Depósitio Sonoro

10 julio, 2018

Frank Bretschneider, uno de los fundadores de Raster Noton presenta “Lunik” uno de sus álbumes más accesibles y lúdicos

Considerado un elemento básico de Raster Noton y con un sin número de otras etiquetas, las obras de Frank Bretschneider a menudo reflejan una forma estudiada de minimalismo. Género: Electrónica | Experimental | Minimalism | Ambient Label: Shitkatapult ★★★★ Lunik, el último álbum de Frank Bretschneider podría considerarse como uno de sus álbumes más accesibles y lúdicos, lleno de texturas sorprendentemente cálidas y acogedoras en general, flirteando con elementos de música dance aunque nunca alcanza a serlo del todo. El trabajo de Bretschneider junto a SND, Taylor Deupree y otros amigos cercanos muestra su notable intención en evolucionar gradualmente en el sonido. Todo en el mundo de Bretschneider tiene un matiz de inflexión, ya que la precisión es imprescindible.  Lunik es un álbum inclinado a estructuras psicodélicas e incluso rockeras, cada tema opta por extraños trazos y destellos de sonido mientras a lo largo de todo el álbum Bretschneider continúa enfocándose fuertemente en el ritmo, los temas se desarrollan a medida que avanzan hacia una visión más compleja continuando con el objetivo de crear música de vanguardia logrando un asalto auditivo a los sentidos.  La portada del Lunik sugiere al oyente lo que le audivamente le espera. En los lanzamientos anteriores se observaba un diseño muy estudiado, cuadrado y casi privado de color, pero en Lunik una hermosa ilusión óptica llena de colores representa la música que hay dentro. Al elegir esta portada, Frank Bretschneider insinúa el giro inusual que ha puesto a su nuevo álbum. Varias muestras de sonido, ritmos atolondrados e incluso la disipación de tocar melódicamente se ponen en primer plano. 

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Fuimos a Londres a celebrar los 40 años de The Cure

En uno de los escenarios más “Green” de Londres, el Hyde Park, se abrió espacio a una escena de pura originalidad entre peinados y maquillaje al más estilo Siouxie estoicamente portados por los seguidores de The Cure venidos de todo el planeta, literal, gente de todo el mundo  congregados para celebrar los 40 años de una de las bandas más míticas del mundo del rock. Los 30 grados de temperatura y un sol sin misericordia “amenizaron” lo que se hacía llamar el “British Summer Festival” y no fueron suficientes para que los true fans dejaran de vestir sus camisetas negras de ediciones especiales de conciertos de The Cure que una vez más demostró el por qué son capaces de conectar con su público, a través de canciones tan comerciales como “Friday I’m in Love” o rarezas oscuras como “If only tonight we could sleep”, ambas interpretaciones fueron las delicias de los asistentes. Robert Smith a sus casi 60 años,  sube al escenario aún con la misma voz que en su juventud. Un pedazo de luz de sol acompañó casi medio concierto muy a pesar de Robert que al entrar al escenario principal del festival señaló con un humor muy “British” su aversión al sol. El carisma y la humildad que siempre acompañan a The Cure estuvieron presentes en varios momentos de las casi 3 horas de concierto, en las que Robert no ha cansado de repetir y dar las gracias a sus fans por poder compartir este momento que cómo él mismo ha dicho: nunca hubiera imaginado llegar en su vida.   No sabemos exactamente cuanto tiempo más estará The Cure con nosotros, con que nos vamos a encontrar en un futuro pero podemos predecir mucha  melancólica de sonidos que seguramente se expandirán significativamente hasta quedar muy dentro de ustedes hasta convertirse en arpegios largos y parabólicos, repitiéndose una y otra vez hasta alcanzar el infinito, hasta quizá encontrar un bloqueo que abra las puertas indirectamente a una dimensión más melodramática. Este tipo de eventos requiere atención y múltiples elogios. Así los 40 años de The Cure, como ellos. Es complejo y abstracto pero contagioso, magistralmente bien elaborado en la decadencia musical que se podría vivir. Si no están familiarizados con su mundo, puede tomar un poco de tiempo para acostumbrarse, pero una vez ahí, nulas ganas darán de alejarse de su extraño y desconcertante abismo. Un ente asombroso que ha marcado una evolución dejando tensión a su paso, una tensión hacia una música más madura. Créditos: Ana, Leo y Chanti

