Depósitio Sonoro

Nostalgia

Delia Derbyshire, compositora y pionera en el ámbito de la música electrónica y concreta

Delia Derbyshire fue una compositora de música concreta, pionera en el ámbito de la música electrónica, escultora sonora, experimentó con diversos sonidos para el medio radiofónico, televisivo, teatro y cine como los registros en internet y libros la han descrito siempre  para dar un panorama amplio de su obra, sus aportes son increíblemente valiosos para el desarrollo de diversas disciplinas y Electrosonic es una de ellas. Delia Derbyshire sin duda ayudó a que surgiera otro estilo de composición musical en el que las máquinas electrónicas cumplen un papel fundamental en la forma de crear y entender la música con o sin complejos, desde un punto de vista poético, un papel que jamás iría en picada sino todo lo contrario, buscando siempre una relevancia futurista. En aquel entonces como una nueva corriente,  se trataba de una moda ni mucho menos, sino de un nuevo modo de composición en donde el pensamiento matemático que por cierto dominaba ya que tenía un dominio también en esa área del universo, más en gran parte su influencia en la composición musical permitieron nuevas formas musicales basadas en las leyes matemáticas que con el paso del tiempo terminaron siendo las bases de todo o casi todo lo que hoy conocemos como música electrónica, su aporte es esencial. Electrosonic retrata mucho de su etapa creativa y es una gran obra que luce en los registros históricos, música radial y experimentalmente bella.

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El disco “The Infamous”, de Mobb Deep, cumple 24 años, unos de los pilares del hip hop

El estilo estilo subterráneo y áspero de Mobb Deep es un elemento básico en el movimiento hardcore que estaba ocurriendo en este momento en Nueva York. Este álbum ayudó al Hip Hop de Nueva York a separarse del estilo boom-bap que fue popular hace unos años. La producción de sus dos integrantes: Havoc y Prodigy, adaptó a un nuevo sonido que podría separarlos de cualquier de la época.   El disdo The Infamous ayudó a allanar un camino para futuros artistas como The Diplomats o A $ AP Mob. Su sonido apelaba a un lado de Nueva York al que los artistas políticamente cargados a finales de los 80 no habían hablado. A principios de los 90, al igual que el primer álbum de estudio de Wu-Tang Clan titulado Enter the Wu-Tang (36 chambers), Mobb Deep actuó como profeta callejero, escupiendo la verdad sin tratar de ser justo al respecto. Con artistas como Ghostface Killah, Nas y Q-Tip, este proyecto fue un titán entre sus compañeros.   El álbum fue un éxito comercial debutando en el número 15 en el Billboard 200 y el número 3 en las listas de R & B / Hip Hop. El álbum recibió el certificado de oro en el primer mes de su lanzamiento y los singles del proyecto aparecieron en la lista de éxitos de Billboard Hot Rap: “Shook Ones Pt. II” y “Survival of the Fittest”.

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Ese momento cuando Devo conoció a William S. Burroughs

Uno de esos encuentros raros pero de grandes magnitudes que con el paso del tiempo cobran relevancia: Devo-Burroughs. Según cuentan los historiadores el hecho que está documentado con grandes fotografías, el encuentro entre estas dos entidades, se dio cuando Burroughs estuvo presente para promocionar Ciudades de la Noche Roja, su primera novela tras 10 años de no haber escrito nada, mientras que Devo gozaba de un estatus under como banda revelación haciendo música conceptual que nunca antes se había conocido de tal manera. Jerry Casale y Mark Mothersbaugh, principalmente fueron los integrantes de Devo quienes habían manifestado ser fanáticos de Burroughs y Burroughs sentía empatía por la banda también. Uno de esos encuentros raros pero de grandes magnitudes que con el paso del tiempo cobran relevancia en contextos de literatura y música.    

