Depósitio Sonoro

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Reseña de My Bloody Valentine en vivo en Los Ángeles

Poder ver a My Bloody Valentine en vivo fue para mi tal vez unas deudas pendientes más grandes de toda la vida. Supongo que a muchos fanáticos como yo les habrá pasado lo mismo. Prácticamente son contados los conciertos que hicieron en América, siendo más asiduos en los festivales europeos. Figurita difícil si las hay en los últimos años, a pesar de todas las re-diciones que han hecho y ese ya lejano disco nuevo que tuvimos que esperar por mas de 20 años, uno nunca sabe a ciencia cierta si todo quedará relegado a una promesa o no. Inicialmente el FYF, festival de música que se realizó el año pasado en Los Ángeles, los anunciaba como headliners en uno de sus días junto a bandas como The Breeders o Us Girls. De hecho usaron “Only Shallow” en algunas de sus promos. Por cuestiones relacionadas a seguridad del predio y algo que no terminé de entender con Janet Jackson, lamentablemente fue cancelado. Por un momento parecía que toda su gira en los Estados Unidos corría el peligro de quedar en stand by. A los pocos días anunciaron un concierto en el Shrine Expo Hall, sala antológica de dicha ciudad. Casi sin pensarlo compré mi boleto en el acto. El sueño del pibe. De ahí fue esperar dos meses hasta la fecha: parecía algo de otro planeta poder verlos finalmente. El 22 de Julio, el ingreso al Shrine Expo Hall estaba lleno de gente con playeras de Jesus & Mary Chain, Spacemen 3 y otras bandas afines. A diferencia de otros conciertos de bandas de los 90, el público no estaba relegado a gente en sus mid forties exclusivamente, había muchísimos jóvenes de diferentes edades, prueba fehaciente de que continúan siendo relevantes y de su trascendencia a través del tiempo. Cuando atravesé los controles de seguridad una organizadora me entregó un par de tapones para los oídos, algo que siempre me habían contado y que no imaginaba tan oficializado. El show tuvo de teloneros a una banda de postpunk de Detroit, muy buena, con un sonido que me recordaba a la Rollins Band. Por momentos pensé en por que no estaban tocando Ringo Deathstarr o tal vez Tamaryn, discípulos directos. Who cares! Con un estadio prácticamente lleno (tickets agotados) a las 21 hrs salieron y fue como si el tiempo se hubiese detenido “I Only Say” fue la primera canción, e inexplicablemente y teniendo en cuenta lo difícil que puede ser reproducir ese sonido en vivo, todo sonaba ajustadísimo y en su exacto lugar. Hasta ese momento el público estaba estático, como en un estado de shock. Siguieron con “When You Sleep” y ahí se desató una suerte de locura colectiva que se mantuvo hasta el final.  Ciertamente mucha gente los estaba esperando desde hace mucho tiempo. Unos visuales psicotrópicos acompañaban estoicamente cada canción, terminando de crear la atmósfera perfecta. El repertorio incluía en mayor parte canciones de Loveless, Mbv, algunas de Ins’t Anything, cosas puntuales de sus Eps y sus primeros discos. También tocaron 2 temas nuevos de los que no se sabe prácticamente nada. Cuando llegaron los clásicos como “Only Shallow” o “ Soon” la gente se volvió totalmente loca. Kevin Shields tenía a su lado lo que tal vez era la pared de amplificadores de guitarra más alta que vi en mi vida ubicada en un ángulo para no contaminar el resto del sonido. Bilinda Butcher transmitía algo como súper plácido, inmóvil, pero de ninguna manera distante, en dos o tres momentos hasta se la veía sonreír. A los 4 miembros originales se sumaba Jen Macro, una tecladista y guitarrista incidental, ubicada detrás de Bilinda Butcher, que dicho sea de paso era la encargada de tocar muchas veces melodías fundamentales en la mayoría de las canciones de Loveless. Colm Ó Cíosóig y Debbie Googe sin lugar a dudas los mas histriónicos de la banda, formando un frente sólido, interactuando entre si todo el show, moviéndose y tocando con muchísima energía. El pasaje de todas las bases electrónicas de Loveless a una batería Ludwig acústica fue ciertamente un plus: eran ejecutadas a un nivel de volumen, que, con la vibración, por momentos te llegaba a nublar la vista. Como bajista, siempre estuve muy intrigado en desentrañar las líneas de bajo que tocaba Googe pero a simple vista parecía como si le diera golpes al bajo. Aun ahora sigue siendo un verdadero misterio. El concierto cerro con “You Made Me Realise”, con un arreglo que extendía a casi 8 minutos la sección en la que la canción deriva en un noise estático para terminar cerrando el show con los últimos compases de la rola. Estando ahí no dejaba de pensar en el ingeniero detrás del publico en la mesa de sonido, un autentico privilegiado pudiendo escuchar toda esa maravilla sonora, canal por canal, track por track, algo con lo que muchos de nosotros siempre fantaseamos, ¿no es así? Mientras escribo esta breve reseña veo que van a participar del Desert Daze en California y estoy considerando seriamente repetir la experiencia. SETLIST I ONLY SAID WHEN YOU SLEEP NEW YOU NEW SONG YOU NEVER SHOULD HONEY POWER CIGARETTE IN YOUR BED ONLY TOMORROW COME IN ALONE ONLY SHALLOW WHAT YOU WANT THORN NOTHING MUCH TO LOSE WHO SEES YOU TO HERE KNOWS WHEN SLOW SOON WONDER 2 FEED ME WITH YOUR KISS YOU MADE ME REALISE

