Depósitio Sonoro

Nostalgia

Mira el largometraje cubano Boleto al Paraíso, sobre libertad y música

Vía thecinelovers.tumblr.com y el grupo de Facebook: Documentales de punk, metal y rock, conocimos este emotivo documental que se describe así: “Cuba, 1993. Eunice es una adolescente que huye del acoso sexual de su padre. Alejandro es un joven rockero que, después de robar en una farmacia, se dirige a La Habana con un par de amigos. El destino hace que los dos jóvenes se encuentren en la carretera y, a partir de ese momento, emprenderán juntos la búsqueda del Paraíso”. Mira la Película Online (HD), aquí: https://ok.ru/video/1974520580842 Y el trailer aquí abajo: “Alejandro es un joven rockero que, después de robar en una farmacia, se dirige a La Habana con un par de amigos para asistir a un concierto de Heavy Metal. El destino hace que los dos jóvenes se encuentren en la carretera y, a partir de ese momento, emprenderán juntos la búsqueda del Paraíso. Muy buena historia, y en algunos aspectos, tristemente basada en situaciones que realmente pasaron en Cuba”. En un pueblo del interior de Cuba, en 1993, Eunice (16 años) vive con su padre Armando (45 años). Desde que su madre había muerto, Armando mantiene relaciones sexuales con su hija. Entonces, Eunice decide huir de su padre y roba dinero a una compañera, pero es descubierta por la maestra. Por eso, no le queda otra que volver a su casa. Mientras tanto, en un pueblo cercano, un grupo de rockeros, Alejandro (18 años), Fito (17 años) y Lidia (18 años), roban una farmacia, llevándose gran cantidad de psicofármacos, con la intención de venderlos para pagar un viaje a La Habana para un concierto. Cuando la policía empieza a investigar el robo, decide que el grupo llevaría una vida mejor en La Habana, y se ponen en marcha para llegar a la capital cubana.

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Una introducción al jazz fusión

El jazz fusión es el sonido de un período genial y funky en los años 70. Es el equivalente jazzístico del rock progresivo. Cuando se considera que artistas reales de rock progresivo como Soft Machine y Frank Zappa tocaban jazz fusión la distinción se vuelve compleja. En términos generales, se habla de jazz fusión cuando uno de estos estilos es el jazz. La denominación fue aplicada por primera vez al jazz por el productor Denis Preston, a mediados de los años 1960. Toda historia del jazz es un ciclo de variedad y fusión con otras músicas. A partir de los años 1960, la ósmosis se produjo también con otras muchas músicas de origen diverso: música clásica, folclore de Asia y África, música hindú y, por supuesto, el rock. El gran éxito comercial y la fuerte consolidación de la fusión con el rock (el jazz rock), ha hecho que, en buena medida, el término Jazz Fusión haya acabado aplicándose con carácter preferente. Para el guitarrista Larry Coryell, llamado pionero en el sonido, dijo: “amamos a Miles, pero también amamos a los Rolling Stones”. En sus primeras etapas, artistas como Coryell y su grupo The Free Spirits combinaron elementos de jazz con el sonido eléctrico del rock ‘n’ roll, por lo tanto, una fusión de sonidos. Y salió en espiral hacia afuera desde allí. El jazz se inyectó en el funk, R&B, MPB, ambient, todo tipo de sonidos inverosímiles, y de hecho continúa prosperando en la actualidad, gracias en gran parte a la cultura de la música electrónica y los DJ. En el caso de Miles Davis, él lanzó una de las primeras obras maestras y planos conceptuales del jazz fusión, así como una continuación que se erige como uno de los álbumes de jazz más vendidos de todos los tiempos, sino algunas entradas más en la década de 1970 que mostraron cuán lejos estaba a tomarlo. “Estamos dispuestos a romper nuestras propias reglas de vez en cuando cuando eso significa poder contar toda la historia”. Hay mucho más en esta historia. Pero la crónica histórica de 30 de los álbumes de jazz fusión más innovadores y mejores de todos los tiempos aparece en la Playlist de arriba. Dejemos que el sonido hable por sí solo.

