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Columna Estoy Escuchando: Blue and Lonesome, de The Rolling Stones

Por Abraham Garcí[email protected] Lanzado en diciembre de 2016, de momento es el último álbum de estudio del grupo londinense y la última grabación con su baterista, Charlie Watts, fallecido el pasado 24 de agosto. Antes de comenzar, debo decir que me encantan los álbumes de covers. A veces las versiones hechas por el grupo o intérprete que lanza el álbum son hasta mejores que las originales. Y las versiones pueden suponer un vínculo a nuevos-viejos artistas que no conocías y de pronto ya te convertiste en fan absoluto tras el descubrimiento. Son puntos de conexión hacia otras cosas, de ida o de vuelta. Así me ha pasado con Garage Inc. de Metallica, Undisputed Attitude de Slayer, Мама Анархия de Kalashnikov Collective, Renegades de Rage Against The Machine, Pin Ups de David Bowie, American IV: The Man Comes Around de Johnny Cash, Nothing Can Stop Us de Robert Wyatt y Avalancha de Éxitos de Café Tacuba. Incluso con The Spaghetti Incident? de Guns N’ Roses (un grupo que en lo personal me aburre). Los álbumes de covers a veces son grabados con el puro propósito de entregar algo a la disquera y así cumplir con el contrato, otras porque son canciones que verdaderamente aman quienes las han grabado y existen esas ganas de rendirles un tributo; algunas otras son para que el artista o grupo pretenda darse un halo de humildad y lograr pasar de largo ante un bloqueo creativo. Y las menos de las ocasiones, son por el simple gusto de hacerlo, como podría ser el caso de Blue and Lonesome. Es que los Stones desde hace mucho no tienen que demostrarle nada a nadie. Yo todavía ni nacía cuando ya ostentaban el mote de “La banda más grande del mundo”, y tal vez sea por el simple hecho de que llegaron desde abajo y se han podido mantener vigentes al acercarse tanto a talentos viejos como a los contemporáneos y emergentes ¡desde los malditos años 60! Si bien es cierto que resulta fácil decirlo en un párrafo, como proyecto musical y como marca registrada, The Rolling Stones han tenido que sortear la muerte de su líder y compositor fundador Brian Jones, las salidas de integrantes musicalmente entrañables como Bill Wyman y Mick Taylor, las adicciones de todos en distintos puntos, conciertos convertidos en tragedias como Altamont ‘68 y una cantidad de descalabros discográficos (ni siquiera recuerdo el nombre de alguno de sus álbumes de los años 80), pero quienes hemos tenido oportunidad de escucharlos en vivo podemos dar testimonio de que todo lo bueno (y quizá también lo malo) se lo han trabajado sobre la tarima, y en el camino se han inventado los clichés del rockero rebelde, loco y hasta satánico. Han sobrevivido a ellos mismos y se han generado un caché para continuar a expensas de su propio mito, sin ser tan impecables ni tan grandilocuentes como músicos. Por todo eso es que ahora resulta tan agradable tener un Blue and Lonesome como posible despedida discográfica del grupo, lo veo un poco como un testamento para repartir algo de la misma herencia musical de la que ellos mamaron y les hizo crecer. Pero volvamos a diciembre de 2015, tiempo en que fue grabado. Imagínate que tienes a 4 septuagenarios curtidísimos, con la vida ya resuelta y toda su historia en las espaldas, que se han bajado de sus autos de lujo y reunido por tres días en el estudio para plantarse a tocar y divertirse como si fuesen quinceañeros, con el pretexto de grabar material nuevo. De pronto, Keith afina su instrumento, se pone a rasguear algún acorde bluesero que ha intentado perfeccionar desde hace más de cincuenta años, la banda comienza a jamear, y de la nada se le ocurre sugerir algo como: “¿qué tal si mejor grabamos unos covers de Willie Dixon, Howlin’ Wolf y este de Little Walter?” A todos les encanta la idea, es como volver a la adolescencia y tratar de imitar a los héroes, como si fuesen una bola de novatos. Y por casualidad el amigo Eric Clapton también está en ese estudio de Mark Knopfler y trabaja material suyo. También toca la guitarra y además es otro clavadazo del blues. ¿Por qué no invitarlo a participar en un par de canciones? No puedo decirme conocedor ni fanático del blues, pero de lo poco que sé y he oído decir, es que el blues es una música donde, más allá de las formas sonoras, prominentemente se expresa abatimiento y añoranza en un contexto de cotidianeidad social y/o personal, pero también puede expresar la alegría y el gozo efímero de la francachela. Pues Blue and Lonesome parece cumplir con esas no sé si llamar directrices. Se decanta mucho por el aspecto personal, la sensación de descorazonamiento, quizá porque se trate del tópico más universal o reconocible del blues (que me hace pensar en Las penas del joven Werther, de Goethe). Ahí tienes “Just Your Fool” y “Commit a Crime”, que aunque candorosa la primera y movidita la segunda, van sobre fervientes apegos emocionales que han jugado malas pasadas. “Blue and Lonesome”, la canción de Little Walter que da nombre al álbum es también la primera pieza que los Stones grabaron en aquellas sesiones de 2015 y que claramente les dio el ángulo y el pretexto de lo que debería ser su último trabajo discográfico a la fecha. Más que una canción, es un aullido de lamento suicida, una súplica que nunca será escuchada. Tanto Walter como los Stones exudan intensidad en sus respectivas grabaciones. Nos damos cuenta que mientras Richards es un tanto sucio y desprolijo en la guitarra (como la canción de Pappo), Walter es un finísimo virtuoso con la harmónica. También es la verdadera primera muestra en el álbum donde se puede notar que aunque Jagger no vive de ser armonicista, en realidad es uno muy bueno, al grado de casi ser quien se roba la canción. Mi Charly, en paz descanse, marca ese ritmo lento y pastoso, monumental

