Depósitio Sonoro

Nostalgia

Portishead: un aliento enigmático que durará varias generaciones

Bristol, Inglaterra, lugar en el que surge una de las expresiones culturales más importantes del graffiti, la música electrónica, el MC, el DJ y el Sound System informal, y zona geográfica que vio surgir en los años 90 propuestas rítmicas de bandas como Massive Attack, Morcheeba y Tricky, que a través de un viaje de beats electrónicos, loops de downtempo, funk, dub, soul, jazz, drum and bass y rap, definieron el sonido típico del lugar: el trip hop. A pesar de que Portishead se ha deslindado de toda esa generación de artistas, la banda británica no deja de asociarse con aquel sonido pausado, hipnótico y oscuro. Responsables de una referencia clave de la música Beth Gibbons, Geoff Barrow y Adrian Utley celebraron los 25 años de haber editado su primer álbum Dummy (1994), una compilación de scratches y samples que nos llevan, cual si fuesen latidos sincopados de corazón, a las secuencias armónicas más desgarradoras y las ejecuciones sonoras más enigmáticas. Como dijeron alguna vez para Rock’s Backpages en 1994: “la música es algo espiritual y debe ser tratada de esa manera”. Bajo esa lógica y más allá de la misantropía que los miembros de la banda pueden reflejar, los saltos en el tiempo de cada lanzamiento representa un flujo de energía que se concentra en provocaciones líricas y el uso de técnicas musicales impecables, es el caso del disco homónimo Portishead (1997) que surge tres años después del debut, una compilación de once tracks con los que logran atmósferas que nos hablan sobre decepciones, desamor, deseos y sueños fallidos. O la bella producción del “Roseland NYC Live” (1998) que sale un año después y, en el que además de introducir una serie de vibrantes piezas instrumentadas por la filarmónica de Nueva York, agregan en su edición en VHS y DVD el icónico cortometraje “To Kill a Dead Man”. Pero la intermitencia del trío británico también ha beneficiado a que los miembros recuperen su vida privada en una suerte de introspección y desarrollen proyectos de manera independiente, por decir algo, Beth Gibbons junto al bajista de Talk Talk, Paul Webb, que se da a conocer con el seudónimo Rustin Man, elaboran de manera magistral el Out of Season (2002), mientras Geoff Barrow monta la compañía discográfica “Invada Records” (2003) y Adrian Utley colabora como productor para algunas bandas. De esta manera la historia se repite con Third (2008), disco que surge de manera inesperada y que recientemente cumplió diez años de su creación, con el que inician filosamente utilizando la sentencia en portugués: “Esteja alerta para a regra dos três /O que você dá retornará para você/ Essa lição você tem que aprender/ Você só ganha, o que você merece“, y nos introduce a un mortuorio escenario que contrasta auditivamente de sus producciones anteriores, pues es tan áspero como el krautrock, tan musical como Silver Apples y tan emocional como la voz de Billie Holiday. De eso ya ha pasado mucho tiempo, pero ello no ha impedido que los británicos alcancen el éxito necesario y se hayan quedado en la memoria de varias generaciones, sin embargo, quizá tengamos que esperar unos años más para escuchar y ver de nuevo en el escenario la mítica figura encorvada de Gibbons colgada del micrófono mientras fuma innumerables cigarrillos, junto a Barrow con sus platillos giratorios de batería y a Utley creando misteriosas distorsiones de guitarra.  