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Falleció Ronnie Spector, ícono del soul que inspiró a artistas como Amy Winehouse

TEXTO POR: Tamara Ludmila Amy Winehouse entra a una tienda de vinilos para la serie de televisión Vodafone TBA en 2007 y ve entre los discos un álbum de The Ronettes. En la portada se observa a quienes serían las 3 integrantes del grupo: Estelle Bennet, Nedra Talley y Veronica Bennet, o mejor conocida como Ronnie Spector. — ¡Yo tengo éste! — Amy saca el vinilo y se lo muestra al presentador del programa.— ¡Tienen el cabello cómo tú! ¡Mira eso!— Yo tengo el cabello como ellas. — corrige. El característico cabello de Amy se habría inspirado en el popular peinado de los años 60 que lucía fabulosamente el icónico trío en la portada de su álbum debut: Presenting the Fabulous Ronettes. El disco fue lanzado en 1964 y contenía la canción que catapultaría a las cantantes a la fama: Be my Baby. La canción no habría alcanzado su inmensa popularidad si no fuera por la singular voz y el gran carisma de la cantante mezzosoprano principal, Verónica Bennet, cuyo melodioso timbre aseguró el éxito entre los artistas del momento. El año previo al lanzamiento delálbum, la canción se había publicado como sencillo y alcanzado el lugar número 2 en el Billboard Hot 100. Más adelante, las artistas obtendrían tanta fama que acompañarían a The Beatles en una de sus giras y serían votadas en 1965 como el grupo más importante de laépoca, tan solo después de los mismos Beatles y Rolling Stones. Poco después del inicio de su carrera y el estrellato, Verónica se casaría con el célebre y poderoso productor del grupo, Phil Spector, y cambiaría su nombre a Ronnie Spector. Phil, sin embargo, demostraría ser un hombre sumamente violento, por lo que su relación con Ronnie derivó en un tormentoso matrimonio que la llevó a vivir secuestrada dentro de su propia casa, amenazada de muerte y sin regalías de su música. Esto mismo, más otras manipulaciones de Phil, resultaron en el sabotaje de la carrera de la cantante y un triste desvanecimiento del grupo. Un día, Ronnie, con ayuda de su madre, saltó por una de las ventanas y escapó de la mansión en donde vivía con Phil. En 1974 obtendría el divorcio y más adelante, las Ronettes demandarían por 10 millones de dólares al productor quien, después de 10 años de juicio, perdería el caso. Más tarde, en 2009, Phil Spector sería arrestado por asesinato en segundo grado por disparar a la actriz Lana Clarkson. El mismo año en que falleció Amy Winehouse, Ronnie le rindió tributo a la cantante sacando su propia versión de Back to Black. Tras enterarse de su muerte, dijo a los medios: “No había estado así de triste en un largo tiempo, sobre nadie en esta industria. Traté de ir a comprar la despensa para mi familia, pero estaba caminando como fantasma entre los pasillos. No podía pensar en nadie, solo en Amy. […] Estoy devastada”. Ronette falleció a los 78 años de cáncer dejando un enorme legado musical. El día de hoy, en la plataforma Spotify, 58 años después de su álbum debut, las Ronettes registran más de 20 millones de escuchas mensuales. Asimismo, el grupo sigue representando a unas de las pocas mujeres en la industria que han logrado entrar al Rock and Roll Hall of Fame. TEXTO POR: Tamara Ludmila

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Licensed To Ill, el álbum debut de Beastie Boys y sus grandes innovaciones