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Mira el documental Woodstock ’99, recientemente estrenado por HBO

Woodstock ’99 se llevó a cabo del 22 y el 25 de julio de 1999, fue el segundo festival musical a gran escala (después de Woodstock ’94) que intentó emular el festival original de Woodstock de 1969. Al igual que los festivales anteriores de Woodstock, se llevó a cabo en Upstate New York, esta vez en Rome (a 160 km del sitio del evento original), y la asistencia fue de 400,000 personas durante los 4 días. El canal MTV realizó cobertura del concierto. Extractos de las actuaciones fueron lanzadas en CD y DVD. Woodstock 1999 fue empañado por la violencia, asaltos sexuales, acusaciones de violación, vandalismo e incendios. El cofundador del festival Michael Lang se ha referido a Woodstock ’99 como MTVStock debido a que los fundadores originales tenían muy poco control. “Woodstock 99: Peace, Love, and Rage, es el documental sobre el mítico festival de música producido por HBO. En este largometraje se retrata la edición de 1999 que se realizó al norte de Nueva York y que acogió a 400 mil asistentes”. “Allí se narra cómo lo que prometía ser un recital apoteósico, se convirtió en una jornada tortuosa debido al calor extremo y la mala planificación de sus organizadores. El público no tardó en volverse violento y llegó a arrancar la madera de las paredes del escenario y prenderla fuego. Asimismo, se registraron casos de ataques sexuales, saqueos y vandalismo dentro del marco de este festival. Toda esa situación escaló hasta los medios de comunicación y generó un escándalo que terminó de estigmatizar esta clase de conciertos”. Con información de Documentales de punk, metal y rock (Grupo de Facebook)

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Columna Estoy Escuchando: Wild Mood Swings, de The Cure