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Sacred Bones relanza álbum Mother Earth’s Plantasia de Mort Garson, música para las plantas y para la gente que las ama

Sacred Bones reeditará el aclamado álbum de 1976 Mother Earth’s Plantasia del compositor canadiense y maestro de los sintetizadores Moog, Mort Garson, música para plantas y los amantes de ellas. Género: Space age-pop | Progressive electronic | Psychedelic rock | Ambient | Experimental Label: Sacred Bones ★★★★ El álbum se inspiró en el libro La Vida Secreta de las Plantas, un fenómeno a mediados de los años setenta escrito por el periodista, ocultista y exagente de la Oficina de Servicios Estratégicos de la Segunda Guerra Mundial Peter Tompkins quien afirmaba que las plantas domésticas podían leer nuestros pensamientos, predecir desastres naturales y sobre todo, disfrutar escuchar música.  Garson compuso Plantasia usando un sintetizador Moog lanzado en la planta de Los Ángeles, Mother Earth y el álbum se vendió específicamente para las plantas de los clientes de ahí. Plantasia es una pieza maravillosamente caprichosa de música electrónica que vale la pena escucharla, independientemente de su interés en la botánica. El disco está lleno de encantadoras melodías delicadas de texturas tentadoras y ritmos subliminales que harán que las raíces de nuestras plantas bailen en una tormenta.  Las copias originales de Plantasia se han vuelto tan difíciles de encontrar y por lo tanto caras (Discogs las vende entre 325 y 600 dolores) que dos cineastas decidieron hacer un documental sobre la búsqueda épica de algunos coleccionistas para encontrarlas. Sacred Bones está preparando el relanzamiento oficial de Plantasia y para celebrarlo, en conjunto con Atlas Obscura presentarán la experiencia de escuchar Plantasia en el Jardín Botánico de Brooklyn el 18 de junio.  Plantasia ya está disponible en todas las plataformas digitales de música y el lanzamiento físico fue el 21 de junio, después de la presentación del Jardín Botánico de Brooklyn. Mira la adorable portada y escucha junto con tus plantas los adorables temas de Plantasia. Dando clic en este enlace puedes hacer la orden del disco de vinil.    

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Kraftwerk, los arquitectos de la música que cambiaron el mundo

El enfoque innovador de la banda más alemana de las bandas alemanas ha permitido que su sonido se ramifique hacía muchos géneros y tendencias que surgieron después de sus primeros lanzamientos en la década de los setentas hasta la actualidad. Kraftwerk comenzó con dos estudiantes alemanes de cabello largo y facciones serias, incluso intimidantes, Ralf Hütter y Florian Schneider, que se conocieron en Dusseldorf en 1968 tocando música experimental con instrumentos eléctricos y acústicos junto a el guitarrista Michael Rother y el baterista Klaus Dinger (quienes luego formaron Neu!). Cuando se formó Kraftwerk en 1968 la música provenía básicamente de instrumentos de madera, de cuerdas que vibraban, de tambores de piel que retumbaban con golpeteos e instrumentos de metal. Las canciones hablaban sobretodo de amor, sexo y muerte, el mundo venidero no estaba en la mente de los artistas. Ahí fue cuando apareció Kraftwerk con su obsesión infinita en la fusión del hombre y la tecnología. Pasaron seis años más después de su formación (y tres producciones cortas en gran parte instrumentales de improvisación electroacústica) para que Kraftwerk anunciara la llegada de su primer álbum en 1974 Autobahn y otros cuatro años más para que los cuatro miembros de Kraftwerk se proclamaran autómatas en The Robots, tema de facto de la banda y del álbum The Man Machine de 1978.  Kraftwerk también cambió el significado de ser una banda. En dónde Led Zeppelin, Queen y The Who irrumpieron en el escenario con joyas, cadenas, grandes anillos, tops que les descubrían el pecho, drogas en exceso y alcohol, Kraftwerk llegó con un estilo solemne de trajes limpios, siempre sobrios con el cabello perfectamente peinado, todo en su máxima expresión. En el mayor éxtasis de sus canciones eventualmente realizaban algunos movimientos mínimos sabiamente rítmicos, nunca grandes movimientos de cuerpo. A pesar de que la imagen de Kraftwerk ha cambiado a lo largo de los años, desde ser los músicos conservadores de pelo largo hasta los estilizados maniquíes que hacen música, Kraftwerk siempre creó un terreno para los circuitos del pop moderno. David Bowie fue el primero en introducirse al tema dedicando V-2 Schneider de su LP Heroes al fundador de Kraftwerk. New Order utilizó la música de Schneider en su tema casi himno internacional Blue Monday. The Human League y Depeche Mode siguieron el mismo ejemplo. REM es otra de las cientos de bandas que han seguido la misma doctrina de Kraftwerk. Para Marc Almond de Soft Cell, los músicos alemanes son los representantes más importantes del electro pop. Kraftwerk es una influencia temprana de la escena hip hop, ya que básicamente inventaron la música electrónica que tuvo gran influencia en el pop y R&B contemporáneo. Por lo tanto, se convirtieron en el inverosímil padrino de la música de baile electrónica negra y del hip hop estadounidense, pieza inspiradora del sur de Bronx y Detroit. Hoy en día, la resonancia de Kraftwerk se puede escuchar en obras tan variadas como Radiohead y el hip hop de Kanye West y T-Pain.  Los ritmos fríos y estériles, las voces distorsionadas y robóticas, las letras a menudo concisas crean un ambiente único que es la base para crear melodías frías y hostiles del género denominado electronic body music encarnado por bandas belgas como Front 242 o Laibach de Eslovenia, cuyo líder Ivan Novak ve a Kraftwerk como la banda más importe e influyente de todos los tiempos. El trabajo de Kraftwerk también ayudó a sentar las bases del sonido minimalista del movimiento techno que surgio a finales de los ochentas y principios de los noventas en Detroit.  La influencia de Kraftwerk parece tan palpable hoy como lo ha sido desde su inicio. Una banda organizada y sistemática en quienes el principio de renunciar a la tradicional imagen de una banda les funcionó a favor del diseño casi pulcro de su sonido. 