La revista Rolling Stone lo posicionó #217 en su lista de los 500 mejores álbumes de todos los tiempos y #1 en su lista “100 Best Debut Albums of All Times”,​ calificándolo así como el mejor álbum debut de la historia. Han sido comparados con grupos de hip hop como Cypress Hill, House of Pain, The Pharcyde y hasta Rage Against the Machine por su estilo similar. Licensed to Ill, el álbum debut de los Beastie Boys, fue publicado en 1986. Siendo uno de los discos debut más vendidos de Columbia Records hasta la fecha, llegando a vender más de 9 millones de copias en Estados Unidos. El ritmo aplastante, áspero y reverberante de la batería en sus pistas martilla durante unos compases antes de unirse a los cientos de riffs de guitarra que encaja perfectamente con la batería. El impacto de Licensed To Ill en la cultura popular —introducir la música rap a las masas blancas de los suburbios— es difícil de subestimar. Parte de eso cruzado fue el igual énfasis que el grupo le dio a ambos lados de la ecuación entre el hip-hop y el metal. Sabbath, Zeppelin y otros grupos de hard rock como AC / DC se encuentran entre las bandas cuyos sonidos crean la columna vertebral de gran parte de la ecléctica lista de canciones de Licensed To Ill. Pero también aparecen decenas de artistas de hip-hop y funk, como War, Kurtis Blow y la pionera Sugarhill Gang. El álbum fue certificado Platino por la Recording Industry Association of America (RIAA) el 2 de febrero de 1987 y finalmente fue certificado como Diamante el 4 de marzo de 2015. El sencillo “Brass Monkey” obtuvo la certificación Gold por su envío de más de 500,000 ventas. Licensed To Ill, cuyo productor de sonido Rick Rubin ayudó a moldearlo, reveló a un grupo sin miedo a aludir a la animosidad existente entre las esferas musicales y hasta en las clases sociales. Fue el primer álbum que analizó las 2 escenas muy diferentes del heavy metal y el hip-hop, e intentó, en serio, cerrar esa brecha. Los Beasties, para ser justos, no fueron el primer grupo en mezclar hip-hop con rock.D.M.C. se les adelantó con su valiente lanzamiento de 1985, King of Rock. Su seguimiento de 1986, Raising Hell, conservó un sonido orientado a la guitarra a través de su ahora legendaria colaboración con Aerosmith. Los Beastie Boys, sin embargo, llevaron las cosas un paso más allá; nunca antes había habido un esfuerzo tan concertado para fusionar activamente estos dos estilos existentes. Sus referencias van más allá del muestreo: la canción “No Sleep Till Brooklyn” fue un guiño al álbum en vivo de Motörhead No Sleep ‘til Hammersmith, y contiene la letra de su canción “(We Are) The Road Crew”. El titán del thrash-metal Kerry King, de Slayer, cuyo disco Reign in Blood también fue producido por Rubin ese mismo año, tocó la guitarra tanto en “No Sleep Till Brooklyn” como en “Fight For Your Right”. Partes del álbum aparentan homofobia y misoginia, lo cual empañan su reputación, pero en los 35 años vemos que su debut es un recordatorio incómodo de un sentido del humor equivocado e inmaduro, pero también de la capacidad de algunas figuras públicas para el cambio. A pesar de los aspectos más complicados de cómo envejeció el álbum, sigue siendo innovador sonoro, desatando una ola completa de grupos híbridos de rap-metal que se convertirían en una fuerza dominante en la música popular años más tarde. Presentaron música nueva para audiencias completamente nuevas y, tal vez, a través de su maduración, presentaron un mensaje importante para aquellos que más necesitaban escucharla. Lo que Licensed To Ill demuestra es que los Beastie Boys siempre estuvieron comprometidos con nuestros derechos, sólo les tomó un tiempo encontrar aquellos por los que valía la pena luchar.

