En el año 2000, la icónica banda de indie rock Yo La Tengo lanzó And Then Nothing Turned Itself Inside-Out, un álbum que marcó un giro hacia sonidos más etéreos, melancólicos y minimalistas. A diferencia de sus trabajos más ruidosos y experimentales, este disco se sumerge en una atmósfera introspectiva y nocturna, explorando la intimidad emocional con un enfoque delicado. Un disco iluminado con una paleta sónica mágica y cargada de añoranza de principio a fin; un álbum que por su título y portada transmite una sensación surrealista y metafísica. Un sonido envolvente y melancólico Desde el inicio, con “Everyday”, el álbum establece un tono cálido y ensoñador, caracterizado por la voz susurrante de Georgia Hubley y la instrumentación suave de Ira Kaplan y James McNew. Las guitarras distorsionadas y la energía garage que definieron trabajos anteriores como I Can Hear the Heart Beating as One (1997) quedan en segundo plano, dando paso a una instrumentación más atmosférica, con influencias del ambient, el dream pop y el slowcore. Canciones como “Our Way to Fall” y “The Crying of Lot G” refuerzan la estética delicada del disco, con letras que reflexionan sobre el amor, la nostalgia y la rutina en una relación. La producción está llena de texturas sutiles, reverberaciones y sintetizadores etéreos que envuelven al oyente en una especie de letargo sonoro. And Then Nothing Turned Itself Inside-Out, cuyo título está tomado de una cita de Sun Ra, que significa algo así como: “Al principio no había nada … luego nada se volvió del revés y se convirtió en algo”, presenta ilustraciones de Gregory Crewdson, un fotógrafo conocido por el surrealismo cinematográfico de sus imágenes. Un álbum de tal grandeza con sonidos minimalistas y, que es sorprendentemente difícil de precisar. Es surrealista, fantástico. Su noveno álbum de estudio que se mueve entre planos y capta el poder sobrenatural de la música para llevarnos abruptamente a distintos estados del ser: para hacernos felices y tristes a la vez. Eso, en general, es Yo La Tengo y más en este disco. Las numerosas referencias de Yo La Tengo a la cultura pop hablan de otra cosa que hace que este álbum sea genial: la forma en que atenúa los momentos de melancolía ambiental con sorprendente ligereza. La tierna lágrima, apropiadamente titulada Tears Are in Your Eyes, que cuenta con la voz sedosa de Hubley acompañada de la armonía de Kaplan en el coro y el zumbido, más guitarras atmosféricas. Aunque … And Then Nothing … es más tranquilo que los discos con los que Yo La Tengo hizo su nombre, como Painful de 1993 y Electro-Pura de 1995, todavía obtenemos el ruidoso banger “Cherry Chapstick”. En cierto sentido, la paleta sonora más silenciosa y limitada de An Then Nothing Turned Itelf Inside-Out es lo que lo hace único. Un disco que establece un estado de ánimo sonoro sostenido con desafíos. Al hacer música dominada por el ambiente y la textura, es importante tener un ancla. Yo La Tengo sabe cómo anclar una canción y cómo construir a partir de ella para crear paisajes sonoros atractivos. Leyendo un poco sobre su historia, algunos críticos de la época (2000) se quejaron de que este disco no era tan cautivador o dinámico, pero la historia le hizo justicia y aquí seguimos hablando de él: seguimos cautivados, el autor de este texto continúa haciéndolo con cada una de sus escuchas. Disfruto ponerlo en plataformas digitales y un poco más en el vinilo 12″ que compré en un viaje a Barcelona en el 2012. Aunque, sin duda, más allá del formato, mi momento favorito es darle play en las noches. Es similar a lo que hacen que las fotografías de Gregory Crewdson sean tan inmersivas. Tanto Crewdson como Yo La Tengo crean mundos inmersivos, iluminados por lo surrealista y anclados por momentos especiales. Un disco para la medianoche And Then Nothing Turned Itself Inside-Out es un álbum nocturno, perfecto para escuchar en soledad o en un estado contemplativo. Su sonido etéreo y su lirismo introspectivo lo han convertido en uno de los trabajos más queridos de la banda, y en un referente del indie rock más intimista.