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Escuchar profundo, tributo a Pauline Oliveros

Pionera musical varias veces, Pauline Oliveros (1932-2016) fue una compositora y acordeonista estadounidense, figura central de la música electrónica experimental y de la postguerra a través de sus obras y conciertos. Su instrumento principal fue el acordeón que sintonizó y manipuló de forma improvisada y meditativa. Fue autora de libros, formuló nuevas teorías musicales e investigó nuevas formas de centrar la atención en la música incluidos los conceptos de “escuchar profundo” y “conciencia sonora”. Pauline Oliveros nació el 30 de mayo de 1932 en Houston, tuvo una niñez siempre acompañada por los sonidos de las lecciones de piano que tomaba su madre, por los cantos de pájaros y cigarras, y por los curiosos efectos de sonidos usados en sus series de radio favoritas. Tomando el acordeón como su instrumento principal, también aprendió a tocar el violín, el piano y la tuba. Cuando tenía 20 años se mudó a California en busca de aprender composición musical y se acercó a la improvisación gracias a colegas como Terry Riley o el bajista Loren Rush. En 1988 como resultado de descender 14 pies en una cisterna subterránea para hacer una grabación, Oliveros creó el término “escuchar profundo” como una disciplina auditiva que obliga a escuchar no solo los detalles convencionales de una actuación musical determinada (melodía, armonía, ritmo, entonación) si no también a escuchar los sonidos que rodean esa interpretación, incluido el espacio acústico y el ruido extramusical. Su interés en el “escuchar profundamente” la llevó a experimentar y crear música en lugares sonoros inusuales; era particularmente aficionada a producir música en lugares con propiedades reverberantes ricas como el atrio del Winter Garden, cisternas o lugares similares. Desarrolló un componente electrónico que adaptaba a sus instrumentos para que muchas de sus obras tuvieran esa densidad sonora en las salas de los conciertos de todo el mundo en donde se presentaba. Oliveros adaptó elementos de ceremonias y rituales encontrados en sus estudios sobre los indios nativos americanos y la religión oriental, y condujo retiros meditativos para compartir su disciplina artística llamada “conciencia sonora”. A partir de este momento desarrolló un principio musical que se basaba en la improvisación, la música electrónica y la meditación. Una estética musical diseñada para inspirar a artistas entrenados y no entrenados a practicar el arte de escuchar y responder a las condiciones ambientales en situaciones como solistas y en conjuntos. Oliveros creía en el acto de hacer música como un arte comunitario y viajaba por el mundo dirigiendo audiencias para Sonic Meditations en donde los asistentes cantaban y coreaban para de alguna manera contribuir al “rendimiento” de la música. A veces, cuando componía sus obras, las notas no eran notas tradicionales en un pentagrama, eran mas bien una lista de instrucciones para que los artistas interpretes o ejecutantes las siguieran, casi con la simplicidad de un zen.  Todo este proceso dio origen y nombre a un proyecto llamado Deep Listening Band integrado por la misma Pauline Oliveros, el trompetista Stuart Dempster y el compositor y vocalista David Gamper fallecido en el 2011. Con el tiempo, el estandarte de Deep Listening se extendió a retiros, talleres y conferencias en los que Pauline Oliveros compartía su disciplina artística.  En el año 2005 Oliveros fundó Deep Listening Institute definiendo su misión de innovación creativa a través de las fronteras y las capacidades entre artistas y público, músicos y no músicos, médicos y discapacitados físicos o cognitivos, y niños de todas las edades. Entre otros proyectos el instituto apoyó el desarrollo de un software que permitía a niños con discapacidades físicas o cognitivas crear música improvisada. En sus ultimas años de vida Oliveros creó vínculos con instituciones y grupos como el International Contemporary Ensemble logrando tener presentaciones en lugares tan emblemáticos como el Lincoln Center o el Miller Theatre de la Universidad de Columbia.  Oliveros murió mientras dormía en su casa en Kingston el 24 de noviembre del 2016 a la edad de 84 años dejando un legado musical que permanecerá a través del tiempo en las mentes de artistas y público amantes de la experimentación sonora. Las composiciones de Pauline Oliveros enriquecen la imaginación musical, expanden los oídos y tal vez, incluso el alma. 

