Depósitio Sonoro

Nostalgia

Chris Watson y El Tren Fantasma: una obra de arte sonora que retrata la ingeniería mexicana

Chris Watson es un veterano del ambient inglés famoso por sus trabajos en la grabación de audio en distintos documentales, trabajos para la TV y colaboraciones musicales. Chris Watson basa su trabajo en la creación de música ambient con grabaciones de campo, su especialidad. El tren fantasma es un álbum conceptual, es la versión sonora del viaje en tren del norte al sur de México, algo bastante nostálgico ya que esta ruta se encuentra concesionada a extranjeros desde hace décadas. El Tren Fantasma es el cuarto álbum en solitario para Touch de Chis Watson, uno de los artistas sonoros mas importantes del mundo. Álbum que fue nombrado por The Guardian como uno de los álbumes que se deben de escuchar antes de morir. Watson es un veterano experimentado de la arquitectura sonora. En 1971 fue miembro fundador de Cabaret Voltaire y de The Hafler Trio.  Al usar grabaciones de archivo y de campo, Chris Watson recrea un viaje de pasajeros por todo el país en una línea de ferrocarriles que ya no existe. Han pasado mas de tres décadas del ultimo servicio operado por Ferrocarriles Naciones de México (FNM). Watson pasó un mes a bordo de uno de los trenes como un grabador de sonido para el documental Great Railways Journeys de la BBC. Los ambientes capturados en los micrófonos sensibles de Watson revelan el ambiente en su entorno, abierto, intimo y natural. Una postproducción adicional de muestras de los sonidos los viajes en tren y el tratamiento sonoro necesario, convierten estas grabaciones de campo en un viaje fascinante. Más que un simple retrato sonoro de un programa de televisión, se trata de una narrativa sonora que lleva al oyente a un entorno inalcanzable y nostálgico a través de la imponente ingeniería mexicana.  Un álbum que invita a escucharse una y otra vez a través de los temas con nombres de las estaciones en las que se detenía en aquel momento el tren, lleno de nostalgia y fascinación. 

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Morphine: La cura para el dolor

