Depósitio Sonoro

Nostalgia

Mira el documental Fugazi Instrument, 10 años de historia de la banda

“Dirigido por Jem Cohen y estrenado en VHS en 1999, «Instrument» repasa los 10 años de historia de la banda de Ian MacKaye (1987 a 1997) combinando imágenes en vivo, ensayos, escenas entre bastidores y entrevistas varias registradas en Super 8 y 16 mm en la etapa que confeccionaron «Red Medicine» en 1995”. “La banda sonora de la producción está integrada principalmente por temas inéditos y material instrumental, incluyendo varios cortes en formato demo extraídos de «End Hits»”. 115 minutos, by Jem Cohen and Fugazi Shot 1987-98 on super 8,16mm and video Disponible en DVD & VHS March 1999Released on DVD: November 2001 Ian MacKaye – vocals & guitar * Guy Picciotto – vocals * Joe Lally – bass * Brendan Canty – drums * FUENTE: Documentales de punk,metal y rock. Grupo de Facebook Fugazi fue una banda estadounidense de post hardcore formada en 1987 en la ciudad de Washington D. C., conocida por su postura ‘hazlo tú mismo’ (‘do it yourself’), su manera independiente de funcionar y su reticencia frente a la industria musical, aspecto que también extienden a su discográfica, Dischord Records.

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Loveless: la tormenta perfecta de My Bloody Valentine a 30 años de su nacimiento

‘Loveless’ es un disco vanguardista que marcó un antes y un después en la historia de My Bloody Valentine y del propio subgénero conocido como shoegaze. Musicalmente fue el momento en el que la banda logró llegar al punto más alto de su creatividad, dejando muy atrás a su álbum debut ‘Isn’t Anything’, gracias a la obsesión de Kevin Shields (líder y guitarrista) por agregar capas y capas de guitarras distorsionadas por el efecto Tremolo en cada track, con lo que llegó a llamar la atención de Robert Smith y Brian Eno, sin embargo, no todo fue miel sobre hojuelas para la banda irlandesa a principios de los 90’s, por eso quise escribir un poco sobre la historia detrás de este gran disco, en el marco de sus primeros 30 años y la historia va así… To here knows when Uno podría pensar que en 1991 la salida de un álbum como Loveless sería toda una revelación mundial, pero las cosas fueron un tanto diferentes: cuando el disco salió por primera vez en las tiendas de discos un 4 de Noviembre (tan solo 6 semanas después de ‘Nevermind’), su recibimiento fue tan pobre y poco valorado por la audiencia que prácticamente llevaron a la quiebra a Creation Records (su casa disquera) que había invertido cerca de 480,000 libras en 2 años de grabaciones y decenas de productores diferentes, ante la negativa de Kevin Shields por terminar la grabación de cada instrumento, después de días, semanas, meses… años. Tal fue el nivel de exigencia que Shields tenía consigo mismo y con la experimentación sónica de Loveless, que para la canción To here knows when, (que sería lanzada en un EP llamado Tremolo como un adelanto del disco), la banda se tomó casi una semana para grabar únicamente el sonido de un pandero hasta que finalmente quedaron satisfechos. Pero eso no sería todo, entre 1989 y 1991 la banda cambiaría constantemente de estudios de grabación buscando ingenieros de audio, equipos de sonido y técnicas de grabación que cumplieran con los extraños requerimentos que la banda (o Kevin Shields) quería, como el poder acelarar y desacelerar su voz creando diferentes tonos para