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Honey Is Cool, la primera banda de Karin Andersson (The Knife, Fever Ray)

Karin Andersson mejor conocida por sus trabajos al frente de The Knife y Fever Ray tuvo una banda de indie rock formada en 1994 en su natal Suecia y era bellísima.   Recordamos esto ya que desgraciadamente, Fever Ray se ve obligada a cancelar su gira europea por problemas de ansiedad, en su comunicado apunta: “Es un desorden que acecha desde la penumbra, y este último mes ha vuelto a escalar”“Es un desorden que acecha desde la penumbra, y este último mes ha vuelto a escalar”. Le deseamos una pronta recuperación dando a conocer parte de su trabajo de adolescente. Te dejamos el disco completo aquí.

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The Cure y su etapa más introspectiva y glacialmente fría

Entrada la década de los 80, The Cure se encontraba sumergido en una atmósfera totalmente introspectiva y glacialmente fría y sensible, era como si de repente te encontraras en un templo con unos ritmos que te hacían gritar dentro de tu interior para no salir jamás. Faith es una desgarrador disco en el cual muestra una cruda y decadente realidad de cuál frágil somos ante duras situaciones que están más allá de nuestro alcance y solo nos queda nuestra soledad que contempla una alma sin fe. Ese comportamiento sombrío que mostraba el grupo lo plasmaba en todas sus canciones entre 1981 y 1982 donde se metían en terrenos llenos de enfado y una cierta calma pesimista. “Que importa si nos morimos todos” es lo que canta Robert Smith en la retumbante “One Hundred Years” mientras pisa el acelerador acercándose a toda velocidad hacia una propia y absurda ¡auto destrucción! “Quería un disco lleno de fuerza, duro, intenso, de energía perfectamente deprimente” comentaba Robert Smith mientras recuerda su insoportable egoísmo que reinaba en aquellas épocas al grado de pelearse con todos sus compañeros .   Por su parte, Pornography es el camino hacia la mismísima condena autodrestuctiva , es como si te quedaras petrificado en un espejo lleno de paisajes desoladores con matices en tonos rojos y grises que ante una desesperación de llanto que lamentas por no volver a estar limpio de nuevo. “Había una atmósfera llena de tensión e individualismo reflejado en nuestros propios problemas existencialistas , pero todo resultó divertido de tan mal que iban las cosas”. Este ciclo se cerraba hacia finales de 1982 donde todo terminó en una pelea en el escenario donde Smith y Gallup terminaron agarrándose a golpes mientras el jodido Tolhurst tomaba las riendas de un estridente bajo, la imagen era perfecta para describir como si hubieran sido golpeados en plena faz llenos de una frialdad maquillada en una cierta violencia pragmática.

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Recordando el legado de Tony Wilson

Un Infarto le quitó la vida a Tony Wilson; quien fue presentador de T.V. y su legendario programa Granada en donde aparecían muchas bandas tocando en vivo, fue un gran periodista, cofundador del sello Factory Records y del club The Haçienda, que fue el más famoso en su momento y con la música más avanzada de esos días: el acid house. Tony sigue todavía está muy vivo en todas las calles de Manchester y el mundo, su impacto cultural es inconmensurable. La música que descubrió y apoyó todavía se reproduce en todo el mundo. Sigue siendo una fuente de inspiración para todo aquel que quiere tener una banda, una disquera o un club. Es y será recordado como el gran artífice del sonido Madchester junto con bandas y artistas maravillosas que llegaron a su sello o simplemente apoyo porque creía en su música, entre ellos indudablemente se encuentran James, Orchestral Manoeuvres In The Dark, The Railway Children, Cabaret Voltaire, The Stone Roses, Quando Quango, Divine, The Smiths, ACR, SEction 25,  The Fall, Violent Femmes, The Chameleons, Bauhaus, Fad Gadget, The Birthday Party, Blancmage, The Jesus & Mary Chain y muchos más, no los descubrió en sí a todas pero sí les brindó un espacio para exponerlos más. Hoy lo recordamos con mucho amor a éste catalizador futurista de toda una generación.   A Tony Wilson hay que agradecerle por dar origen a la cuna de la cultura Rave en The Hacienda, por la ritualización de esos ritmos y sonidos, por promover esa era del baile en donde el hombre blanco empieza a bailar, por Martin Hannett, Peter Saville y Rob Grettton, por Factory Records, por Ian Curtis, New Order y los Happy Mondays, pero sobre todo por 2 de las bandas más olvidadas pero hermosas de esa camada: A Certain Ratio (sus favoritos por encima de Joy Division) y por supuesto: The Durutti Column de Vini Reilly.

