Pocas personas consideran adentrarse al mundo del ambient porque lo ven como pequeñas melodías utilizadas en los ascensores para acompañar esos cortos viajes incómodos; pero a lo largo del tiempo, de experimentación y largas horas de estudio, el ambient ya no es lo que solía ser. Quizá lo que la gente entiende mal de este género es que a menudo se confunde con la música clásica, y ambas se usan comúnmente para llenar el silencio en horas de trabajo y productividad Estudios recientes han relacionado a la batería (la forma más antigua y universal de hacer música) con la reducción de la ansiedad, el alivio del dolor, la mejora del estado de ánimo y en niños con autismo. Escuchar y tocar jazz, por ejemplo, entre otras formas de música sincopada, ha demostrado que puede promover la creatividad, mejorar las habilidades matemáticas y apoyar el bienestar mental y emocional. El uso de la música clásica definitivamente ha impulsado numerosos estudios que sugieren que escuchar música clásica puede mejorar la inteligencia y la concentración. Pero ¿por qué el ambient, un género que a menudo se caracteriza por su falta de sincopación, promueve frecuencias sonoras reductoras de estrés y efectos emocionales? El ambient parece haberse diseñado para combatir el estrés y la enfermedad, y en cierto sentido lo fue. Inicialmente el ambient se creó con la idea de permitir al oyente mejorar la percepción de su entorno y uno de los pioneros del género, Brian Eno adoptó el termino ambient para su obra Ambient 1: music for airports (1978), y definirla como “la música diseñada para inducir la calma y el espacio para pensar”. Esta descripción permite también ver una diferencia más clara entre la música ambient y la clásica, que a menudo se utilizan para cumplir tareas similares. Para tener una constancia científica y no sólo una declaración artística del propósito de Brian Eno, investigaciones médicas recientes han validado los efectos del ambient sobre el comportamiento cerebral y el flujo de neurotransmisores. El propósito de lo que generalmente llamamos ambient ha evolucionado y cambiado en relación a los músicos y sus audiencias, pero no importa la intención o el límite de los géneros ya que todo tipo de música ambient tiene el poder terapéutico no sólo de reducir la ansiedad; sino también, de aliviar el dolor en pacientes recientemente operados y en pacientes con dolor crónico y reducir la demencia o el delirio en pacientes hospitalizados. En un estudio realizado en la Unidad de Cuidados Críticos del Hospital Universitario de Londres en el que el grupo Darkroom tocaba ambient en vivo, el escritor y psicólogo líder del estudio, el doctor Charles Fernyhough concluyó que el ambient redujo los síntomas del estrés postraumático en los pacientes sobrevivientes de la Unidad de Cuidados Críticos además de reducir la incidencia de delirio. Las respuestas fisiológicas cerebrales al ambient también han sido estudiadas ampliamente y varían de una persona a otra al igual que los gustos, pero numerosos estudios han demostrado un aumento en la producción de dopamina, serotonina, oxitocina y opioides internos (neutrotransmisores relacionados al placer y alivio de dolor) en personas expuestas a esta música. Aunque para la mayoría de las personas el ambient es difícil de entender y escuchar, y para otras fluye de forma fácil, en la mayoría de las personas que sufren trastornos de ansiedad, estrés postraumático, insomnio o dolores crónicos, los paisajes sonoros mínimos, los silencios y las atmósferas sonoras sin palabras son más efectivas que cualquier medicamento.