Hay bandas/artistas como Morphine que están destinadas por las estrellas a ser grandes leyendas en su género. Figuras que influyen en millones de personas en todo el mundo y dejan su nombre grabado en letras de oro en la historia de la música. Sin embargo, también hay bandas/artistas que provienen de escenas pequeñas, muy locales, de nichos muy específicos, de géneros casi incomprendidos y olvidados que también han dejado grandes músicos e intérpretes pero que, desgraciadamente, no cuentan con la trascendencia que deberían, porque simplemente la vida es así. Justo en esa categoría podríamos poner a una banda alternativa de los 90 llamada Morphine, un power trio conformado por Mark Sandman (vocalista y bajista), Dana Colley (saxofón) y Billy Conway (batería). Una de las primeras bandas en probar que no se necesita una guitarra (al menos no como instrumento principal) para contar con un sonido potente y arriesgado. Desde su origen en 1989, la banda originaria de Cambridge, Massachusetts, combinó de forma muy peculiar el blues, el jazz y el swing con elementos básicos de rock en la mayoría de sus arreglos; mientras Colley usaba un saxofón barítono, Sandman se caracterizaba por tocar un bajo de dos cuerdas que estaban tensadas de tal forma que emitían la misma nota, dándole a su música un estilo muy original que de inmediato llamó la atención en pequeños clubs de Cambridge y Nueva Inglaterra. Algunos críticos especializados catalogaron a Morphine como una banda de  Low Rock.   Su primer disco Good contó con You look like rain, un suave y delicado ritmo de Acid Jazz entretejido con la envolvente voz de Sandman, mismo que logró colarse a algunas radios universitarias y los llevó a presentaciones en lugares pequeños de Massachusetts, pero fue en 1993 con Cure for Pain que Morphine llegaría a algunas cadenas locales de radio comercial para entrar de forma moderada y sutil al mainstream, gracias a una poderosa canción marcada por una línea bajo muy eficaz e hipnótica llamada ‘Buena’   Tiempo después saldrían Yes (1995) con diversas críticas no tan favorables, y Like Suimming (1997) con el que volverían a captar la atención de la prensa especializada, sobre todo de Rolling Stone y NME, quienes veían en la banda el potencial creativo suficiente como para romper las barreras entre el consciente colectivo comercial y el jazz. Sin embargo, esto nunca sucedió.   Aun así, la banda continuó realizando giras pequeñas por Europa y preparando un nuevo material denominado The Night, que sería lanzado de forma póstuma en el año 2000, debido a la temprana y sorpresiva muerte de su vocalista durante una presentación en Palestrina, Italia, el 3 de julio de 1999. La causa: un paro cardiaco que sepultó para siempre el futuro de la banda.  Sandman tenía apenas 46 años. A partir de entonces, nacería la leyenda de Mark Sandman y su banda Morphine, que nunca pudo consagrarse dentro del circuito comercial, pero que se convertiría en una de las bandas de culto más respetadas en todo el mundo, sobre todo en países como Bélgica, Portugal, Francia y España y por músicos como Les Claypol, Josh Homme y Miker Watt. Su estilo combina la elegancia de Miles Davis, la introspección de Coleman Hawkins y la solemnidad de John Coltrane, con pequeños trasfondos de ingenuidad y cinismo (Thursday, Sheila, In spite of me y Empty Box), en algunos casos guiados por Sandman (I’m Free Now, Like Swimming) y en otros, por la química existente entre los tres integrantes de la banda (Lilah, Miles Davis funeral ).   Para la posteridad queda su música como el legado perfecto entre el Jazz y el Blues, como una cura para el dolor encarnada en una banda con un final poético, casi a la Leonard Cohen: inesperado, repentino y pacífico. Después de todo, morir en un escenario mientras haces lo que más te gusta en la vida, de alguna forma debe ser un privilegio al que pocos músicos tienen acceso.

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Un poco de historia y diferencias entre un sampleo y un remix

Es un tema controversial y aunque pareciera muy sencillo  no queda del claro para algunos que no están relacionados con el tema de la diferencia que existe en utilizar sampleos o hacer un remix en una canción, no es lo mismo. Acá abordamos un poco el origen e historia. Nos gustaría mencionar que parte del origen de los sampleos provienen de músicos aficionados al jazz, todo esto a inicios del siglo XX, quienes a menudo lo practicaban en vivo con pequeñas partes de otras canciones de composiciones ajenas, esto, digamos, a modo de homenaje hasta que esa broma interna se fue popularizando entre la comunidad y cada vez era más inevitable. Por supuesto que al público le encantaba y eso hacía que los conciertos de jazz fuesen más divertidos y la asistencia incrementara. Posteriormente es cuando aparece el francés: Pierre Schaeffer que fomentó el uso de samples pregrabados y los manipulaba loopeando, cambiando el pitch, subiendo la velocidad o bajándola dependiendo de lo que sus obras de avant garde requerían y ya en la década de los años 80 es cuando aparecen los primeros samplers digitales encabezados por la marca AKAI. En resumen un sampleo es tomar unos segundos o alguna parte de otra canción e incrustarla sobre una de composición propia y un remix es reversionar y trabajar todo el track.

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Los secretos escondidos del post punk, por Jon Savage

Jon Savage es uno de los periodistas musicales más influyentes del Reino Unido y nos lleva por un viaje de sonidos secretos escondidos según su búsqueda que retratan la otra parte del post punk que casi nadie conoce en un periodo de 1978 a 1981.   En la compilación podemos encontrar a bandas This Heat, Kleenex, DNA, Wire, Cabaret Voltaire, The Prefects, Pere Ubu, Mars y muchos más. Fascinense escuchándola, como nosotros lo hicimos.