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Columna Estoy Escuchando: Meddle, de Pink Floyd

Por Abraham García [email protected] Lanzado hace 50 años, este álbum supuso una transición para que el grupo de Londres tuviera un nuevo comienzo creativo y de una vez por todas en el estudio de grabación dejara de lado la sombra de Syd Barrett. Desde las sesiones de A Saucerful of Secrets de 1968, Pink Floyd no había entrado al estudio sin tener composiciones previamente trabajadas para grabar un álbum nuevo. Hicieron Ummagumma en calidad de solistas para cada pieza y en seguida cayeron los encargos musicales para las películas More y Zabriskie Point (este último proyecto un tanto fiasco porque el director Michelangelo Antonioni decidió descartar la música original que el grupo había trabajado para la cinta) y mientras tanto, Atom Heart Mother, el pomposo álbum que los retiraría de la movida hippie universitaria para situarlos en el superestrellato, ya se estaba cocinando. En 1971, Pink Floyd se había metido en demasiadas cosas desde la expulsión/deserción de Syd Barrett a causa de su inestabilidad con el LSD y apenas habían pasado 2 años, era como si en ese tiempo los integrantes del grupo hubiesen tratado de evadirse de su ausencia (incluso David Gilmour, Roger Waters y Richard Wright participaron de la grabación de sus álbumes solistas, The Madcap Laughs y Barrett) y tan solo seguir sin parar el flujo del torbellino que comenzó en 1965, cuando formaron el grupo con la visión y empuje de alguien que ya no estaba ahí. Se metieron a grabar en el estudio, por separado, a ver qué salía. Era hacer un corte de caja para reactivar al grupo desde cero, para definir lo que era su sonido sin su líder primigenio, y todo comenzó con “Echoes”, la épica la pieza central de 23 minutos y fracción que cierra su sexto álbum de estudio. A Meddle lo conocí, como dicta el cliché, en una de las primeras veces que experimenté los efectos de la cannabis, en compañía de mis 3 mejores amigos de la facultad. Eran tiempos en que nos reuníamos ya no para hablar y discutir, sino prácticamente pelear por música y grupos y géneros musicales mientras corrían canciones elegidas por todos. “Tú no eres nadie para criticar la música que me gusta, perro”, era algo que seguro nos llegamos a decir. Desde luego, en ese tiempo “Echoes” me voló la cabeza. Decía que la composición del tema fue lo primero que hizo el grupo para este álbum y fue un parto creativo muy complicado, ya que fueron semanas y semanas de trabajar sin dar con la tecla. Fue de hecho ese reconocible teclazo inicial de Richard Wright, aquel que, usando la imaginación, se podría interpretar como una señal, no sé si de vida, o de un nuevo despertar o comienzo, lo que cimentó la base para estructurar los 24 fragmentos de improvisación individual que conforman “Echoes” y hasta el momento habían llamado “Nada”. Usaron el estudio de grabación para editar el orden de los fragmentos de sonido -como si fuese un instrumento musical más- y así armaron un rompecabezas sonoro y musical que tuviera sentido. De ahí la secuencia en limpio y muy lento crescendo que progresa hacia un jam funky. De pronto se rompe y cae, como Ícaro desde el cielo, pero en vez de morir ahogado en el fondo del mar, recupera la consciencia y comienza a nadar hacia la superficie, y así reemerge triunfante mediante el teclazo en el piano de Richard Wright del inicio, pero que ahora anuncia la ascensión musical. “Echoes” logra ser un tema muy imaginativo, como otrora fuera “Interstellar Overdrive” de los inicios de la banda, aunque de una manera que poco y nada tiene que ver con el sonido de la época de Syd Barrett, mismo que ya tenían bien asimilado trabajado. El sonido lírico de sus inicios como grupo, claramente influenciado por el jazz, perdió un poco de su explosividad espontanea y cambió hacia una creatividad más deliberada y consciente. “La canción” tan sólo fue el primer atisbo del sonido más refinado y venidero del grupo y el inicio de una temática que se volvió recurrente en las letras de Pink Floyd: la comunicación. Debo decir que Meddle es un álbum muy querido para mí y tal vez se trate de mi favorito entre la basta discografía del grupo. Sus bucólicas letras me remiten a los campos de Colima y Ciudad Guzmán a cualquier hora, ya sea desayunando un litro de pulque fresco, haciendo senderismo entre la niebla en una tarde estival, o avistando estrellas fugaces por la noche, mientras me caliento las manos frente a una buena fogata con un café bien cargado. “One Of These Days”, con su ritmo cuasimetalero que invita a hacer headbanging, quizá haya sido en su momento el gancho que me hizo querer escucharme todo el álbum, pero “Fearless”, el lado B del sencillo, y también parte del álbum, es sin duda mi canción pinkfloydiana favorita. En lo musical tal vez sea insignificante comparada con la complejidad sonora de otras piezas progresivas o psicodélicas del grupo, pero la letra, con su literal evocación a esa noción de que como personas somos frágiles o vulnerables ante aquello que nos pueda dar miedo, ya sea una cima empinada, el futuro, la muerte (propia o de un ser querido), me lleva a un lugar emocional muy íntimo y, como si fuese un chute de adrenalina para un corazón en paro, me carga de convencimiento para encarar lo que sea, por mucho que no crea poder. La interpolación entre Pink Floyd tocando el tema, con el entrañable “You’ll Never Walk Alone”, muy popularizado por el grupo Gerry and The Pacemakers y cantado a todo pulmón por los Kopites del Liverpool FC en un Anfield a reventar como cierre, me parece inefable y abrumador. Sobra decir que cuando escuché “Fearless” en el Zócalo, el 1 de octubre de 2017, con el sonido cuadrafónico de Roger Waters y su banda, me rompí en incontrolable y vigorizante llanto porque llovía bastante y además tenía

