Microscopia Musical, entrevista con Inés Gutiérrez de Cirrina Lab

  Inés Gutiérrez es periodista de ciencia y una artista visual dedicada el mundo de la microscopia musical y otras ramas, su trabajo como creadora explora imágenes absolutamente espléndidas, y encima, creó su propio laboratorio para que ese mundo se ilumine cada vez más: Cirrina Lab. Platiqué con ella para conocer su presente y su futuro partiendo del pasado. ¿Cómo fueron tus inicios como creadora?   Todo empezó a finales del 2015 cuando un amigo me enseñó el teaser del álbum Immunity de Jon Hopkins. El vídeo del teaser eran puros timelapses del crecimiento de cristales de azúcar filmados con un microscopio. Me voló la mente. Justo en ese momento yo estaba a la mitad de mi carrera de Biología en la UNAM y todo el tiempo usábamos microscopios en los laboratorios para ver distintas cosas, como hongos, bacterias y cosas así; entonces pensé que yo podría hacer algo como el vídeo. Al poco tiempo contacté a mi amiga Florencia Díaz, que es una fotógrafa increíble, y le platiqué la idea de que hiciéramos un proyecto de arte visual a través de microscopios. Igual que a mí, le emocionaba muchísimo la idea, pero no sabíamos bien de dónde íbamos a sacar los microscopios, ni qué íbamos a grabar.     Más o menos por esas épocas iba un día caminando por el edificio de biología de mi facultad (la Facultad de Ciencias de la UNAM) y vi un letrero en una puerta que decía “Microcine” y pues me sonó justo a lo que queríamos hacer. Toqué la puerta y me abrió Alejandro Martinez Mena, el director de ese laboratorio, me platicó lo que hacían y me enseñó los microscopios que tienen. Le platiqué mi idea y me dijo que todo le sonaba muy bien, menos porque yo en realidad no tenía ninguna experiencia con la fotografía microscópica. Entonces, me sugirió que tomara su clase optativa (que justo era sobre fotografía macro y microscópica) y que luego veíamos. Entonces me inscribí, tomé la clase y pedía tiempo extra en el lab para practicar e ir agarrándole la onda a la composición de imágenes y a la parte técnica de montar la cámara en el microscopio.    Y ya, al poco tiempo me escribió mi amiga Paulina Olea que tiene un proyecto de música electrónica que se llama Amnl Prnt y me pidió que le hiciera la portada y unos visuales. Para entonces ya era muy amiga de Alejandro, entonces empecé a grabar cosas como espermatozoides de rata, aprendí a cristalizar vitamina C y además me hice amiga del director del Acuario de mi facultad que me regalaba (y sigue regalando) microorganismos acuáticos, como los seamonkeys. Después Ana Druker, una amiga que es artista y también le hace a los visuales, me enseñó a usar Resolume Arena, un software para mezclar vídeo en vivo. A partir de ahí empecé a colaborar más y más con artistas músicos.  ¿Qué visión sentimental o inspiración encuentras en al arte visual que has hecho? Para mí, el arte que hago es una manera de comunicar lo que siento cuando veo y entiendo el universo microscópico. Es como un homenaje a esa dimensión. Siempre me ha parecido que aunque son organismos y procesos de los que rara vez nos enteramos (porque literalmente no los podemos ver), tienen su propia historia que es igual de compleja y fascinante que la historia de lo macroscópico. De hecho sin lo microscópico no existiríamos nosotros, la materia y los seres vivos estamos hechos de partículas o moléculas chiquititas. Entonces sí, creo que el sentimiento principal que mi arte quiere comunicar es ese asombro por las vidas y procesos del microcosmos. El punto es enseñar en pantallas enormes lo gigante que es lo diminuto para mí. ¿Cómo nace la necesidad de crear Cirrina Lab y con qué objeto? Creo que en general mi propósito de vida es comunicar la ciencia a los demás. Para mí el pensamiento crítico y la ciencia deberían de ser parte fundamental de la vida de las personas, no solo porque es importante cuestionarnos sobre las cosas que nos rodean, sino porque tiene un lado que a mí me ha inspirado mucho y me recuerda con frecuencia a ser humilde ante lo enorme que es la vida fuera de los seres humanos. Cirrina Lab es una forma de comunicar la ciencia pero de una forma subjetiva o indirecta. No es un texto clavadísimo en donde te explico equis cosa sobre los quehaceres de la ciencia, son imágenes abstractas que a veces se entiende que vienen de algo microscópico y a veces no, pero que según yo evocan esa curiosidad por entender lo que estás viendo. Mi objetivo es invitar a la gente a sentir lo chido que siento yo cuando me asomo por un microscopio. La influencia de la Microscopia es muy recurrente en tu trabajo, ¿qué es lo más emocionante de explorar ese mundo? Lo más emocionante de explorar el microcosmos es que es inagotable y siempre es nuevo. Un ejemplo es en la cristalización; puedes tener una solución de una sustancia, como la vitamina C, que sea idéntica siempre, con las mismas proporciones y así, pero cuando la pones a cristalizar, el resultado siempre es diferente; los cristales nunca crecen de la misma forma. Además en la microscopía hay muchísimas texturas y colores que son únicos de las cosas que tienen ese tamaño, lo cual me da mucha materia prima para crear imágenes visuales interesantes. Además me parece una locura que en una sola gota puedan estar pasando tantas cosas, que en un espacio tan chiquito haya lugar para tantos procesos, interacciones, organismos. Cuéntame un poco sobre como es el proceso cuando colaboras con algún otro artista o músico y con quiénes lo has hecho, ¿importa la música? ¿escuchas la música primero para crear ese balance creativo? Mi proceso cuando colaboro con artistas sonoros o músicos puede darse de dos formas: que empiece desde lo auditivo o que empiece desde lo visual. En el primer caso el músico me comparte una

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