Depósitio Sonoro

The Cure

The Cure lanza Songs of a Lost World: un regreso a la melancolía y la poesía oscura

The Cure regresa con Songs of a Lost World, un disco que promete llevar a los oyentes de vuelta a los sonidos oscuros y emotivos que han definido a la banda británica a lo largo de más de 4 décadas. Liderados por el icónico Robert Smith, la agrupación se sumerge una vez más en temas de desamor, soledad y la búsqueda de significado en un mundo incierto, manteniendo el espíritu gótico y melancólico que caracteriza a su obra, y que tanto ha resonado con generaciones de fans alrededor del mundo. La llegada de este disco, que viene tras una pausa de más de 15 años desde su último trabajo de estudio, 4:13 Dream (2008), marca un nuevo capítulo. Robert Smith prometió que el álbum exploraría algunos de sus temas más oscuros, una promesa que se cumple en esta obra que conecta directamente con la sensibilidad emocional de su base de fans y muestra la madurez de una banda que, a pesar del paso de los años, sigue manteniéndose vigente. Un viaje introspectivo y melancólico Songs of a Lost World es una reflexión íntima que se percibe como una continuación espiritual de discos clásicos de The Cure, como Disintegration y Pornography. A través de sus letras, Robert Smith explora la vulnerabilidad emocional con la honestidad lírica que lo caracteriza. En el álbum, el mundo se presenta como un lugar sombrío y complejo, lleno de momentos de desesperanza y añoranza por un tiempo que parece perdido, una temática que conecta con la época de incertidumbre actual. Las canciones en Songs of a Lost World están llenas de capas sonoras que mezclan guitarras profundas, teclados etéreos y la inconfundible voz de Smith. Desde los primeros acordes, cada pista envuelve a los oyentes en una atmósfera que es a la vez familiar y novedosa, evocando los sentimientos oscuros y oníricos que los seguidores de la banda han atesorado a lo largo de los años. Evolución musical con raíces clásicas A lo largo del álbum, The Cure muestra una evolución en su sonido sin perder la esencia que los hizo icónicos en la escena del post-punk y el rock alternativo. Si bien el álbum cuenta con la sensibilidad gótica clásica de la banda, también incorpora elementos de producción modernos que ofrecen una profundidad nueva a las composiciones. La presencia de sintetizadores atmosféricos y secciones rítmicas intensas, junto a los característicos riffs de guitarra melancólicos de The Cure, brindan una experiencia auditiva que es rica y texturizada. El álbum ha sido producido por el colaborador frecuente de la banda, Simon Gallup, junto a Smith, y ambos lograron capturar la intensidad emocional y la autenticidad en cada canción. Este trabajo de producción ofrece una claridad que realza la atmósfera envolvente y emotiva del disco, permitiendo que cada capa sonora brille sin perderse en la mezcla. Temas de actualidad en un mundo desconectado Songs of a Lost World toca temas que, aunque enraizados en el existencialismo y la introspección personal, se sienten especialmente relevantes en el contexto actual. Smith, un maestro en capturar la angustia y el anhelo, ofrece una visión de un mundo perdido, donde el ser humano lucha por encontrar conexión y propósito en un universo cada vez más desconectado. Las letras reflejan una búsqueda de identidad y pertenencia, así como una nostalgia profunda por lo que podría haber sido, sentimientos con los que muchos se pueden identificar. El contexto de Songs of a Lost World La creación de Songs of a Lost World fue un proceso largo y desafiante, con años de preparación y algunas grabaciones realizadas durante la pandemia, un periodo que contribuyó a la introspección y profundidad emocional del álbum. Este contexto influenció significativamente el contenido de las canciones, que tratan temas como la pérdida, el aislamiento, la nostalgia y la desesperanza, con un enfoque que recuerda a los primeros días de The Cure. Smith comentó que el título refleja “un mundo perdido” no solo de manera física, sino también en cuanto a cómo la humanidad se ha desconectado de sus propios valores y de las conexiones personales que alguna vez fueron importantes. La vuelta a la melancolía profunda Desde los primeros acordes de Songs of a Lost World, es claro que The Cure ha decidido retomar sus raíces más sombrías, recordando el sonido de discos como Pornography (1982) y Disintegration (1989). La producción, que lleva la firma de Robert Smith y su compañero de banda Simon Gallup, se centra en guitarras atmosféricas, sintetizadores envolventes y una percusión sólida pero melancólica que acompaña la voz única de Smith, cargada de una fragilidad conmovedora. El disco se distingue por su cohesión sonora y su narrativa introspectiva. Cada canción parece ser un fragmento de un todo mayor, un diario musical que guía al oyente a través de los altibajos de las emociones humanas más complejas. Con temas como “Another Day to Die” y “Lost Souls,” la banda explora no solo la oscuridad, sino también los momentos de belleza que emergen en medio de ella, reflejando una esperanza tenue pero palpable. Songs of a Lost World: un disco esencial en tiempos de incertidumbre Para muchos, el regreso de The Cure con Songs of a Lost World llega en el momento justo, en un tiempo marcado por el cambio y la incertidumbre. A través de este disco, la banda ofrece un refugio, un espacio donde la tristeza y la belleza pueden coexistir, recordando que incluso en los momentos más oscuros hay una luz tenue que puede guiar. Con Songs of a Lost World, The Cure reafirma su papel como una banda indispensable en la historia de la música, manteniendo su conexión única con los oyentes de todo el mundo y transmitiendo un mensaje de introspección y esperanza que trasciende generaciones.