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Joy Division: cuando la poesía llegó al post punk

Desde sus inicios como Warsaw en una sombría y deprimente Manchester a finales de los 70, mostraron que la ideología punk no solo eran guitarras de ira y descontento social, empezando por la protesta anárquica hacia la reina de Inglaterra y todo lo que representaba el sistema, sino que supo canalizar esa energía para llevarlo a emociones más complejas, durante sus inicios se mostraban rudos, enojados y con un sonido demasiado estridente, sin embargo, había algo en ellos que mostraba cierta personalidad, así era  Joy Division.   Sus líricas, las cuales basadas en un juego de palabras llenas de emociones, desde lo más cotidiano hasta llevarlo en su máximo expresión de una poesía indiferente, empezaron a dejar en claro que sería un grupo que pasaría a la historia. Mientras los cuatro integrantes mencionaban ese nombre, estaban de acuerdo que sería un nombre perfecto para una banda (independientemente de su origen nazi), que poco a poco iba mostrando al mundo que con solo un bajo, guitarra, batería y una voz que venía de un eco de la más pura poesía existencialista, se crearían sonidos interesantes con una base de lo que el punk podía ofrecer. Ian Curtis , Bernard Sumner, Peter Hook y Stephen Morris, eran solo cuatro muchachos que lograron mostrar el interés, primero de toda Inglaterra, y después de una gran parte de Europa, esa manera tan particular de un sonido a la vez innovador y a la vez tan simple, al fin y al cabo era parte de esa ya tan famosa frase del punk: “do it yourself” . Unknow Pleasures llegaba en el año de 1979, su primer álbum el cual comenzaba con “Disorder”, una batería que pareciera como si le estuviera pegando al destino, unas guitarras llevando la dirección de los ritmos, un bajo lleno de destreza y unas vocales que parecían venir de un tipo de edad indefinida, ese fue el primer sonido con el cual empezaba el álbum, uno del cual podías crear tu propio mundo, un mundo de ciencia ficción, paranoia, esperanza y desilusión de lo que se vivía cotidianamente en aquellos tiempos. El punto más álgido del álbum es “New Dawn Fades”, la cual muestra una cruda realidad del existencialismo que vive en cada uno de nosotros y se lleva a un extremo de desesperación encerrado en tu propia alma. Closer, su segundo álbum que llegaba al año siguiente (1980), entraba con una madurez en cuanto al sonido muy característico de la banda, su productor Martin Hannet, un hombre con una visión un tanto futurista y un tanto enigmática marcaría su sello en el disco dejando atmósferas llenas de un  éxtasis auditivo, los sintetizadores que ya marcaban una tendencia hacia donde debía dirigirse la música, sonaban con un hermoso estilo invernal (que más adelante daría el nacimiento a New Order). “Isolation” es la prueba perfecta de que el dance no necesariamente tenía que ser algo alegre y monótono, pero al álbum mostraba algo más, las líricas de Ian Curtis dejaban en claro que la poesía se estaba convirtiendo en un epitafio de su propia existencia, así mismo “Passover” marca el ritmo de una vida llena de altibajos aunque el bajo de Peter Hook suene con una jodida fuerza al igual que las guitarras un tanto crudas de Bernard Sumner. “The Eternal” y “Decades” marcan un final que prolongaba la vida de Ian Curtis hacia su trágico final y con ello moriría el legado de una banda que apenas con tres años de existir y un trabajo de dos discos de estudio, serían la punta del iceberg para ser la influencia de muchas bandas que vendrían después. Un mundo de post punk y poesía conectados por Ian que se volvieron eternos e influyentes.