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Anécdota con Paul Oakenfold y su visita a CDMX en 1998

Ésta es una crónica curiosa de Paul Oakenfold y su visita a CDMX en 1998. Ese fue un año simbólico para la escena RAVE en este país, los estigmas y prejuicios sobre un género musical que si bien, no ha sido condenado y satanizado como el metal u otros géneros, sí lleva a cuestas un par de lápidas, una por el uso excesivo de psicotrópicos y otro estigma, y quizá el más aberrante es el bautizo de este género por sus detractores como punchis punchis. Ese año quizá, y digo sólo quizá, ha sido el más importante en relación a ese género. En la Ciudad de México llevaban a cabo fiestas todos los fines de semana, unas comenzaban en viernes y quizá aún no terminan, lo digo por aquellos sujetos que se quedaron en algún viaje ácido. Monterrey no fue la excepción, de pronto en el Barrio Antiguo, se anunciaba en un antro llamado Ezquizo, una tocada monumental con Hernán Cataneo de Argentina, y el entonces Dj número uno en el mundo y Paul Oakenfold de Inglaterra. En ese entonces mi profesión era ser locutor de una estación de radio que, como el mismo género electrónico, llevaba sus estigmas por haber sustituido a una gran estación como ROCK 101. Entre mis actividades no sólo era aventarme la verborrea y el poner discos sino también mezclar y en ocasiones entrevistar a los DJs más importantes y esta era mi oportunidad de sentarme a charlar con el más reconocido “pinchadiscos” del planeta. Fui invitado a tocar en aquella fiesta en tierras regias y para mi era más que un honor y no sólo eso sino una enorme responsabilidad hacer bailar a la concurrencia ya que compartir escenario con ese monstruo me ponía más que de nervios. Tenía una encomienda por parte de mi director de entrevistar a Oakenfold a como diera lugar. Me puse en contacto con el promotor del evento, me dio la cita y me dijo que nos veíamos alrededor de las 8 de la noche en el lobby del hotel Quinta Real. Llegué pocos minutos de la hora, me senté en un sillón del bar, uno de esos sillones tan cómodos que te invitan a quedarte dormido una vez que pasan unos cuantos minutos. Para hacer más llevadera la espera, porque obviamente una estrella jamás llega temprano, me pedí un par de ginebras que me bebí casi de un sólo trago víctima del nerviosismo. No sabía como comenzar la entrevista, en realidad sentía una pendejada pedir un autógrafo o una foto o peor aún, algún vinyl, sin embargo, y sin duda alguna, cada pensamiento previo al encuentro es una pendejada, la cabeza no es cabeza en ese momento, mi mente se convirtió en un pedazo de caca que no hilaba ideas. De pronto baja el promotor, me dice que Paul estaba próximo a bajar y que fuera breve. El DJ se aproximó a mi y con su acento británico y su mala pronunciación del español me dijo ¿”hola, cómo estas”? Puse la grabadora sobre una mesita que parecía salida de la sala de mi madre o de mi abuela, es más esa mesa parecía aquella que nos habían robado de casa de mis viejos.   La charla comenzó con la clásica pregunta de que se sentía estar en México, como si fuera un éxtasis o como si fuera algo magnánimo, de pronto me dije a mi mismo, “¡qué pregunta tan pendeja!”. Las preguntas y respuestas fueron fluyendo al frío más no al calor de otro par de ginebras que me fui recetando. Influencias, vida personal, trayectoria y otros tópicos iban envolviendo la entrevista cuando me dijo el promotor que debían adelantarse al antro. Estreché la mano de Oakenfold y se esfumó entre la nube de humo que dejaba la nata de cigarrillos que me había fumado durante el encuentro. Tomé mi grabadora para revisar la calidad del audio, presioné el botón de play y mi rostro de inmediato dibujó una sonrisa. La expresión no fue de júbilo sino de decirme a mi mismo: “¡Qué pendejo eres!” Se te olvidó poner “recording”. El nerviosismo me atrapó y todo quedó en una charla cordial acompañada de unos ginebras.

