“(…) Yo vivo en una casona del barrio histórico de San Telmo. Toda rota la casa, y así me gusta. Es como todo: como mi campera, como mis zapatos… y también como, a veces, la música de Sumo; pero a la gente le gusta porque, por lo menos, es verdad”, Luca Prodan Desde el presente es fácil reconocer la importancia de los desordenados años 80 para el desarrollo tan acelerado y polifacético que experimentó el rock en el mundo. Pero en ese momento, en una Argentina de constante transición, que vivía los últimos años de la Guerra Fría, no fue tan obvio. El rock argentino se caracterizó desde un par de décadas antes, por forjar su propio camino, y, al igual que en otros lugares del mundo, no se detuvo. Podemos afirmar que el sonido que constituyó la Argentina de los 80 no podría explicarse igual sin el nombre de: Sumo. Hablar de Sumo, obligatoriamente, nos dirige a la historia de su mítico líder Luca Prodan. Nacido en Roma de 1953, Luca resaltó por su inteligencia tanto como por su rebeldía. Durante su vida fue protagonista de innumerables conflictos y habitó en distintos países hasta que, finalmente, se ubicó en el Reino Unido de los años 70. Este país tuvo múltiples padecimientos como el desempleo, la desigualdad y la heroína; pero también vio nacer una gran explosión musical que fue desde el complejo rock progresivo hasta las aristas más desalineadas del punk rock. Luca parecía haber encontrado su sitio, pero el suicidio de su hermana y un coma le implantaron la necesidad de huir de su profunda adicción a la heroína, reubicándose en Argentina. Impulsado por un viejo amigo que vivía en ese país, Timmy McKern, Luca llegó a Córdoba en 1980, durante los últimos años de la dictadura cívico-militar conocida como El Proceso, que desde 1976 se había distinguido como una de las más violentas en la historia del país. Durante El Proceso, el terrorismo de Estado fue parte de la cotidianidad y muchos artistas; entre ellos, figuras del primer rock nacional como Litto Nebbia y León Gieco fueron censurados, amenazados o perseguidos, y en los casos más lamentables, desaparecidos y asesinados. Sin embargo, Luca se dedicó a seguir explorando la música, conoció más personas y, de manera casi espontánea, se creó Sumo. La alineación estuvo conformada por amigos y músicos locales que se unieron genuinamente a conjugar sus mejores habilidades con los novedosos aportes de Prodan, formando un sonido nunca antes aterrizado en la Argentina. Con Germán Daffunchio (guitarra), Alejandro Sokol (bajo), Stephanie Nuttal (batería), Ricardo Curtet (guitarra) y Luca Prodan (voz), Sumo debutó en los bares de Buenos Aires en 1982. Aunque no se enfrentaron a los años más duros de la dictadura, Sumo alcanzó a vivir las tensiones de la guerra de las Malvinas y sus consecuencias. En 1982, la Junta Militar de Argentina “recomendó” no difundir la música en inglés debido al conflicto bélico, lo cual se interpretó como una orden, al igual que todas las “sugerencias” de ese entonces, y así se ejecutó. Precisamente Sumo tenía una primera particularidad: gran parte de su repertorio estaba en inglés, aun cuando el rock argentino ya tenía un fuerte arraigo en la lengua española. Pero la prohibición de la música en ese idioma no impidió que la banda continuara su propuesta, si acaso le generó más popularidad dentro del circuito underground en el que se instalaron rápidamente. La segunda y más importante peculiaridad de Sumo fue la mezcolanza de sonidos que manejaron, en la que confluyeron especialmente el post punk y el reggae, hasta entonces poco explorados en Argentina. Y esto está indudablemente enraizado a los conocimientos de Luca. La inmigración de jamaiquinos en Reino Unido fue constante aún después de la independencia de la isla caribeña, y en los años 70 generó una amplia presencia de los ritmos de Jamaica en Inglaterra, en donde ya se vivía la gran explosión del punk. Como consecuencia, a finales de la década se fundaron movimientos artísticos significativos que recuperaron diferentes tradiciones y aprovecharon el intercambio cultural. El bohemio Prodan vivió directamente estas escenas. Por un lado, se gestó el multifacético post punk, el cual, dentro de su atmósfera artística, profunda y experimental adoptó algunos elementos de la música jamaiquina, principalmente del reggae y el dub. Por otro lado, el surgimiento de la escena two tone, un movimiento interracial que reivindicó no sólo al reggae, sino a su predecesor el ska y que fue conducido por exponentes como The Specials, Bad Manners o The Selecter. Durante su estancia en Reino Unido, Luca admiró de cerca a grupos como Ian Dury & The Blockheads, Public Image Ltd, Wire y Joy Division, quienes influyeron posteriormente en el estilo musical de Sumo. Asimismo, colaboró con New Musik, cantando un par de frases de la canción Living By Numbers. Él mismo perteneció a The New Clear Heads, su primera banda, en la que se publicaron apenas unos demos. Durante ese periodo, conoció a Stephanie Nuttal, quien antes de ser la baterista de Sumo, fue miembro fundador de una de las bandas del post punk de Manchester: Manicured Noise. Sumo contribuyó fuertemente a que estos sonidos se extendieran en Argentina. Respecto al reggae, formaron un proyecto paralelo llamado Hurlingham Reggae Band, el cual puso mayor énfasis en este ritmo. Ellos y otras pequeñas bandas como Alphonso’s Entrega fueron de las primeras del circuito under de Buenos Aires en incorporar ska y reggae, lo que significó un referente para las generaciones cercanas que, poco después, desenvolvieron esta música con mayor amplitud. “Yo era fanático de Sumo. Nunca volví a ver a un grupo argentino que me pusiera la piel de gallina como esa base de reggae, ese humo. Luca sabía de qué iba. Lógico: cuando vivía en Inglaterra, mientras acá recibíamos un disco por mes, él veía bandas todas las noches”, Naco Goldfinger, ex integrante de Los Fabulosos Cadillacs. La hostilidad hacia lo inglés no desposeyó a Sumo de sus cualidades, pero sí hizo que