¿Cómo sonaría el Massacre 68 si aún tocara en diez o veinte o treinta años? ¿Veinte o treinta años más de cultura punk sobre la faz de la Tierra? ¿ El Massacre 68 sin Aknez en los gritos? En verdad, ¿cultura punk por más décadas? Podrían ser algunas irrisorias preguntas de adolescentes punketos a finales de la década de los 80 o inicio de los 90. Pues aquí estamos. Massacre 68 se ha reformado después de sus incendiarios conciertos a finales de 2015 en la capital del país, retornando a la alineación fundadora con July en los tambores, quien vive en Helsinki; Miguel Thrasher en el bajo, que persiste en el ex Distrito Federal; y Miguel Virus en la guitarra y voz, desde San Francisco, California. Aknez decidió dejar la banda en los primeros meses de 2016. La cultura punk causa revuelo en casi todo el planeta por su absorción en distintas movidas y circuitos, también por su obsolescencia en algunas regiones, por convertirse en objeto de mercadotecnia y consumo, por su entrada más amplia a museos, instituciones o universidades. Por esto y por aquello, por todo en realidad: el punk sigue siendo escandaloso a más de 40 años de su natalicio mediático en Estados Unidos e Inglaterra. Y Massacre 68, en plena gira por Europa durante el verano de 2017, grabó lo que es su segundo o tercer álbum, depende desde donde se mire el complejo panorama de relaciones entre sus integrantes. Para dejarlo claro: en 1990 publicaron No estamos conformes, una de las placas fundamentales del movimiento punk en habla hispana. En 1991 se disolvieron dejando más de una decena de nuevas composiciones para un álbum titulado Zonas marginadas, el cual se grabó sin aspavientos alrededor de 2006 y apenas recientemente fue publicado en una versión de pocas copias y nula difusión por un sello de California. Entonces El Muro es, en realidad, la nueva producción discográfica de Massacre 68, registrada en cinta magnética en un estudio finlandés al terminar la gira que los llevó por el Estado Español, Alemania, Suecia y Finlandia. Un gran cambio es una invaluable oportunidad para hacer algo fresco, retador, para renovarse: para hacer una declaración de principios. Para presentaneizarse, diría el escritor Leonardo da Jandra. O poner los pies en el presente, dicho de otra forma. Y El Muro es un álbum espléndido en ese sentido, además de un deleite aural para quienes amamos escuchar hardcore-punk de forma atemporal, más allá de modas y del qué dirán. Como pura y dura experiencia aural. El Muro es un tremendo disco que muestra en plena forma creativa, rasposa y madura a la otrora banda adolescente explosiva de la capital de México. Massacre 68 está aquí, tocando un hardcore-punk rabioso, que no niega en lo absoluto su influencia por la escuela finlandesa o nórdica, así como de bandas como Discharge u Olho Seco (de Brasil), pero también acudiendo a otras gestualidades sónicas, a rasgueos de cierta acidez y bajos que enmarcan creativamente algunas secciones más explorativas al tuca-tucazo. July es ahora con más lucidez un recio primitivo de la percusión hardcorera. “Refugiados de Siria” abre con suma potencia este álbum que, inevitablemente, señala al gobierno de los Estados Unidos como uno de los principales cánceres del planeta. “Nido de ratas” es una crítica al partido que hizo suya la revolución mexicana para engendrar una clase política y empresarial que aún domina este desigual y explotado país. “Exijo muerte” es una genial canción de inicio de los 90 que permite tender un puente entre su anterior sonido y su sello actual, un tema también adictivo por los riffs y el puntual coro: exijo muerte al presidente. “Detonación” y “La Cocina” más hardcore-punk frontal, furioso, éste último un tema alusivo a la situación social en Colombia que escribieron a su paso por este país también en 2016. Cabe destacar el tema “Comunidad infectada”, dedicada a la escena punk mexicana en su sector más parasitario, egocéntrico, consumista y negativo. Una necesaria reflexión para una movida la mayor parte del tiempo acrítica y auto-segregada. Una invitación de Massacre 68 para retomar la cultura punk en su forma politizada, activista y abierta. Musicalmente uno de los tracks más desbordantes con riffs, baterías y gritos desde el punk rock hasta cierto sonido indie y garage. A muchas y muchos no necesariamente punkys encantará esta rola. Quienes se hagan de El Muro en vinilo escucharán al cierre del lado A el brutal cover “Voittaako pahuus” (El fin) de Rattus, que ya había aparecido proveniente de una grabación de 1987. Esta nueva versión es doscientas veces más recia e infecciosa. Joya. En la versión mexicana que se publica en CD la encontrarán en español, muy potente, pero personalmente me quedo con este trallazo en finlandés, como la original. El lado B permanece en la ruta: “Escuadrón de la muerte”, “Sembrando muertos” y “Desaparecidos”, fuertes dosis hardcoreras para exponer un planeta en guerra, cuando no militar: extractivista, neoliberal, y el hambre de un lado a otro, mientras unos pocos viven a placer y deciden el presente y futuro de millones de personas. Después, el tema que da nombre a este álbum, dedicado al Hombre de lo que va de este milenio, por supuesto, Donald Trump: digno representante del Imperio y la mierda que esparce por todos sitios. Para finalizar, “Animal Humano”, una crítica ahora más amplia a nuestra especie, que históricamente pocas veces ha tomado en cuenta el entorno planetario como parte de su riqueza y legado. Ya lo dice, por ejemplo, el Comité Invisible en su reciente libro Ahora, que un terrible error del comunismo fue plantear una ideología y luego un sistema sin atender a la naturaleza como parte vital del proyecto político y social del ser humano. Grabado en estudio analógico con cinta magnética, impreso en vinilo y disco compacto, incluyendo un póster con ilustraciones del ya legendario Nene, collages del Dr. Lakra, trabajo gráfico de Laureana Toledo, letras en varios idiomas, fotografías y un cuidado formal importante de todo