canciones como When You Sleep y Come In Alone, dando la sensacion de estar escuchando a dos personas diferentes cantando al mismo tiempo. Lo cual generó incontables conflictos finacieros para Alan McGee (dueño de Creation Records) que para mediados de 1991 se encontraba en bancarrota, por lo que no pudieron pagar los gastos al estudio Britannia Row, y estos al saber que no recibirían su pago, se negaron a devolverle su equipo a la banda. Acto seguido, Shields y compañía entrarían una noche de contrabando para recuperar sus instrumentos y los masters de grabación para continuar en otro lugar. Come In Alone Al final, Alan McGee terminó pagando casi medio millón de dólares por la grabación del disco con 19 productores y casi un veintena de estudios de grabación, con la esperanza de recuperar su inversión con las ventas del disco, sin embargo esto nunca sucedió debido a que el fenómeno musical que representaba ‘Nevermind’ terminó por eclipsar casi a todas las bandas y proyectos que surgieron después, por lo que decidió echarlos de su disquera. Posterior a la salida del disco Bilinda Butcher (vocalista y segunda guitarra) declararía en entrevistas que los momentos de tensión durante las sesiones de grabación eran tan comunes que incluso la banda comenzó a tener fricciones cada vez más grandes entre ellos: “Nos llevó mucho más tiempo de lo pensado y nadie lo disfrutó. Colm la pasó mal en aquel entonces. No podía tocar la batería, no sonaba tan bien como antes. Los cuatro nos estábamos perdiendo a nuestra manera, Dios sabe por qué… recuerdo y me pregunto si fue el cansancio o el estrés acumulados. No teníamos dinero. Colm no tenía hogar, dormia en sofás y la relación entre Kevin y yo se estaba rompiendo. Francamente, nos estábamos volviendo locos el uno al otro. La única razón por la que el álbum se llamó ‘Loveless’ es porque todo eso ocurrió cuando lo hicimos”. Blown a Wish A pesar de tener todas las probabilidades en su contra, Loveless logró cautivar a la prensa internacional y confundir aun más a la generación X, que había sido devorada por el sonido de Seattle y mientras Nirvana arrasaba con todo a su alrededor, My Bloody Valentine ponía a prueba la paciencia y tolerancia de toda su audiencia al tocar en vivo una oda al feedback de más de 15 mins, a la mitad de You made me realice, cual los llevó a hundirse en la escena underground de los 90’s, incomprendidos por una gran mayoría de personas que solo escuchaban simple y llano “ruido”. Con el paso del tiempo, bandas como Slowdive, Ride y Lush sentarían las bases para subgéneros como el noise y el dream pop, pero también darían pie a que, tanto el álbum de MBV como la escena shoegaze poco a poco fueran ganando reconocimiento en las nuevas generaciones, que llegarían a formar bandas como Blonde Redhead, M83, Ringo Deathstarr, Wolf Alice, o incluso Lorelle Meets the Obsolete, Mint Field y Margaritas Podridas a nivel nacional. My Bloody Valentine puede no ser una banda que venda millones de copias, sin embargo su influencia musical, ha impactado a millones de jóvenes que alguna vez soñaron con crear un muro de sonido que rompiera el silencio de forma estridente y violenta, justo como en las primeras notas de Only Shallow, track que abre el álbum de forma contundente y que define de forma clara el sonido de una banda a la que nunca le interesó llenar estadios, sino encontrar su propia marca musical… ¡y lo lograron!

