Depósitio Sonoro

Pavel Rosado

Editor de Depósito Sonoro | Dj | Noveno piso

Space Afrika – “Somewhere Decent To Live”

Entornos ambientales mutables en algún lugar entre Jan Jelinek, Huerco S y Lee Gamble. Un disco apasionante para escucharse por la madrugada. Música sutil acechada por las sombras en sintonía con la búsqueda interminable de espacios oscuros y lúgubres. Los temas presentados en este último álbum de Space Afrika son borrosos, manchados y empapados de una perspectiva embriagadora y alucinante. Una vez que los minutos recorren el disco los límites pierden sentido y las frecuencias adquieren una nueva vida y conversación siguiendo las vastas corrientes subterráneas del dubstep, techno ambient y deep house que alimentan la economía nocturna de Manchester, ciudad natal de Joshua Reid y Jeshua Inyang. Las atmósferas y el ambient forman el núcleo del disco suspendidas en oleadas de tensión pero salpicadas de ritmos crujientes y ráfagas de actividad melódica que crean un escenario increible que recuerda los movimientos nocturnos de la gente por la ciudad, ya sea sentado fumando afuera del foro Normandie esperando a que salga el sol, tomando un autobús nocturno a casa sobre Avenida Reforma o haciendo un recorrido en Metrobús a las 5 am por Insurgentes para llegar a la última fiesta. Un álbum que se abre camino en un millón de configuraciones y entornos.   

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#Estreno. Robert Lippok – “Applied Autonomy”

Robert Lippok es uno de los fundadores de To Rococo Rot, proyecto que se ha deslizado con éxito en la barrera entre el post-rock y la música electrónica. Un músico siempre influyente y vanguardista con base en Berlín que como solista ha sido elemento básico en Raster Noton y regresa con un nuevo álbum llamado Applied Autonomy después de un paréntesis de siete años. El próximo 30 de abril se publicará en Raster Noton el tercer álbum de Lippok que refleja lo que ha estado explorando durante los últimos dos años, tanto a nivel conceptual como técnico. Estructuras y sonidos que se repiten una y otra vez llegando a equilibrarse y crecer en una “auto-autonomía” articulada. La obra de arte de Lippok viene acompañada del trabajo de Lucas Gutiérrez, un artista digital argentino y diseñador industrial con sede en Berlín quien ha presentado sus trabajos en el Sónar y MUTEK y se basa en la manipulación de audio y video en tiempo real, lo que se acopla bastante bien al concepto del álbum de Lippok.   

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El infinito creativo de Uwe Schmidt

Uwe Schmidt es una de las mentes mas creativas y ambiciosas de la música electrónica internacional en las últimas dos décadas. Desde sus inicios en 1985 ha publicado numerosos discos en sellos de culto y ha trabajado con artistas como Depeche Mode, Air, Bill Laswell o Yellow Magic Orchestra. Originario de Frankfurt radicado en Santiago de Chile, lugar que resultó fundamental para impulsar su carrera al publicar internacionalmente el aclamado El Baile Alemán bajo el nombre de Señor Coconut, trabajo que le hizo obtener el premio Quartz por la categoría de mejores arreglos y producción musical. Un artista incansable que hasta la fecha sigue produciendo y trabajando en sus numerosos proyectos siendo Atom™ al que mas le ha dedicado tiempo lanzado recientemente otro interesante álbum de electrónica ácida. Uwe Schmidt es un compositor, músico y productor alemán radicado en Chile, uno de los personajes más creativos en mundo de la música electrónica. Una de esas personas que no saben o no pueden quedarse tranquilas. Desde mi punto de vista Uwe Schmidt es un enfermo obsesionado en quien la producción de sonidos son el único síntoma mecánico de su enfermedad. Este misterioso personaje alemán procedente de Frankfurt a pesar de ser el eje de más de una treintena de proyectos musicales enfocados a la música electrónica, le gusta ocultarse tras el anonimato que da el nombre a cada uno de sus proyectos como: Atom Heart, Dr. Mueller, Señor Coconut, Surtek Collective, Geeez `N´ Gosh, Lisa Carbon Trio, Erik Satin, Mambotur, CMYK, Atom™ y un larguísimo e interesante etc. Además Uwe Schmidt es director del sello Rather Interesting y miembro de M.A.C.O.S (Musicians Against Copyright Samples). “Siéntete libre de samplear mis discos” suele decir él. Desde sus inicios en 1985 Uwe Schimidt se ha convertido en un verdadero genio de la programación musical y la experimentación digital que a veces es imposible encuadrar en un solo estilo, mas que una clasificación estilística o formal tan solo se pueden usar dos palabras para sintetizar la esencia de Uwe Schimidt: innovación y calidad. Poco después de mudarse a Santiago de Chile en 1997 Uwe lanzo el aclamado álbum El Baile Alemán bajo el proyecto de Señor Coconut siendo editado a nivel internacional en 12 países.  Actualmente Uwe Schimidt cuenta con mas de 1800 temas originales en mas de 200 discos  con diversos sellos y una multiplicidad infinita de nombres. Uwe Schimidt continua produciendo música para una amplia gama de proyectos y recientemente ha lanzado un nuevo disco llamado Beauty>>Forward bajo el alias de Atom™, el proyecto más activo de Uwe en los últimos años.   