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Roma: la música que definió a México en los años 70

En diciembre del 2018 llegó a Netflix la galardonada película Roma, de Alfonso Cuarón. Una película que se enfoca en la vida de Cleo, una empleada doméstica en la Colonia Roma del México de 1970. La película ganadora del Oscar por Mejor Director, Mejor Película Extranjera y Mejor Fotografía logra transportar al espectador de vuelta al pasado, a través de los recuerdos de Alfonso Cuarón. Además, estuvo nominada a Mejor Sonido y Mejor Edición de Sonido, a cargo del talentoso Sergio Díaz, quien se encargó de encontrar cada uno de los elementos sonoros que hacen que la película tenga una gran peso evocativo. En cine, los elementos que componen un filme, como la fotografía, dirección, escenografía y el vestuario, le dan a éste las herramientas para sumergir al espectador dentro de ella. Pero hay un elemento en específico que llega a empatar con las fibras sensibles de la persona, y ese es la música. Uno de los elementos más fuertes dentro de la película multipremiada de Cuarón, es el Diseño de Producción, el cual, ha llevado al equipo de este departamento a reconstruir, con detalles minuciosos, el México de 1970. Roma es una película que carece de música original, todo lo que podemos escuchar dentro de este viaje a los recuerdos del pasado, son los sonidos que nos remiten a ciertos lugares, como el sonido del afilador, el del camotero, o inclusive ruidos, como los gritos de comerciantes ambulantes o el tráfico. Y es aquí, que la música entra de forma circunstancial, apareciendo como guiños, constituyendo un elemento fundamental para transportarse a esa época. El México de 1970 es una época definida por movimientos sociales que agitaron al país. Las marchas y represiones estudiantiles del ’68 y ‘71 dieron visibilidad a los problemas nacionales e hizo evidente el autoritarismo gubernamental. De este primer movimiento, la música de protesta se volvió parte del espíritu de los estudiantes, siendo Óscar Chávez y Judith Reyes los músicos que serían la voz del movimiento junto con Joan Baez, Leonard Cohen, Bob Dylan y Peter Seeger, quien fue invitado por el Partido Comunista a tocar en la Facultad de Ciencias de la UNAM. Los grupos de Rock&Roll de la década los 60 comenzaron a diluirse, Enrique Guzmán, César Costa y Johnny Laboriel dejaban Los Teen Tops, Los Camisas Negras y Los Rebeldes del Rock respectivamente, y comenzaron a forjar sus carreras como solistas. Mientras tanto, el movimiento hippie comenzaba a influenciar a los estados fronterizos. Si se tuviera que elegir a un género musical que haya definido a esta década, definitivamente sería el de balada romántica con arreglos sinfónicos. A pesar de las cosas que sucedían en el país, esta música sirvió para poder hacer al mexicano olvidar su realidad. Es en 1970, año en el que transcurre la película, que las carreras de artistas como Leo Dan, Juan Gabriel, José José y Rocío Durcal se consolidaron y marcaron a gran cantidad de la población haciendo que sus canciones vivan hasta nuestros días. Los grupos sudamericanos y españoles encontraron en México la cúspide de sus carreras, como lo fueron Los Pasteles Verdes, de Perú, Los Terrícolas, de Venezuela, o Los Ángeles Negros de Chile. Por ejemplo, Leo Dan, originario de Argentina, llegaba a tierras mexicanas en 1970 con el éxito Te he prometido. Él era gran aficionado de la música mexicana, y aquí, grabó otras canciones que le llegaron al público nacional, como Toquen mariachis canten y Mi última serenata. Este año, significó también el nacimiento de El Príncipe de la Canción, José José, quien tuvo como primer éxito la canción La Nave del Olvido. Meses después, se presentaría ante un público internacional televisado en el II Festival de la Canción Latina, con sede en el Teatro Ferrocarrilero de la Ciudad de México, en dicho evento, cantó por primera vez el éxito que marcó su carrera para siempre, El Triste. El Divo de Juárez, Juan Gabriel, después de graves problemas financieros e incluso penales, lanza en 1971 su primer disco Alma Joven, con el sencillo No tengo dinero, este álbum -al igual que con José José- ayudó a posicionarlo como uno de los interpretes de balada romántica más importantes del país. La música que nunca ha faltado en el corazón de los mexicanos es la de artistas como Álvaro Carrillo, Javier Solís y los clásicos Pedro Infante, José Alfredo Jiménez y las irreverentes canciones de Tin Tan. Todos estos artistas, consolidados 20 años antes, seguirían marcando a la población. Pero no todo fue música romántica y baladas durante la década de los años 70. Esta década representó el punto de quiebre para las bandas de rock nacional. Había una división musical demasiado amplia, porque, a pesar que los artistas antes mencionados eran de consumo masivo, las clases populares y sectores más contestatarios se inclinaron al rock. Es así, que tres meses después de la Matanza de Corpus, se llevó acabo el primer festival masivo de música en México, el Festival de Rock y Ruedas de Avándaro, considerado el Woodstock Mexicano, el cual estaba programado para 5 mil asistentes, que verían una carrera de autos acompañados de bandas, pero la asistencia final fue alrededor de 150,000 personas, que experimentaron en el festival una especie de catarsis social que emanaba del recuerdo de las matanzas de los años anteriores, además de expresar el amor libre y el uso de drogas. Fue en este festival que la banda Three Souls In My Mind, después conocida como El Tri, que marcaría y sería el estandarte del rock de esa década. Después de este evento, el gobierno mexicano prohibió grandes reuniones juveniles, para evitar nuevos movimientos y cerró las puertas en el país a grupos internacionales de rock a presentarse por esta misma razón. Es por eso, que la música en México que llegaba a las grandes audiencias, era aquella que fuera más tranquila y de temas más generales. Roma se desarrolla entre 1970 y 1971. Como se puede observar, este par de años sirvieron como punta de lanza para el desarrollo