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Columna Estoy Escuchando: Master of Reality, de Black Sabbath

Por Abraham Garcí[email protected] Publicado hace 50 años, es el tercer álbum de la primigenia agrupación de metal formada en Birmingham. A la fecha continua el debate acerca de si es o no aquel que terminó por definir al género entre su discografía. Mi acercamiento a Black Sabbath fue en la adolescencia, cuando un viejo amigo me regaló las copias quemadas en CD de Paranoid y el álbum que hoy escuchamos, con el pretexto de aleccionarme sobre metal, pues desacreditaba los grupos que escuchaba por ese entonces. Fue la banda perfecta, con la mística perfecta, en el tiempo perfecto para sumergirme en ella. De ahí que me resulte complicado hablar acerca de uno de mis máximos grupos favoritos en la vida. Cuesta mantener el sentido de objetividad y no caer en las garras del fanatismo desbordado, pero antes que periodista musical, soy melómano. Así que haré lo posible por mantener una línea de equilibrio. Era julio de 1971 y Black Sabbath ya lanzaba al mercado su tercer larga duración, apenas 16 meses después de haber publicado su debut homónimo. Nadie había asimilado del todo su música porque causaba extrañeza y hasta desprecio que alguien cantara sobre demonios poseyendo almas y hombres de hierro de fantasía destruyendo pueblos, pero el sencillo “Paranoid” les hizo ganar cierta publicidad en los medios de comunicación, debido en parte al pegajoso acorde de Anthony Iommi y la letra de Terence Butler, hasta cierto punto convencional para los charts de popularidad. Eran los tiempos en que como novel grupo tenían que aprovechar la atención recibida por la controversia que despertaron al ser señalados como satanistas y rajarse el lomo como burros en tocar, componer, grabar y publicar antes de que se desvaneciera la notoriedad, por la que también competían grupos tal vez hasta más virtuosos, como Deep Purple o Led Zeppelin, que junto con los mismos Black Sabbath empujaron para abrir las puertas del éxito popular a los grupos de rock duro o pesado, pero lejos de grabar más éxitos radiales, Black Sabbath entregó Master of Reality, un álbum que de primera oída pareciera una calca, un Volumen II de su antecesor, o que incluso podría ser parte del mismo álbum, por la duración y cantidad de canciones de ambos. También era un álbum nada amigable para la radio.En los menos de 35 minutos de duración y 6 canciones per se que contiene (por ahora obviemos “Embryo” y “Orchid”), Master of Reality parecería más un ep que un álbum (así como el Bad Witch de Nine Inch Nails), pero que en mi opinión supuso la chapita o una fina punta de lanza para terminar por definir una estética y un estilo musical auténtico y original como propuesta del grupo. Si con el homónimo Black Sabbath el grupo quiso asustar a críticos y gente con su pantanoso blues electrificado, como otrora hiciera la película de Mario Bava de donde tomaron el nombre; si con Paranoid comenzaron a ganar dinero a causa de la polémica, el morbo y los “hits” radiales, Master of Reality presentó un sonido más consciente y pulido de parte del grupo y una identidad musical completamente cohesionada y sólida. Son mínimos los detalles, ¡pero están presentes! Incluso dispusieron de más tiempo en el estudio y a diferencia de las sesiones de los álbumes anteriores, pudieron trabajar con mayor calma. La portada del álbum, como si fuese una fotografía distorsionada con el objetivo conocido como ojo de pez, presenta la tipografía con los nombres del grupo y del álbum de manera que parecen ondear sobre una bandera con fondo negro. BLACK SABBATH en el púrpura de la realeza y MASTER OF REALITY en un gris casi negro, que se torna invisible al primer vistazo. Todavía la entiendo como una declaración, no sé si de intenciones, de principios o de fundamentos, independiente a los aspectos musicales de su contenido. Atronador y denso es el inicio del álbum con esa oda a la marihuana que es “Sweet Leaf”. Michael “Ozzy” Osbourne en su cantar suena como un niño emocionado y agradecido con Doña Macohna por haber ampliado su reflexividad y sus capacidades de contemplación para disfrutar de la vida, mientras Iommi hace gala de sus acordes más pegajosos y obesos para arrancar con fuerza. Sorprende que la frase “pruébala” en el cuerpo de la letra no haya sido censurada, si se considera que Black Sabbath ya registraban buenas ventas y eran sujetos de escrutinio público. “¿Pierdes el aliento cuando piensas en la muerte o mantienes la calma?” es una de mis líneas favoritas de Black Sabbath, contenida en “After Forever”. A la fecha, todavía me emociona. Es una canción que en lo personal me remite a mis 11 años, al tiempo en que de buena gana me preparaba para hacer mi confirmación en la Iglesia Católica. Por el proceso mismo me surgieron inocentes preguntas como “¿y de dónde salió Dios?”, mientras la señora que nos instruía contestó, no con una respuesta suya, tal vez basada en su fe y su lógica, sino que me leyó tal vez una parte del “Credo”. Percibí que su respuesta era para memorizar y no para discernir. Fue muy insatisfactorio, en términos tanto del reforzamiento de mi fe como en la situación misma, ya que quise comprender algo y se me trató como si fuese un autómata incapaz de razonar. De eso va “After Forever”, así como de la hipocresía entre feligreses y otros dardos a tan entrañable institución. Black Sabbath quiso lanzarla como como sencillo y curiosamente fue descartada en las estaciones de radio. Iommi, que por aquellos días todavía no contaba con fabricantes de prótesis a la medida para sus yemas mutiladas y tenía que ingeniárselas para crearse las suyas, continuaba con dolencias a causa de la tensión al pisar las cuerdas. Para grabar parte del álbum tuvo que afinar su guitarra en un tono todavía más grave que en las sesiones de sus primeros dos álbumes con el grupo. Butler tuvo que hacer lo propio con las cuerdas de