TEXTO por Abraham Garcí[email protected] Se supone que este es uno de los peores álbumes del grupo más importante que haya salido de Crawley, West Sussex, tanto para sus fans como para la crítica. Mi primer acercamiento a Wild Mood Swings fue a través de “This Is a Lie”. “Es mi canción favorita de la banda”, me dijo un viejo conocido, por ahí de 2004.  No le di mucha importancia a esa valoración, ya que venía de una persona que se adentraba mucho en la música psycho y las raves realizadas en ranchos de Colima suponían sus salidas de fin de semana, además nunca me pareció que se implicase mucho en música similar a la de The Cure, pero la canción me agradó mucho y sencillamente se quedó.  Me parecía atípica para el grupo, y muy elegante, porque musicalmente depende mucho de las cuerdas de violín, viola y violoncelo. La escucho y aún me hace imaginar los pomposos bailes con máscaras de su majestad Luís XIV, con nobles y plebeyos pretendiendo lo que no pueden. Por aquél 2004, The Cure sonaba un tanto hosco y rasposo con el álbum homónimo, producido por Ross Robinson (Korn, Slipknot, WASP) y estaba bien, pero yo me tiré de lleno en su trilogía obscura (entiéndase Pornography, Disintegration y Bloodflowers, éste último más o menos) que alguna vez tocaron íntegramente en vivo en el Tempodrom, del barrio berlinés de Kreuzberg. Yo no necesitaba más de The Cure, excepto tal vez el Greatest Hits con sus respectivas versiones en acústico.   Hace no mucho adquirí Wild Mood Swings en casete. Nunca antes lo vi exhibido en físico en alguna parte, ni en otro formato. El payasito de juguete roto de la portada fue decisivo para comprarlo, aunado a las ganas de escuchar “This Is a Lie” a máximo volumen.   Resulta interesante el hecho que este álbum fue grabado en uno de los puntos más bajos e inestables de la carrera del grupo. El bajista Simon Gallup estaba dubitativo de continuar o abandonar el barco por temas de salud (ahora que sí se ha ido, al parecer para siempre, será muy echado de menos porque su sonido con el instrumento hizo sumamente identificable a The Cure) y el álbum fue grabado por 3 bateristas distintos, entre ellos Jason Cooper, quien se quedó en el luego de haber hecho audición; todo esto tras la salida de Boris Williams. Parecía que cohesión entre los integrantes era lo que menos había. Al escuchar la grabación, parece haber surgido mucho de la creatividad bajo presión, por momentos algo básica y desprolija, aunque la mezcla de estilos musicales presentes en Wild Mood Swings hacen un retrato fiel de un grupo que en ese 1995 y parte de 1996,  iba a gran velocidad por las subidas y bajadas de la montaña rusa de saber si continuaba o no como entidad y le era imposible tener control de sí mismo por cuestiones ajenas a la música. Y por casualidad estaban en el estudio para entregar el décimo álbum a su disquera. Después de todo, había un contrato que honrar. Si Wild Mood Swings fuese una persona, seguro se pensaría que es alguien con padecimientos de bipolaridad o que vive algún trastorno similar de personalidad. Es que hay canciones que van de una felicidad tan pura y tierna, casi infantil y fantasiosa, como la preciosa y favorita “Mint Car”, pasa por una depresión swing, con la conciencia de que no hay ganas,  pero  hace falta levantarse y tomar las riendas de lo que viene, como ocurre en “Gone!”, y de la nada todo es lamento irreparable, todo es tristeza solemne, casi funeraria, como en los dos cortes finales, que parecen ser los únicos que siguen una misma línea, tanto en temática y estilo, como en orden del tracklist.   “Treasure” es una despedida, que aunque triste, es cálida por ese estribillo mecedor y dulce, con ánimo conciliador. “Bare”, por otro lado, asume con frialdad el dolor y la fractura que significa un final absoluto. “The 13th” seguro es la canción más atípica, ya no en el álbum, si no en todo el catálogo de The Cure. Música tropical, para conquistar y bailar cachondo, suave y pegadito, tal vez más propio de un concierto de Willie Colón. ¿Demasiado para la fanaticada más dark del grupo?  “It Used to Be me” en realidad es un lado B. Apareció en el sencillo de “The 13th”, y me encuentro con que es la canción más celebrada de las sesiones de Wild Mood Swings. Es posible que haya quedado fuera por la duración total del álbum (una hora), pero bien pudieron dejar fuera “Return” o  a “Jupiter Crash”, que en mi opinión son los temas menos memorables.  En conclusión, me parece que Wild Mood Swings es un álbum difícil de The Cure. Se sale mucho de la tradicional línea dulce-amarga del sonido post punk que los hizo populares para explorar la versatilidad con sonidos y estilos musicales que poco y nada tendrían que ver con el resto de su catálogo.  Es que, el título del álbum parece decirlo todo. Las 14 canciones que integran Wild Mood Swings, como conjunto, parecieran estar todas inconexas, tanto por temáticas (obviamente emocionales) como por los estilos musicales que ahí se pueden encontrar. Dan para pensar que se pueden tomar por 14 cartas o notas escritas por la persona que, ya se dijo, pudiera ser este álbum de estudio de The Cure.  Tal vez era muy complicado que conectara con mucha gente fanática, ya que el lanzamiento registró una de las peores ventas de un álbum del grupo.  Es por demás singular el detalle de que en este 2021 cumplió 25 años y pasó casi desapercibido en muchísimas publicaciones musicales.  ¿Wild Mood Swings es el álbum más incomprendido de The Cure? TEXTO por Abraham Garcí[email protected]

