Depósitio Sonoro

Downtempo

La hermosa voz de Rhye en su álbum Blood

Cuando se tiene una voz tan distintiva y cautivadora como la de Mike Milosh de Rhye, realmente no hay razón para encubrirla. Blood, su último lanzamiento, es un disco que se desliza entre lo público y lo privado, con temas que van desde los ritmos más íntimos hasta el sonido más funk a repuesto y viceversa. Género: Alternative R&B | Downtempo | Soul | Sophisti-pop Label: Loma Vista Recordings ★★★ El debut de Rhye en 2013 Woman, puso a Milosh y a su voz al frente de un íntimo movimiento “alternative R&B” que construyó con ayuda de su socio Robin Hannibal. Pero en su nuevo álbum, Blood, lanzado a inicios de febrero, Rhye trabajó solo con un alma aún más despojada aprovechando al máximo su voz para ir más allá del sonido del falsete y del R&B.  La forma en que la voz de Milosh se desliza y agrieta suavemente a lo largo del disco, solo es un reflejo de sus vertiginosos sentimientos en los que se pierde en cada tema. Incluso preguntándose en el coro de Softly “¿Dónde estamos ahora?”, como si hubiera perdido todos sus aspectos emocionales reflejándolos con su voz y en sus letras.  Aunque las canciones de Blood son más sencillas que las de Woman, en realidad no son simples. Milosh ha construido historias elaboradas a partir de los materiales más sutiles y delicados entrelazándolos de la forma intrincada creando un gran álbum que declara que la música de Rhye está hecha para durar.   

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Piano Nights: Espasmos sonoros en la oscuridad

Hace un tiempo una amiga me recomendó otro disco de este grupo alemán Bohren & der Club of Gore.  Una banda de alguna variante oscura entre el metal y el jazz. Para mi sorpresa, nada de guitarras con siete cuerdas ni doble-bombos se aparecieron en ese álbum. Solo me quedé fumando y observando el humo del cigarro mientras se consumía lentamente casi escuchando como se quemaban los trozos de tabaco… como el sonido de una tranquila fogata con un soundtrack que olvidé por completo haber puesto en reproducción. Parecía más bien eso: La banda sonora de una noche de cigarrillos. Género: Ambient – Jazz – Downtempo – Doom Metal Año: 2014 Apagué la lámpara, aún esperando algún sonido gutural o un riff oscuro esporádico. Nunca llegaron. Entonces me puse solo a observar la fresa ardiente del cigarrillo. Ahí me percaté que cada detalle contaba como un espasmo de cada integrante, sutil pero notorio; El beat de la batería a un tempo tan lento que ni siquiera sabía posible, sin prisas ni redobles milimétricos. Sin virtuosismos evidentes. Sin una otra intención más que crear una atmósfera que evocara precisamente a ese concepto: Un planeta tierra negro. Para cuando escuché Piano Nights (2014) ya estaba acostumbrado a las pocas variaciones entre cada canción y el jazz oscuro y perpetuo que se presta para un whisky derecho y unas caladas de humo. El saturado silencio y la alongada resonancia de cada tom, cada tecla, cada soplido, cada pisada hacen que uno se pierda entre cada tema. En realidad ni siquiera importa el título, en realidad ni siquiera importa el nombre del álbum. Realmente elegir esta grabación solamente es un pretexto para hablar del eterno estado de ánimo al que nos lleva este grupo tan deliberada y acertadamente homogéneo. Contra lo obvio, el disco tiene como actor principal un saxofón que roza cada nota y la deja existir hasta que el aire se agota, los demás instrumentos permanecen en un presente y aterciopelado segundo plano casi siempre. Puede ser ideal para una noche de cuarto oscuro o de sensualidad taoísta o lo que uno elija. A final de cuentas estos sonidos solo nos llevan a un estado de intimidad excitante y sensorial. Puedo imaginarlos claramente en el estudio a oscuras con sus dos elegantes pianos, el saxofón que apenas deja ver su brillo, aquel bajo que más bien evoca a un largo y grave murmuro, los contras sutilmente acariciados por la baqueta y un cigarrillo consumiéndose lentamente en un cenicero, mientras el botón rojo es apretado y los carretes comienzan a girar.

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Music Has The Right To Children de Boards of Canada cumple 23 años. Un álbum que reinterpreta la nostalgia

Alguien tiene que alzar la voz y hacer el eco suficiente para darnos cuenta de la magnitud de lo que significa el aniversario 22 del disco Music Has The Right To Children de Boards of Canada. Una obra magistral y enorme creada por dos mentes musicalizando un concepto iluminado y de una manera evocadora hacia nuevos pasajes a lo desconocido, quizá comandado por el misterio y la intriga. La obra está compuesta y llena de matices ambientales que diversificaban la propiedad de nuevos géneros hasta ese momento (Intelligent Dance Music, Ambient, Psicodelia, Downtempo). El sonido electrónico ambiental son registros atraídos sorprendentemente de las profundidades de una síntesis atemporal que cuando se llega al nudo de las composiciones, es imposible resistirse al efecto de su encanto melancólico. La magia de este disco es que logra mantener un ritmo constante ligeramente más lento que la mayoría de sus contemporáneos de los años 90, como Autechre, Aphex Twin, Squarepusher o Plaid, crea un punto de referencia sobre hacia dónde se dirigen las cosas. Es como si lograran tipificar rítmicamente las sonoridades de sus percusiones apuntaladas por los lamentos de un mundo en donde los humanos escuchan, sienten, bailan, sufren y aman. Eso puede sonar aterrador y quizá lo es; sin embargo, es extrañamente reconfortante escuchar la música de Boards of Canada. El arte de la portada el arte tiene una familia de los años 70, con los rostros borrados en distintas tonalidades. Entre triángulos, rombos, matices e inflexiones Board of Canada puede llegar de golpe, como un collage con miles de fotografías de viajes y vivencias, como un mantra que busca el trance y la liberación de la mente del flujo constante de pensamientos difusos.   Un disco que te puede atravesar el alma; para degustar, sin prisa alguna, con la calma del campesino que observa su cosecha en temporada fluvial. En un lacónico tiempo este dúo escocés dejó rastros aún inconclusos. Hoy, más allá de ser una banda influyente y de “culto”, Boards of Canada se ha vuelto atemporal. Pueden empapar de nostalgia con su gran misticismo. Music Has The Right To Children nos abraza con mucha profundidad y sutileza, representa una nueva revelación, son espeluznantes, estimulan, atrapan y suavizan el alma de quien los escucha por primera vez bajo un cielo responsable de lo hipnótico hacia un nuevo significado, hacia un derecho que nos pertenece a todos: la música.

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