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Mira The Velvet Underground, el documental

Conoce a profundidad el legado de Velvet Underground en este gran documental que cuenta su historia. Dirigido con el espíritu vanguardista de la época por Todd Haynes, esta caleidoscópica historia combina entrevistas exclusivas con imágenes de archivo. Lou Reed y John Cale fundaron en 1964 The Velvet Undergound, conjunto que se mantuvo activo hasta 1973 y que marcó la escena musical neoyorquina durante esos años. A Reed se unieron Maureen Tucker, Doug Yule y Sterling Morrison, y juntos fueron fichados para The Factory por Warhol, quien unos años después de su fundación se decidió a ser el representante de esta banda que se alejaba del movimiento hippie que a finales de los 60 todavía dominaba la escena musical. A pesar de haber conseguido un discreto éxito durante los años de su carrera, el conjunto fascinó a Andy Warhol y se convirtió en uno de los habituales de The Factory, lugar de intelectuales y artistas. Ahora, a casi 50 años después de su disolución, Todd Haynes dirige un documental que ahonda en su historia. La banda es a menudo citada por muchos críticos como uno de los grupos más importantes e influyentes de la década de 1960.​ En una entrevista en 1982, Brian Eno declaró repetidamente que mientras el primer álbum de Velvet Underground pudo haber vendido solo 30 mil copias en sus primeros años, “todos los que compraron uno de esos 30 000 ejemplares comenzaron una banda”. Mira el documental en Cuavana: https://cuevana3.io/50244/the-velvet-underground O descárgalo vía WeTransfer: https://we.tl/t-LZibFfA9g8?src=dnl También está disponible en Apple TV.

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Columna Estoy Escuchando: Blue and Lonesome, de The Rolling Stones