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Hecho en México, discutible documental sobre la mexicanidad a través de la música

El documental aborda temas sobre qué es ser mexicano a través de su cultura, su música, su gente y sus contrastes. El documental contó con la fotografía de Lorenzo Hagerman y la producción de Lynn Fainchtein. Algunos medios lo señalaron como un lienzo visual-musical por México, de Norte a Sur, a través de su música, tradiciones, cultura y gente, desde indígenas, campesinos hasta habitantes de ciudades. Mostrando así lo pluricultural que es el país. Un documental que en el año de su lanzamiento, en 2012, México vivía un contexto un tanto diferente al de ahorita; el contexto político vería regresar al PRI al poder, el acceso a internet era aún menor en algunas zonas del país y la música vivía otros canales de comunicación y de expresión. Dentro de toda la polémica que se generó en parte también fue por haber sido dirigido por una persona de nacionalidad inglesa. “El documental busca reflexionar sobre la mexicanidad y mostrar la vida diaria de los mexicanos más allá de las noticias negativas que se esconden en la cotidianidad”, como señaló el diario El País. El documental se divide en temas como la espiritualidad, la naturaleza, el alma, la mortalidad, la inmigración y la Virgen de Guadalupe, pero también sobre la resistencia, la vida y hasta los bullicios en México. Dando clic en la imagen de aquí abajo podrás ver el documental. Director: Duncan BridgemanElenco: Adanowsky, Héctor Aguilar Camín, Amandititita, Sergio Arau, Blue Demon, Lila Downs, José Guadalupe Esparza, Laura Esquivel, Alejandro Fernandez, Daniel Giménez Cacho, Kinky, Natalia Lafourcade. Diego Luna, Molotov, Carla Morrison, Elena Poniatowska, Café Tacuba, Chavela Vargas, Julieta Venegas y Juan Villoro.Productores: Emilio Azcárraga Jean y Bernardo GómezDuración: 88 minutos.

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Tenemos el poder: celebrando 50 años del Festival de Rock y Ruedas de Avandaro

”Tú tienes el poder, comunícalo…” Peace and Love en su presentación en el Festival de Avándaro El día de hoy se cumplen 50 años del Festival de Avandaro, un festiva que marcó a una generación y que se llevó a cabo en medio de un complejo contexto político y social. Durante la década de los años 60 los cambios sociopolíticos y culturales en el mundo permeaban en gran parte de la juventud de muchos países. Con la cumbre del movimiento hippie en el Summer of Love de San Francisco de 1967, la influencia del Amor y Paz, fue muy importante para toda una generación en distintas partes del mundo. A inicios de los años 60 los jóvenes en México habían vivido momentos muy dramáticos entre masacres y represión, como el 2 de Octubre de 1968 o el jueves de Corpus, 10 de Junio de 1971, mejor conocido como “el Halconazo” que sucedió pocos meses antes de un evento que cambiaría la historia musical de este país. El 11 y 12 de septiembre de 1971, serán recordados como el momento en que los jóvenes encontraron una voz de protesta muy poderosa, con la que hicieron temblar el status quo de la sociedad mexicana, con valores universales de amor y paz. Todo inició con la idea de una carrera de autos que finalizaría con un pequeño concierto, al final ni los propios organizadores podrían haber previsto el suceso tan emblemático. Los riffs psicodélicos de una docena de tremendas bandas de rock, como Los Dug Dug’s, El Epílogo, La División del Norte, Tequila, Peace and Love, El Ritual , Bandido, Los Yaki con Mayita Campos, Tinta Blanca, El Amor y Three Souls in my Mind. Mas allá de todos los mitos que rodean al suceso, hubo algunos momentos emblemáticos que marcaría la historia de una generación de manera significativa. Como cuando la banda tapatía Peace and Love subió a tocar We Got The Power haciendo que más de 200 000 asistentes cantaran al unísono Tenemos el Poder … y después cantar su éxito Mariguana y al grito de Chingue su madre el que no cante… o la famosa encuerada una chica que se despojó de su blusa , quedando semi desnuda y que quedó inmortalizada en una foto. He podido platicar con asistentes que me han contado que el sonido no era el óptimo y que las condiciones no eran las mejores, pero coinciden que lo más importante fue la hermandad que se generó durante el concierto. Hablamos de la cumbre y el hundimiento de todo un movimiento musical, que trajo 10 años de censura y represión no sólo de una generación de músicos si no de todo el rock en México. Siempre será importante recordarlo, para nuevas generaciones como el grito de la Tinta Blanca, Avandarooooooooooo.