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“Don’t worry about me”. A 18 años de la muerte de Joey Ramone

Lo siguiente que van a leer lo escribo no como periodista musical o como colaborador de Depósito Sonoro, no, en esta ocasión lo hago como un gran admirador de la música de los Ramones y en especial de lo que representa la figura de Joey Ramone. Justo hoy que abría mis redes sociales salió en mis recuerdos una publicación de hace ya varios años, 7 para ser exactos, donde comunicaba a mis contactos la salida de un álbum póstumo del ex vocalista de los Ramones : Ya Know. Cada 15 de Abril me es inevitable ponerme melancólico y poner una rola de los Ramones o de Joey en Solitario. Sin duda es una de las voces que han marcado mi vida y sé que la de muchos de ustedes que nos leen también, y me/nos lamentamos tanto de no haberlo podido ver en vivo. Quizá estas líneas hablan mucho de mí pero lo hacen justo por la relación que Joey tuvo conmigo y seguramente alguien se identificará también, es decir, su voz, su energía, sus gritos y su grito de “Hey Ho, Lets Go”. Cuando adolescente, me sentía un amigo de él, coreaba sus rolas, rompí mis pantalones, vaya, quería cantar como él.   Joey jamás representó al punk como lo concebimos, nunca fue ese agresivo-anarquista rabioso en el escenario que escupía al público o que lanzaba consignas, él representaba curiosamente todo lo contrario, fuera del escenario. Joey representó al nerd que sobresale, al chico retraído, al introvertido que lleva a un súper héroe escondido. Hablar de Joey Ramone en mi opinión, es hablar de dos personas, Joey debajo del escenario y Joey con su banda. Joey fuera de los escenarios era justo lo antes mencionado, introvertido, divertido, nerd, vaya, hasta medio tonto, tan tonto y noble que su guitarrista Johnny le dio baje con la novia, noble porque, a pesar de ello, siguió en giras y giras con el tirano que le robó a la chica, con el peor de los enemigos y aún así siempre mostró esa “buenaondéz”. Pero si hablamos de Joey dando un show hablamos de una persona distinta, ahí él representaba poderío, energía, contundencia, aun con su cuerpo larguilucho y escuálido, se imponía en el escenario, valía madre que fuera el feo de la banda, el raro, el “fricky”. Él era una especie de dios (y no dicho por mí, sino por  muchos).   Ya son 18 años sin la voz de los Ramones, sin la voz de ese alguien que, sin su banda y sin un tal Hilly Krystal el punk no hubiera existido, y muchos dirán “estás diciendo estupideces”, pero no, sin la voz de Joey Ramone y compañía, el punk no hubiera existido. Ya son 18 años sin un icono. No pudo ver su inducción al “Rock and Roll Hall Of Fame”, el cáncer acabó con su vida. No quise introducirme en su música, en su legado porque eso está ahí, tangible y alcanzable con sólo un click. Si me preguntan qué disco recomendar de él, sin duda el último que se editó, ese “Ya Know” con su portada en blanco y negro con la foto de él de la cintura hacia abajo en aquella postura característica, muy de él cuando cantaba. “I Couldn’t Sleep” es mi tema favorito, escúchenlo, víbrenlo y brinquen en donde quiera que estén. Joey, así de largo y desalineado fue un gran líder de una gran banda y una gran influencia si no, pregúntenle a Faris Badwan de The Horrors.   Van a pasar los años y seguiré recordando a Joey como hoy y como cada día pues en mis bocinas de donde esté siempre, cada día sale la voz de él en alguna de sus rolas con su banda Ramonezca o de él en solitario. Se fue, como muchos grandes en 2001 pero siempre nos quedará un “HEY, HO, LETS GO!” para gritar a todo pulmón.