Por Abraham Garcí[email protected] Lanzado en diciembre de 2016, de momento es el último álbum de estudio del grupo londinense y la última grabación con su baterista, Charlie Watts, fallecido el pasado 24 de agosto. Antes de comenzar, debo decir que me encantan los álbumes de covers. A veces las versiones hechas por el grupo o intérprete que lanza el álbum son hasta mejores que las originales. Y las versiones pueden suponer un vínculo a nuevos-viejos artistas que no conocías y de pronto ya te convertiste en fan absoluto tras el descubrimiento. Son puntos de conexión hacia otras cosas, de ida o de vuelta. Así me ha pasado con Garage Inc. de Metallica, Undisputed Attitude de Slayer, Мама Анархия de Kalashnikov Collective, Renegades de Rage Against The Machine, Pin Ups de David Bowie, American IV: The Man Comes Around de Johnny Cash, Nothing Can Stop Us de Robert Wyatt y Avalancha de Éxitos de Café Tacuba. Incluso con The Spaghetti Incident? de Guns N’ Roses (un grupo que en lo personal me aburre). Los álbumes de covers a veces son grabados con el puro propósito de entregar algo a la disquera y así cumplir con el contrato, otras porque son canciones que verdaderamente aman quienes las han grabado y existen esas ganas de rendirles un tributo; algunas otras son para que el artista o grupo pretenda darse un halo de humildad y lograr pasar de largo ante un bloqueo creativo. Y las menos de las ocasiones, son por el simple gusto de hacerlo, como podría ser el caso de Blue and Lonesome. Es que los Stones desde hace mucho no tienen que demostrarle nada a nadie. Yo todavía ni nacía cuando ya ostentaban el mote de “La banda más grande del mundo”, y tal vez sea por el simple hecho de que llegaron desde abajo y se han podido mantener vigentes al acercarse tanto a talentos viejos como a los contemporáneos y emergentes ¡desde los malditos años 60! Si bien es cierto que resulta fácil decirlo en un párrafo, como proyecto musical y como marca registrada, The Rolling Stones han tenido que sortear la muerte de su líder y compositor fundador Brian Jones, las salidas de integrantes musicalmente entrañables como Bill Wyman y Mick Taylor, las adicciones de todos en distintos puntos, conciertos convertidos en tragedias como Altamont ‘68 y una cantidad de descalabros discográficos (ni siquiera recuerdo el nombre de alguno de sus álbumes de los años 80), pero quienes hemos tenido oportunidad de escucharlos en vivo podemos dar testimonio de que todo lo bueno (y quizá también lo malo) se lo han trabajado sobre la tarima, y en el camino se han inventado los clichés del rockero rebelde, loco y hasta satánico. Han sobrevivido a ellos mismos y se han generado un caché para continuar a expensas de su propio mito, sin ser tan impecables ni tan grandilocuentes como músicos. Por todo eso es que ahora resulta tan agradable tener un Blue and Lonesome como posible despedida discográfica del grupo, lo veo un poco como un testamento para repartir algo de la misma herencia musical de la que ellos mamaron y les hizo crecer. Pero volvamos a diciembre de 2015, tiempo en que fue grabado. Imagínate que tienes a 4 septuagenarios curtidísimos, con la vida ya resuelta y toda su historia en las espaldas, que se han bajado de sus autos de lujo y reunido por tres días en el estudio para plantarse a tocar y divertirse como si fuesen quinceañeros, con el pretexto de grabar material nuevo. De pronto, Keith afina su instrumento, se pone a rasguear algún acorde bluesero que ha intentado perfeccionar desde hace más de cincuenta años, la banda comienza a jamear, y de la nada se le ocurre sugerir algo como: “¿qué tal si mejor grabamos unos covers de Willie Dixon, Howlin’ Wolf y este de Little Walter?” A todos les encanta la idea, es como volver a la adolescencia y tratar de imitar a los héroes, como si fuesen una bola de novatos. Y por casualidad el amigo Eric Clapton también está en ese estudio de Mark Knopfler y trabaja material suyo. También toca la guitarra y además es otro clavadazo del blues. ¿Por qué no invitarlo a participar en un par de canciones? No puedo decirme conocedor ni fanático del blues, pero de lo poco que sé y he oído decir, es que el blues es una música donde, más allá de las formas sonoras, prominentemente se expresa abatimiento y añoranza en un contexto de cotidianeidad social y/o personal, pero también puede expresar la alegría y el gozo efímero de la francachela. Pues Blue and Lonesome parece cumplir con esas no sé si llamar directrices. Se decanta mucho por el aspecto personal, la sensación de descorazonamiento, quizá porque se trate del tópico más universal o reconocible del blues (que me hace pensar en Las penas del joven Werther, de Goethe). Ahí tienes “Just Your Fool” y “Commit a Crime”, que aunque candorosa la primera y movidita la segunda, van sobre fervientes apegos emocionales que han jugado malas pasadas. “Blue and Lonesome”, la canción de Little Walter que da nombre al álbum es también la primera pieza que los Stones grabaron en aquellas sesiones de 2015 y que claramente les dio el ángulo y el pretexto de lo que debería ser su último trabajo discográfico a la fecha. Más que una canción, es un aullido de lamento suicida, una súplica que nunca será escuchada. Tanto Walter como los Stones exudan intensidad en sus respectivas grabaciones. Nos damos cuenta que mientras Richards es un tanto sucio y desprolijo en la guitarra (como la canción de Pappo), Walter es un finísimo virtuoso con la harmónica. También es la verdadera primera muestra en el álbum donde se puede notar que aunque Jagger no vive de ser armonicista, en realidad es uno muy bueno, al grado de casi ser quien se roba la canción. Mi Charly, en paz descanse, marca ese ritmo lento y pastoso, monumental

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Columna Estoy Escuchando: Wild Mood Swings, de The Cure