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Entrevista con Alex Otaola, sobre su vida, su música, arte y trayectoria

Alex Otaola es un prolífico músico mexicano con alrededor de 3 décadas de trabajo sin parar y muy activo. Platicamos con él sobre su vida, su música, arte y trayectoria, además de sus últimos lanzamientos y nominación a los Premios Ariel tras musicalizar la película mexicana Selva Trágica. Hola, ¿cómo estás? Te conocimos, al igual que mucha gente con Santa Sabina, ¿qué recuerdas de esa época?Muchísimas cosas: desde vivir entre la Sierra de Huautla el bautizo mazateco por parte de María Apolonia (hija de María Sabina) a tocar en Berlín en un Teatro cuyo escenario se separaba del proscenio por una inmensa y gruesa cortina de acero que se empleaba en los bombardeos de la II Guerra Mundial; alternamos con King Crimson en el Auditorio Nacional y grabábamos un Mtv-Unplugged en Miami pero también hicimos muchos conciertos sobre camiones de redilas o acústicos en pequeños foros como El Hábito/La Planta de Luz e íbamos en caravanas a la sierra chiapaneca a entregar acopio después de los conciertos masivos en CU; nunca olvidaré el concierto de 3 hrs en el Metropólitan por el XV Aniversario ni cada una de las grabaciones de Estudio. Lo que quizás, en retrospectiva, fue lo más importante de todo fue entrar a un espacio donde la creación musical se hacía de manera colectiva y democrática: nadie llegaba con una canción terminada sino que la música surgía desde impros/jams o a partir de que alguien llegara con un ‘detonador’ (una melodía, una progresión de acordes, algún efecto/sonido interesante, un groove de batería). Eventualmente el resultado final de cada canción era algo que pasaba por 5 filtros y se llegaba a algo a lo que no hubiera podido llegar de manera individual ninguno de nosotros. La música se registraba autoralmente de manera colectiva y al final todos compartíamos por partes iguales el crédito, el orgullo y las responsabilidades que implicaba ser parte de un proyecto así. 2.- Nos imaginamos que hubieron varias cosas antes de esta época con Santa Sabina, ¿cómo empezó tu carrera o cómo empezaste a ser músico?Había intentado echar a andar dos o tres bandas antes pero en esas épocas era difícil encontrar a alguien que cantara chingón y nada había logrado cuajar hasta que surgió la oportunidad de hacer audición para Santa Sabina. Comencé a ‘jugarle’ al músico de niño ya que usaba una acústica, unas alcancías, una espada-sinte de juguete + dos grabadoras de cassette (baby multitrack) y con eso armaba cóvers espantosos de los Beatles, The Who, Pink Floyd, etc. Ahí comenzó el viaje con la guitarra pero creo que cuando me ‘gradué’ de guitarrista a músico fue en 2001 cuando terminó el primer evento que musicalicé creando loops de lira eléctrica: era la primera vez que no tocaba en el contexto de una banda o ensamble y yo solito tendría que encargarme de la creación de los paisajes sonoros de ese día. El plan era usar la eléctrica + procesadores y un looper como vehículo de exploración sonora en plan abstracto/noise y contrastarlo con los timbres usuales que uno asocia con un instrumento de cuerda. Terminando los 50 minutos que tuve que tocar solo (era la presentación de un libro de poesía de Jordi Soler, grabada en el disco ‘Krisälidas‘) los aplausos del público me hicieron sentir que la guitarra no era el verdadero instrumento sino que lo eran el oído + la imaginación. 