Depósitio Sonoro

dream pop

XX años de Crisálida Sónica: Compilación 1, el disco que reflejó el undeground peruano de los 90

Los mediados de los 90, para muchos latinoamericanos – incluyendo México – fueron muestra de una avanzado en cuanto a su escena musical, ya sea en la superficie o en el subsuelo, se avecinaba el cambio radical a las tendencias musicales del momento, misma avanzada influenciada en su gran mayoría por lo que acontecía en Inglaterra y Estados Unidos, con el dream pop, el shoegaze, el krautrock, o el ambient, y en gran medida por sellos como 4AD y Warp. Compilación I by CRISÁLIDA SÓNICAEscucha en su totalidad el compilado directamente aquí: Crisálida Sónica – Compilación I. Así mismo pasó en el lejano Perú, donde un grupo de jóvenes formaron el hoy legendario, y extinto colectivo Crisálida Sónica, lanzando lo que fue un disco parte aguas en la escena peruana, el titulado “Compilación I” el cual recopilaba varios de los nombres más populares de la escena entonces, como: Catervas, Espira, Fractal, etc. El colectivo lanzó dicho cassette en 1997 y significo una amalgama de sonidos tan vanguardistas como arriesgados en su momento, una suerte arriesgada, de cruces entre discursos, que hoy en día prevalece y continua sonando innovador, si consideramos que eran finales de los 90, y que aún el internet no globalizaba la música de una manera tan rapaz como hoy día estamos acostumbrados a consumirla. Los ecos del disco se pueden apreciar hoy en día en la fructífera escena peruana donde, las pesquisas del álbum se convierten palpables en disqueras como Superspace Records o Buh Records. Superspace re-lanzó el material, hoy de culto y difícil de conseguir en formato de cassette, el cual es sin lugar a dudas una de las grandes manifestaciones del underground latinoamericano de finales de los 90 y que muestra cómo se gestó lo que es por hoy, uno de los países con una de las escenas emergentes más interesante.  

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Edgar Mondragón – Olas De Refescante Electrónica, Techno , Dream Pop/Ambient y literatura