TEXTO por Abraham Garcí[email protected] Se supone que este es uno de los peores álbumes del grupo más importante que haya salido de Crawley, West Sussex, tanto para sus fans como para la crítica. Mi primer acercamiento a Wild Mood Swings fue a través de “This Is a Lie”. “Es mi canción favorita de la banda”, me dijo un viejo conocido, por ahí de 2004.  No le di mucha importancia a esa valoración, ya que venía de una persona que se adentraba mucho en la música psycho y las raves realizadas en ranchos de Colima suponían sus salidas de fin de semana, además nunca me pareció que se implicase mucho en música similar a la de The Cure, pero la canción me agradó mucho y sencillamente se quedó.  Me parecía atípica para el grupo, y muy elegante, porque musicalmente depende mucho de las cuerdas de violín, viola y violoncelo. La escucho y aún me hace imaginar los pomposos bailes con máscaras de su majestad Luís XIV, con nobles y plebeyos pretendiendo lo que no pueden. Por aquél 2004, The Cure sonaba un tanto hosco y rasposo con el álbum homónimo, producido por Ross Robinson (Korn, Slipknot, WASP) y estaba bien, pero yo me tiré de lleno en su trilogía obscura (entiéndase Pornography, Disintegration y Bloodflowers, éste último más o menos) que alguna vez tocaron íntegramente en vivo en el Tempodrom, del barrio berlinés de Kreuzberg. Yo no necesitaba más de The Cure, excepto tal vez el Greatest Hits con sus respectivas versiones en acústico.   Hace no mucho adquirí Wild Mood Swings en casete. Nunca antes lo vi exhibido en físico en alguna parte, ni en otro formato. El payasito de juguete roto de la portada fue decisivo para comprarlo, aunado a las ganas de escuchar “This Is a Lie” a máximo volumen.   Resulta interesante el hecho que este álbum fue grabado en uno de los puntos más bajos e inestables de la carrera del grupo. El bajista Simon Gallup estaba dubitativo de continuar o abandonar el barco por temas de salud (ahora que sí se ha ido, al parecer para siempre, será muy echado de menos porque su sonido con el instrumento hizo sumamente identificable a The Cure) y el álbum fue grabado por 3 bateristas distintos, entre ellos Jason Cooper, quien se quedó en el luego de haber hecho audición; todo esto tras la salida de Boris Williams. Parecía que cohesión entre los integrantes era lo que menos había. Al escuchar la grabación, parece haber surgido mucho de la creatividad bajo presión, por momentos algo básica y desprolija, aunque la mezcla de estilos musicales presentes en Wild Mood Swings hacen un retrato fiel de un grupo que en ese 1995 y parte de 1996,  iba a gran velocidad por las subidas y bajadas de la montaña rusa de saber si continuaba o no como entidad y le era imposible tener control de sí mismo por cuestiones ajenas a la música. Y por casualidad estaban en el estudio para entregar el décimo álbum a su disquera. Después de todo, había un contrato que honrar. Si Wild Mood Swings fuese una persona, seguro se pensaría que es alguien con padecimientos de bipolaridad o que vive algún trastorno similar de personalidad. Es que hay canciones que van de una felicidad tan pura y tierna, casi infantil y fantasiosa, como la preciosa y favorita “Mint Car”, pasa por una depresión swing, con la conciencia de que no hay ganas,  pero  hace falta levantarse y tomar las riendas de lo que viene, como ocurre en “Gone!”, y de la nada todo es lamento irreparable, todo es tristeza solemne, casi funeraria, como en los dos cortes finales, que parecen ser los únicos que siguen una misma línea, tanto en temática y estilo, como en orden del tracklist.   “Treasure” es una despedida, que aunque triste, es cálida por ese estribillo mecedor y dulce, con ánimo conciliador. “Bare”, por otro lado, asume con frialdad el dolor y la fractura que significa un final absoluto. “The 13th” seguro es la canción más atípica, ya no en el álbum, si no en todo el catálogo de The Cure. Música tropical, para conquistar y bailar cachondo, suave y pegadito, tal vez más propio de un concierto de Willie Colón. ¿Demasiado para la fanaticada más dark del grupo?  “It Used to Be me” en realidad es un lado B. Apareció en el sencillo de “The 13th”, y me encuentro con que es la canción más celebrada de las sesiones de Wild Mood Swings. Es posible que haya quedado fuera por la duración total del álbum (una hora), pero bien pudieron dejar fuera “Return” o  a “Jupiter Crash”, que en mi opinión son los temas menos memorables.  En conclusión, me parece que Wild Mood Swings es un álbum difícil de The Cure. Se sale mucho de la tradicional línea dulce-amarga del sonido post punk que los hizo populares para explorar la versatilidad con sonidos y estilos musicales que poco y nada tendrían que ver con el resto de su catálogo.  Es que, el título del álbum parece decirlo todo. Las 14 canciones que integran Wild Mood Swings, como conjunto, parecieran estar todas inconexas, tanto por temáticas (obviamente emocionales) como por los estilos musicales que ahí se pueden encontrar. Dan para pensar que se pueden tomar por 14 cartas o notas escritas por la persona que, ya se dijo, pudiera ser este álbum de estudio de The Cure.  Tal vez era muy complicado que conectara con mucha gente fanática, ya que el lanzamiento registró una de las peores ventas de un álbum del grupo.  Es por demás singular el detalle de que en este 2021 cumplió 25 años y pasó casi desapercibido en muchísimas publicaciones musicales.  ¿Wild Mood Swings es el álbum más incomprendido de The Cure? TEXTO por Abraham Garcí[email protected]