3.- La pregunta obligada: ¿cómo viviste la pandemia, qué anduviste haciendo durante el aislamiento?Por unas broncas en la espalda tuve que operarme en enero de 2020, saliendo del Horsepital me fui a vivir a mi Estudio pensando que estar cerca de los aparatos sería lo más práctico para poder terminar el Score de la película ‘Selva trágica’, de Yulene Olaziola. Al final salí bien de la operación y con sólo la instrucción de llevármela leve un par de meses. Para marzo ya había terminado el score pero comenzaban los avisos del ‘quédate en casa’ y como tenía conectados todos los juguetes pensé que podría aprovechar para seguir haciendo música nueva en lo que pasaba (ja!) la situación pandémica. Esta terapia ocupacional para el encerrón hizo que durante tres meses me pusiera a hacer tracks pero en completa libertad sin tener que hacerlos encajar en el formato de alguna de las bandas o tener que adaptarlos a la narrativa de una peli. El material se convirtió eventualmente en ‘Fractales vol II‘ (una continuación de los conceptos que apliqué a mi primer disco solista de 2007), con 25 invitad@s grabad@s a distancia y que gracias al Club del R’n’Roll se pudo editar en vinilo a principios de este año. Por otro lado también aproveché el tiempo para terminar de editar y mezclar el disco de improvisaciones con Aarón Cruz y Patricio Iglesias, el material se fue grabando en distintos Estudios y escenarios entre 2013-2016. La idea era dejar crudos los momentos en vivo para poder procesar un chingo las impros de estudio y después, de todo el material, poder armar un collage a partir de los mejores momentos. Fue el primer ‘disco’ que subí a Bandcamp en julio de 2020 para entender cómo funciona la plataforma. (link a Bandcamp: https://alexotaola.bandcamp.com/) 4.- ¿Cuáles han sido tus últimos lanzamientos? Los dos discos antes mencionados y también un ‘Calendario Sónico’ junto a Todd Clouser que es una retícula con distintos contenidos sonoros que el usuario puede ‘tocar’ de la manera en que desee. El concepto del calendario era que en Mayo 2020 fue cuando sucedió lo de George Floyd pero también lo de Giovanni López por lo que se podía emplear una retícula de 7 x 5 (links a YouTube) para contener 35 elementos musicales que reflejaran lo que se vivía en esos días tanto a nivel social como político, pandémico, anímico, etc. de modo que el azar y las posibilidades cacofónicas del calendario sonoro fueran una manera de retratar el momento. (link a Calendario Sónico: https://toddclouser.com/otaola-clouser) 5.- Cuéntanos todos los detalles sobre tu nominación en los Premios Ariel con Selva Trágica, ¿cómo fue

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Llega a México Tribes Media, 3 plataformas de streaming con películas, series, podcast y más