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Columna Estoy escuchando: Curtido, de Carneviva

Por Abraham Garcí[email protected] Lanzado en 1993, el tercer álbum de esta agrupación argentina, surgida en la provincia de Santa Fe, supuso el punto más álgido en su carrera, aunque nunca alcanzaron la notoriedad nacional o internacional de muchos de sus contemporáneos que se desenvolvieron en Buenos Aires. El éxito puede ser algo ambiguo. Se puede ver reflejado en la repercusión y la fama, bonanza en los bolsillos, también en premios y reconocimientos. En estos tiempos de “metaverso” digital, que con brutalidad se polariza la opinión pública entre el blanco y el negro desde miles y millones de likes y followers, capaces de encumbrar una idea o vertiente como si fuese la panacea, o en contraparte, cancelarla y condenarla al ostracismo, parecería muy simple definir lo que es el éxito y lo que no lo es, pero, así como la vida, dudo que sea tan fácil de explicar; me parece que hay más matices y maneras menos tajantes. En la música, por ejemplo, a lo largo del tiempo, han existido y existen innumerables proyectos que ni siquiera han sido ni serán malentendidos en su época para ser revalorados en otras, porque no podrán aparecer de un día para otro en las plataformas de música para que la gente les escuche y les conozca. Porque también influye el contexto social, geográfico y económico para que un proyecto pueda proliferar. Al vivir en Colima pude notar eso, proyectos originales que trabajan muy en serio su música y sobre las tablas se ganan una buena reputación, convocatoria, respeto y validación a escala regional, pero no logran posicionarse en dar el siguiente paso para poder avanzar y romperla en grande, tan solo porque no hay tanta intensidad, oportunidades ni herramientas como podría haberlas en una ciudad más grande. Así ha ocurrido en muchas escenas musicales descentralizadas de las capitales, sin una estructura económica pujante, aunque, claro, desde finales de la primera década del 2000, con el declive de las disqueras corporativas, el incipiente metaverso digital, hablo de los tiempos de My Space, ayudó un montón para que proyectos musicales de la periferia tendieran sus redes de trabajo de manera remota y buscaran desde su trinchera en medio de la nada el mentado éxito en formas alternas. De no haber tenido la experiencia de un semestre como estudiante en Paraná, seguro nunca habría conocido a Carneviva. Estar ahí en ese momento supuso un descubrir y tratar de absorber lo más posible, entre ello la música argentina y algo de América del Sur: Los Redondos y El Indio Solari, Sumo, Divididos, Las Pelotas, Spinetta y todas sus bandas, Viejas Locas, Intoxicados, Almafuerte, Mercedes Sosa, Astor Piazzolla, Alfredo Belusi, Les Luthiers, La Mona Jimenez, la murga, el cuarteto, la cumbia villera, la candombe y la samba, todas las expresiones que supusieran algo nuevo, o que por X y Y, no les llegué a dar bola en su momento por estar en otra cosa, era abrirse y aprovechar todo al