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25 años del Siamese Dream de The Smashing Pumpkins

Se cumple un cuarto de siglo del Siamese Dreams de The Smashing Pumpkins, una de sus obras más viscerales previo a su gran éxito comercial. Han pasado 25 años desde que Siamese Dream fue lanzado,  un álbum en donde la ira y la tristeza son el motor predominante, la saturación sónica y sonora de estruendosas guitarras apasiguadas por cuerdas acústicas de igual forma, notas frescas y rasgueos viscerales, como si el solo hecho de escribir e interpretar estas canciones reabriera las heridas de Billy Corgan y de cualquiera que se sienta identificado. El disco abarca temas tales como el abuso infantil, el desamor, la soledad y la lucha continua contra las cosas jodidas de la niñes, la adolescencia y la vida, en el, en esta obra,  la banda convierte el furioso resentimiento del cantante en una exhibición de auto empoderamiento purificador. En Siamese Dream The Smashing Pumpkins perfeccionaron el arte de encontrar el triunfo en la tragedia, por lo que sigue siendo un audaz manifiesto de su ascensión a la historia del rock alternativo.

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Throbbing Gristle la banda que siempre redefinía la palabra expectación

El primer encuentro de un oyente con Throbbing Gristle es casi invariablemente la experiencia musical más desconcertante que uno pueda tener. Es abrasivo, extraño y confuso, incluso a veces repugnante. Si uno no llega al horror de inmediato, una inevitable inundación de preguntas sigue: ¿Esto es música?, ¿Cómo es esta música?, ¿Por qué es esta música? y finalmente ¿Quién hace esta música?. Comprender a Throbbing Gristle requiere algo más que una apreciación del ruido. Requiere un abrazo de dadaísmo y provocación hostil en forma musical. Si bien las duras líneas de sonido creadas por Merzbow o Kevin Drumm pueden parecer imposibles de entender para los no familiarizados con estos sonidos, Throbbing Gristle es un tipo totalmente diferente de música. Eran, en diversos sentidos, noise, música hablada, arte, performance, música mutante, música electrónica, un concepto musical y un pop suficiente para mantener todos sus álbumes sorprendentes y repetidamente gratificantes.  En ese espectro de géneros y enfoques, Genesis P-Orridge, Peter “Sleazy” Christopherson, Chris Carter y Cosey Fanni Tutti encontraron la manera de hacer música difícil y desorientada como sea posible, pero lo hicieron de una manera que permaneciera interesante en todos los sentidos. A veces eso significaba crear verdaderas pesadillas auditivas. Antes de entrar en el cómo y por qué, lo mejor es familiarizarse con quién. Throbbing Gristle se formó en 1975 en el Reino Unido a partir de un colectivo de arte performance llamado COUM Transmissions cuyo objetivo primario era desafiar las aspectos convencionales de la sociedad británica, gran parte lo hacían de forma musical, pero realizaban actuaciones, exhibiciones y performances creando controversia en la sociedad en todo momento. Un volante con el logotipo fálico del grupo llevo al líder Genesis P-Orridge a tener problemas legales, y en 1976 durante su exposición “Prostitution” en el Instituto de Arte Contemporáneo llevó a los miembros del parlamento a arremeter en contra del grupo tachándolos como “saboteadores de la civilización”. Algo cruel y provocativo sin duda era la exposición que incluía fotos pornográficas, cuchillos oxidados, jeringas, pelo ensangrentado, así como objetos y productos femeninos usados. El significado de esto estaba en debate: ¿Qué había hecho que todo eso incomodara a la gente?.  