Como dice Tribes Media, “No son una plataforma de streaming más, Esto es más serio”. Se trata de tres experiencias de streaming fuera de lo común para verdaderos fans de la animación, el misterio y el cine independiente llegan a México: GLITCH, MYST y SELEGO. Tribes Media, es una start-up de medios dedicada al desarrollo de servicios de transmisión para audiencias de nicho. En contra de la tendencia de apostar por la cantidad sobre la calidad, invirtieron en una cuidada selección, contextualización y especialización. Tribes Media desarrolla marcas y experiencias multimedia premium para fanáticos apasionados. Tribes Media apuesta a una cuidada selección de obras elegidas por editores y editoras expertxs, apasionadxs de lo que hacen y cuyos creadores además reciben directamente ganancias cuando su trabajo es visto, gracias a un esquema de monetización directa. TRIBES MEDIA no es tu streaming promedio, asegura la marca. GLITCH, Not For Kids.GLITCH es animación para audiencias no infantiles. Una variedad de cortometrajes y largometrajes de diferentes latitudes y con las más diversas técnicas de animación complementada con podcasts donde podemos escuchar a expertos y creadores en el campo, compartiendo sus visiones y procesos. Dentro del talento que podemos encontrar en GLITCH se encuentra el estudio mexicano Cinema Fantasma y la reconocida animadora tapatía Sofía Carrillo, obras pioneras de la animación del siglo pasado, así como algunos de los artistas independientes más premiados del panorama internacional como Adam Elliot, Koji Yamamura, Theodor Ushev, Anca Damian, Alberto Vázquez y Donato Sansone. 2. MYST, da un paso a lo desconocido.Esta es la pequeña tiendita de los horrores para los adeptos a géneros del terror en todas sus vertientes, thrillers y todo lo que está en medio, para quienes el suspenso es parte vital de las historias. Con un enfoque en la multiculturalidad encontrarás joyas desconocidas que reflejan diversas tradiciones y entornos, así como autores consagrados como Cronenberg y clásicos como Hellraiser o Donnie Darko, charlas con genios como Hitchcock, series y audiolibros, todo en un solo lugar. SELEGO, historias selectas para mentes independientes.Esta es la plataforma de películas, series y audiolibros que definitivamente no te recomendará ningún algoritmo, tu videoclub con una sección de audiolibros y podcasts. Cine independiente clásico y contemporáneo con un enfoque especial en la diversidad, la inclusión y la perspectiva de género. Obras de cineastas consagrados como Paul Verhoeven y Spike Lee conviven con piezas que desafían al Status Quo como Pelo Malo de la venezolana Mariana Rondón, premiada en el Festival de Cine de San Sebastián. Haz tu propio cine club, crea tus propios debates, comparte tus gustos con los amigos y diviértete viendo lo que mas te gusta. Como oferta de lanzamiento TRIBES está ofreciendo precios especiales en sus 3 plataformas. La suscripción cuesta $59 al mes o $348 por año, lo que reduce el costo a menos de la mitad. Además para que conozcas el contenido totalmente gratis hay periodos de prueba de 7 días. Todo desde estos links: Myst SELEGO GLITCH TRIBES MEDIA fue fundada por Roberto Soto, quien a lo largo de su carrera ha dirigido la estrategia y operación de servicios de streaming y suscripción para jugadores claves en la Industria de Medios como Liberty Global, FOX International, ViacomCBS tanto en EUA, Latinoamérica, Europa y África.

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Columna Estoy Escuchando presenta: Nevermind, de Nirvana