máximo entre tragos de mate durante el día y fernet con coca o un tintillo por las noches. “Carneviva es una banda muy zarpada”, me llegó a decir mi camarada Gabi en esa época entrerriana. “Me gustan mucho porque son muy de acá”, lo decía dejando un poco de lado la argentinidad, con gran énfasis en lo regional, como si se tratase de ese túnel subfluvial que conecta de manera geográfica Paraná con Santa Fe y cantidad de pequeñas ciudades y pueblos en cada extremo. Siempre tendré el arrepentimiento de no haber podido asistir a ese concierto acústico que Carneviva dio en el Teatro Municipal 3 de febrero en alguno de los meses finales del verano austral de 2009 en Paraná. Pienso que hoy sería un buen recuerdo y algo así como una medallita más a la frívola colección de conciertos y tocadas, sólo porque el grupo liderado por el cantante Gustavo Angelini tiene una calidad cuasi teatral en directo y es un referente para público y músicos santafesinos y entrerrianos, ya que en el circuito de los grupos de rock es de uno de los que llegó más lejos y en sus mejores épocas se llegaron a codear con figuras connacionales sobre algún escenario. De un tiempo para acá su presencia se ha vuelto intermitente, con reuniones esporádicas debido a que el núcleo central de la banda, su cantante y el baterista Lucio Venturini, en la actualidad exploran y crea música por su cuenta con otros proyectos, y sólo conservan Carneviva por la demanda popular de sus coterráneos. Decía que no sabría de la existencia del grupo si no es porque fui a su terruño y hoy quiero hablar de su álbum Curtido para compartir y no dejarlo en mi propio olvido. No es un álbum tremendamente innovador en lo musical, ya que suena muy de su época en la vena del rock alternativo, sin embargo escucharlo me remonta a una época muy singular. Tal vez la mayor particularidad que tenga es que contiene la histriónica y expresiva voz de Angelini, capaz de envolver y engatusar al escucha con la poética de sus letras. En líneas generales, Curtido es un álbum muy bueno para escuchar en la primera mitad de tus veintes o para recordar tus veintes, ese tiempo culmen de la juventud donde ninguna presión es demasiado grande para no pasarla bien y existe esa hambre, animosidad y energía para descubrir, desarrollar y explotar con vehemencia vetas desconocidas de tu propia individualidad. “Carneviva es vivir el calor agobiante santafesino en verano y matarlo con cerveza en porrón con las amistades, navegar los ríos en un bote precario al ritmo del viento y sus letras, gritar los goles de Colón (el actual y por primera vez campeón en la primera división del fútbol de Argentina) en la noche con su hinchada) en un trance místico por el vino cepa rosa cuveé”, me dice el cumpa Agustín Alberini cuando le pido información porque lo que tengo me parece insuficiente. “Cuando íbamos por la calle principal había una música

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Mira Cassette: A Documentary Mixtape, emotivo documental sobre la historia de este formato