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El sello mexicano Substrata lanza The Void of Expansion – “Ashes and Blues”

The Void of Expansion presenta “Ashes and Blues”en una edición especial en digipack , masterizado por Dirk Serries en su estudio en Bélgica. Publicado por el sello discográfico internacional con sede en México Substrata. Género: Shoegaze | Drone | Freejazz | Experimental Label: Substrata (MX) ★★★★★ Ashes and Blues lleva como título el primer álbum en estudio del dúo conformado por el baterista sueco Tomas Järmyr (Zu, Motorpsycho, Yodok, Yodok III) y el legendario guitarrista belga Dirk Serries (Vidna Obmana, Fear Falls Burning). Con un sonido introspectivo, enigmático, pero igualmente feral e indómito, el trabajo de The Void of Expansion se mueve en los límites de géneros como el shoegaze, el drone, el freejazz y la experimentación sonora actual. El ejercicio musical de The Void of Expansion en “Ashes and Blues” es como el de un artesano que trabaja cuidadosamente el más mínimo detalle de sus piezas; a su vez,  los músicos transitan libremente por caminos sinuosos, moviéndose a través de composiciones que en momentos ceden ante la energía desbordante de la improvisación, en un ejercicio de concentración y expansión, tensión y liberación de la energía; abriéndose paso entre capas y capas de sonido, texturas de diversa índole, amplitudes y estructuras armónicas, melódicas y rítmicas poco ortodoxas pero que con una efectividad psíquica, remiten y retrotraen automáticamente a una vastedad cósmica, a lugares desolados, paisajes abstractos y fulgores nocturnos con un especial aroma ritual. Substrata presenta una edición especial en digipack con artwork inspiración de la artista, músico y fotógrafa belga Martina Verhoeven y un layout elaborado por la artista multimedia alemana Juliane Schütz. Dando clic en este enlance puedes comprar una copia en formato digipack.

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Deafheaven, post-black metal brilloso, existencialista y soleado

El cuarto álbum de la banda estadounidense es una amalgama de influencias nuevas y antañas, que nos muestra al quinteto puliendo sus conocidas dinámicas entre dulzura y brutalidad con nuevos elementos que le dan un giro distinto a su catálogo. Género: Post-Rock | Blackgaze | Post-Metal | Black-Metal | Shoegaze Label: ANTI- | Deathwish ★★★★1/2 Deafheaven son una banda de metal para personas que no suelen escuchar metal; un statement que le imputan algunos detractores a este grupo pero que en realidad hace sentido y es más ventaja que defecto: desde Sunbather, encontramos en la banda matices de shoegaze, post rock, noise, ambient y hasta screamo, mezclándose con la clásica crudeza del black metal, que logran en éste álbum de siete cortes llevarlos a una evolución que si bien no los saca de sus estándares enteramente, al menos justifica su ausencia de 3 años en la escena: incorporan aquí un sonido más meloso, que se siente más fluido que su antecesor New Bermuda, e incluso para tal efecto la banda incluyó a la vocalista y compositora Chelsea Wolfe para una de sus canciones. Entre la lista de cambios encontramos algunas sorpresas como melodías menores desperdigadas entre sus acordes mayores más gentiles que cambian la atmósfera de las canciones, además de algunos pasajes en piano que le agregan dramatismo a las dinámicas conocidas de la banda entre crudeza y ligereza, apartado donde además agregan matices en las guitarras con solos y riffs de tendencia alt rock, con uso de pentatónica y baterías a midtempo. Los conocidos blast beats de la banda siguen presentes en éste trabajo, como siempre potentes y cargados de tremolo picking que en este disco oscilan de una forma más natural hacia los interludios de sonido shoegazero que ésta vez nos recuerdan a bandas como Lillys, Mazzy Star o Slowdive y otras veces, pasan a caóticos breakdowns que recuerdan a bandas como Portraits of Past o City of Caterpillar, mostrando que la flexibilidad musical de la banda aún tiene vertientes de exploración. Igualmente destaca la influencia de post-rock, con uso de sonidos ambientales y crescendos, un poco en la vena de Explosions in the Sky. Sin duda éste disco es un paso de evolución para la banda, aunque nos quedan elementos que dejan algo qué desear, como es el apartado vocal por ejemplo, y la composición en general que aunque innova en algunos sentidos a estándares de la banda, queda un poco corta en los rubros creativos que más definen el sonido de la banda.