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Tenemos el poder: celebrando 50 años del Festival de Rock y Ruedas de Avandaro

”Tú tienes el poder, comunícalo…” Peace and Love en su presentación en el Festival de Avándaro El día de hoy se cumplen 50 años del Festival de Avandaro, un festiva que marcó a una generación y que se llevó a cabo en medio de un complejo contexto político y social. Durante la década de los años 60 los cambios sociopolíticos y culturales en el mundo permeaban en gran parte de la juventud de muchos países. Con la cumbre del movimiento hippie en el Summer of Love de San Francisco de 1967, la influencia del Amor y Paz, fue muy importante para toda una generación en distintas partes del mundo. A inicios de los años 60 los jóvenes en México habían vivido momentos muy dramáticos entre masacres y represión, como el 2 de Octubre de 1968 o el jueves de Corpus, 10 de Junio de 1971, mejor conocido como “el Halconazo” que sucedió pocos meses antes de un evento que cambiaría la historia musical de este país. El 11 y 12 de septiembre de 1971, serán recordados como el momento en que los jóvenes encontraron una voz de protesta muy poderosa, con la que hicieron temblar el status quo de la sociedad mexicana, con valores universales de amor y paz. Todo inició con la idea de una carrera de autos que finalizaría con un pequeño concierto, al final ni los propios organizadores podrían haber previsto el suceso tan emblemático. Los riffs psicodélicos de una docena de tremendas bandas de rock, como Los Dug Dug’s, El Epílogo, La División del Norte, Tequila, Peace and Love, El Ritual , Bandido, Los Yaki con Mayita Campos, Tinta Blanca, El Amor y Three Souls in my Mind. Mas allá de todos los mitos que rodean al suceso, hubo algunos momentos emblemáticos que marcaría la historia de una generación de manera significativa. Como cuando la banda tapatía Peace and Love subió a tocar We Got The Power haciendo que más de 200 000 asistentes cantaran al unísono Tenemos el Poder … y después cantar su éxito Mariguana y al grito de Chingue su madre el que no cante… o la famosa encuerada una chica que se despojó de su blusa , quedando semi desnuda y que quedó inmortalizada en una foto. He podido platicar con asistentes que me han contado que el sonido no era el óptimo y que las condiciones no eran las mejores, pero coinciden que lo más importante fue la hermandad que se generó durante el concierto. Hablamos de la cumbre y el hundimiento de todo un movimiento musical, que trajo 10 años de censura y represión no sólo de una generación de músicos si no de todo el rock en México. Siempre será importante recordarlo, para nuevas generaciones como el grito de la Tinta Blanca, Avandarooooooooooo.

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Se celebran 42 años del lanzamiento del formato cassette