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The Human League: de sueños y sintetizadores

Es innegable la influencia que The Human League ha tenido dentro de la música electrónica y el synth pop desde su fundación en 1977, pasando por varias alineaciones y radicalizando la música pop. Además esta banda ha dejado un gran impacto con altas y bajas de como entendemos la música hecha con sintetizadores. Su legado es importantísimo para la música de nuestros días. Origen Fueron pioneros en tocar con puros sintetizadores y aunque en sus inicios eran comparados con Kraftwerk (por que usaban la misma marca de sintetizadores), ellos siempre quisieron ser una banda de música pop. Todo esto a raíz de que escucharon ‘I Feel Love’, el mega hit de Donna Summer producido por Giorgio Moroder, dando paso así a un grandísimo protagonismo y que nos dejaría una serie de canciones icónicas que nos sirvieron para entender la música ochentera hecha con teclados. Marcando el camino La banda comenzó a abrir un camino a otra serie de grupos que muy pronto empezarían a imitar su sonido. Después de su sencillo debut ‘Being Boiled‘ y de recibir una buena aceptación, The Human League junto a su alineación original conformada por Phil Oakey, Ian Craig Mash y Martyn Ware más la integración de Ian Burden y Jo Collins, presentaron un nuevo sencillo titulado ‘The Dignity Of Labour‘, canción que fue dividida en cuatro partes y en donde la música se impone a la voz. Esto se consideró toda una revolución para lo que se hacía en la música de ese entonces y que capturó a muchos jóvenes aficionados que descubrían ese tipo de producciones tan futuristas. Ruptura y avance Phil Oakey supo reponerse a una ruptura interna y el abandono de los miembros fundadores de la banda porque tenían ganas de volverse más experimentales, Oakey quería suavizar de alguna manera toda esa experimentación con el fin de que los tocaran más seguido en la radio y llegaran a los charts del Reino Unido. Para esto, Phil integró a dos vocalistas bastantes carismáticas: Joanne Cahtedral y Susan Annn Sulley, quienes iban a inyectar de nuevos aires las composiciones de la banda y que marcaban sin saberlo, el comienzo de la escalada a la cima del éxito. El éxito implacable de DARE, su obra maestra Con este asombroso disco, The Human League abriría miles de puertas hacia los mercados en los Estados Unidos, al synth-pop que se hacía en el viejo continente y a diversas creaciones que hasta ese momento la música pop no ofrecía. Dare fue respaldado con grandes temas como ‘Open Your Heart’, ‘Love Action’, ‘The Things That Dreams Are Made Of’, ‘The Sound Of The Crowd’ y el más popular pero a la vez espectacular de todos: ‘Don’t You Want Me’. Esta canción fue un acontecimiento musical sin precedentes y me atrevo a decir que es una de las más importantes dentro de la historia de la música moderna, además de que los puso en la mira de todo el mundo y les hizo alcanzar el éxito que tanto habían buscado desde sus dos discos anteriores. Desde sus inicios hasta sus etapas más oscuras, de lo experimental al imperio pop,  y hasta las que jamás imaginamos que podrían lograr, la agrupación sigue conservando esa esencia como si nunca hubiera pasado el tiempo sobre ellos,  o tal vez sí, pero han trascendido y eso es lo más importante. The Human League forma parte de la historia como una de las bandas más importantes que han existido en su género, pioneros del synth pop y de introducirla a la cultura popular.

