Lo que hace de “A Quiet Place” (2018) una muy buena película es que termina donde la mayoría de producciones recientes del género comienzan y se estancan; piénsese en mediocres productos al uso que mezclan ciencia ficción y terror como “Abraham Lincoln: Vampire Hunter” (Bekmambetov, 2012) “Dawn of the Dead” (Snyder, 2004) o la mejor (?) de “Resident Evil” (“Final Chapter”, W.S. Anderson; 2017). Lo que convierte a “Un lugar en silencio” en posiblemente el mejor filme de horror en lo que va del año, es que precisamente comienza donde un clásico como “The Birds” (Hitchcock, 1963) termina. John Krasinski, el famoso actor de la comedia “The Office” (NBC,2005), cambia completamente de registro y sale , por lo menos como director, por fin victorioso. Krasinski consigue sumergirnos en un escenario del que se nos informa poco, una tarea que ni falta hace, ya que en los primeros minutos de su largometraje, por las pocas situaciones que se muestran, lo entendemos todo y aceptamos sus reglas de juego. “¡ES EL SONIDO!”, puede leerse en la pantalla, como titular en la portada de un periódico abandonado a su suerte, y es, curiosamente, la ausencia de este, la que también permite que la sala conecte fácilmente con todo lo que se le va presentando. Pocas veces, desde que se abarataron los smartphones y se amplió el menú en los múltiplex, se podrá disfrutar de una audiencia tan aconductada . El juego cognitivo aquí es bastante simple, aunque no faltará el público más ilustrado que presuma de su intelecto durante la proyección, ese al que le gusta hablar con la boca llena de palomitas y razón. A estos amantes de diseccionar la realidad como a un texto o como si se tratara de un pollo asado que se come con la mano, a ellos, les recomiendo quedarse mejor en casa. Para los demás, para nosotros, para los vulgares, esto es, gente ordinaria que va al cine a ver y a entretenerse y que sabe hablar solo lo suficiente, les anticipo una bella cinematografía y una ingeniosa mezcla de sonidos extraídos de la América profunda; una experiencia sensorial sorprendente, finamente orquestada con saltos y cacofonías, varios sustos, loables interpretaciones, modestos pero perturbadores efectos especiales, mucha tensión y, sobre todo, emociones humanas en estado puro. ADVERTENCIA: Las imágenes de “A Quiet Place” están desprovistas de cualquier propaganda o agenda ideológica, porque por fortuna cada vez que vemos el fin del mundo llegar, valen verga la exigencias de falsa igualdad, los derechos estatales y la equidad de género. Y es que en este “lugar en silencio” solo importa la supervivencia amparada en la estructura biológica e institución social por excelencia: la siempre necesaria familia nuclear y sus valores y tradiciones a prueba de todo. Esta cinta actualmente se encuentra en cartelera.