COUM Transmissions terminó sus actividades en 1976 con una actuación de Throbbing Gristle, la primera bajo este nombre iniciando así el legado del grupo. Throbbing Gristle  era oficialmente una banda de cuatro músicos que funcionaban esencialmente como artistas performance, solo que en lugar de exhibiciones de desnudos con violencia simulada utilizaban instrumentos musicales; aunque esos elementos no desaparecieron de forma contundente ya que imágenes pornográficas y otras escenas impactantes y a veces grotescas eran a menudo parte importante de sus actuaciones. Sin embargo, la música siguió siendo la parte mas extraña y desorientadora de Throbbing Gristle. En realidad, no es música bonita ni melódica en ningún sentido convencional. La composición sonora de Throbbing Gristle esta llena de grabaciones de cinta distorsionadas acompañadas de una gran variedad de efectos extraños y frases habladas que en conjunto logran experimentos sonoros radicales pero estructurados.  Throbbing Gristle lanzó cuatro álbumes de larga duración en su propio sello Industrial Records, pero es el primer álbum (First Annual Report es el primer álbum grabado en estudio pero no lanzado intencionalmente por la banda)  llamado The Second Annual Report una obra de arte digna de mencionarse. Grabado a través de un cassette de la manera mas lodosa y sucia posible que le da una calidad encantadoramente desgarradora, The Second Annual Report habla de la naturaleza absurda de la banda en un escenario auditivo incómodo por una gran variedad de razones. El lado A presenta tres versiones de “Slug Bait” y cuatro versiones de “Margot Death”, el segundo lado contiene 20 minutos de “After Cease to Exist”. Describiendo cada elemento de Second Annual Report, “Slug Bait” es en tres partes separadas un canto discordante que mezcla entre ópera y una guitarra distorsionada una entrevista con un asesino real, mientras que “Maggot Death” es una canción real, verdaderamente ruidosa aunque solo consiste en insultos de P-Orridge hacía el publico.   Mientras Throbbing Gristle usaba el término industrial para etiquetarse mucho antes que el industrial se considerara genero o tuviera algún tipo de reconocimiento, su segundo álbum D.o.A: The Third and Final Report se consideró una pieza clave dentro de la ola industrial que surgió en los años 80´s. Un álbum que musicalmente es parecido al The Second Annual Report pero que contiene una gran variedad de temas con más cuerpo, pistas  con ruidos electrónicos, voces grabadas y otras rarezas extravagantes como pitidos y gorgoteos socavados con el típico bajo de Christopherson.  D.o.A: The Third and Final Report a pesar de tener muchas piezas confusas, es un escenario en que los temas de Throbbing Gristle comenzaron a tener mas importancia convirtiéndolo en uno de los 1001 álbumes que se tienen que escuchar antes de morir. Estos temas estructurados aparecen esporádicamente, pero cuando lo hacen, son de gran impacto.  La progresión de Throbbing Gristle hacia hacer música mas convencional los llevó a realizar su celebre y tercer álbum  llamado 20 Jazz Funk Greats, un disco que va en contra del ruido comercial, mas amigable para el público, tan antitético como su propio modo de pensar a veces incluso en la portada del álbum que parece realmente amigable hasta que uno se da cuenta que la fotografía es en Beachy Head, un lugar popular para el suicidio al sur de Inglaterra. Un álbum que tiene una clara divergencia con la caótica anarquía de D.o.A y The Second Annual Report. Un disco con ritmos y melodías que parece tener algún tipo de dirección. Un disco extraño y retorcido como se esperaba, pero no del todo desgastante en el que hay espacio para la abrasión desagradable y la lectura accesible.  Throbbing Gristle lanzó un álbum más después del 20 Jazz Funk Greats en 1980 llamado Heathn Earth que en cierto modo compartía la estética en vivo del Second Annual Report y los sonidos más rítmicos del 20 Jazz Funk Greats, sin embargo no fue un álbum tan convincente como sus predecesores pero si

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