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Columna Estoy Escuchando: Wild Mood Swings, de The Cure

TEXTO por Abraham Garcí[email protected] Se supone que este es uno de los peores álbumes del grupo más importante que haya salido de Crawley, West Sussex, tanto para sus fans como para la crítica. Mi primer acercamiento a Wild Mood Swings fue a través de “This Is a Lie”. “Es mi canción favorita de la banda”, me dijo un viejo conocido, por ahí de 2004.  No le di mucha importancia a esa valoración, ya que venía de una persona que se adentraba mucho en la música psycho y las raves realizadas en ranchos de Colima suponían sus salidas de fin de semana, además nunca me pareció que se implicase mucho en música similar a la de The Cure, pero la canción me agradó mucho y sencillamente se quedó.  Me parecía atípica para el grupo, y muy elegante, porque musicalmente depende mucho de las cuerdas de violín, viola y violoncelo. La escucho y aún me hace imaginar los pomposos bailes con máscaras de su majestad Luís XIV, con nobles y plebeyos pretendiendo lo que no pueden. Por aquél 2004, The Cure sonaba un tanto hosco y rasposo con el álbum homónimo, producido por Ross Robinson (Korn, Slipknot, WASP) y estaba bien, pero yo me tiré de lleno en su trilogía obscura (entiéndase Pornography, Disintegration y Bloodflowers, éste último más o menos) que alguna vez tocaron íntegramente en vivo en el Tempodrom, del barrio berlinés de Kreuzberg. Yo no necesitaba más de The Cure, excepto tal vez el Greatest Hits con sus respectivas versiones en acústico.   Hace no mucho adquirí Wild Mood Swings en casete. Nunca antes lo vi exhibido en físico en alguna parte, ni en otro formato. El payasito de juguete roto de la portada fue decisivo para comprarlo, aunado a las ganas de escuchar “This Is a Lie” a máximo volumen.   Resulta interesante el hecho que este álbum fue grabado en uno de los puntos más bajos e inestables de la carrera del grupo. El bajista Simon Gallup estaba dubitativo de continuar o abandonar el barco por temas de salud (ahora que sí se ha ido, al parecer para siempre, será muy echado de menos porque su sonido con el instrumento hizo sumamente identificable a The Cure) y el álbum fue grabado por 3 bateristas distintos, entre ellos Jason Cooper, quien se quedó en el luego de haber hecho audición; todo esto tras la salida de Boris Williams. Parecía que cohesión entre los integrantes era lo que menos había. Al escuchar la grabación, parece haber surgido mucho de la creatividad bajo presión, por momentos algo básica y desprolija, aunque la mezcla de estilos musicales presentes en Wild Mood Swings hacen un retrato fiel de un grupo que en ese 1995 y parte de 1996,  iba a gran velocidad por las subidas y bajadas de la montaña rusa de saber si continuaba o no como entidad y le era imposible tener control de sí mismo por cuestiones ajenas a la música. Y por casualidad estaban en el estudio para entregar el décimo álbum a su disquera. Después de todo, había un contrato que honrar. Si Wild Mood Swings fuese una persona, seguro se pensaría que es alguien con padecimientos de bipolaridad o que vive algún trastorno similar de personalidad. Es que hay canciones que van de una felicidad tan pura y tierna, casi infantil y fantasiosa, como la preciosa y favorita “Mint Car”, pasa por una depresión swing, con la conciencia de que no hay ganas,  pero  hace falta levantarse y tomar las riendas de lo que viene, como ocurre en “Gone!”, y de la nada todo es lamento irreparable, todo es tristeza solemne, casi funeraria, como en los dos cortes finales, que parecen ser los únicos que siguen una misma línea, tanto en temática y estilo, como en orden del tracklist.   “Treasure” es una despedida, que aunque triste, es cálida por ese estribillo mecedor y dulce, con ánimo conciliador. “Bare”, por otro lado, asume con frialdad el dolor y la fractura que significa un final absoluto. “The 13th” seguro es la canción más atípica, ya no en el álbum, si no en todo el catálogo de The Cure. Música tropical, para conquistar y bailar cachondo, suave y pegadito, tal vez más propio de un concierto de Willie Colón. ¿Demasiado para la fanaticada más dark del grupo?  “It Used to Be me” en realidad es un lado B. Apareció en el sencillo de “The 13th”, y me encuentro con que es la canción más celebrada de las sesiones de Wild Mood Swings. Es posible que haya quedado fuera por la duración total del álbum (una hora), pero bien pudieron dejar fuera “Return” o  a “Jupiter Crash”, que en mi opinión son los temas menos memorables.  En conclusión, me parece que Wild Mood Swings es un álbum difícil de The Cure. Se sale mucho de la tradicional línea dulce-amarga del sonido post punk que los hizo populares para explorar la versatilidad con sonidos y estilos musicales que poco y nada tendrían que ver con el resto de su catálogo.  Es que, el título del álbum parece decirlo todo. Las 14 canciones que integran Wild Mood Swings, como conjunto, parecieran estar todas inconexas, tanto por temáticas (obviamente emocionales) como por los estilos musicales que ahí se pueden encontrar. Dan para pensar que se pueden tomar por 14 cartas o notas escritas por la persona que, ya se dijo, pudiera ser este álbum de estudio de The Cure.  Tal vez era muy complicado que conectara con mucha gente fanática, ya que el lanzamiento registró una de las peores ventas de un álbum del grupo.  Es por demás singular el detalle de que en este 2021 cumplió 25 años y pasó casi desapercibido en muchísimas publicaciones musicales.  ¿Wild Mood Swings es el álbum más incomprendido de The Cure? TEXTO por Abraham Garcí[email protected]