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La música de OMD: de sensaciones primordiales y recuerdos infinitos

Si existe una banda tan peculiar en la historia de la música hecha con sintetizadores con registros sonoros históricos, es, sin duda, OMD.   Lo que OMD logró a lo largo y sobre todo al inicio de su carrera fue algo perfectamente equilibrado, antagónico hablando desde la experimentación con chispeantes éxitos de synthpop, con temáticas coherentes, fluidas y esplendorosas, llenas de ritmos mecánicos y melancólicos. Su música logra tener momentos destacados que funcionan tan efectivamente por sí mismos, que hacen de su escucha una fantástica experiencia.   Se animaron por vez primera después de sus éxitos como “Enola Gay” o “Electricity” o “So In Love” a lanzar piezas instrumentales y ambientales, así como sombrías y adorables, más artísticas y poco convencionales, pero manteniendo el encanto pop que les distingue. Sin miedo a su ingenio. En los 80 y aún el día de hoy siguen sonando refrescantes, exquisitos y hermosos, casados con sus tonos suaves que se van impregnando en el oído, que se van impregnando en el corazón. Pocos lo saben o los no tan clavados, pero usar instrumentos nuevos siempre le va a dar otro giro a tu música, así que, para el viaje de la arquitectura de composición, el grupo utilizó un Mellotron durante varias de sus creaciones, en especial las del Arquitecture & Morality, y aparece en el fondo de la mayoría de las pistas, presta atención, lo sabrás sin necesidad de haberlo escuchado antes, es esa magia que no percibes en otros registros de la cultura synthpop. Después de analizar toda la música posible que nos ofrecen, uno puede llegar a la conclusión que grupos así son excepcionales y a veces para bien o para mal poco comprendidos, ya que los tonos corales, industriales suaves y helados ayudan a unir todo, y cuando se combinan con líneas sintéticas y la visión artística de OMD, todo se combina para crear una atmósfera hermosa y consistente, que deja la mayoría de las pistas sintiéndose agradablemente conectadas y cercanas, a pesar de su diversidad. De sensaciones primordiales y recuerdos infinitos, así es la música de OMD, ¿pero y nosotros? ¿qué sabemos del amor si nunca hemos estado en uno de sus conciertos? Y si ya lo viviste, guárdalo para siempre. En tu baúl especial que habita dentro de ti.  

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El sello mexicano Substrata lanza The Void of Expansion – “Ashes and Blues”

The Void of Expansion presenta “Ashes and Blues”en una edición especial en digipack , masterizado por Dirk Serries en su estudio en Bélgica. Publicado por el sello discográfico internacional con sede en México Substrata. Género: Shoegaze | Drone | Freejazz | Experimental Label: Substrata (MX) ★★★★★ Ashes and Blues lleva como título el primer álbum en estudio del dúo conformado por el baterista sueco Tomas Järmyr (Zu, Motorpsycho, Yodok, Yodok III) y el legendario guitarrista belga Dirk Serries (Vidna Obmana, Fear Falls Burning). Con un sonido introspectivo, enigmático, pero igualmente feral e indómito, el trabajo de The Void of Expansion se mueve en los límites de géneros como el shoegaze, el drone, el freejazz y la experimentación sonora actual. El ejercicio musical de The Void of Expansion en “Ashes and Blues” es como el de un artesano que trabaja cuidadosamente el más mínimo detalle de sus piezas; a su vez,  los músicos transitan libremente por caminos sinuosos, moviéndose a través de composiciones que en momentos ceden ante la energía desbordante de la improvisación, en un ejercicio de concentración y expansión, tensión y liberación de la energía; abriéndose paso entre capas y capas de sonido, texturas de diversa índole, amplitudes y estructuras armónicas, melódicas y rítmicas poco ortodoxas pero que con una efectividad psíquica, remiten y retrotraen automáticamente a una vastedad cósmica, a lugares desolados, paisajes abstractos y fulgores nocturnos con un especial aroma ritual. Substrata presenta una edición especial en digipack con artwork inspiración de la artista, músico y fotógrafa belga Martina Verhoeven y un layout elaborado por la artista multimedia alemana Juliane Schütz. Dando clic en este enlance puedes comprar una copia en formato digipack.

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