Sony lanzó su primer Walkman el 1 de julio de 1979. Este aparato revolucionó la forma en la que disfrutamos de la música. Con este aparato se extendió por el mundo la idea de llevarse la música de paseo fue el Walkman. No tomó mucho tiempo lograr el éxito mundial bajo la marca japonesa-inglesa que hace mucho tiempo se convirtió en sinónimo del estéreo personal. La primera generación del aparato, que supuso una revolución en la forma de oír música, produjo un gran boom en todo el mundo. El primer lote de producción del Walkman de primera generación tuvo un volumen de 30 mil unidades. Al parecer, en aquel primer momento no se tenía ninguna seguridad del alcance y uso de este aparato. En aquella época en que la imagen que se tenía del típico oyente de música era la de una persona sentada en el cuarto de estar de su casa frente a un aparato de sonido con altavoces, el camino hacia un concepto tan novedoso debió de estar plagado de incertidumbres. El Walkman definió una era de tecnología personal, pero su marca no ha resistido tan bien en el siglo XXI. Aún así, cuando nos ponemos los auriculares o nos ponemos los auriculares en el viaje diario al trabajo y vemos que todos los que nos rodean han hecho lo mismo, tenemos que admitir que vivimos en el mundo que creó el Walkman. Esto tiene sus desventajas, como Amanda Petrusich reconoce en un artículo del New Yorker sobre el uso de audífonos en público: estos incluyen “la desconexión que facilitan” (y el retorcerse las manos sobre esa desconexión que fomentan), así como la ingeniería de la música en sí para adaptarse Reproducción de audio de baja calidad. Pero entonces, “deambular por una calle de la ciudad con los auriculares puestos, ya sabes, tal vez esté anocheciendo, tal vez sea pleno verano, tal vez hayas tenido un día realmente agradable, es, sin duda, uno de los placeres más simples y perfectos de la vida”, señaló el cofundador amante de la música de Sony, Masaru Ibuka, comisionado del diseño del Walkman original. “El primer Walkman se fabricó tomando por base la grabadora portátil Pressman, ideada para ser utilizada por los reporteros en su trabajo periodístico. Aunque en el sitio web oficial de Sony se explica que transformaron el Pressman a requerimiento del entonces presidente honorario de la firma, Ibuka Masaru, que deseaba un aparato que permitiera oír música durante los desplazamientos en avión, al respecto hay diversas versiones”, menciona el sitio nippon.com El jefe del equipo de desarrollo, Kuroki Yasuo, apodado míster Walkman, cuenta en su libro Walkman-ryū kikaku-jutsu lo siguiente: “A decir verdad, el Walkman no fue un aparato proyectado desde sus inicios con la clara idea de convertirlo en un artículo comercial. Fue algo que nació como una diversión de los técnicos jóvenes y que nunca estuvo en la lista de aparatos proyectados por la División de Magnetófonos. Por decirlo de alguna forma, era algo que no estaba en el guion y por eso la historia del Walkman resulta tan divertida”. Durante el primer mes las ventas no fueron demasiado buenas, pero enseguida cambiaron las tornas y el aparato ganó popularidad a gran ritmo. El primer lote de 30.000 unidades se agotó en poco más de dos meses. Con la llegada del nuevo año, 1980, la popularidad del Walkman no hizo más que crecer. En un artículo publicado el 3 de abril de ese año por el Nikkei Sangyō Shimbun, se leía: “Tanto se vende que el fabricante da gozosos gemidos: ni fabricando 20.000 al mes puede responder a los pedidos”. Durante los primeros siete meses de su lanzamiento el total de ventas se situó en las 140.000 unidades. Pero esta cifra no era más que el comienzo, pues el aparato estaba solo en su primera versión y nadie sabía todavía el enorme impacto social que estaba destinado a producir. El Nikkei Shimbun del 10 de enero de 1981, bajo el titular de “Dentro de la tensión, siempre hay un momento para el relax: y ahora, las universitarias Walkman”, publicó una fotografía en la que podía verse a una joven con auriculares en el aula universitaria donde iba a tener lugar un examen de admisión. Cuando el boom del novedoso aparato prendió en la juventud, narra Kuroki en su libro, “los adultos criticaron que el Walkman se estuviera convirtiendo en un instrumento que hacía de los jóvenes seres egocéntricos cerrados al mundo exterior, y comenzaron a deplorar que cada vez hubiera más personas aisladas”. Con información de: nippon.com ________________________________________________________________________ PREVIO AL LANZAMIENTO DE LA TIENDA EN LÍNEA DE DEPÓSITO SONORO, TENEMOS YA WALKMAN A LA VENTA. SI TE INTERESA UNO, ESCRIBE AL WHATSAPP: 5539716437. ENVÍOS A TODO MÉXICO.

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