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Future Islands y sus poemas conmovedores y efusivos

La música de la banda de Baltimore es inquietante, increíblemente poderosa y única. Nunca había escuchado algo como la voz del líder de los Future Islands, Samuel Herring. Es conmovedor y efusivo, pero también tiene momentos en los que se ríe maniacamente extendiéndose en la línea de un ser extraño y maravilloso al mismo tiempo. Por este tipo carismático y terriblemente teatral los Future Islands son reconocidos. En mi biblioteca musical los Future Islands están clasificados como “indie pop”, y supongo que eso es bastante preciso. Son una banda muy synth-heavy que no varía mucho de la música de la década de los 80, pero su sonido se debe mucho a la música pop creada hace 30 años. A veces en sus canciones se escuchan toques de un rock dance moderno, pero en general hay una sensación de un rock suave y ligero. La música de los Future Islands es interesante, es a la vez dinámica sin ser dinámica; es decir, que musicalmente tiene muy poca variación y eso tiende a sonar igual en muchas de sus pistas, pero es la voz de Samuel Herring con ese gran rango vocal y entrega única que continuamente trata de hacer que eso se escuche interesante pero a la vez puede ser la parte fatal del grupo. Una banda como Future Islands se toma mejor en pequeñas dosis. Tal vez por eso fue que disfruté tanto An Apology cuando la escuché por primera vez hace años. Pudieran considerarse como una banda pop para adultos. La pronunciación increíblemente gruesa y clara de las letras de Samuel Herring hacen que se distingan fácilmente y no dejen ningún tramo de la vida a la imaginación. Musicalmente es indiscutible, las canciones pueden ser poco memorables al final, pero atrapan a uno. Aparte de los extravagantes movimientos del frontman, Future Islands está haciendo algo bien.

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De Slowdive y una carta de amor al shoegaze

El shoegaze es un genero extraño, llamado así en los noventas de forma burlona por los periodistas de música ingleses por el hecho de que las bandas se pasaban todo un concierto mirando sus pies manipular los pedales de guitarra en lugar de interactuar con la multitud. Una especie de música particularmente cargada de clichés, de tocar la guitarra a ritmo particularmente melódico y triste, con letras parecidas a poemas escritos por adolescentes promedio expresando algunas emociones personales probablemente a sobremanera. Para ser honesto, muchos de estos estereotipos son precisos. Slowdive se formó a finales de los ochentas justo cuando Kevin Shields en My Bloody Valentine lograba obtener la perfección que buscaba en su sonido y lanzó Loveless, el álbum considerado por muchos pionero y referencia histórica del shoegaze. En 1993 Slowdive presenta Souvlaki una especie música confortable melodramática parecida a la música emo de los dos miles pero hecha en los noventas cuando la gente probablemente tenía más de buen gusto en general. En mayo de 2017 Slowdive lanzó su cuarto álbum autotitulado después de una brecha de más de 20 años. El primero que han puesto a la deriva desde Pygmalion (1995), que fue un experimento ambiental retrocedido en humor y textura. Sin embargo, este nuevo álbum es más un sucesor espiritual de Souvlaki. Es interesante ver a la banda, ahora 20 años más viejos retomando todo tipo de sonidos e ideas que estaban explorando cuando eran adolescentes. Las canciones se sienten más contemporáneas; sin embargo, no están tratando de mejorar su sonido para mantenerse relevantes, más bien, se han apegado a lo que la gente todavía ama de los sonidos que estaban explorando hace 20 años. Un disco que si uno trata de desmenuzar detalladamente resulta ser un poco abrumador; hay que dejar que te golpee y así resulta ser una joya en donde todo se une perfectamente. Esa es la belleza del shoegaze. Es frecuentemente, técnica y musicalmente complicada, pero simplemente uno tiene que dejarse caer en los lazos y surcos de cada nota que componen cada canción. Nuestra obsesión por la música y la gente realmente preocupada por la música melancólica está en casi todos los géneros (dentro y fuera de la música): Lou Reed, Kurt Cobain, Johnny Cash, Khonnor, Joy Division, Bob Dylan, etc,). Cualquiera que sea la razón, escuchar música abiertamente triste que utiliza la experimentación sonora con guitarras ruidosas y sonidos ambientales es definitivamente una experiencia catártica, que se debe de sentir. Para el amante de retomar momentos nostálgicos con ayuda de la música Slowdive de Slowdive es un gran disco, lleno de un montón de sensaciones que en lo personal estaba un poco preocupado que se perderían a medida que la banda envejeciera. Pero Souvlaki es probablemente todavía un mejor lugar para sentir la melancolía; quizás sólo por mis preconceptos nostálgicos, pero por alguna razón no creo que la banda vuelva a capturar realmente la clase de emociones crudas que hicieron con ese álbum. Otros clásicos del shoegaze que son necesarios repasar son Loveless de My Bloody Valentine y The Darklands de The Jesus and Mary Chain, unas de las primeras inspiraciones para el compositor principal de Slowdive, Neil Halstead. En Nueva Zelanda proyectos contemporáneos como The Shocking Pinks y Glass Vaults que estaban involucrados en un interesante experimentación de shoegaze-dream pop de lavada emoción o Grayson Gilmour no precisamente shoegaze pero temáticamente similar en su honestidad cruda. Slowdive de Slowdive es un gran homenaje al shoegaze y una revisión de los tópicos clásicos que hacen a la banda estar en su mejor momento después de 20 años. Para la próxima vez que piense escuchar a Slowdive espere al próximo día lluvioso.

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