Este año falleció el inventor del casete Lou Ottens. Por eso recordamos este emocional documental que indaga en el pasado del tape para descubrir por qué este formato sigue vigente. Veteranos del punk y del rock como Henry Rollins, Thurston Moore e Ian MacKaye, se unen a bandas jóvenes que lanzan música en casete para impulsar a Lou en su viaje para recordar. Y mira el documental en este enlace: https://threespeakvideo.b-cdn.net/rpehiyxq/kZvRXPZfOTZuvDUzufbNegIDHwDaUsRiacjZCGGxBLtpOzNqCgLZIoGUNrwKVmsO.mp4?fbclid=IwAR2eKtnsf9MB9IpggWDs4gzbsh_V50Ce5BYEtmy-HKjb1a66FdJAbhh2wKM Se dice que la nostalgia es algo doloroso y placentero a la vez. Por eso este documental viaja por un laberinto de nostalgia, pero lo instala en nuestros días. En un formato que en los últimos años ha sido retomado por las nuevas generaciones de bandas y músicos. Así que “a través de testimonios de leyendas musicales y de fans, nos invita a volver a abrazar el cassete, al tiempo que nos descubre a Lou Ottens, el ingeniero que sorprendentemente, fue responsable de la invención tanto del casete como del CD”. Así, el director Zack Taylor explora en su nueva película, Cassette: A Documentary Mixtape. Taylor entrevista a Lou Ottens, el ingeniero holandés que, mientras trabajaba en Philips, ayudó a desarrollar el casete, formto que con aceptable popularidad actualmente. La película también incluye reminiscencias de Henry Rollins (visto revisando sus estantes y estantes de cintas guardadas), Ian MacKaye, Thurston Moore, Daniel Johnston, Mike Watt, Damien Jurado, Rob Sheffield, miembros de la comunidad hip-hop y otros, quienes recuerdan no solo sus casetes favoritos y cómo hacer mixtapes era un pasatiempo y una labor de amor. En memoria de Lou Ottens (Bellingwolde, 21 de junio de 1926 – Duizel, 6 de marzo de 2021) fue un ingeniero neerlandés que trabajó toda su vida profesional en la empresa Philips. Es reconocido por ser el inventor de la cinta de casete. Fuente: DOCUMENTALES DE PUNK, METAL Y ROCK (GRUPO FB). ————————————————————————— POR CIERTO, EN NUESTRA TIENDA EN LÍNEA TENEMOS WALKMAN, PARA QUIENES QUIERAN REVIVIR O CONOCER LA ESCUCHA EN ESTE FORMATO. PUEDES COMPRAR EN LÍNEA O MANDA WHATSAPP AL 5539716437. ENTREGAS A TODO MÉXICO. DA CLIC AL LINK DE AQUÍ ABAJO: https://depositosonoro.com/store/

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Columna Estoy Escuchando: Berlin, de Lou Reed