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Radiohead se llama Radiohead por una canción de Talking Heads

Radiohead se llama Radiohead por “Radio Head” de los Talking Heads, conoce el contexto. La canción fue inspirada por el Brasileño Chico Buarque, básicamente David Byrne escuchó la canción que contiene el término “Radio Cabeça” que se traduce al inglés como ‘Radio Head’ y le llamó la atención bastante, lo encontró interesante y escribió sobre ello. Además de eso, también se basó en el actor Stephen Tobolowsky y su historia, del cual Byrne era un seguidor. A  Radiohead le gustó esta canción y cambió su nombre de On A Friday por Radiohead, nunca ha sido un secreto y en entrevistas Thom Yorke ha comentado sobre su gusto por los Talking Heads calificándola como una de las bandas más originales en la historia.

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Kurt Cobain: el último suspiro

A 26 años de su repentina muerte, el 5 de abril sigue siendo un duro golpe a la memoria de millones de fans de Nirvana que año tras año continúan recordándole. Quise retomar un extracto del último capítulo de ‘Heavier Than Heaven: ‘Un final a la Leonard Cohen’ en donde Charles R. Cross intenta recrear de forma metódica las últimas horas del ícono de la Generación X. “En las horas previas al amanecer del martes 5 de abril, Kurt despertó en su propia cama, con las almohadas impregnadas con el perfume de Courtney, una fragancia que había percibido por primera vez cuando ella le envió la caja de seda y encaje en forma de corazón hacía tan solo tres años. Hacía frío en la casa, así que había dormido con la ropa puesta, incluido el abrigo de pana marrón. En comparación con las noches que había dormido a la intemperie en cajas de cartón, no era para tanto. Llevaba su cómoda camiseta de Half Japanese (un grupo de punk de Baltimore), sus Levi’s favoritos y, al sentarse en el borde de la cama, se ató los cordones del único calzado que tenía: un par de tenis Converse. La televisión estaba encendida, con MTV sintonizado, pero sin sonido. Se acercó al equipo de música y puso Automatic for the People de R.E.M, con el volumen bajo para que la voz de Michael Stipe sonara como un agradable susurro; Courtney encontraría posteriormente el equipo encendido aún y el cd puesto. Kurt encendió un Camel y se recostó en la cama con una libreta tamaño oficio sobre el pecho y un bolígrafo rojo de punta fina. Por un momento se quedó embelesado ante la blanca hoja de papel, pero no por culpa del llamado bloqueo del escritor, sino porque llevaba semanas, meses, años, imaginando aquellas palabras. Se quedó parado solo porque hasta una hoja de papel tamaño oficio le parecía sumamente corta, finita a más no poder. “Sabes que te quiero -había escrito en aquella carta- Quiero a Frances. Lo siento. Por favor no me sigas. Lo siento, lo siento, lo siento.” Kurt había seguido escribiendo lo siento hasta llenar la página entera. “Ahí estaré -proseguía la carta-. Los protegeré. No sé adónde voy, simplemente no puedo seguir aquí.” Escribir aquella nota le había supuesto un gran esfuerzo, pero sabía que aquella segunda misiva revestía la misma importancia, y debía ser cuidadoso con las palabras que iba a elegir. La remitió “A Boddha”, el nombre de su amigo