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Desde CAN a The Specials, My Bloody Valentine y más, escucha más de 900 Peel Sessions

La importancia del Dj John Peel de la BBC Radio en Gran Bretaña es un legado que vivirá para siempre, revolucionó la radio, la forma de entenderla y escucharla y abrió un portal infinito que seguimos disfrutando gracias a sus Peel Sessions. John Peel falleció en 2004 sigue siendo una fuente inagotable de descubrimientos musicales que aun siguen dando mucho sentido al panorama de variedad y discursos que la música en general tienen que ofrecer.   Escucha a continuación más de 900 sesiones de su legado frecuencial bellamente registrado, que incluye a bandas como The Cure, Buzzcocks, PJ Harvey, The Fall, Pavement, The Smiths, Killing Joke, Julian Cope, Pixies, The Jam, My Bloody Valentine, Nirvana, Sonic Youth y muchos más en dónde se logra envolver esa magia. Ingresa al portal sónico y decide cuáles escuchar, en este link:  escucha más de 900 Peel Sessions.

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Alva Noto y su versión computarizada a The Cure

Alva Noto hizo un cover a “A Forest” de The Cure, explorando en las texturas  más ambientales de la mítica canción que cumplió 40 años   Para algunos pasará sin pena ni gloria, para otros les parecerá interesante y otros más lo encontrarán como un gran experimento. Alva Noto es eso, ha compartido su propia versión de un clásico de The Cure, en donde lo más rescatable es eso, saber que Alva Noto es fan de Robert Smith, y esta es su manera, forma y visión computarizada con la que rinde su tributo. 

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Discos esperados del 2020

2020 es el año programado para el regreso de bandas icónicas,  al igual que agrupaciones nuevas y, algunas que empiezan a consagrarse o ganarse un lugar en la historia   Desde rock, pop, noise, industrial, shoegaze, punk, post punk, grunge, dark wave, electrónica, metal, synth pop y muchos géneros más, te presentamos algunos de los álbumes más esperados para este año; algunos aún con nombre por anunciar.   1.-Pet Shop Boys – Hotspot 2.-The Avalanches  3.-Arca 4.-Zola Jesus  5.-VR SEX 6.-The Jesus And Mary Chain  7.-Ozzy Osbourne – Ordinary Man 8.-Yves Tumor 9.-Shame 10.-Deafheaven  11.-The Cure 12-Austra 13.-Prurient 14.-Caribou – Suddenly 15.-Deftones 16.-Idles 17.-Chelsea Wolfe 18.-Pearl Jam 19.-Chromatics 20.-The Soft Moon 21.-Essaie Pas 22.-Lamb of God 23.-Sepultura 24.-Oneohtrix Point Never 25.-Youth Code 26.- Squarepusher 27.-Kendrick Lamar 28.-Childish Gambino

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The Cure tiene su nuevo disco listo tras 10 años de espera

The Cure, tan míticos e inagotables por fin anunciaron, en especial Robert Smith, que ya terminaron de pulir su nuevo álbum tras 10 años de no sacar nada nuevo desde 4:13 Dream. Este sería el álbum número 14 en  la sólida y como pocos discografía de la banda y además comentó a un medio que el ingreso al Salón de la Fama del Rock & Roll los inspiró a seguir trabajando. Smith comenta: “Abordaremos diferentes estilos musicales, pero como lo hacemos nosotros, suena como nosotros”. The Cure encabezará Glastonbury en el Reino Unido y Pinkpop en Holanda y después una gira latinoamericana que estamos seguros los traerá a CDMX aunque aun no se ha hecho nada oficial.