Por Abraham Garcí[email protected] Defenestrado por la crítica musical de su tiempo, el tercer álbum del cantautor apodado “El Rey de Nueva York” trasciende su formato auditivo y se expande a formas de expresión literaria, teatral y hasta cinematográfica con solo reproducirlo. En el siglo pasado, los años 70 fueron la década de moda para los álbumes conceptuales. Lo que comenzó en un vago y hasta cierto punto infantil intento que no termina por cuajar, por hilar la secuencia narrativa de un grupo ficticio dando un concierto en Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band por parte de The Beatles en 1968; y culminó en 1979 con el grandilocuente, mastodóntico y biográfico hasta la obsesión, The Wall, con Roger Waters como dictador en Pink Floyd; Lou Reed estableció los Qué’s y Cómo’s para crear álbumes conceptuales en 1973, capaces de contar perfectas historias con el estilo narrativo crudo, directo y sencillo que caracterizó a sus letras, generando un Magnum Opus al tiempo que, de nuevo, tiraba su carrera musical al bote de basura. En 1972, con “Walk On the Wild Side” de Transformer, que a la postre fue el mayor hit radial en toda su carrera como solista, Lou Reed se convirtió en promesa de estrella, pero había un problema, el buen Lou tenía un ego y, otra vez, mucha heroína en el cuerpo; no podía ser la mascota ni el protegido de su productor David ‘Ziggy’ Bowie, menos luego de que el británico se hubiese reconocido pupilo a distancia de la Velvet Underground; y no hacía falta repetir una experiencia similar a la del mecenazgo de Andy Warhol. Con las valijas llenas de éxito y un contrato con RCA, Reed se dijo una vez más “ahora sí, me la juego solo”; con el ánimo de quitarse la espina del fracaso que tuvo la recepción de su debut homónimo, se apartó de la gente que con facilidad le pudo mantener en la palestra por más tiempo con la fórmula del glam rock. Imagino que tendría pretensiones menos fantasiosas, ya que mientras la disquera le pedía una continuación de Transformer, Reed quiso hacer un paréntesis en ese estilo para después retomarlo. Berlin no fue compuesto o escrito de un tirón, ni en un proceso creativo continuo y delimitado, ya rondaba en el aire que respiraba Reed incluso desde los últimos tiempos de la mítica Velvet Underground, cuando el grupo grabó, pero no usó para ninguno de sus álbumes, las canciones “Stephanie Says” (que devino en “Caroline Says II”), “Oh Gin” (a la postre “Oh Jim”) y “Sad Song”, el cierre de Berlin, con letras menos trabajadas. Cuenta el biógrafo Mick Wall en Lou Reed – The Life, que Reed comenzó a tomar consciencia de lo que quería hacer para su tercer álbum cuando una escucha tardía de “Mother” de John Lennon le impactó por el realismo de su letra. Con su experiencia como cronista en canciones acerca de las personalidades y (¿por qué no?) personajes que conformaban la fauna de la Factory en su época Velvet, no sería tan complicado dotar de realismo a la historia de la pareja imaginaria Caroline y Jim; de hecho, se le ocurrió que la directriz del álbum sería hacer “una película para los oídos”. Dispuso del dinero de RCA para contratar como productor a un incipiente Bob Ezrin (hasta entonces más conocido por trabajar con Alice Cooper y otros proyectos de rock duro), quien armó un ensamble con 14 ejecutantes de sesión, entre ellos Jack Bruce (de Cream), Steve Winwood (de Blind Faith), B.J. Wilson (de Procol Harum), Aynsley Dunbar y Tony Levin, entre otros jazzmen. En retrospectiva, era un supergrupo desperdiciado por la campaña publicitaria del álbum. “Berlin”, el tema que nombra al álbum originalmente apareció en el debut de Reed. Aquí, con tan sólo el primer verso y un nuevo arreglo de piano, es la apertura de la historia, nos sitúa a una cafetería junto al muro de Berlín, tal vez en Zimmerstrasse, o por Unten den Linden, cerca de una cercada Puerta de Brandenburgo, donde Caroline celebra su cumpleaños; el flechazo con Jim es inminente en “Lady Day”, luego que la viese cantar. Se siente la promesa de un romance memorable. “Men of Good Fortune”, un tema que también llegó a ser interpretado en vivo por The Velvet Underground, según documenta Mick Wall, en apariencia se desconecta de la trama, pero bien nos adentra de manera ambigua en el perfil de Jim, tal vez es un chico buena onda, de buena cuna, sin más necesidad que ocuparse de su aburrimiento, o quizá es un luchador con carencias, que se la ha tenido que jugar cada día y la vida le ha hecho madurar con precocidad. Lou Reed entra en escena con el papel de narrador activo para señalar su indiferencia ante las clases sociales. Si bien, la canción señala, al punto de exageración, los estereotipos diametralmente opuestos entre el varón rico y el pobre desde sus crianzas, y lo que ya sabemos, que es poca la gente que dirige empresas y gobierna países, que puede ser hipócrita, cínica y aprovechada de su posición, mientras la gran mayoría tiene que vivir al día o (tratar de) subir como pueda la escalera social; vislumbra ese ese brutal e injusto mundo dominado por los hombres, hasta para los propios hombres. “Caroline Says I” es una canción preciosa, nos mete en la piel de Jim, al momento en que no puede estar más enamorado de Caroline y con su devocional mirada acepta todo de ella como un absoluto, aunque Caroline pueda ser una pesada y se burle de él. “¡Aun así es mi reina alemana!”, clama Jim en la voz de Reed. “How Do You Think It Feels” lleva al escucha a uno los momentos más íntimos entre Jim y Caroline, ya como pareja, donde se nos revela que no todo es perfección en el nidito de amor. Ambos se han convertido en junkies hasta la médula y queda patente su dependencia, a la pareja y al

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