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De Slowdive y una carta de amor al shoegaze

El shoegaze es un genero extraño, llamado así en los noventas de forma burlona por los periodistas de música ingleses por el hecho de que las bandas se pasaban todo un concierto mirando sus pies manipular los pedales de guitarra en lugar de interactuar con la multitud. Una especie de música particularmente cargada de clichés, de tocar la guitarra a ritmo particularmente melódico y triste, con letras parecidas a poemas escritos por adolescentes promedio expresando algunas emociones personales probablemente a sobremanera. Para ser honesto, muchos de estos estereotipos son precisos. Slowdive se formó a finales de los ochentas justo cuando Kevin Shields en My Bloody Valentine lograba obtener la perfección que buscaba en su sonido y lanzó Loveless, el álbum considerado por muchos pionero y referencia histórica del shoegaze. En 1993 Slowdive presenta Souvlaki una especie música confortable melodramática parecida a la música emo de los dos miles pero hecha en los noventas cuando la gente probablemente tenía más de buen gusto en general. En mayo de 2017 Slowdive lanzó su cuarto álbum autotitulado después de una brecha de más de 20 años. El primero que han puesto a la deriva desde Pygmalion (1995), que fue un experimento ambiental retrocedido en humor y textura. Sin embargo, este nuevo álbum es más un sucesor espiritual de Souvlaki. Es interesante ver a la banda, ahora 20 años más viejos retomando todo tipo de sonidos e ideas que estaban explorando cuando eran adolescentes. Las canciones se sienten más contemporáneas; sin embargo, no están tratando de mejorar su sonido para mantenerse relevantes, más bien, se han apegado a lo que la gente todavía ama de los sonidos que estaban explorando hace 20 años. Un disco que si uno trata de desmenuzar detalladamente resulta ser un poco abrumador; hay que dejar que te golpee y así resulta ser una joya en donde todo se une perfectamente. Esa es la belleza del shoegaze. Es frecuentemente, técnica y musicalmente complicada, pero simplemente uno tiene que dejarse caer en los lazos y surcos de cada nota que componen cada canción. Nuestra obsesión por la música y la gente realmente preocupada por la música melancólica está en casi todos los géneros (dentro y fuera de la música): Lou Reed, Kurt Cobain, Johnny Cash, Khonnor, Joy Division, Bob Dylan, etc,). Cualquiera que sea la razón, escuchar música abiertamente triste que utiliza la experimentación sonora con guitarras ruidosas y sonidos ambientales es definitivamente una experiencia catártica, que se debe de sentir. Para el amante de retomar momentos nostálgicos con ayuda de la música Slowdive de Slowdive es un gran disco, lleno de un montón de sensaciones que en lo personal estaba un poco preocupado que se perderían a medida que la banda envejeciera. Pero Souvlaki es probablemente todavía un mejor lugar para sentir la melancolía; quizás sólo por mis preconceptos nostálgicos, pero por alguna razón no creo que la banda vuelva a capturar realmente la clase de emociones crudas que hicieron con ese álbum. Otros clásicos del shoegaze que son necesarios repasar son Loveless de My Bloody Valentine y The Darklands de The Jesus and Mary Chain, unas de las primeras inspiraciones para el compositor principal de Slowdive, Neil Halstead. En Nueva Zelanda proyectos contemporáneos como The Shocking Pinks y Glass Vaults que estaban involucrados en un interesante experimentación de shoegaze-dream pop de lavada emoción o Grayson Gilmour no precisamente shoegaze pero temáticamente similar en su honestidad cruda. Slowdive de Slowdive es un gran homenaje al shoegaze y una revisión de los tópicos clásicos que hacen a la banda estar en su mejor momento después de 20 años. Para la próxima vez que piense escuchar a Slowdive espere al próximo día lluvioso.

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