imaginario en la infancia. Con una letra deliberadamente diminuta, escribió un texto corrido sin atender a las normas de la gramática, extremando al máximo la redacción de su contenido con el fin de garantizar la comprensión de todas y cada una de las palabras. Mientras escribía, la iluminación de la tele en MTV le proporcionaba gran parte de la luz que necesitaba para ver, pues aún no había amanecido del todo. Cuando dejó de escribir, le faltaban cinco centímetros para llenar la hoja por completo. La redacción de la nota le había costado tres cigarros. No tuvo tiempo de reescribir aquella carta veinte veces como había hecho en muchas ocasiones en sus diarios; se hacía de día y necesitaba actuar antes de que el resto del mundo despertara. Para concluir la carta puso: “Paz, amor, empatía,  Kurt Cobain”, prefiriendo escribir su nombre completo a estampar su firma. Subrayó la palabra empatía dos veces, un término que había empleado en cinco ocasiones a lo largo de su carta suicida. Añadió una línea: “Frances y Courtney, estaré en su altar”, y se metió el papel y el bolígrafo en el bolsillo izquierdo del abrigo. Kurt se levantó de la cama y entró en el armario, donde retiró de su sitio un tablón de la pared. Dentro de aquel cubículo secreto había una funda de escopeta de nailon color beige, una caja de cartuchos y una caja de puros Tom Moore. Volvió a colocar el tablón en su sitio, se metió los cartuchos en el bolsillo, tomó la caja de puros y se cargó la pesada escopeta sobre el antebrazo izquierdo. De un armario situado en el pasillo sacó dos toallas; él no las necesitaba, pero harían falta después… Bajó despacio los 19 escalones de la amplia escalera. Había pensado en todo, lo había planeado todo con la misma previsión con la que concebía las portadas y los vídeos de sus discos. Habría sangre, mucha sangre, sería un asco, y no quería que su casa acabara así. Al entrar en la cocina pasó por delante de la puerta donde Courtney y él habían empezado a marcar la altura de Frances a medida que crecía. De momento solo había una señal, una rayita en lápiz con el nombre de su pequeña a 79 centímetros del suelo. Kurt no vería nunca marcas más altas en la pared, pero estaba convencido de que la vida de su hija sería mejor sin él. No vería jamás a Courtney, a Krist, a Dave o a Pat. No volvería a ver su madre Wendy, ni a su hermana menor Kim, no volvería a tocar la guitarra, no volvería a grabar un disco, ni una canción. Jamás volvería a gritar a través de un micrófono. Una vez en la cocina abrió la puerta de la nevera y tomó una lata de cerveza Barq, sin soltar en ningún momento la escopeta. Con tan inconcebible carga encima (una lata de cerveza, un par de toallas, una caja de heroína y una escopeta, objetos que posteriormente se encontrarían formando una extraña asociación), abrió la puerta que daba al jardín trasero y atravesó el pequeño patio. Despuntaba el amanecer y la bruma del alba se cernía sobre la tierra. Así eran la mayoría de las mañanas en Aberdeen, húmedas y frías. Nunca más volvería a ver Aberdeen, nunca más treparía a lo alto de la colina Think of Me, nunca compraría la granja con la que había soñado en Grays Harbor, nunca más amanecería en la sala de espera

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