*Pleamar – Cuando la marea alcanza su punto más alto.   Hace algunos años ya que conocí la música de Edgar Mondragón gracias al honorable sello nacional Abolipop, en ese entonces con un EP llamado Veintiún Lunas, corría el año 2013. Un trabajo que llamó poderosamente mi atención, una producción cuidada, techno, ambient, secuencias melódicas, todo envuelto en una tranquila atmósfera onírica. Algo sumamente refrescante en ese momento. Tiempo después tuve la oportunidad de verlo en vivo como parte de la fiesta de aniversario de otro netlabel, una casona abandonada cerca de Balderas, en el centro de ésta caótica urbe; fue el escenario. Me llevé otra grata sorpresa. Acompañado ya de músicos que tocan las partes instrumentales y en formato de banda daría visos del que sería su sonido distintivo a la fecha, guitarras al más puro estilo del postrock más introspectivo, muros aurales shoegazeros, sin olvidar su lado más techno. Cabe señalar que en éste formato se dieron a conocer como Mondragón, vendrían infinidad de conciertos y presentaciones, escenarios de toda índole, desde El Museo del Chopo hasta el afamado festival South By Southwest, en la ciudad de Austin en Texas, Estados Unidos, pasando por festivales de postrock y el cierre del festival NRMAL en Casa del Lago. Fue el año pasado también que gracias a una campaña de fondeo la banda pudo producir y lanzar su primer álbum Presentimiento, ésta vez bajo el sello Suplex/Abolipop, sin duda uno de los mejores lanzamientos de ese año, y me atrevo a decir que de la discografía independiente nacional, una concreción de esfuerzos, con un sonido totalmente afianzado y característico. Es el festival MUTEK MX en su edición nacional que ve el regreso de Edgar y su proyecto solo. Una alabada presentación que dejaría satisfechos a propios y extraños. Sin duda definitoria en la ascendente carrera de Edgar. En Marzo participa en el ciclo “SINESTESIA”, en el que se comisiona  crear una obra a diversos artistas   basada en el diálogo con alguna de las piezas de la colección del Museo Tamayo, y que, se presentan en el mismo recinto. “Tensión para tres” de Manuel Félguerez serviría de inspiración para el track “Tensión“, un profundísimo ambient/drone envolvente y meditativo. Volvamos al inicio y al presente, al motivo de éste escrito. Como la marea que siempre regresa. Edgar Mondragón regresa en solitario para presentarnos su nuevo EP,  “PLEAMAR”, seis tracks que se mueven en los terrenos del ambient, guiños al dream-pop y por supuesto techno y muchos sampleos. Mezclado y Masterizado por Polo Vega alias Trillones, con arte de Erik López “Imgn.XYZ”. Un trabajo que retoma maquetas del inicio del proyecto, y que trata bajo una narraruva cinemarográfica y visual inspirada en artistas tales como Brian Eno y Burial. El EP comienza con “Levedad”, una sólida base tech, un bajo grave que se arrastra y marca la pauta, sampleos procesados, y una sutil pero emotiva secuencia que acompaña al beat hasta el final. “Lunas” es el segundo track, en donde el protagonista es un sampleo de Juan Rulfo leyendo “No oyes ladrar los perros” un cuento de “El llano en llamas” enmarcado en un techno-ambient con prístinos sonidos de sinterizador. “Ser”, quizá el más emotivo track del EP, gracias a la profunda y distintiva de voz del Cronopio Mayor, Julio Cortázar leyendo un fragmento de su afamada obra “Rayuela”, un soundtrack perfecto para esa historia, que igual que el libro se trata de una intrincada y compleja, pero emocional narrativa. Llegamos al cenit de la obra “Solar”, notas de piano, sonidos ambientales y una voz casi inintligible, una secuencia in crecendo, un kick tan brutal como exacto, y un intrigante groove que ataca directo al cerebro, que se entrelazan para formar el momento más catártico del plato. En “Crisálida” confluyen finamente ensamblados todos los elementos que aparecen a lo largo de la producción, el track más bailable de todos. Llegamos al final de viaje y encontramos la pieza que le da nombre y sentido al ep “Pleamar”. Un track que se puede dividir en dos partes, después de algunos minutos reflexivos en clave drone, el panorama se aclara, una luminosa secuencia de sintetizador acompañada de un emotivo bajeo orgánico nos conducen al final del viaje. Tal parece que Edgar Mondragón está muy conciente de su propia evolución y crecimiento. No cabe duda que estamos frente a uno de los mejores productores del país, que refleja en su música el sentimiento ser parte de ésta ciudad y todo lo que ello conlleva. Un proyecto que se ha afianzado a base de talento y mucho trabajo. Con personalidad propia y un sonido particular y único. Una luz en el a veces obscuro panorama de la música nacional. El EP está disponible en todas las plataformas digitales.

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La banda Nothing lanza lanza su disco “Dance on the Blacktop”

La tercera grabación de NOTHING, Dance On The Blacktop, fue lanzando este viernes 24 de agosto por el sello Relapse Records. Género: Shoegaze – Dream Pop – Indie Rock Label: Relapse Records Agosto 2018 ★★★★★ Grabado por el productor John Agnello (Sonic Youth, Dinosaur Jr., Kurt Vile) en Dreamland Studio en Woodstock, New York, “Dance On The Blacktop” es una colección conmovedora de canciones que acentúa el amor de la banda por los sonidos de los años 90, que van desde rock alternativo y shoegaze, hasta el pop y post-punk. En 45 minutos, Nothing presenta 9 canciones fervientes y emotivas. El sonido de una banda madura que quizá se encuentra en la cima de su carrera que lleva 8 años. El material lo puedes conseguir dando clic aquí. Se encuentra disponible en formato digital y físico en CD, vinil y cassette.

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Crónica. Beach House en el Auditorio BlackBerry