TEXTO por Abraham Garcí[email protected] Este 24 de septiembre cumple 30 años el álbum que lanzó al estrellato la breve carrera del grupo oriundo de Aberdeen, Washington. En retrospectiva se puede decir que temas como “Smells Like Teen Spirit”, “Come as You Are” o incluso “Lithium” ya son hasta triviales canciones de rock de bar porque no podrían sorprender a nadie, y tal vez se deba a que en alguna época se les escuchó hasta el hartazgo; que Nevermind supuso para el grupo la venta y prostitución de sus valores punk (del sello independiente Sub Pop brincaron a Geffen Records, actualmente propiedad de Universal Music Group), y también que con su lanzamiento al mercado el mismo líder del grupo, Kurt Cobain, se plantó en la punta del iceberg como influencer iconoclasta de una juventud acaparada por MTV, el indiscutible juez de lo que por entonces era la tan llamada “buena música”. A mis infantiles 6 años, recuerdo que “el del bebé” o “Nevermind” (si miras bien la tipografía, podría parecer que eso dice el título) fue junto con el Greatest Hits de Queen, o En vivo!!! En la cárcel de Santa Martha de El Tri, uno de los primeros álbumes de rock que escuché en la vida. Llegaba a la tienda de discos de papá y en el reproductor de cd’s quitaba lo que sonara en ese momento para ponerme el Nevermind a máximo volumen. Aún no transcurría el primer minuto de “Smells Like Teen Spirit” cuando mi papá ya había corrido para bajarle, o a veces quitarlo, debido al estruendo que provocaba. Pero logré escucharlo de cabo a rabo en esa época. Es que era el caos y la rudeza, eran las ganas de por fin apetecer bailar y brincar como loco sin que preocupara la apariencia ridícula de los movimientos, era ser libre con el cuerpo. Resultaba sumamente atractiva la estampa de Cobain en las fotos del interior del álbum. Por un lado, se le veía la rebeldía de dar el dedo medio, ataviado en su chamarra de cuero; en la foto azul mostraba su mirada presente/ausente y en la foto en blanco y negro su sonrisa parecía decir “aquí estoy, pero no es tan divertido como parece”. Era como un niño problemático con el que te dicen tus padres que no te juntes, pero a la vez uno que inspira mucha familiaridad y empatía. En la secundaria, que ya tenía un gusto más desarrollado y consciente, Nevermind volvió a mi vida. Cuando niño no tenía idea de quién era el grupo ni de qué iba, debido a que estaba en mi infancia con mis juegos y mis juguetes, pero a los 13 o 14 años fue que descubrí el mito de Cobain y todo lo demás. Nevermind era un deleite para escuchar mientras dibujaba. Se ha hablado que no es el mejor álbum del grupo, que ahí no están sus mejores canciones en cuanto a la totalidad de su repertorio (yo prefiero “About a Girl”, “Dive”, “All Apologies” o el cover a “Where Did You Sleep Last Night”), ni que representa bien el estilo musical que practicaban (“está más chido Mudhoney, Hüsker Dü eran más atascados y Sonic Youth le pensaban más para sonar viajados”). Pero es que el sello de la casa en ese momento parecía ser la melodía, a la usanza pop; tienes un sonido limpio, fácil de digerir y melodías pegajosas, con letras impregnadas de identificación con gente forajida, en el tono “sí, qué bien que estoy acá triunfando, pero sé que no encajo, yo quiero ser auténtico y llegar tal como soy”. Como producto, resultó perfecto para vender la inconformidad de la adolescencia a masas de adolescentes inconformes que usan desodorante Teen Spirit (que no caiga en el olvido que eltítulo de la canción hace referencia a eso). Cuando leo que mucha de la gente involucrada en el álbum dice que no esperaba el bombazo que fue (desbancó al Dangerous del Michael Jackson en su momento cumbre de la posición top en la lista de ventas en Billboard), la verdad es que lo dudo. Sin embargo, existe la leyenda, documentada por Charles R. Cross en Heavier Than Heaven, de que originalmente Cobain quiso nombrar Sheep (Borrego) al álbum y hasta se inventó un lema publicitario en broma que decía “Porque tú no quieres serlo; porque todos lo son”. Tal vez Nevermind no sea el mejor álbum de los años noventa. En estos tiempos se han revalorado tantos grupos de esa década que en su momento no lograron alcanzar a su público (me viene a la mente Slowdive, que se fueron porque ya casi nadie les daba bola), que no me extrañaría algún día aparezca alguna una gema enterrada con la que se diga “wow, ¿por qué no fueron ellos quienes pegaron?”, pero el álbum que grabaron Krist Novoselic, Dave Grohl y Kurt Cobain en 1991 continúa como un estandarte musical de su época, como en su momento tal vez lo fue Rubber Soul de The Beatles, porque ya se ha convertido en algo básico, pero no por ello menos fundamental, pues influyeron de manera directa o indirecta en la percepción generacional y posterior de cómo concebir la música, para crearla y para disfrutarla. Al día de hoy “Lounge Act” es mi tema favorito. Más que nada por el bajo de Novoselic, que en todo momento conduce a los demás, hasta lograr que Cobain imite los acordes con la guitarra. La letra, con la tensión del triángulo de amor bizarro como tópico, parece encriptada; por momentos le habla a la amistad con derechos (“no puedo dejar que me sofoques, quisiera pero no funcionará”) y en otros a su rival (“prefiero ir por mi camino para probar que todavía puedo olerla en ti”), mostrando una decepción latente y consciente, incluso anticipada al desastre (“tengo esta amiga que me hace sentir que quiero más de lo que puedo robar; me arrestaré y usaré un escudo”), pero desgarrando las defensas sin mostrar arrepentimientos, cual Gran Gatsby de

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