Nuestra meta era ver 20 a la semana. Luego descubrí el CCC [Centro de Capacitación Cinematográfico] y valió madre, tomé mi primer curso en 2006 con Gustavo Montiel, y me quedé hasta que me titulé, hace dos años, en 2016. Y, ahora, estás en el proceso de hacer tu primer largometraje. ¿Cómo vas con eso? ¿De qué va la historia? La verdad es muy loco ver como ya han pasado más de diez años desde que empecé a dedicarme a esto y aún me siento una novata. Cada vez pienso que está más cabrón hacer buen cine. El largometraje, por el momento se llama Huesera. Es un proyecto que me ilusiona mucho y que estoy desarrollando con dos amigas a las que admiro un chingo. Se trata de una mujer que tiene miedo de convertirse en madre, y ese miedo toma la forma de un monstruo que no la deja tranquila. Incluso te encuentras en la Universidad de Goldsmiths, en Londres, a donde llegaste gracias a obtener una beca. ¿Cómo se dio esto y en qué te estás preparando, aparte de desarrollar tu largometraje? ¡Cuando me dieron la beca no me la creía! Creo que la vendí con el argumento de que casi no hay mujeres en México que hagan cine fantástico, lo cual es verdad. Vine
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