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Robert Smith y su paso por Siouxsie And The Banshees

Siouxsie and the Banshees, emergieron del punk a finales de los 70 para ser una de las bandas emblemáticas del primer goth rock a mediados de los 80. Continuaron evolucionando y afinando su sonido, experimentando sin miedo, para deleitar a su público con esa rareza que nace de los estados alterados de la mente y deseos desgarrados. Un cambio deliberado de la oscuridad abierta del encanto que siempre manejaron en el escenario a sonidos más pop al final de sus días en 1996. Tras el lanzamiento de su segunda placa Join Hands y a punto de comenzar el tour de promoción del disco, su guitarrista y baterista John McKay y Kenny Morris respectivamente deciden abandonar la formación, dejando un poco incierto el futuro de Siouxsie y los demás. El problema con los guitarristas siempre fue el talón de Aquiles de los Banshees, pero posteriormente eso les permitió forjar una identidad que se distinguía por su potente sección rítmica materializada por el tandem del bajista Steve Severin y el baterista Budgie. Después de entrar en un periodo de pánico/incertidumbre; llegaría el diamante que brillaría para ellos: Robert Smith de The Cure, quien en ese entonces tocaba en aquella época como telonero de la banda y pasaría a ser un miembro fijo de la alineación aportando mucho en la guitarra por ahí de 1983, con un estilo quizá alejado a lo que después hizo con The Cure. Con los Banshees, Smith aplicó delays y flangers llevados a un arte minimalista que les dio una figura fuerte en sus performances, se percibía inspiración en todas sus diversas formas que, con frecuencia, seguimos recordando con un alto vértigo de una manera inolvidable. Esta colaboración se extendería al álbum Hyæna, la única placa en donde Smith colabora en el estudio con los Banshees. Cabe mencionar de igual manera que de entre estas conjunciones mágicas, durante su paso por The Banshees, Smith hizo una gran conexión con Steve Severin, tanto así que en 1983 fundaron la banda The Glove, invitando a la exótica Jeanette Landray, al tecladista Martin McCarrick y contaban también con Andy Anderson en la batería que más tarde pasó a la alineación de The Cure. Sólo editaron un álbum al cual llamaron: Blue Sunshine, que en 2006 fue reeditado en un CD doble con las canciones que interpretaba Robert Smith en formato demo, dato de oro para todos sus fans.

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The Cure y su etapa más introspectiva y glacialmente fría

Entrada la década de los 80, The Cure se encontraba sumergido en una atmósfera totalmente introspectiva y glacialmente fría y sensible, era como si de repente te encontraras en un templo con unos ritmos que te hacían gritar dentro de tu interior para no salir jamás. Faith es una desgarrador disco en el cual muestra una cruda y decadente realidad de cuál frágil somos ante duras situaciones que están más allá de nuestro alcance y solo nos queda nuestra soledad que contempla una alma sin fe. Ese comportamiento sombrío que mostraba el grupo lo plasmaba en todas sus canciones entre 1981 y 1982 donde se metían en terrenos llenos de enfado y una cierta calma pesimista. “Que importa si nos morimos todos” es lo que canta Robert Smith en la retumbante “One Hundred Years” mientras pisa el acelerador acercándose a toda velocidad hacia una propia y absurda ¡auto destrucción! “Quería un disco lleno de fuerza, duro, intenso, de energía perfectamente deprimente” comentaba Robert Smith mientras recuerda su insoportable egoísmo que reinaba en aquellas épocas al grado de pelearse con todos sus compañeros .   Por su parte, Pornography es el camino hacia la mismísima condena autodrestuctiva , es como si te quedaras petrificado en un espejo lleno de paisajes desoladores con matices en tonos rojos y grises que ante una desesperación de llanto que lamentas por no volver a estar limpio de nuevo. “Había una atmósfera llena de tensión e individualismo reflejado en nuestros propios problemas existencialistas , pero todo resultó divertido de tan mal que iban las cosas”. Este ciclo se cerraba hacia finales de 1982 donde todo terminó en una pelea en el escenario donde Smith y Gallup terminaron agarrándose a golpes mientras el jodido Tolhurst tomaba las riendas de un estridente bajo, la imagen era perfecta para describir como si hubieran sido golpeados en plena faz llenos de una frialdad maquillada en una cierta violencia pragmática.

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