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El legado que ha dejado Pete Shelley, cantante y guitarrista de Buzzcock

Pete Shelley, cantante y guitarrista de la legendaria banda Buzzcocks falleció el día de ayer a la edad de 63 años por un supuesto ataque de corazón en una localidad al norte de Estonia, confirmó su manager a la cadena BBC. Shelley, cuyo nombre real era Peter McNeish, formó junto a Howard Devoto en 1976 la banda Buzzcocks, uno de los grupos fundamentales del punk rock británico formada en Bolton, en el área metropolitana de Mánchester. Para ser precisos Shelley y Howard Devoto formaron Buzzcocks e iniciaron su carrera con el lanzamiento de su EP “Spiral Scratch” en 1977 y su álbum debut “Another Music In a Different Kitchen”, que se editó un año después; la banda dejó una huella importante en la escena del punk británico con sus reconocidos éxitos  Ever Fallen in Love (Whit Someone You Shouldn’t ve  y  What do I get?. El nombre para el grupo salió a partir de la revista Time Out que decía: “It’s the Buzz, Cock!”. La palabra “buzz” se utiliza para describir la emoción de tocar, mientras que “cock”, en Mánchester, se refiere a un compañero o amigo. Entonces, el nombre para la banda, creían, capturaba la emoción del movimiento punk emergente. Inspirados en una generación que creció bajo el descontento y valores contrarios a los establecidos, Buzzcocks junto a bandas como Sex Pistols, The Ramones y The Clash definieron un sonido que se ligó con aquel relato, se trataba de acordes simples y temáticas políticamente contestarías. Aunque contestatario, su punk por azares se convirtió en mainstream y su música en un gran legado que prevalece hasta nuestros días. Dicho legado de Shelley es precisamente su agresividad rítmica y su cinismo lírico como resistencia al conservadurismo de una época que intentaba opacar a una juventud naturalmente inconforme y sin oportunidades. Buzzcocks se separó en 1981 y desde entonces y hasta 1989 Pete Shelley se centró en su carrera como solista. El músico inglés también tuvo así su carrera de la cual nos dejó un acervo de 5 ingeniosos álbumes con tintes futuristas, de los que destacan “Homosapien” (1981), Haven & The Sea (1986) y XL-1 (1983). Desde 1989 y hasta la actualidad, Buzzcocks había vuelto con giras y discos. Sin duda, estamos de luto ante la pérdida de un personaje clave de la escena del punk, pues Shelley representa la esencia de aquel irrepetible movimiento de lucha musical que ha influido por décadas a generaciones de músicos.

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