Loscil – Lake Fire: Meditaciones sonoras desde el abismo líquido
Pocas figuras dentro del ambient contemporáneo han mantenido una coherencia estética tan profunda y, al mismo tiempo, una evolución tan matizada como Scott Morgan, mejor conocido como Loscil. Con una discografía que se extiende por más de dos décadas, el canadiense ha sabido convertir lo etéreo en cartografía, los drones en estados del alma y lo ambiental en una poética de lo inabarcable. Su nuevo álbum, Lake Fire, no solo reafirma su estatus como uno de los compositores fundamentales del ambient post-digital, sino que expande su lenguaje hacia terrenos aún más líquidos, abrasivos y emocionales. Fuego en el agua: una paradoja sonora El título Lake Fire ya contiene una contradicción. Una imagen imposible, tensionada entre dos elementos opuestos: el agua y el fuego. Y esa tensión recorre todo el disco como una constante estética. A diferencia de sus trabajos anteriores, que muchas veces evocaban quietud o contemplación mineral (Plume, Submers, Equivalents), este álbum se siente vivo, palpitante y por momentos, incluso violento. Inspirado en las crisis ecológicas, los incendios forestales que asolan los paisajes canadienses y los efectos del cambio climático, Lake Fire no es un álbum “ambient” en el sentido clásico. Es, más bien, una elegía ambiental que transita entre lo contemplativo y lo siniestro. Como si los drones habituales de Loscil comenzaran a arder desde dentro, dejando cenizas digitales flotando en la superficie. Diseño sonoro y texturas: una alquimia orgánica-digital Una de las constantes en la obra de Loscil ha sido su capacidad para hacer música electrónica con un alma orgánica, casi táctil. En Lake Fire, esta habilidad alcanza una nueva dimensión. Aquí, los sonidos se sienten erosionados por el tiempo, como si emergieran de una cinta magnética enterrada bajo tierra y desenterrada después de años. Loscil trabaja con síntesis granular, capas de ruido, grabaciones de campo manipuladas y efectos analógicos, creando paisajes que oscilan entre lo melancólico y lo apocalíptico. No hay melodías evidentes ni progresiones tonales claras. Todo es textura, saturación controlada, resonancia emocional. Los tracks nos introducen un pulso apenas perceptible, una especie de latido ambiental que recuerda la obra de William Basinski o Tim Hecker. Es importante notar que Lake Fire no busca ser bonito. Es un disco que incomoda, pero desde la belleza rota, desde una estética que asume el colapso como material compositivo. Contexto: Loscil y la ecología del sonido Scott Morgan ha sido, desde sus inicios, un compositor profundamente influido por la geografía. Ya sea las profundidades oceánicas (Submers), las nubes (Plume), los glaciares (Adrift) o la fotografía abstracta (Equivalents), su obra ha girado en torno a paisajes naturales como metáforas emocionales. Lake Fire da un giro temático importante: ya no se trata de contemplar la naturaleza, sino de presenciar su degradación. El lago está en llamas, la atmósfera está saturada, el futuro se derrite en el presente. Este viraje pone a Loscil en sintonía con una corriente dentro de la música experimental que aborda el colapso ecológico como eje narrativo: desde Lawrence English hasta Kali Malone o Marcus Fischer. Una escucha inmersiva, no lineal Lake Fire exige una escucha activa y profunda. No es un álbum para el fondo, ni para llenar espacios vacíos. Su duración, su construcción lenta y su carga emocional requieren atención sostenida, como si se tratara de una instalación sonora más que de una colección de canciones. El disco puede ser experimentado como un todo —una suite sin pausas ni clímax evidentes— o como fragmentos de un paisaje que muta lentamente. En ambos casos, se trata de una obra que dialoga con la percepción del tiempo, la atención y la fragilidad. Entre el minimalismo y el ruido Aunque emparentado con el ambient clásico (Brian Eno, Steve Roach), Lake Fire también se nutre del drone, la música electroacústica y el noise atmosférico. Hay momentos que rozan lo infrasonoro, otros que se acercan al silencio absoluto, y otros que raspan el umbral de lo disonante. Este equilibrio entre el minimalismo y el ruido recuerda a artistas como Fennesz, Rafael Anton Irisarri o Lawrence English, pero con la firma inconfundible de Loscil: una melancolía elegante que nunca cae en el sentimentalismo, una belleza devastada que no ofrece consuelo. Diseño y presentación Como es habitual en Loscil, el diseño visual del álbum acompaña perfectamente el concepto. Las imágenes asociadas a Lake Fire son abstractas, espectrales, tomadas del mundo físico pero alteradas, como si fueran capturas de un futuro radioactivo o de un recuerdo evaporado. Esta dimensión visual refuerza la idea de que el álbum funciona no solo como música, sino como objeto conceptual: una obra total que combina arte sonoro, crítica ecológica y percepción poética. Conclusión: fuego lento que no se apaga Lake Fire es uno de los discos más densos, inquietantes y emocionalmente poderosos de Loscil. No es fácil, no busca serlo. Es un álbum que retrata una era de crisis, donde el mundo arde mientras las aguas suben, y donde el silencio ya no es paz, sino amenaza. En tiempos de saturación sonora y ruido digital constante, Loscil ofrece una propuesta contraria: una inmersión lúcida en el abismo, una escucha que incomoda pero también sana, como si nos invitara a mirar de frente lo que preferimos evitar. Más que un álbum, Lake Fire es un ritual auditivo. Y como todo buen ritual, deja marcas.
Loscil – Lake Fire: Meditaciones sonoras desde el abismo líquido Leer más »