Depósitio Sonoro

16 enero, 2019

Chris Watson y El Tren Fantasma: una obra de arte sonora que retrata la ingeniería mexicana

Chris Watson es un veterano del ambient inglés famoso por sus trabajos en la grabación de audio en distintos documentales, trabajos para la TV y colaboraciones musicales. Chris Watson basa su trabajo en la creación de música ambient con grabaciones de campo, su especialidad. El tren fantasma es un álbum conceptual, es la versión sonora del viaje en tren del norte al sur de México, algo bastante nostálgico ya que esta ruta se encuentra concesionada a extranjeros desde hace décadas. El Tren Fantasma es el cuarto álbum en solitario para Touch de Chis Watson, uno de los artistas sonoros mas importantes del mundo. Álbum que fue nombrado por The Guardian como uno de los álbumes que se deben de escuchar antes de morir. Watson es un veterano experimentado de la arquitectura sonora. En 1971 fue miembro fundador de Cabaret Voltaire y de The Hafler Trio.  Al usar grabaciones de archivo y de campo, Chris Watson recrea un viaje de pasajeros por todo el país en una línea de ferrocarriles que ya no existe. Han pasado mas de tres décadas del ultimo servicio operado por Ferrocarriles Naciones de México (FNM). Watson pasó un mes a bordo de uno de los trenes como un grabador de sonido para el documental Great Railways Journeys de la BBC. Los ambientes capturados en los micrófonos sensibles de Watson revelan el ambiente en su entorno, abierto, intimo y natural. Una postproducción adicional de muestras de los sonidos los viajes en tren y el tratamiento sonoro necesario, convierten estas grabaciones de campo en un viaje fascinante. Más que un simple retrato sonoro de un programa de televisión, se trata de una narrativa sonora que lleva al oyente a un entorno inalcanzable y nostálgico a través de la imponente ingeniería mexicana.  Un álbum que invita a escucharse una y otra vez a través de los temas con nombres de las estaciones en las que se detenía en aquel momento el tren, lleno de nostalgia y fascinación. 

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Bikini Kill anuncia reunión después de más de 20 años

Bikini Kill, banda icono del movimiento Riot Grrrl regresa a los escenarios después de 22 años de separación. Las tres integrantes originales de Bikini Kill como lo son  Kathleen Hanna, Tobi Vail y Kathi Wilcox volverán a llevar el punk a donde pertenece; además de la participación especial de Erica Dawn Lyle. Fue anunciado a través de su cuenta oficial de Twitter y hasta ahora las únicas fechas son en Los Angeles, Brooklyn y Nueva York para este 2019. Creemos que después de ésta reunión casi cualquiera otra puede ser posible.  

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Morphine: La cura para el dolor

Hay bandas/artistas como Morphine que están destinadas por las estrellas a ser grandes leyendas en su género. Figuras que influyen en millones de personas en todo el mundo y dejan su nombre grabado en letras de oro en la historia de la música. Sin embargo, también hay bandas/artistas que provienen de escenas pequeñas, muy locales, de nichos muy específicos, de géneros casi incomprendidos y olvidados que también han dejado grandes músicos e intérpretes pero que, desgraciadamente, no cuentan con la trascendencia que deberían, porque simplemente la vida es así. Justo en esa categoría podríamos poner a una banda alternativa de los 90 llamada Morphine, un power trio conformado por Mark Sandman (vocalista y bajista), Dana Colley (saxofón) y Billy Conway (batería). Una de las primeras bandas en probar que no se necesita una guitarra (al menos no como instrumento principal) para contar con un sonido potente y arriesgado. Desde su origen en 1989, la banda originaria de Cambridge, Massachusetts, combinó de forma muy peculiar el blues, el jazz y el swing con elementos básicos de rock en la mayoría de sus arreglos; mientras Colley usaba un saxofón barítono, Sandman se caracterizaba por tocar un bajo de dos cuerdas que estaban tensadas de tal forma que emitían la misma nota, dándole a su música un estilo muy original que de inmediato llamó la atención en pequeños clubs de Cambridge y Nueva Inglaterra. Algunos críticos especializados catalogaron a Morphine como una banda de  Low Rock.   Su primer disco Good contó con You look like rain, un suave y delicado ritmo de Acid Jazz entretejido con la envolvente voz de Sandman, mismo que logró colarse a algunas radios universitarias y los llevó a presentaciones en lugares pequeños de Massachusetts, pero fue en 1993 con Cure for Pain que Morphine llegaría a algunas cadenas locales de radio comercial para entrar de forma moderada y sutil al mainstream, gracias a una poderosa canción marcada por una línea bajo muy eficaz e hipnótica llamada ‘Buena’   Tiempo después saldrían Yes (1995) con diversas críticas no tan favorables, y Like Suimming (1997) con el que volverían a captar la atención de la prensa especializada, sobre todo de Rolling Stone y NME, quienes veían en la banda el potencial creativo suficiente como para romper las barreras entre el consciente colectivo comercial y el jazz. Sin embargo, esto nunca sucedió.   Aun así, la banda continuó realizando giras pequeñas por Europa y preparando un nuevo material denominado The Night, que sería lanzado de forma póstuma en el año 2000, debido a la temprana y sorpresiva muerte de su vocalista durante una presentación en Palestrina, Italia, el 3 de julio de 1999. La causa: un paro cardiaco que sepultó para siempre el futuro de la banda.  Sandman tenía apenas 46 años. A partir de entonces, nacería la leyenda de Mark Sandman y su banda Morphine, que nunca pudo consagrarse dentro del circuito comercial, pero que se convertiría en una de las bandas de culto más respetadas en todo el mundo, sobre todo en países como Bélgica, Portugal, Francia y España y por músicos como Les Claypol, Josh Homme y Miker Watt. Su estilo combina la elegancia de Miles Davis, la introspección de Coleman Hawkins y la solemnidad de John Coltrane, con pequeños trasfondos de ingenuidad y cinismo (Thursday, Sheila, In spite of me y Empty Box), en algunos casos guiados por Sandman (I’m Free Now, Like Swimming) y en otros, por la química existente entre los tres integrantes de la banda (Lilah, Miles Davis funeral ).   Para la posteridad queda su música como el legado perfecto entre el Jazz y el Blues, como una cura para el dolor encarnada en una banda con un final poético, casi a la Leonard Cohen: inesperado, repentino y pacífico. Después de todo, morir en un escenario mientras haces lo que más te gusta en la vida, de alguna forma debe ser un privilegio al que pocos músicos tienen acceso.

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