Un poco de lluvia no nos iba a hacer desistir de ir a ver al dueto de Baltimore el pasado 11 de mayo, ya en el 2013 nos habían dado una probada de que era una banda de época y si bien son parte de ese revival de Dream Pop que va más por las ganas de la gente y la crítica de revivir todo a que realmente ellos en algún momento se hayan declarado abiertamente una banda de este género, lo suyo va más de hacer más con menos y es que teniendo entre ellos la voz de Victoria Legrand la verdad es que no se necesita mucho más. Por: Salomón Chacón  Es este sonido incluso minimalista el que ha llamado la atención de la prensa especializada desde el día uno pero a mi que más me da lo que piensen los agrios críticos de rock, a mi lo que me mueve son los matices de su voz, mezclada con los teclados y apenas acompañados por loops de batería intencionalmente limitados que me hacen salir de mi casa y buscar un boleto para entrar; empresa simple que hasta unas horas antes de salir hacia el evento supe que no sería tan sencilla al ver la banda roja de sold out en la foto del evento de Facebook. De acuerdo, a veces odio a mi yo del pasado por ser tan irresponsable con mi yo del presente. Esta vez la ha hecho grande y estoy a punto de quedarme afuera del evento, preguntándome junto a mi chica si todas estas personas han vivido con la misma pasión la sorpresa de su debut, el cambio en Teen Dream y su bien logrado Depression Cherry. Es probable que sí, es probable que todos trajéramos las orejas calientitas de acabar de escuchar su disco 7 justo antes de llegar al lugar. Simplemente sus Yo son más responsables que el mío. Ahora no solo tengo que pagar por mi irresponsabilidad yo sino también mi novia que bajo la lluvia me ve con desconfianza mientras me entero que las entradas llegan a costar hasta el equivalente a $150 dolares. Bueno no debo de perder la calma o al menos que ella lo note. Las taquillas parecen cerradas pero a más de uno se le ha ocurrido formarse por si las dudas, después de escuchar los precios de reventa no me queda más que rogar a Tlaloc que le pare a su desmadre y que nos deje comprar un par de boletos. Al final ese algo que siempre me deja entrar a todos lados llega a nosotros abriendo las taquillas y dejándonos comprar dos entradas a precio regular; el cajero me da las entradas mientras me mira con ojos de que no se vuelva a repetir, hago como que no lo veo y corremos hacia la entrada, los alcoholes para el frío empiezan a tomar efecto y la emoción de reunirnos una vez más con el dueto ahora es tangible. Tenemos entradas para la zona de butacas a la que nunca había tenido que ir y que lamentablemente hoy tendré que conocer. Sillas como de cine viejo y un escenario diminuto a lo lejos, al menos aquí puedo ser tan guarro como para fumarme un cigarro y sacar una lata de la manga de la chamarra enrollada de mi chica que cuidadosamente había guardado en su bolso antes de entrar. Así es, todo bien, todo regular, incluso había acomodador que me dio baje con 5 varitos que no le causaron mucha gracia. Las últimas luces se apagan y la audiencia mexicana suelta el ya clásico grito; a veces no sé si serán risas grabadas como en Chespirito o qué diablos pero no importa si hay pura banda recia o puro chavo bien, de todos modos gritan todos como lelos en cuanto apagan la luz o en cuanto sale el pobre roadie a conectar las guitarras. Apago el cigarro, dejo la lata en el suelo y me levanto mientras tomo de la mano a mi novia, las notas de Black Car de su nuevo álbum empiezan a sonar You want to go inside the cold dice Victoria entre luces y sonidos; admirablemente el Auditorio Blackberry cuenta con una gran acústica y fuera de estar lejos el sonido es bueno. En general nos pasean por su nuevo disco, más que como un paseo turístico esto es casi presuntuoso, las nuevas canciones suenan geniales y ellos lo saben. Ya para Space Song estamos abajo de alguna manera tratamos de acercarnos lo más que podemos, y mientras te fijas de no pisar a algún desadaptado con huaraches o de tirarle la chela a la rubia, se escucha de fondo una voz que se siente tan cómoda en ese mar de sonidos mínimos que la acompañan y que justo cuando confundes las notas de Alex Scally con ella, justo ahí llega a tonos y tonalidades que te explican porque este no es cualquier toquin de la banda de moda, porque llevan tantos discos y porque son sold out incluso en la Ciudad de México. El concierto se vuelve denso y nos empezamos a dejar llevar, dejo de abrumar a mi chica con datos que ni me alcanza a escuchar, el aire se puede casi tocar y los sonidos ya no salen más de las bocinas ni de los instrumentos al frente, un gran vacío en espiral chupa el lugar y solo se escuchan canciones a lo lejos; si es que en este punto aún se les puede llamar canciones, algunos sin alma ni corazón esperaban Norway y Walk in the Park, al menos tocan Real Love antes de despedirse para ese público, los demás salimos flotando, como pudimos, chocando entre nosotros aún hipnotizados por los flautistas de Baltimore. Gran concierto, así deberían de seguir siendo todos, sin pantallas, sin nada más que la comunión del músico con sus entendidos, esperamos volverlos a ver así.

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#Estreno. Yo La Tengo – “There´s a Riot Going On”, canciones frías y confortables

Hace poco más de un mes llegó a la redacción de Depósito Sonoro la noticias de que la agrupación Yo La Tengo había sacado nuevo disco, después de 2 años de ausencia. No le pusimos los reflectores encima hasta estos días. El impacto causado después de escucharlo es sensacional. Género: Indie rock- Noise Pop – Dream Pop – Shoegazing – Experimental Label: Matador Records 2018 ⭑⭑⭑⭑1/2 Una vez más Yo La Tengo lo hizo: un disco épico largo, de 15 canciones cargadas de sentimiento, de melodías de Dream-Pop rozando en baterías de Kraut -Rock, acompañadas de esas voces dulces de Ira Kaplan y James McNew; y concluyendo con algunos drones, ambient, tambores y guitarras acústicas soltando acordes a la montaña. Para quienes hemos seguido la carrera de esta banda es miel, dulzura para los oídos. Y para quien no, ahora es el momento. De esos discos que maduran con la escucha continua.

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De Slowdive y una carta de amor al shoegaze

El shoegaze es un genero extraño, llamado así en los noventas de forma burlona por los periodistas de música ingleses por el hecho de que las bandas se pasaban todo un concierto mirando sus pies manipular los pedales de guitarra en lugar de interactuar con la multitud. Una especie de música particularmente cargada de clichés, de tocar la guitarra a ritmo particularmente melódico y triste, con letras parecidas a poemas escritos por adolescentes promedio expresando algunas emociones personales probablemente a sobremanera. Para ser honesto, muchos de estos estereotipos son precisos. Slowdive se formó a finales de los ochentas justo cuando Kevin Shields en My Bloody Valentine lograba obtener la perfección que buscaba en su sonido y lanzó Loveless, el álbum considerado por muchos pionero y referencia histórica del shoegaze. En 1993 Slowdive presenta Souvlaki una especie música confortable melodramática parecida a la música emo de los dos miles pero hecha en los noventas cuando la gente probablemente tenía más de buen gusto en general. En mayo de 2017 Slowdive lanzó su cuarto álbum autotitulado después de una brecha de más de 20 años. El primero que han puesto a la deriva desde Pygmalion (1995), que fue un experimento ambiental retrocedido en humor y textura. Sin embargo, este nuevo álbum es más un sucesor espiritual de Souvlaki. Es interesante ver a la banda, ahora 20 años más viejos retomando todo tipo de sonidos e ideas que estaban explorando cuando eran adolescentes. Las canciones se sienten más contemporáneas; sin embargo, no están tratando de mejorar su sonido para mantenerse relevantes, más bien, se han apegado a lo que la gente todavía ama de los sonidos que estaban explorando hace 20 años. Un disco que si uno trata de desmenuzar detalladamente resulta ser un poco abrumador; hay que dejar que te golpee y así resulta ser una joya en donde todo se une perfectamente. Esa es la belleza del shoegaze. Es frecuentemente, técnica y musicalmente complicada, pero simplemente uno tiene que dejarse caer en los lazos y surcos de cada nota que componen cada canción. Nuestra obsesión por la música y la gente realmente preocupada por la música melancólica está en casi todos los géneros (dentro y fuera de la música): Lou Reed, Kurt Cobain, Johnny Cash, Khonnor, Joy Division, Bob Dylan, etc,). Cualquiera que sea la razón, escuchar música abiertamente triste que utiliza la experimentación sonora con guitarras ruidosas y sonidos ambientales es definitivamente una experiencia catártica, que se debe de sentir. Para el amante de retomar momentos nostálgicos con ayuda de la música Slowdive de Slowdive es un gran disco, lleno de un montón de sensaciones que en lo personal estaba un poco preocupado que se perderían a medida que la banda envejeciera. Pero Souvlaki es probablemente todavía un mejor lugar para sentir la melancolía; quizás sólo por mis preconceptos nostálgicos, pero por alguna razón no creo que la banda vuelva a capturar realmente la clase de emociones crudas que hicieron con ese álbum. Otros clásicos del shoegaze que son necesarios repasar son Loveless de My Bloody Valentine y The Darklands de The Jesus and Mary Chain, unas de las primeras inspiraciones para el compositor principal de Slowdive, Neil Halstead. En Nueva Zelanda proyectos contemporáneos como The Shocking Pinks y Glass Vaults que estaban involucrados en un interesante experimentación de shoegaze-dream pop de lavada emoción o Grayson Gilmour no precisamente shoegaze pero temáticamente similar en su honestidad cruda. Slowdive de Slowdive es un gran homenaje al shoegaze y una revisión de los tópicos clásicos que hacen a la banda estar en su mejor momento después de 20 años. Para la próxima vez que piense escuchar a Slowdive espere al próximo día lluvioso.

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